Partida Rol por web

Los ojos de Nimloth se humedecieron después de escuchar las palabras de su hermano, parecía no entender. Las manos de los hermanos entrecruzados parecieron atesorar aquel momento. Poco a poco Veidan dejó de notar tan suave la piel de su hermana. Los ojos intentaban enfocar donde miraba, pero todo se difuminaba. Todo parecía emborronarse.

Con esfuerzo enfocó sus manos, que ya casi no notaba, y solo pudo ver plumas. Plumas pardas que adornaban su cuerpo.

El aire frío azotó su rostro, ya no estaba en aquel acogedor lugar donde había encontrado a su hermana. Intentó abrir la boca, pero solo un graznido agudo surgió de su garganta.

Había vuelto a ser un halcón, y sobrevolaba, ahora un mundo muerto. Todo parecía quemado. Desde el aire, solo podía distinguir legiones de hombre caminando sin rumbo. Lenta y pesadamente.

Ya no quedaba nada.

El halcón mantubo el vuelo. Era de las pocas cosas que podía hacer, en comparación con un semielfo, así que voló, alto, ayudándose por las corrientes ascendentes. Cuando tubiera hambre, cazaría algún roedor; cuando estubiera cansado, buscaría un peñasco donde posarse; y cuando tubiera sueño, cerraría los ojos. Alguna pequeñísima parte de su cerebro le gritaba que aquello no era lo que debía ser, le imploraba que hiciera algo, le rogaba que buscara respuestas y soluciones... pero el halcón no comprendía, así que ignoró el ruego y siguió volando.

Sin rumbo.

El tiempo pasa lento sobrevolando las alturas. El aire frío llega maloliente hasta sonde el halcón se encuentra. No parece haber sitio para posarse a descansar, tan solo árboles muertos y podridos. No hay animal vivo que se mueva por la superficie de la tierra. Todo parece perdido, todo está muerto.

De improvisto, los oídos de Veidan creen oír un murmullo, como si una voz distante le llamara. Lentamente, volando delante de él, en el cielo, se forma una sombra tenue y poco definida. A primera vista, amenazante, como una fantasmal aparición, pero su voz tiene es cálida y reconfortante.

 - Veidan, Veidan, escúchame bien. Soy Zzarat “Alma-de-Roble”, que ha despertado de la pesadilla. Presta atención pues nada de lo que ves, nada de lo que sientes, es cierto. Estás encerrado en una jaula de sueños que no te deja ver más allá. Debes despertar, Veidan, debes huir… Tenemos que ayudar a Vast. La Gran Madre, Gaia, me ha hablado. Ella me ha rescatado, Ella me ha enseñado a Despertar. Veidan, todo es falso, esa vida que estás viviendo en la cárcel de sueños no es la tuya; por eso debes terminarla. Confía en mí, confía en la Madre: acaba con tu vida, acaba con el sueño, y despertarás.

¿Zzara't? ¿Acabar con su vida? ¿Como puede un halcón terminar con su vida?

Así que era eso... la pequeña voz que retumbaba en su cerebro y que había estado ignorando... era él mismo. Y resulta que tenía razón, aquello no tenía pies ni cabeza... porque no era real. ¡No volvía a ser un halcón, solo era un sueño! ¿Pero como acabar con su vida? ¿Como demonios se suicida un halcón? ¿Y de donde saca el valor para hacerlo? Pero no quería ser un esclavo de un sueño, y la visión de Zzara't era lo más cercano a la realidad que había presenciado en aquel lugar. Debía hacerle caso.

Miraba el paisaje en busca de respuestas, pero no había mucho que mirar... grupos de no-muertos se movían lentamente a los lejos, en el suelo, pero tampoco había nubes, ni nigún lugar donde posarse, ni ningun depredador al que entregarse generosamente... Y tampoco es que la idea le seduciera, pero no quería seguir siendo un halcón, ya había desperdiciado demasiados años así. Volvió a mirar hacia abajo... y la respuesta se hizo evidente a sus ojos.

Solo debía dejar de volar.

Dejarse caer.

No pensó. Solo plegó las alas fuertemente a los lados del cuerpo y cerró los ojos.

Ehlonna, ayúdame.