Partida Rol por web

Poco a poco tus sentidos parecen recobrarse. Te sientes como si hubieras dormido durante largo tiempo, y tu estómago protesta ante esta situación.

Te incorporas lentamente, una raída manta te cubre a duras penas. Pero el calor es sofocante, y la arena quema. Al parecer, estás rodeado de dunas. Y solo arena se extiende en el horizonte. El paisaje te resulta familiar, pues es el desierto que cruza camino a tu hogar. Pero donde antes crecía frondoso el bosque Perenne, ahora solo hay desolación. Una cantidad ingente de esqueletos de caídos árboles yace entre la arena invasora. Lo que antes fue verde y hermoso, ahora no es más que desolación.

Entre los muertos y caídos árboles que antes eran tu hogar, parece distinguirse una ligera columna de humo, no más grande de lo que produciría una hoguera, elevándose por el despejado cielo azul.

Hay alguien vivo en las ruinas del Bosque Perenne.

Entreabro los ojos, todavía confundido por la situación. ¿Qué era esa luz? ¿Qué era la voz que nos arrulló antes de que la confusión nos sumiera en una desorientación total? Parpadeo una, dos, tres veces hasta que consigo adaptar mi visión al nuevo entorno. Palmo alrededor, tratando de buscar a mis compañeros y de determinar mi nueva posición. Lo que toco no es la piedra que esperaría encontrar, parece que he abandonado (de algún modo) la caverna en la que nos encontrábamos y que mis compañeros no están conmigo.

La realidad parece golpearme como un caballo desbocado. "Oh, eterna Madre, estoy cerca de casa".

Me incorporo para mirar con espanto los restos de lo que antaño fuera mi hogar. Oigo como poco a poco mi alma se resquebraja de dolor y llora desesperada la pérdida de mis seres queridos. Hasta mis oídos llega el histérico aullido de la Gran Madre que mira cómo el viento de muerte se lleva de sus manos las cenizas de sus hijos e hijas carbonizados.

Durante unos instantes soy incapaz de moverme. A mis lágrimas se unen las de Gaia, a mi dolor su desesperación. No estuve ahí para ayudarles, no estuve ahí para adveritrles, no estuve para morir con ellos.

Pero, ¡espera! ¡Algo veo en el horizonte! El corazón me da un vuelco. ¿Es una burla del destino, que escupe en el compungido rostro de la Madre? ¿Son sólo los restos del fuego asesino que ha abrasado su santuario? ¿O es acaso señal de que hay alguien esperando al otro lado de los árboles muertos, esperando a ser encontrado, esperando a contar su historia?

No hay ruido alguno en aire. Ninguna señal de vida a parte de la fina columna de humo.

De repente, justo detrás de ti, una voz cascada y familiar suena de improvisto.

- No se te ocurra acercarte allí Zzarat! La voz suena autoritaria, pero a su vez reconfortante. Una figura encapuchada, pequeña y encorvada camina lentamente a través del desierto muerto hacia donde tu estás. Parece estar lejos, y el calor hace ondular la extraña figura, pero su voz es clara y fuerte como si se encontrara a tu lado.

La voz hace que mis pasos se frenen en seco. No es algo desconocido y, a pesar de su fuerza e intensidad, no deja de envolverme con una sensación de calma, de consuelo, de hogar... Me giro hacia la lejana figura, tratando de distinguir inútilmente entre las vibraciones del calor los rasgos del improbable viajero.

-¿Qué ha ocurrido? -pregunto sin poder disimular la angustia en mi voz-. ¿Qué es todo esto? ¿Dónde están todos?

La figura encorvada se aproxima lentamente. Se apoya en un largo bastón, y un sonido de cascabeles tintinea a cada paso que da. El desconocido continúa hablando mientras avanza.

- Esto es una trampa. Una prisión eterna, nadie puede escapar...

Tras unos minutos de silencio, empiezas a distinguir la sombra, y por fin asocias aquella voz a su cara. Es Farlat, maestro chaman de tu maestra, el rátido más anciano que se tiene constancia. Pero hay algo más en él, un poder sobrecogedor y a la vez reconfortante. Como si la misma madre tierra guiara los pasos del anciano.

El viejo rátido, al llegar hasta donde espera Zzarat, se sienta cansado.

- Tus amigos y compañeros están atrapados en sendas pesadillas, y no despertarán. Lo que ven tus ojos, no es de verdad, pero a su vez, puede ser muy real, tan real que no se puede escapar....

Los ojos casi ciegos de Farlat buscaron la mirada de Zzarat, parecía poder ver a pesar de su ceguera, aunque no de igual forma.

"¡Oh, sabia Madre! ¡En tu eterna piedad has traído hasta mí al gran Farlat! Eso, o se trata simplemente de Tu proyección, la forma que Tú has adoptado para presentarte a un mísero siervo."

No puedo evitar sentirme intimidado ante la presencia de Farlat. Ayudo al anciano rátido a tomar asiento y, acto seguido, me coloco de rodillas ante él**. Con las manos descansando sobre mi regazo contemplo absorto durante unos instantes el cuerpo del maestro. Haciendo acopio de valor, por fin me atrevo a dirigirle la palabra.

-¡Oh, sabio Farlat! ¿Es esto pues una mentira? ¿No hay nada más allá de esta ilusión? -pregunto sin poder ocultar un ligero alivio por el hecho de que mi hogar y el de mis ancestros siga intacto por ahora. No obstante en seguida aparece la angustia y preocupación en mis palabras-. ¿Qué hacer, Maestro? ¿Cómo escapar de un lugar al que no sabemos cómo hemos llegado?

El anciano rátido permaneció en silencio unos instantes, meditando con cautela la respuesta que debía darle a Zzarat.

- La fe, el único camino es la fe. Sus ojos vacíos parecían contemplar el horizonte. - La única manera de escapar de las garras de la mujer muertas, de está pesadilla es... Muriendo. Tus compañeros están atrapados igual que tú, y les deberás convencer de que el único camino, es matándose.

Sus palabras parecían llenas de poder, de un poder como pocas veces habías sentido. Nada malo albergaba su voz, de eso Zzarat estaba convencido.

- Deberás rescatarlos a todos, pero al joven bribón... Ella lo quiere para si, no le dejará escapar tan fácilmente, deberéis matarla.

Otro momento de silencio, y Farlat volvió a hablar. - ¿Hay alguna duda más que tu corazón anhele respuesta?

Escucho con atención las palabras del sabio Farlat que son como música en mis oídos. La fe es una vez más la salvación. En realidad no es de extrañar, pues es lo más poderoso que hay en este mundo. Y si lo que debo hacer es saltar al vacío de la incertidumbre para que la Gran Madre me acoja entre sus manos antes de que mi cuerpo impacte contra el suelo, ¡sea!

-Mi fe en la Gran Madre es lo que me mueve; una vez más será Ella la que me salve de la oscuridad.

Inclino la cabeza unos instantes, meditando. Debo salvar a mis compañeros, convencerles de que la única forma de seguir viviendo es morir. ¡Tarea difícil, pero no imposible!

-O, Gran Farlat, ¿cómo alcanzaré a mis compañeros, si ellos están encerrados en su propia ilusión?

El viejo chamán guardó silencio unos instantes. Parecía meditar la respuesta a las preguntas de Zzarat. Una sonrisa complacida se dibujó en el rostro de Farlat al comprender el poder de la fe del joven chamán.

- Cuando despiertes a la pesadilla, todo volverá a ser real, la muerte andante, el mal, todo. Tus compañeros estarán indefensos, como muertos, pero deberás conectar con su psique, hablarles, convencerlos para que actúen como se lo pides. Si consigues que te escuchen, los salvarás. *

El sol del desierto caía sobre los dos rátidos, pero ellos no parecían notarlo, era como si un poder superior cuidara de sus hijos. Las tierras, y el paisaje que les rodeaban, no eran más que pinceladas de pintura sobre un lienzo.

- Una vez consigas rescatarlos de su propia prisión, solo habrá un camino. La princesa debe morir, aunque no encontrará la caja que busca en Tallin, su poder crece y no podemos permitirlo. Ahora el anciano parecía hablar casi en trance, como la presencia que Zzarat intuía dentro de él, le poseyera por completo.

- Habla a Cromvar, de los enanos de hielo, cerca del santuario de St,Cutber, allí está, debéis encontrarla, y destruirla!!! No queda mucho tiempo, no deben encontrarla, o Él volverá!! La vida no aguantará otro resurgimiento!!!

Después de estas palabras, Farlat, pareció desplomarse cansado.

Me acerco al frágil cuerpo del Gran Farlat en cuanto veo al forma en la que se desploma. Arrastro mis rodillas por las arenas del desierto, haciendo que se aparten como si fueran procelosos mares apartándose para dejar paso a buques mercantes. Tomo con delicadeza la cabeza del anciano Farlat y la coloco entre mis palmas.

¡Cuánta verdad, cuánto misterio en sus palabras! Hablando a través de él, la Gran Madre (pues no me cabe duda de que ha sido Ella la que me ha despertado) ha traído hasta mí un conocimiento que de otra forma me habría sido imposible alcanzar. La Gran Madre me ha despertado, pues aunque siga dentro de este sueño, sé que nada es real. No siento el calor del día, no siento la suave caricia de la arena; no inspiro el aire que siempre galopó libre por estas dunas, hasta mí no llega el olor a muerte y destrucción con el que engañan a mi vista.

¡O, retorcida princesa! ¡Puedes engañar mi vista, mi oído, mi olfato, mi tacto y mi gusto, pero nunca truncarás el mayor de mis sentidos: la fe! ¡Pues Ella está en mi y me envuelve en Su plenitud, indicándome el camino para que se cumpla Su voluntad! Y Ella no puede tolerar que la Eterna Rueda vea su ciclo alterado e interrumpido por este mal artificial.

-O, Madre Gaia, Eterna e Intangible -murmuro mientras me incorporo sobre el cuerpo del Gran Farlat-. Tu sabiduría y bondad han permitido a Tu más humilde siervo despertar de una pesadilla que rompía mi corazón. Así pues se hará Tu voluntad.

Mira al cielo olvidándose del Gran Farlat, pues él no era más que una representación "física" de la Madre. ¿Podrían acaso sus ojos, su ser, contemplar Su inmensidad y comprenderla sin arder en el intento? No lo creo...

-¡Madre! Tú que todo lo sabes y todo lo ves, Tú que todo lo dictas y todo lo juzgas, eh aquí que Tu siervo Zzarat "Alma-de-Roble" ha escuchado Tus palabras y sabe que son ciertas. Tomo así pues mi cuchillo para ejecutar Tus designios. ¡O, Madre, mi mano tiembla!, ¿no lo veis? ¡Mas no temáis, mi Señora! ¡Pues no es la fuerza de mi fe la que se tambalea sino la valentía del cobarde instinto mortal que hay en mí, demasiado primitivo como para entender Tu plenitud!

Permanezco así unos instantes, con el cuchillo en alto, dejando que la magnificencia de la Madre impregne todo mi ser mientras a mi alrededor las mentiras de este sueño siguen impertérritas.

Ante la letanía de Zzarat, el mundo que le rodea empieza a estremecerse. Todo a su alrededor se desmorona cual guijarros arrollados por una tormenta. Lo que debería ser no es y lo es, no será.

Una dulce calma arropa el corazón del chaman, una calma que a su alrededor no se encuentra. Solo una luz blanca y pura acompaña al valiente rátido.

Contemplo durante los instantes finales la afilada hoja del cuchillo. En él veo reflejados mis ojos; veo reflejado el presente y el pasado; mi hogar, mi familia, mis tradiciones; veo Su obra en todo su esplendor; veo como poco a poco la mentira tejida por la insidiosa princesa se va resquebrajando poco a poco hasta desenmascarar su verdadero ser.

-Así es y así se hará, Madre -dice henchido de devoción antes de lanzar el cuchillo al encuentro de su pecho.