Partida Rol por web

Calmidorian pasea la mirada por el lugar... Parece que el fugitivo no ha tenido tiempo de montar más sorpresas antes de dirigirse hacia la zona de aviónica... Quizás pensaba que con las trampas de la zona superior habría bastado. Y de hecho si hubiesen cometido el error de bajar en el montacargas sí que habría sido suficiente. ¿Por qué se arriesgaba a provocar una explosión que sin duda también lo mataría a él? ¿Y por qué ese empeño en ir hacia la zona de aviónica donde lo único que podría hacer es poner en peligro toda la nave?

La zona, a los ojos del Hermano de Batalla, parecía libre de trampas...

Seth se concentra e intenta discernir algo en el tenue ambiente que les rodea. Siente como su don expande sus sentidos...

Al fondo hay alguien. Puede oírlo respirar entrecortadamente oculto tras unas cajas, a la derecha. Desde su posición el Ukar siente algo más... Ese alguien no está acechando... Parece herido... o enfermo...

Con un ágil giro, el gannok se coloca en la parte superior de la caja que ha señalado el ukar. Intentando hacer el menor ruído posible, casi repta sobre sus cuatro extremidades y su cola, intentando ver más allá. Traga saliva: espera que, si es descubierto, el ukar esté preparado. De todas formas, se prepara para saltar hacia atrás a la menor señal de peligro.

Sin embargo asoma asustado la cabeza y en un momento parece perder el cuidado. La saca con más confianza y curiosidad, aunque con temor todavía. Mira hacia el ukar -y, si el sacerdote soldado se ha movido, hacia él también- y asiente con la cabeza, señalando hacia abajo. Luego, extrañado, vuelve a mirar hacia lo que quiera que se esconda allí...

Calmidorian tras observar los movimientos de las alimañas, que parecen creer tener todo el lugar bajo control, juguetea con sus dedos en el mango de su arma, tenso, esperando que la oscuridad grite en cualquier momento para acabar de una vez por todas con la ultima; Y espera no equivocarse en ello, amenaza que queda en la nave.

Camina con pies de plomo hacia el lado que a quedado desprotegido, asi pues, se situa a la derecha mientras los alienigenas caminan a su manera.
-Asqueroso mono... acaso tiene miedo al suelo, siempre por el techo en lo alto... con un poco de suerte sera el y no otro...

Dio un par de largos pasos abarcando posicion pero siempre detras de ellos, nunca les daria la espalda no al menos en una situacion asi.
-Cualquier movimiento es bueno para aprovecharlo...

Calmidorian y Seth se aproximan a donde está el Gannok, atentos a lo que aceche tras la caja. Lo que encuentran les sorprende: hay un individuo agazapado tras ella, pero no en posición acechante, sino que se abraza como si estuviera congelado de frío. Su aspecto es realmente bizarro: el brazo derecho es totalmente de metal y su cabeza pelada y perlada de sudor se completa con una terrible mandíbula de metal. Sus inhumanos ojos parecen dos esferas negras, mecánicas sin duda... El tipo se retuerce y balancea de adelante hacia atrás como si estuviese en estado de shock... Si se ha dado cuenta de la presencia del grupo no lo demuestra...

Al ver el hombre encogido como un niño y balbuceante, no tuvo ninguna duda del supuesto encuentro con el simbionte ni de que el era el preso que buscaban, pues en el principio de la traversia el hermano de batalla habia observado esos rasgos en el presidiario que ahora buscaban.

-E aqui nuestra amenaza, hemos de darle una justa muerte ahora, pues despues sera tarde.-Dijo simplemente antes de alzar su vibro arma por encima de su cabeza y detenerse ahi unos instantes.

En esos largos momentos en los que por alguna razon una gota de frio sudor recorria su frente, su mano se mantenia inamobible temblando ligeramente al ver el cuerpo de aquel hombre y sus indesperfecciones cubiertas de metal y cables.

Seth observa al recluso. Frío, joder...está helado, como la maldita transmisión de antes...

- Mátalo si quieres y justifica tu asesinato como te plazca, pero éste no es, de momento, una amenaza para nadie.
Es lo único que puede darle tiempo a decir antes de que el fanático decida o no dar fin a la vida del convicto.

- Parece casi congelado. Ya nos pasó algo parecido cuando surgió esa holoproyección de la nada en la sala de motores. Aquí pasan cosas raras, y este imbécil ha visto algo... Si le retenemos quizá podamos averiguar qué vio.

Tú eres el religioso, el que cree en esas cosas. Si es así, estarás de acuerdo conque algo raro podría estar ocurriendo en la estación...aunque...claro, yo no creo en apariciones...

No se hace ilusiones. El fanático dirá dos cosas sobre lo idiotas que son los alienígenas, indignos, pecadores, y blablabla...y luego hará lo único que sabe hacer bien. Matar sin preguntarse si debía.

Kuklo estudia la escena desde arriba, sin bajar todavía. Frunce el ceño esperando el golpe del Hermano de Batalla, y se retira un par de pasos.

Por fin, se da la vuelta y coge el walkie. Sube el volumen e informa:

- Justin, aquí Kuklo. Encontrado el preso. Parece en estado de shock. Raro. En la bodega.

Aun con el brazo en alto, los demas dieron su opinion o simplemente lo comunicaron al resto, pero esto no hizo cambiar su decision. El Hermano de batalla, al ver el preso que estaba infectado y totalmente perdido entre un mar muerto de ideas que no era capaz de ordenar para poder vocalizar aunque fuera un socorro, dicto sentencia para la abominacion en la que se habia convertido el humano.

-No permitire que ponga en peligro la nave donde viajamos, su mente esta perdida y su piel infectada por los engendros mecanicos que el humano a de erradicar de una vez por todas. No ahi perdon para quien destruye su propio templo, salvare se luz dandole muerte ahora.-Termino diciendo, con el tono de voz que ya tiene acostumbrado usar; nunca mas alto o mas bajo, nunca tiembla, nunca se distingue odio o rabia, tan solo una voz dura y neutral, no como la expresion de su cara la cual denota un sentimiento que no parece distinguirse simplemente observandole.

Dejo caer su brazo derecho y con ella su lei, sobre el cuerpo del preso con la intencion darle un golpe certero, un unico golpe que le haga callar para siempre.

¡¡Muere por el bien de todos, nadie me evitara llegar a mi destino!!

La espada de Calmidorian baja con la decisión y fuerza que su fe le indica. Los demás solo pueden contemplar como el filo acerado y vibrante golpea con brutal furia la cabeza del indefenso individuo, partiendo por la mitad el cráneo. La sangre lo salpica todo cuando la espada atraviesa la cabeza hasta la mandíbula de acero del fugitivo. Con furia contenida el Hermano de Batalla levanta nuevamente la espada para cercenar el brazo metálico del cadaver, que continúa en su posición sentado en el suelo, aunque evidentemente ahora inmóvil.

En ese momento algo sucede: se oyen gritos. Gritos como si de pronto en el interior de la nave hubiera una turba de gente aullando por sus pasillos y golpeando las paredes de metal. Al mismo tiempo el Icaro comienza a moverse como si hubiera entrado en una zona de turbulencias. Las luces se apagan y encienden, haciendo que el grupo se tema por un momento lo peor.

Finalmente todo vuelve a la calma, como si nada hubiera sucedido. Solo que al encenderse las luces: ¡el cadaver del preso ha desaparecido! La sangre sigue salpicando las paredes y el cuerpo del propio Calmidorian, pero no queda ni rastro del cuerpo... Es como si se hubiese desvanecido por arte magia.

El rostro blanquecino del ukar hace difícil que palidezca más. De haber sido posible, su rostro habría quedado como siempre estaba, mortalmente pálido.

Mueve los ojos a uno y otro lado, tan abiertos como si fuera un loco, y quizá así era. Quizá estaba loco, sólo un loco podría haber visto aquello.

Recorre sus escarificaciones con una mano y al retirarla nota en ella la sangre pastosa, y la ve intermitente entre las luces parpadeantes y escasas. Había estado allí. Ese imbécil lo había matado. Eso era cierto...entonces...las luces, los aullidos. Alguien se lo había llevado, en un momento, mientras les distraía. ¿Por qué? Se concentra en la sangre. No es mentira. No era una alucinación. El preso estuvo allí, y allí murió.

Convierte su mano vestida de sangre en un puño rabioso. Debe concentrar en él su ira, hasta que le duela, para evitar meterle el palmo de cuchillo al maldito fanático en el cuello. Aún es necesario, mil maldiciones de antaño, aún deben estar juntos. Se muerde el labio y habla después.

- Kuklo, pregunta a Justin si hay novedades. Pregúntale qué ha sucedido, qué muestran los sistemas. Pregunta qué ve con las cámaras.

Ahora todos juntos. Quien se ha llevado el cuerpo habrá dejado algo. Lo ha hecho demasiado rápido...no ha podido ser cuidadoso.

Seth fija su mirada en el lugar huérfano del cadáver. Se centra en buscar un rastro de sangre. Está todo cubierto de sangre. Quien lo arrastró tiene que haber dejado un rastro con sangre, goteo...algo.

No puede haber desaparecido sin más...quizá lo habrían teleportado...

Kuklo, que ha saltado hacia atrás cuando el Hermano de Batalla ha dejado caer su hoja sobre la cabeza del preso, manotea con cierto éxito al entrar en la zona de turbulencias. Con la habilidad que le dan sus extremidades se sujeta a los tubos superiores, y se zarandea con violencia con la nave. No comprende lo que pasa.

Y las luces vuelven a encenderse, y el cuerpo del preso ha desaparecido. Los pelos del gannok se erizan de miedo: ha oído historias de horrores que ocurren en el espacio, cuando un alma abandona un cuerpo lejos de la llama de los soles. Ha escuchado cuentos de terror con algunos de sus compañeros de protagonistas, sobre muertos que andan, cascarones.

La voz del ukar, controlada aunque tensa, le ayuda a reaccionar. Sin embargo, no piensa abandonar la seguridad de las alturas.

Se acerca el walkie a la boca:

- Kuklo habla. El preso... ha desaparecido. El Hermano de Batalla lo ha matado, pero al entrar en zona de turbulencias, el cuerpo ha desaparecido... Lo buscamos ahora- la voz del gannok se oye alterada

Una vez termina de avisar, todavía por el techo, intenta buscar en los espacios cercanos lugares donde el cadáver del fugado haya podido esconderse...

El grupo se recupera de todo los sucedido con sorprendente rapidez. Mientras Kuklo informa a Justin el Ukar se aproxima para intentar buscar algún rastro, alguna pista. Todo ha sido demasiado rápido, demasiado extraño. El Hermano de Batalla, casi ajeno a lo sucedido, limpia su vibroespada con un paño que recoge de una de las cajas, aunque también observa a su alrededor en busca del cadáver o, lo que es más extraño: de su ausencia.

Los tres rebuscan cualquier pista y los tres llegan a la misma sorprendente conclusión: el cadáver no ha sido arrastrado. Ni se ha levantado por su propio pie, contra los temores del Gannok. Sencillamente ha desaparecido. Las marcas de sangre lo evidencian. El espacio que ocupaba el cuerpo es ahora un hueco vacío, pero no hay ningún rastro que se desplace hacia ningún lado. Desde lo alto de los asideros donde se encuentra Kuklo no ve a nadie - ni a nada - que pueda haberse llevado al fugitivo. ¿Teleportación? ¿Eso no era una leyenda de la II República?

-Porque... porque ahora porque a mi... que es todo esto...

Confundido tras el repentino zarandeo y el apagon de luz, sus ojos observan incredulos por un instante, al ver vacio el lugar donde cree haber dado muerte al humano traidor de su propia raza, pero no tarda demasiado en cambiar su expresion a una mucho mas fria en la que aparece un unico pensamiento, mientras se agarraba con fuerza su brazo derecho, ejerciendo una fuerza tal que la capa se arrugaba en sobremanera entre sus dedos.

-No has de mostrar incredulidad... ni asombro... no mientras estes delante de enemigo, no dejes que vean tu debilidad...-Por una vez pensaba que las enseñanzas de alguno de sus tutores servia para algo

No tarda en limpiar su arma mientras los demas parecen buscar el cascaron del ex-marine.

-Esta muerto, su cuerpo no puede haberse perdido tan pronto... Es igual. La amenaza a sido erradicada, al menos por el momento debemos volver con los demas. Ahora.-Dijo tajantemente no sin antes echar un ultimo vistazo al lugar esperando ver el cuerpo del humano como quien encuentra la vieja piel de una serpiente

Kuklo no habla, pero no baja del techo. La situación no es de se agrado, y hasta la presencia simbionte le parecía menos perturbadora que lo que acababa de ver. Asiente a la propuesta del Hermano de Batalla, y espera a que tanto él como el ukar se muevan para acompañarles.

- Pues ya que tú das las órdenes, abre tú la marcha.

El ukar sigue mirando alrededor, negándose a creer lo que parece haber ocurrido. Muertos que desaparecen, mensajes en la nada. ¿Qué han atravesado para que el tiempo y el espacio se desbarajusten de esa forma? No hay más que hablar, los mundos de locos son para los locos, como ese autoproclamado salvador de no-sé-qué.

Seth se embadurna de oscuridad, con la mano bien asida al vibrofilo...algo tangible, algo real, no una pesadilla producto de la inhalación de cualquier gas inodoro que se haya esparcido por el accidente.

Como para dar más peso a las opciones que os quedan suena en el walkie la voz de Justin:

- Es posible que el simbionte se lo haya llevado. Kuklo, la nave de rescate está a punto de llegar. Es mejor que volváis al puente de mando.

Sin mediar más palabra el Hermano de Batalla abre la marcha de regreso hacia la cabina principal, donde se encuentran los demás. Los otros dos componentes del grupo le siguen en un frío silencio. El lugar, aunque ha recuperado la iluminación, parece ahora extraño y siniestro.

Cuando entran en la sala de pilotaje encuentran a Meixar sentado y a Justin mirando la pantalla de radar. Un pequeño punto parpadeante se aproxima. ¡La nave de rescate! Y parece encontrarse a unos minutos de distancia.