¡Pues aquí estáis! Bing, márcate una descripcioncita de la tienda para Molly, que prefiero que lo vea de tu boca (bueno, de tus dedos!) que se la describa yo, que siempre lo haré peor :)
Abro la puerta de la calle y la hago pasar dentro. Es sencilla lo que mi tio me dejo cuando murio, una estancia que ocupa la mitad del piso, donde estan en varios armarios la ropa ya limpia y planchada doblada en las baldas con primura. Un pequeño mostrador donde atiendo a los clientes y una estufa donde ademas de calentar algo de agua a veces, sirve de calentador de la estancia y para calentar las pesadas planchas de madera.
Toda la estancia huele a te, me gusta ese olor, me recuerda a mi hogar, a las amorosas manos de mi abuela cuanod era pequeña y me peinaba el pelo con el peine de jade que guardo arriba en la casa. A un lateral ocultas por una puerta estan las escaleras que suben a la casa y bajan al sotano donde de momento no la dejare bajar, solo es un viejo almacen.
La otra parte del piso la ocupan unas habitaciones donde hay unas bañeras para algunos vaqueros, mientras se bañan limpio sus ropas y las dejo listas para la proxima vez. Asi como la puerta de atras donde esta el lavadero, y donde ademas estan las cuerdas donde secan las ropas.
Bienvenida a tu nuevo hogar. Esta es la tienda. la digo con una sonrisa cerrando la puerta tras ella y me encamino a la puerta. La casa esta arriba.
Dormiras en la habitacion que fue de mi tio y te dejare algunas ropas mias con algunos arreglos te pueden servir
Voy... que he tenido una semanita que pa que UU
La pelirroja no pudo evitar sentir cómo unas discretas lágrimas de alegría le brotaban a los ojos al ver todo aquello. Era realmente emocionante. Ya no sólo por haber efectivamente encontrado a su padre... lo cual le proporcionaba un sentimiento contradictorio ya que a estas alturas desconocía la actitud que aquel enigmático hombre tomaría para con ella.... pero sobretodo por haber encontrado un lugar tan increíble como aquel pequeño pueblo.
La gente era excepcional y Bing... oh, santo Cielo... Bing era un auténtico ángel del cielo. Apenas habiéndola conocido de una manera tan estrambótica la había acogido en su propia casa y le proporcionaba un trabajo. Un trabajo hecho a la medida de Molly. Aquel lugar era un verdadero sueño Todo olía a hierbas... a espécias... a madera barnizada. Cada rincón de aquella tienda estaba pulcramente tratado. Las estanterías clasificaban su contenido con primor, adornadas con motivos florales, hojas de lavanda y envolturas de papel de seda. Tanto era que se le antojaba casi lujoso el trato que se le daba a la mercadería en aquel lugar. Y eso... eso no era más que el principio. Parecía que toda la casa sería así... ¡y tendría una habitación para ella! La imagen de la desvahída casa en la que se crió sobrevino a su mente. Al partir su padrastro cuando Molly era un bebé su madre apenas pudo acometer las reformas y los cuidados que un hogar precisa y, tras la evidencia de adulterio de su madre, ningún hombre osaría acercarse a echar una mano a aquel lugar.
Pero no en casa de Bing... allí todo estaba... en su punto. ¿Habría algún señor en la casa? Mmmm... la edad de Bing era desconocida. Siempre le pasaba con los orientales... lo mismo aparentaban veinte que cincuenta. Una nunca sabe. ¿Tendría hijos? Seguro que esos niñitos de ojitos rasgados serían un primor. ¿Sería cortés acribillar a su jefa con tanta verborrea? No quería preguntar... no quería abrir la boca para no fastidiar todo aquello. Deseba con todas sus fuerzas trabajar y vivir allí. Pero las palabras se agolpaban en su boca con tal vehemencia que apenas pudo materializarlas todas. Por lo que se limitó a un parco...
- Estupendo...
Pongo mi mano sobre su hombro con dulzura y la doy un suave empujon para que suba por las escaleras.
Si abres encontraras esto