No podía perder más tiempo, quizá fuese algún curioso...o un niño... ¿un niño? No,no lo creo... y menos a esas horas...
Sin más dilación y embotando la mente en esa pequeña escaramuza, aproveché que estaba sobre mi montura y recorrí los alrededores del pueblo, sin internarme en el, hasta la posada que el lugareño anterior me había indicado. Al parecer era la última casa, la de tenues luces...
El siguiente post ya lo tendrás en la escena de la taberna, esta se da por concluida.
un saludo!