Partida Rol por web

 Te encuentras en tu templo-residencia secreta, un destino que la Vera Lucis te encomendó hace cosa de un año, para que le siguieras la pista a un tal Koldo, seguidor de satán, y por lo tanto, enemigo a vuestra causa.

Estás rezando, cuando alguien totalmente desconocido pero con los símbolos de la fraternidad, se pone a rezar a tu lado. Cuando acaba de rezar se levanta y deja una nota en su sitio. Te girás para recogerla y decirle que se le ha olvidado cuando ves tu nombre en la solapa.

Es un sobre grande y abultado, con un sello de cera de la Fraternidad.

Aunque la persona a mi lado luce los símbolos de la fraternidad ambos continuamos rezando en silencio. Si es necesaria mi ayuda se que me lo hará saber como es debido.

Al marcharse el desconocido deja caer una nota. Como buen cristiano y hermano me dispongo a devolvérsela, cuando observo que está dirigida a uno de los nombre por los que se me conoce en la fraternidad.

Miro a ambos lados, el templo está tranquilo, y tan solo hay una anciana rezando a uno de los santos que tiene una pequeña en el mismo. Con un movimiento rápido rompo el sello de la carta y leo su contenido iluminado por los cirios del altar.

 Al abrir el sobre, ves que hay una pequeña nota y un par de llaves enormes.

La orden te necesita. Hay una casa preparada para ti y un fraternitas esperándote. Busca en Lecumberri, pregunta por "la casa del Manuel a cualquier paisano". Deberás hacerte pasar por un caballero de la orden de Calatrava. Te adjunto dos llaves, la de bronce es de la casa de Lecumberri, la de plata, de un arcón que encontrarás  bajo el altar frente al que te encuentras rezando, tienes ahí todo lo necesario.

Tras leer la nota y memorizar su contenido me levanto y camino hasta uno de los cirios. Allí dejo que la nota arda, y luego la dejo en el suelo de piedra del templo hasta que se consume por completo, esparciendo las cenizas con el pie.

Guardándome la llave de bronce en mis ropajes me acerco al arcón e introduzco la llave de plata en la hornada cerradura, que se abre silenciosamente.

Con cuidado abro el arcón, intentando no hacer ruido.

 Abres el arcón, y al apartar la pesada tapa, encuentras un tabardo de la orden de calatrava, una cota de malla, y una espada grabada con el nombre de la orden justo después de la empuñadura. Una bolsa de monedas bastante "generosa" y un macuto de viaje.

Con esto y algunas de tus pertenencias propias, debería ser suficiente para comenzar el viaje.

Meto la cota de malla y el tabardo en el macuto y aseguro la espada a mi cintura, oculta bajo los humildes ropajes que llevo. Ato la bolsa de las monedas al mismo cinto de la espada, con un nudo doble.

Cierro de nuevo el arcón y me dirijo a mi habitación, una pequeña celda en el templo que el sacerdote encargado del mismo me proporciona gracias a la fraternidad.

Saco la ropa de caballero del macuto y la extiendo sobre la cama, en su lugar meto en el macuto una muda limpia.

Tomo parte del dinero de la bolsa y lo coloco entre mis ropas, dejando algo menos de la mitad en la bolsita.

Mis pertenencias son pocas, y prácticamente todas entran en el modesto macuto. Tomo mi breviario de encima de mi cómoda y lo coloco sobre las ropas dobladas que he metido en la bolsa. De mi cajón saco mi recado de escribir, y asegurándome de que el estuchito está bien cerrado para no manchar la ropa, lo coloco junto al resto de mis pertenencias.

Por último cojo mi pequeña navaja y la coloco sobre todo, para después cerrar el macuto.

Quitándome mis ropajes, y sobre mi ropa interior me coloco la cota de mallas y el tabardo. Aseguro la espada al cinto y hago lo mismo con la bolsa.

Después vuelvo a ponerme mis ropajes sobre la ropa, para poder salir del templo sin llamar la atención.

Con el macuto a la espalda me dispongo a partir, cuando veo el rosario que cuelga del cabecero de la cama. Tomándolo en mis manos, respiro hondo y abro la puerta de la celda.

 Sin mas dilación, puesto que eres obediente y minucioso, partes hacia el lugar acordado. Son varias horas a caballos, gracias a Dios, te han dado uno bueno. Pasas el camino rezando y centrándote en la misión (y en no caer del caballo). Cuando llegas, ves una villa en la cual a ojo habrá como mucho, 50 personas. 

Lecumberri, tu destino, está situada al pie del monte Aralar. Hay un montón de casas, unas clones de otros, lo único que destaca en tal amasijo de casas, es la Iglesia (por su campanario), la plaza del pueblo (por ser el único sitio "no apiñado") y unas luces de lo que parece una gran casa, a un par de kilómetros del núcleo de la villa.

Es media tarde, y estamos en invierno, por lo cual pronto oscurecerá. hay poca gente ya por la calle, pero algún paisano te encuentras.

Entro en el valle de Larraun a paso ligero, y pronto me encuentro entre las casas que forman Lecumberri.

Es un sitio tranquilo, donde las gentes parecen vivir en paz, pero yo sé que algo se oculta en esa tranquilidad, y estoy dispuesto a encontrar al enemigo de Nuestro Señor.

Saludando educadamente a los aldeanos que a mi paso miran sorprendidos los emblemas de mis ropas, pregunto por la posada a la que me dirijo, que me indican amablemente.

Pronto llego al lugar que me han encomendado, y atando mi montura en el abrevadero de la entrada me dirijo al interior dispuesto a conseguir una habitación.

 Pasa a la escena de "el aralar"

 Solucionado, un pequeño despiste con los permisos xD