Partida Rol por web

 Tu compadre y el tabernero se han ido y te han mandado esperar en el carro. Al estar solo te fijas en el interior de la taberna. Hay dos peregrinos que están hablando con un caballero que lleva unos símbolos por todo su ropaje, entro en la taberna mientras Alvar y Ramiro se saludaban. Al otro lado de la taberna está una joven pareja, semejan de buena cuna. La mujer viste finas ropas, al igual que el hombre, y este va armado con un arma que parece buena, una espada con decoraciones de plata o algo parecido en la vaina.

 Los peregrinos se quedan a la espectativa de tu respuesta, parecen bastante ilusionados ante tu presencia y desean que te sientes con ellos.

Ya que el tabernero está ausente decido sentarme con los peregrinos.

-Es un placer. Mi nombre es Julian de Malpartida, caballero de Calatrava, como usted bien ha observado. Para servirles.

Me siento en una de las sillas libres en su mesa, y la cota de malla tintinea bajo mis ropas.

-¿Se dirigen ustedes a Puente la Reina camino de Santiago?

 Los dos peregrinos, al ver que finalmente decides sentarte, se alegran sobre manera, y te sirven inmediatamente un vaso del vino calentado que estaban bebiendo.

- Si señor, nos dirigimos hacia Santiago por una promesa que hicimos al señor. Y a usted, que lo trae por estas tierras, - te acercan el vaso- beba, beba, que a esta invitamos nosotros.

Tras lanzar un vistazo distraido al caballero sin verle naa especial. Luego echa un vistazo a la pareja tratando de averiguar algo más. Tambien pongo la oreja a ver si oigo algo de lo que esos se traen entre manos. Hecho eso vuelve a su plan de tratar de acecarse a la habitación y descubrir que se traman el tabernero y ese perro de Ramiro.

 Los peregrinos te cuentan su vida en verso, y te siguen preguntando que haces por esas tierras:

- Bueno, basta de hablar de nuestro camino, que acabaremos por aburrirlo. Que se os ofrece por estas tierras buen señor, no solemos ver mucho caballeros de la santa orden de calatrava.

Tomo la copa que me ofrecen los amables peregrinos. No suelo beber vino en abundancia, pero tras el viaje me encuentro destemplado, por lo que decido darle un trago.

-Voy camino de Bayona, donde he de presentar los respetos de la orden al nuevo Obispo de la diócesis.- comento a los peregrinos.

Doy algunos detalles sin importancia más sobre mi viaje, antes de mirar la posada y volver a dirigirme a los peregrinos.

-No parece haber mucha gente aquí esta noche. ¿Ustedes y esa pareja son los únicos huéspedes?

  A parte de la familia del tabernero, del tabernero y del tipo que acaba de subir con el a las habitaciones, no señor, no hay nadie mas.-hace una pausa- Antes había mas pero se fueron unos cuantos hace cosa de unas horas, según terminaron de comer.

-¡Ah! ¿Otro huesped? No se trataría de otro caballero, ¿verdad? ¿Que aspecto tenía? De camino un amable campesino me dijo haber visto a un compañero de la orden. Sería agradable encontrarme con él...- les digo, tomando otro pequeño trago del vino, que ya empieza a calentarme el estómago.

 Nada más entras en la taberna te encuentras a Ramiro y al tabernero bajando, al parecer solo han dejado el bulto.

 Según bajas te encuentras a César entrando en la taberna. Ahora, dentro de la taberna hay un caballero que se ha sentado con los peregrinos, y un hombre anciano en la puerta.

 - No señor, no creo que sea otro caballero - dice entre risas- Mire - te señala hacia las escaleras - es ese que baja con el tabernero.

Miras hacia las escaleras y ves un par de hombres, no logras diferenciar cual es el tabernero, los dos asemejan dos pueblerinos sin mucho dinero. Al mismo tiempo, entra otro hombre en la taberna, que saludo a los dos que bajan, parecen conocerse.

Un par de hombres bajan por la escalera del piso superior de la taberna, un de ellos se sienta y otro va a la barra. El que se sienta dice a voz alta:

 Alvar sirve tus mejores manjares sobre la mesa que mi estomago no aguanta mas, ah y un buen vino por supuesto.

 En la taberna hay la misma gente que cuando entraste, dos peregrinos, una joven pareja y a mayores un caballero que se ha sentado con los peregrinos y un hombre viejo que está apunto de cruzar el umbral de la puerta de entrada.

 Pasamos todos a la siguiente escena