Por desgracia para Oskari, el túnel no parece conducir al exterior, sino que serpentea hacia las entrañas de la tierra. Jax parece casi tan molesto como el Bjornaer y sus gruñidos de incomodidad os ponen a todos los pelos de punta gracias al eco de los túneles. Por el contrario Pix parece muy animada y no para de cantar una cancioncilla en un idioma ininteligible, lo cual sumado a lo estridente de su voz hace que den ganas de darle con un palo hasta que se calle.
El camino no es demasiado largo (aunque así de la sensación) y finalmente llegáis al final del túnel. Está bloqueado, pero la roca desaparece nada más tocarla Pix, dejando ante sí un paisaje muy diferente al esperado. El suelo está recubierto de una hierba mullida y de un verde vivo que inspira a instalarse cómodamente sobre él. Es una inmensa explanada circular con varios arboles aquí y allá, rocas, flores...no parece en absoluto un lugar cerrado a pesar de que la exactitud de la circunferencia lo sugiere. Las propias paredes tienen pocos lugares donde la maleza no haya agarrado fuertemente.
El sol cae fuerte, casi quemando, lo cual obliga a taparse un poco para soportarlo. En vuestro avance siguiendo a Pix os encontráis con varios animales que os miran apaciblemente; unas ardillas, unos conejos, una cierva y su cría, hasta criaturas que son obviamente mágicas por su forma o color. En ocasiones el hada juguete con ellos, pero por lo general se limita a seguir como guía. También notáis la magia, este lugar tiene un aura bastante fuerte, por lo menos más que la propia Domus de los Flambeau.
-Bella hada, decidnos, ¿qué lugar es este y a dónde nos lleváis? –dijo Excelsius en un tono jovial que no acababa de sentir. Pese a todo el lugar le parecía bonito y la situación interesante, así que no estaba de mal humor. Al fin y al cabo no era un gruñón, como los cascarrabias de sus compañeros. Ya que estaban allí, bien valía la pena el disfrutar el viaje, ¿no?
Podría haberme unido a los gruñidos de Jax, pero el ambiente ya estaba demasiado tenso como para aumentar los gruñidos, así que me dediqué a bufar sonoramente por los ollares abiertos de la nariz. El camino se iba haciendo más eterno y con cada paso nos adentrábamos más en el interior de la tierra, cosa que no me gustaba en absoluto.
Fin del camino. Me parecía imposible que la luciérnaga nos hubiera conducido por estos pasajes para meternos en un callejón sin salida. La piedra desaparece y puedo contemplar una maravilla de la naturaleza, ni siquiera me planteé cómo estaba esto a tal profundidad, simplemente quería disfrutar del aire limpio, el calor del sol y la frondosa vegetación. Me arrodillé en la hierba y saqué un puñado de arena, me la llevé a la nariz y aspiré el aroma de la tierra fértil. No era mi casa, pero podría quedarme aquí sin pensármelo mucho.
Lamentablemente para mí, la marcha seguía.
-Oye, Pix... ¿cómo tenéis algo así aquí abajo? -utilicé la mano como parasol para mirar al frente de la fila, donde el hada revoloteaba aquí y allí-.
Finalmente consigo levantarme de debajo de la mole que era Oskari y me levanto renqueando un poco, puesto que me había aplastado la pierna. La confusión de Pix nos da un punto de humor a todos. Respondo al comentario de Oskari sobre estar convencido de que Excelsius era un hombre, con tono jocoso:
- Yo nunca lo tuve claro, ¿se admiten apuestas? -pregunto con diversión.
En cualquier caso, me toca seguir al grupo cojeando un poco hasta que se me pasa el dolor de la pierna y vuelvo a andar normal. Cierto era que no todo era color de rosa... bueno, nada lo era, así que repasaba los hechizos que tenía dominados y los que conocía bien para tenerlos listos si tocaba enfrentarse a algo. En cualquier caso, el lugar al que llegamos me deja patidifuso. No por su belleza, que registraba aunque no me sobrecogía, sino por el aura mágica que poseía.
- Es magnífico... -musito solamente, obnubilado por la magia que casi se respiraba.
Al sentir aquella aura mágica, Remiel empezó a sospechar donde se encontraban; Pix les había abierto un portal hasta las cercanías del Regio que querían explorar, o hasta el centro del reino feérico donde, probablemente, la reina de las hadas querría que se unieran a ella para ayudarla a penetrar en el Regio. Sería demasiada casualidad que les hubieran secuestrado justo cuando habían descubierto dónde se encontraba aquella fuente de poder a la que las hadas no podían acceder sin la ayuda de los Magus.
De nuevo, volvían ser los peones de un juego de ajedrez entre fuerzas muy por encima de las suyas. ¿Qué debían hacer, ayudar a las hadas o ayudar a Arcturus? ¿Cuál de las dos opciones sería de mayor ayuda para la Orden? ¿Y cuál de los dos bandos era más probable que los dejara con vida?
Remiel empezaba a estar harto de las manipulaciones de los demás, pero no podía hacer mucho más que seguir por el camino que le habían marcado. Al menos, por ahora.
Despues de tantos tiempo de aprisionamiento la llegada del verde a sus ojos era como mana caido del cielo. Un grito de chiquilla nace de su garganta y comienza a correr alrededor de la compañia riendo y saltando como una loca, alguno lo pensara, ciertamente es que ni se para a preguntar donde estan, solo puede notar la alegria de volver a notar arboles libres y la hierba bajo sus pies.
En medio de esa aboragine decide capturar al hada a modo de juego como si de un pilla pilla se tratara. Con una sonrisa se lanza tras ella.
Para mas info de la ida de pinza "Enredados" (o Tangled)
Pix hace ademán de responder, pero se ve contagiada por la emoción de Papagena y juntas se lanzan a un lado y otro del prado riendo y disfrutando del momento, por lo que vuestras preguntas quedan sin respuesta.
Un poco más a lo lejos avistáis una extraña estructura situada en la copa de unos arboles que levantan al menos veinte palmos sobre el suelo. Parecen extrañamente retorcidos sobre si mismos, con troncos muy nudosos, de color marrón oscuro y unas hojas tan grandes como un mano. Tienen talladas unas escaleras en la propia madera que evidentemente sirven para subir y bajar.
De repente, una figura desciende y empieza a caminar hacia vosotros...
-Ains, tan mona... Si fuera un muchacho y no una alegre moza sería para darle dos guantazos bien dados, pero vista así, dan ganas de ponerse a pintar o esculpir algo. Tal vez lo haga –reflexiona en voz alta contemplando la alegre escena campestre. La verdad es que el entorno idílico, casi irreal, las risas, los juegos, el hada y la “muchacha” alegran la vista y el aligeran el corazón.
Lástima que después uno puede reflexionar que el lugar es como una burbuja de jabón, probablemente sujeta a los deseos del señor feérico del lugar y que aquella estructura arbórea no auguraba nada bueno.
Y hablando de alguien inquietante, ahí bajaba uno. Instintivamente Excelsius, en vez de cruzarse de brazos a la defensiva, dejó las manos libres por si tenía que convocar su magia.
A la vez, una duda le embargó:
«¿Cómo funcionará nuestra magia en este regio? ¿Funcionará igual? Esto puede ser interesante.»
Remiel estaba dispuesto a apostar Vis Vim contra Aquam a que era la Reina que mencionaba el Diario de Arcturus. O uno de los muchos pajes, mayordomos, ayudantes de cámara, correveidiles y amantes en general que debía usar para aquellos asuntos más mundanos.
Pues más vale que nos empiece a tratar con respeto si quiere nuestra ayuda - pensó Remiel - porque esta semana ya he cumplido mi cupo de noches en una celda, muchas gracias.
Remiel esperó a que la figura avanzara hacia la luz, pero estaba ya más que preparado para inclinarse y hacer una muy graciosa reverencia, repleta de donaire y estas paparruchas que tanto gustaban al Pueblo Encantado.