Partida Rol por web

Entonces lo que leyó en el laboratorio era cierto. Asiente mientras se dirige a Emily- quédate en el coche Emily. Volvemos en un minuto- mira Dominic- estoy confiando en ti, espero que no tenga que arrepentirme de ello- tras decir esto, coge la mascarilla que le ofrecen y se la coloca en la cara, ajustándola para que quede bien fijada. Se le hacía raro respirar con aquello, pero eso le mantendría protegido del virus. 

Caminan durante varios minutos por la zona boscosa, como si se tratase de una excursión o de un domingo de caza, salvo por las máscaras antigás. El camino conduce hasta la loma de una pronunciada colina, donde Dominic se detiene. Desde allí se puede ver todo el valle, incluido el municipio de Highland y las pequeñas montañas que lo rodean.

Dom señala con el índice una zona despejada a varios cientos de metros, en las campas que circundan la pequeña población. No sin dificultad, los protagonistas observan una especie de supositorio metálico de varios metros de alto clavado en la tierra. Esta semienterrado junto a un poste de electricidad, y aún así es casi tan alto como el mismo. Debe medir casi 10 metros, piensa Randall. Con el mortecino sol de invierno, que levanta algunos destellos sobre el misterioso objeto, a Tom se le asemeja a una bomba que hubiese caído en picado y que no hubiese llegado a explotar por algún motivo. 

Desde que cayó aquello, hace dos días, todo se fue a la mierda -comenta Tom, que parece ansioso por aclarar a Randall y Tom lo que sabe. La gente del pueblo que se acercó a curiosear  fue la primera en infectarse. Después llegó la Policía para acordonar la zona, pero los agentes no llegaron ni a salir de los coches. Eso es lo que nos ha contado Susan.  Ya os la presentaré, ella estaba en el pueblo en ese momento y tuvo la suerte de poder huir. Yo... estaba alojado en un hotel rural de las afueras, y no me pilló cerca. - Se detiene para recorrer con la vista el pueblo, como si esperase alguna pregunta.

Holloback, brazos en jarras, observa el valle, el pueblo... y muy especialmente, esa especie de bomba sin explotar que hay clavada en la tierra.

Esto lo cambia todo. Si alguien ha lanzado bombas cargadas con algún tipo de arma biológica que infecta a las personas, esta situación solo puede interpretarse como un ataque. Pero, ¿un ataque por parte de quién?

¿Sabes si esa especie de bomba tiene algún tipo de distintivo, alguna característica que llame la atención...? -le pregunta a Dom cuando este termina de hablar - Esto parece un acto de guerra. Un ataque. Y el primer paso para entender la naturaleza de este conflicto en el que estamos metidos es, claro, saber quién lo ha iniciado. ¿Quién ha lanzado eso? ¿Nuestro propio gobierno? ¿Los rusos? ¿Hombrecillos verdes? - Holloback aprieta los dientes, frustrado - Sí que debemos hablar con esa tal Susan. Necesitamos saber más.

Y se te olvida lo mas importante, donde- dice Randall observando aquel extraño misil- ¿solo aquí o en otros países?- demasiadas preguntas sin respuesta. En el laboratorio podían haber tenido mas información. Lástima que él no sabía que tenía que buscar. Si lo hubiera sabido... pero ya no podía hacer nada para eso. 

¿Sabes si se puede identificar de alguna forma una zona contaminada en el aire de una sin ella?- pregunta. Esto era importante, puesto que si eso no era posible, entrar en cualquier lugar podría ser un peligro potencial. 

Ni idea de quién ha podido ser -encoge los hombros. Tras una breve pausa, prosigue - Intentamos informarnos por radio, pero nada, solo decían que había que quedarse en casa y esperar a que viniese la caballería. Aún seguimos esperándola. De todos modos, si queréis investigar... ya sabéis donde- apunta de nuevo a la bomba.

A mi ni se me ocurriría acercarme ahí para ver si tiene algún distintivo. Realmente no sabemos si estos chismes -golpea el lateral de la máscara - sirven para algo, y además...  está muy cerca del pueblo, y es campo abierto. Si te ven los zombies ahí enmedio, te puedes dar por jodido - se pasa el pulgar por el cuello. 

Sobre lo que comentabas de las zonas infectadas -dice para terminar, dirigiéndose a Randall - ni idea de cuanto abarcan. Quizás el virus se haya disuelto ya en el aire y no haya peligro, o quizás sí. Nosotros nos cubrimos con las máscaras cuando pasamos a cierta distancia de "eso", por pura precaución, pero sin un criterio concreto.

¿Cómo está la cosa por la capital?

Holloback escucha atentamente la respuesta de Dom, pero tal y como imaginaba, poco se puede sacar en claro aquí. Estas personas no son más que gente normal en circunstancias extraordinarias. En fin, de pronto han surgido muchos interrogantes, pero parece que eso no cambiará durante un tiempo.

¿En la capital? - responde el mercenario - Pues básicamente... jodidas. Tan jodidas como puedas imaginar. Bueno, no sabemos demasiado, pero el hecho es que tuvimos que salir de allí cagando leches, con decenas de esos bicharracos pisándonos los talones. Estuvimos a punto de no contarlo - se encoge de hombros - Digamos que Washington no está como para ir de excursión ahora mismo.

Dominic se dispone a contestar, cuando se escucha un chillido pavoroso de Emily en la distancia, cruzando la zona arbolada. La chiquilla se había quedado sola en el vehículo, y cualquier cosa podía estarle pasando... Randall no puede evitar acordarse de sus hermanas al escucharlo; un escalofrío le recorre toda la espalda.

¡Emily!- la sola idea que podía pasarle algo a la niña hizo que Randall saliera corriendo sin atenerse a las consecuencias de lo que le pudiera ocurrir hacia el humvee, mientras sacaba la daga que necesitaría en caso de haber problemas.

Los protagonistas llegan, jadeantes, al claro donde dejaron estacionados los vehículos. Randall, que es quien llega primero y quien con toda seguridad está más preocupado por la salud de Emily, contempla a la niña correr al rededor del vehículo, perseguida por una infectada. La no-muerta, de mediana edad, está vestida con una falda larga, completamente desgarrada y cubierta de porquería. Posiblemente esa criatura haya seguido el ruido de los motores desde el pueblo, o quizás se encontrase ya por la zona cuando la comitiva llegó.

Emily ve llegar a Randall y sale disparada hacia él, emprendiendo una peligrosa carrera en la que cualquier tropiezo podría costarle la vida.

¡Dios mio! Es Ann... Es Ann... -solloza el compañero más joven de Dom, que apenas había abierto la boca hasta entonces.

Al oír el grito de la niña, Holloback corre con los demás hacia donde la habían dejado, aunque con cierta desgana. Lo cierto es que para él la niña es perfectamente prescindible, pero idea de que haya infectados acechándoles por ahí mientras están charlando tranquilamente sí que le inquieta bastante.

Cuando llegan al claro donde habían dejado los vehículos y Emily echa a correr hacia Randall, Holloback no se lo piensa dos veces. El exmilitar disfruta con el combate, y además aún se siente un poco resentido, por así decirlo, tras haberse pasado tanto rato forcejeando con el infectado vigoréxico de la gasolinera. Así que, repentinamente furioso y con cierto afán de revancha, Holloback sonríe de lado, se lleva el rifle de asalto -bendito rifle- al rostro y se prepara para disparar.

Las primeras palabras que le vienen a la mente son "Come plomo, zorra", pero para que nadie malinterprete sus intenciones, y con el objetivo de evitar posibles desgracias -le viene a la mente la imagen de la niña atravesada por docenas de balas- que le obligarían a dar enojosas explicaciones, Holloback se limita a advertir - ¡¡¡Apártate de ahí, mocosa, AHORA!!! - y dispara una rápida ráfaga contra la infectada.

Randall corre desesperado hacia la niña y en un abrir y cerrar de ojos logra alcanzar a la pequeña para protegerla del ataque del infectado,

Randall llega justo frente a la niña cuando la ráfaga de Tom, que pasa por encima de su hombro, abate a la criatura. Queda tendida en el suelo, inmóvil y con la columna vertebral destrozada, intentando en vano alcanzar a la pareja con sus brazos.

La niña abraza a Randall, y le explica, mientras se seca las lágrimas, que salió del coche para jugar con un pequeño corzo o cervatillo que apareció en la zona.

Pasado el susto, el grupo retoma la marcha.