El sentimiento de culpabilidad por haber asustado a los cangrejos se desvanece mientras empezáis a remar a buen ritmo en dirección al continente. De vez en cuando el agua os salpica o véis pasar pájaros pesqueros por vuestro lado, y entre eso y vuestras canciones os entretenéis bastante. Lo bueno de vuestra isla es que se encuentra solamente a poco más de una hora en barca de Durotar, por lo que el comercio es realmente fácil. Aún así los Lanza Negra siempre preferís lo recolectado o cazado por vosotros mismos... ¡Sabe mejor!
Cuando finalmente tras luchar contra las mareas la barquita encalla en la orilla, os bajáis de un salto. La geografía de Durotar es bien distinta a la de vuestra isla: las pocas plantas que crecen son cactus o palmeras, muy diseminadas además. La tierra es dura y seca, podría decirse que es casi desértico. Hay algunos desfiladeros que podéis ver en el horizonte, pero por lo demás todo parece una sucesión de piedras rojizas y más piedras, en un yermo que se extiende sin fin.
El camino está unos metros más allá, perfectamente marcado en el suelo. Proviene de la izquierda, seguramente desde el Valle de los Retos y hace una curva hacia el norte, donde se encuentra Orgrimmar. Sabes por experiencia que debéis seguir el camino hasta que lleguéis a un cruce, donde Van'jin deberá continuar recto y tú girar hacia la izquierda en dirección a Los Baldíos.
- ¡Ala, ya hemoh llegao! - cuando me bajo comienzo a arrastrar un poco la barca hasta llevarla a un sitio donde la marea no la alcance, sin recordar que tal vez no vuelva en días y que la deje donde la deje puede que ya no esté.
- Uff, como pesa la joia -digo mientras estiro la espalda y comienzo a mirar fugazmente el paisaje. - Parase que aquí la roca la ganao la batalla al agua, aunque er viento castiga las piedra con fuersa... ¡Van' Jin haz esto conmigo!
Me agacho y cojo un puñado de la tierra seca que cubre todo este lugar y comienzo a frotarmela por los brazos y por la cara.
- Madre tierra, estos fieros Lansa Negra se inclinan ante tu fuersa, se benevola con nosotro mientra estemo en tuh dominioh.
Me incorporo de nuevo y comienzo a andar hacia el camino para ponernos rumbo al cruce en el que yo y Val'jin nos separaremo.
-Van' Jin, no me vayah a desí que lo que acabamo de hasé es una guarrería, no tiene que ir to er día con la cara mancha de tierra. Esto es solo pa que vea que la respetamo, luego te lava y ya está. Ademah, no te preocupe tanto por la cara porque aquí hay que está atento a mah cosa por lo que puea pasá... Aunque aquí no hay mucho sitioh donde esconderse, podemo ih mah o meno tanquiloh.
Van'jin hace el ritual contigo con cara de estar tomándoselo muy en serio. Parece que en su cerebro está guardando el dato: cuando se llega a una tierra extranjera o desconocida, hay que saludar a la madre naturaleza para estar de buenas con ella.
Comenzáis a avanzar por el camino, escuchando la gravilla crujir bajo vuestros grandes pies de troll. El paisaje se hace hasta monótono, de vez en cuando hay alguna colina rocosa, algún grupo de cactus, una manada de puercoespines trotando allá a lo lejos... Por suerte tu compañero está de buen humor y no piensa dejar que te aburras.
- Eh, tío. ¿Tú cómo creeh que me recibirá Thrall? A lo mejó hace un banquete en mi honó, to lleno de puercoe'pineh de esoh. Qué ricoh tienen que e'tá con una buena sarsa de manzana. O relleno de máh puercoe'pineh, jojojo... Y seguro que en la capitá veo de tó, colega. Un montón de guerreroh que han venío de la guerra y me van a contá suh cosah de allí lejo'. Jeje... y a lo mejó conosco a una troll así guapa y se enamora de mí y tó, y cuando vuerva al poblao aparesco con churumbelitoh - Van'jin tiene una imaginación desbordante, eso seguro - Tú si tuvierah niñoh, ¿cómo lo' llamaríah? Yo creo que ar mayó le pondría Van'jin, como su padre...
Durante el viaje transcurren dos días, durante los que camináis sin descanso exceptuando las noches, en las cuales dormís al raso haciendo turnos por si alguna bestia salvaje quiere haceros una visita. El suelo no es que sea cómodo, pero al menos lleváis trapos y mantas en vuestros sacos que os permiten acomodaros un poco. La comida os la da la naturaleza, y varios de los puercoespines de los que hablaba Val'jin terminan en vuestro estómago, exquisitamente guisados en una fogata.
Al amanecer del tercer día emprendéis la marcha, pero al cabo de la hora llegáis por fin al cruce de caminos. Un inmenso cartel de madera dice Orgrimmar, con una flecha que señala al norte. Justo a su lado, en un desvencijado trozo de madera vieja, con unas letras que apenas se ven una pequeña anotación indica que Los Baldíos están a la izquierda. Es obvio a dónde suelen dirigirse los viajeros.
Tu amigo te mira con tristeza, contigo se lo pasa bien, y tus extrañas costumbres e ideas sobre la serenidad y la tranquilidad le resultan interesantes. Al ver el cartel, el troll parece pensárselo un momento y luego te da un abrazo mientras te aporrea la espalda con una de sus manazas. Si un humano fuera el que recibiese semejante muestra de afecto, seguramente terminaría con algún hueso roto.
Camino y camino sin descanso, la noche se me hace muy corta ya que tras tanto andar duermo como un lechón. Mi amigo Val' Jin es mi única compañía y entretenimiento, lo normal es que cuando se está tanto tiempo andando uno no tenga ganas de hablar pero eso no vale con él. Lo cierto es que para algunos podría resultar pesado pero a mi siempre me ha gustado la gente que habla mucho, su energía es contagiosa.
- Po yo que sé lo que te va a decir Thrall- digo con un poco de pelusa ya que él va a la capital y yo no.- Po seguramente te dirá: ¡Lok Tar hermano! ¿donde está ese granuja de Lok? Supongo que meditando... que sabio es...
Sí, seguramente será parecido a eso.
"Joe, que suerte tiene el desgrasiao este, aunque mi labor también tiene lo suyo eh, que yo voy a enfrentarme a lo desconosío.
-Tu ten cuidao con lah trol, que te pueden lansá un bocao y arrancarte media oreja como te paseh con ellah. Ademah, que nuestra misión es mu importante, el destino de loh Lansa Negra está en nuestrah mano así que no te fie ni de tu sombra. Y no le cuente na de lo ca pasao a nadie eh, solo a Thrall o a Vol' Jin.
Tras dos días de caminata llega el momento de la despedida. Val'Jin me abraza con fuerza y yo se lo devuelvo golpeandole de la misma forma. Tras separarnos del fraternal abrazo le agarro el mentón con fuerza y le giro la cara con rudeza a izquierda y derecha contemplando los perfíles de su cara, luego simplemente le suelto.
- Ya decía yo, un puro Lansa Negra, sangre de nuestra sangre, la furia recorre tu cuerpo como la sabia recorre el tronco de loh árbole. Tu ere capá de mové montaña, que no se te orvide, un Lansa Negra lo puede tó. Ahora vete y no te orvide de dejá allí donde vaya nuestro honó bien arto... Hermano.
Tras eso emprendo un nuevo camino inhospito (o como se escriba) en busca de respuestas por el bien de mi pueblo.
La despedida de Van'jin te da un poco de pena, pero seguramente os veáis pronto, así que observas cómo tu colega continúa el ancho camino hacia Orgrimmar. El joven troll camina deprisa, aparentemente muy decidido a cumplir con su trabajo. Después te giras hacia el pequeño senderillo que conduce a Los Baldíos. Parece que por allí no ha pasado un alma en siglos, pero es lo que te ha tocado, así que comienzas a caminar.
Tu viaje en solitario resulta bastante tranquilo en principio. No hay casi nadie circulando por ese camino, a excepción de algunos mercaderes acompañados de grandes kodos que transportan mercancías, y que te saludan al cruzarse contigo. La mayoría van en dirección a la gran ciudad. Tras un par de noches en las que solo te detienes para cazar y descansar, al amanecer del tercer día llegas finalmente al gran río que separa la península de Durotar del resto de Kalimdor. El torrente de agua suena fuerte y te apresuras a pasar por el puente mientras te sientes observado por los cocodrilos y otras especies marinas que reposan en las orillas.
Una vez al otro lado, el paisaje cambia radicalmente. Ante tus ojos se extienden amplias praderas de hierba amarillenta, con muy pocos árboles y menos colinas aún. Los animales son extraños y salvajes, pero piensas que con no apartarte del camino estarás seguro. Te diriges siempre en dirección recta hacia el oeste, sin detenerte. De este modo van pasando los días, casi pierdes la cuenta, hasta que por fin una noche ves a lo lejos el resplandor de unas llamas. No te has desviado del camino, así que tus conocimientos de geografía te dicen que eso que ves debe ser El Cruce, un poblado tauren que está en todo el centro de Los Baldíos. Tras un par de horas a buen paso, llegas finalmente.
El poblado está prácticamente desierto, ya que todo el mundo estará durmiendo. Está fortificado con unos altos muros de madera, pero la entrada deja ver una especie de tiendas de campaña de cuero muy altas, decoradas con pintura al estilo tauren. Un par de soldados están en el camino, y se levantan del suelo al verte llegar alzando sus lanzas. Son mucho más altos que tú, y su aspecto de toro impone en mitad de la noche.
- ¿Quién va? - dice uno de ellos en orco. Su pronunciación te resulta graciosa, los tauren hablan el resto de las lenguas de la Horda de una forma muy curiosa.
Camino y camino por los baldíos. Hacía tiempo que no veia aquel paisaje tan regular, era todo tan igual que practicamente podria decirse que aunque andaba no avanzaba. Constantemente me acuerdo de mi hogar y de Van' Jin y me pregunto constantemente como estarán, cuando lo hago corro sin parar pensando en que cuanto antes llegue antes vuelvo.
Al cabo de los días acabo viendo en mitad de la noche unas artorchas encendidas que delatan la posición de mi primera parada, El Cruce.
"me cago en toh, ya he llegao y ahora no sé que hacé... vale es fasi, voy pallá e intento hablá con quien lleve ahí el tinglao"
Con la lanza a modo de bastón debido al desgaste de varios días seguidos andando me acerco a los dos tauren que se levantan con su imponente físico frente a mi.
Alzo la mano en señal de saludo -Hola, soy Lok' Zsasz de la tribu Lanza Negra, llevo diah caminando por estah tierrah pa traé un mensaje y encontra respuestah. Dejarme comprobá de primera mano la hospitalidá que los valerosoh tauren me pueden da.
Los tauren te examinan por un segundo con sus pequeños ojos, pero tus palabras parecen convencerles. Un Lanza Negra siempre es bienvenido en estas tierras. Los dos guardias se apartan, retirando sus lanzas, y uno te da unas palmadas en la espalda a modo de saludo. Su mano tiene el mismo tamaño que la cabeza de un orco.
- Buenas noches, Lok. Bienvenido a El Cruce - el otro tauren te saluda en voz baja mientras aparta con la mano un par de mosquitos que le rondan por la cabeza - Ahora mismo todo el mundo está durmiendo. Pero si quieres puedes ir ahí - pasando la entrada al poblado, te señala una tienda anaranjada de cuya puerta cuelgan pequeños huesos y piedras redondas - Brenda Cascatruenos no descansa nunca. Puedes darle tu mensaje a ella.
El guardia te hace un gesto con la cabeza con expectación, invitándote a entrar. No parecen sentir ninguna curiosidad por tu mensaje, ni por qué has aparecido en mitad de la noche. Es obvio que están acostumbrados a ver pasar mucha gente distinta por su pueblo.