- Querréis saberr qué hacíamoss en vuestrro territo... territorio - dice repentinamente el prisionero que parece más venerable y calmado, dirigiéndose a Thrall. Habla en orco con poca soltura - Lo que nos esperra es la muerrte, así que quizá podamos, eh, podamos conseguirr algo antes. Estábamos en Vallefrressno hará unas dos semanas ya... Con nuestrras esposas y nuestrros niños, serrca del lago Mystral. Vinissteis porr la espalda y entrre estallidos de luz rroja, como demonios os llevásteis a nuestrras esposas y nuestrros niños... Vuestrros brujos se desvanecierron entonces en el airre, como sombrras malditas, y no pudimos nada hacerr entonces...
- ¡QUERREMOS NUESTRRAS FAMILIAS! ¡DEVOLDERRLAS! - grita entonces el enano del rostro descompuesto - ¡LAS CAMBIAMOS! SERREMOS ESCLAVOS... O MUERRTOS SI QUERREIS.
Un murmullo furioso se extiende de nuevo por la multitud, y se alzan gritos berreando que los enanos son un puñado de cochinos embusteros. A tu lado un orco grita que la Horda no hace prisioneros a mujeres y niños por la espalda, como cobardes. Thrall pide silencio con una extraña expresión en el rostro, y como por acto de magia los guerreros vuelven a callarse.
- ¿Decís que en Vallefresno os atacaron? ¿Y que luego desaparecieron? - Thrall niega con la cabeza - Nuestros brujos no hacen eso, no se desvanecen en las sombras. Aparte siempre van bien protegidos por fuertes guerreros. ¿Por qué íbamos a creernos semejante basura de mentira?
El enano que parece ser el líder vuelve a hablar.
- Tú erres un jefe. Sabes de estrrategia en guerras. ¿Porr qué iban sinco enanos a atacarr ellos solos un fuerrte enemigo? ¿Parra morrir? Sinco contrra los habitantes de Taurrajjo y sus guarrdias. ¡Es una locurra! ¡No querríamos atacarr nada! ¡Buscamos a los prrisionerros, nuestrra familia! ¡Querríamos liberrarlos!
E' to' mentira... ezo enano repugnante zolo intentan darno láhtima... Pero no lo van a conzeguí, mentirosoh...
Nakuz sigue expectante, con la misma mirada y la misma pose. Esperando a que Thrall resuelva esto de la mejor manera posible, que para Nakuz es bastante sencilla. La horda no tenía a sus mujeres y niños, ¡eso era todo mentira! Intentaban ser una avanzadilla pequeña que rompiese las defensas y asesinar a los tauren sigilosamente para luego atacar en mitad del caos con grandes tropas. Una estrategia digna de la maldita alianza.
No ze van a librá de la muerte... ezo ta' claro... No con eza mentira pa niñoh chicoh. A ve por 'onde zalta Thrall...
En ningún momento el troll piensa que lo que dicen los enanos pudiese ser cierto. Eso pondría a la horda en una situación muy delicada, su lealtad hacia ella le impedía ver que los enanos podrían estar diciendo la verdad. Pero la excusa estaba tan llena de fantasía que Nakuz la obvió totalmente, dando por hecho la nula sinceridad de sus palabras.
Thrall parece reflexionar durante unos segundos que se os hacen eternos a los que estáis entre el público esperando su sentencia. Finalmente alza su maza y grita en orco.
- ¡POR EL PODER QUE ME HABÉIS DADO, YO DECLARO A ESTOS ENANOS CULPABLES DE INTENTAR ATACAR NUESTRA TIERRA! ¡EL CASTIGO PARA TODOS SERÁ LA MUERTE, A EXCEPCIÓN DE ESE! - con la mano señala al enano que había perdido los nervios - ¡ESE ESTARÁ BAJO CUSTODIA DE NUESTROS GUARDIAS Y SERÁ TORTURADO COMO PRISIONERO PARA QUE SEPAMOS MÁS SOBRE LOS MOVIMIENTOS DE LA ALIANZA! ¡LOK'TAR!
Después, repite lo repite en común para que los enanos se enteren bien.
- Estáis todos condenados a muerte, menos el debilucho ese.
La muchedumbre comienza a vitorear a Thrall y su decisión, y el líder se acerca al borde del escenario con cara decidida.
- ¿CÓMO QUERÉIS QUE SE HAGA JUSTICIA? ¡¡¡HABLAD, MIS GUERREROS, Y SERÉIS ESCUCHADOS!!!
La mayoría comienza a gritar que se los queme vivos, parece ser la idea más popular y que más ha calado entre la muchedumbre, así que el jefe de la Horda asiente con la cabeza y le hace un gesto con la mano a unos guardias de Orgrimmar que esperaban bajo el patíbulo. Con rapidez, estos cogen las antorchas de algunos de los presentes del público, quienes se las ceden encantados, y suben para seguidamente prender la ropa de los enanos. Todos los prisioneros comienzan a gritar de pánico y a retorcerse mientras poco a poco sus ropajes comienzan a llamear, todos excepto el líder de la comitiva, que mira al cielo con rostro tranquilo a pesar del dolor mientras el humo lo va envolviendo.
No sabía qué proponer para que los matasen, no sabía si decir que los quemasen como los demás o que muriesen desanagrados. Realmente me llamaba la idea de verlos matándose entre ellos, pero callé. Quería escuchar las palabras de los orcos de Orgrimmar y sus pensamientos.
Miré fijamente hacia los enanos ardiendo, sobretodo hacia aquél que moría con orgullo. La verdad es que era digno de admiración. Aguantar el dolor y morir de esa forma... era una buena forma de morir. Aunque eso no entraba en los planes de Nakuz, él solo quería salvar a su hermana y ya está. Nada de heroicidades ni tácticas de guerra, todo eso le quedaba grande. Era un troll muy normal.
Nakuz dejó la vista clavada en las llamas acompañadas de los gritos de dolor de las almas de la alianza ardiendo. Brujoh de la horda que ze llevan enanoh repugnanteh... ¡mentira to'!
No sé qué coño decir más xDDDD
Una vez que los enanos han ardido por completo y unos guardias se han llevado al único superviviente, los asistentes comienzan a dispersarse un poco y a alejarse del escenario de madera. Thrall se aleja protegido por un par de fornidos orcos y se dirige a un inmenso edificio que se ve al otro lado del Valle. Supones que ahí es donde se reúnen los líderes y estrategas de la Horda, ya que está muy protegido el sitio.
Alrededor de las hogueras se van formando grupos de guerreros que charlan y se cuentan anécdotas a voz en grito, mitad iluminados y mitad en la sombra por el efecto del fuego. Ves a muchos trolls que tocan las palmas mientras empiezan a hacer danzas tribales, y otros orcos que les acompañan con lo que supones que serán canciones de guerra. El ambiente está muy animado, pero tú no pareces terminar de encajar.
Tienes dos opciones, quedarte por allí y tratar de infiltrarte en algún grupo con el que hacer amistad y enterarte de las últimas novedades del mundo o volver a la posada de Gryshka y dormir.
PD. En tu próximo post tírame un d10 para una tirada de suerte.
El ambiente que se estaba creando en aquél lugar me encantaba, me quedé mirando a los trolls bailando y seguí los movimientos en mi cabeza, pero no iba a meterme a una de esas danzas. Seguramente fuesen expertos y yo no pintaría nada ahí, los orcos cantaban y charlaban sobre la guerra, cosa en la que era un auténtico inculto.
No tardé en coger mi fardo de cuero y ponérmelo en el hombro, caminando para alejarme del lugar. Zerá mejoh que me vaya ya a la pozada de Gryshka... Dije para mí y caminé para salir del valle del honor. Miré hacia atrás por última vez al escenario y la fiesta que cobraba vida alrededor de este. Sonreí pensando que algún día podría encajar en una ciudad como Orgrimmar, pero ahora mismo no era el momento. Era el momento de descansar y salvar a Tirisia, tenía que contar lo que le había pasado cuanto antes. Seguramente Thrall la escucharía. Zeguramente encuentre la cura aquí... zi exihte tiene que 'ta en Orgrimmar. Me daba ánimos a mí mismo.
Tirada: 1d10
Motivo: Suerte
Resultado: 10
LOL Cacho de chorra xD Voy a esperarme antes de salirme del todo del valle del honor a ver si me voy a encontrar un baston magico de la hostia xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
El ambiente hace que el inocente Nakuz se sienta totalmente a gusto a pesar de no pintar nada allí. Observas la escena sonriendo con orgullo ante lo buena gente que es la Horda, y después comienzas a tomar el camino hacia la posada. Durante el ajusticiamiento de los enanos no te has sentido cansado debido a la adrenalina del momento, pero ahora notas cómo tus piernas están flaqueando, ya que el viaje se nota.
Las calles hasta llegar al Valle de la Fuerza están desiertas, solamente habitadas por un par de mendigos que piden limosna con voz quejumbrosa. Vas cruzando la Calle Mayor cuando de repente un sonido te sobresalta. La verdad es que la calle es lóbrega y siniestra, con una escasa iluminación y un silencio que da un poco de miedo. Por eso el súbito e inesperado sonido te hace dar un respingo.
Cuando tratas de localizar el ruido, te percatas de que en una de las esquinas más oscuras del callejón, lo que parece una mole gigantesca se está riendo con un extraño mugido que pondría los pelos de punta a cualquier valiente guerrero de los que estaban entre las hogueras. La voluptuosa sombra empieza a moverse en tu dirección, pero no puedes distinguir qué demonios es debido a la oscuridad...
Me quedo totalmente intimidado por aquellos sonidos. Es el miedo a lo desconocido, a la oscuridad, pues no sabía qué era exactamente aquello. No me moví además de por el miedo por si acaso aquellas voces no eran para mí, pero sí que lo eran. La oscura masa acechante comenzó a caminar en mi dirección. Miré hacia los lados, esperando encontrar a un poderoso orco que me ayudase, pero solo encontré mendigos con mi vista.
Me di la vuelta, sin pensar, y empecé a caminar de vuelta al valle del honor, allí estaría seguro. Solo tendría que esperar a alguien para volver de regreso a la taberna de Gryshka. Si, aquello era una buena idea para esquivar a aquél atracador. Nakuz estaba seguro de eso, ese tipo quería atracarle y no podía permitirlo. Su dinero era importante para comprar el remedio para su hermana. Empezó a caminar, primero a paso normal y tras unos segundos a paso ligero hasta que, sabiendo que le estaba siguiendo y que puede que la distancia no fuese suficiente, echó a correr en silencio acercándose al valle del honor, rezando a todo lo rezable que no le cogiese. Nakuz no estaba preparado para estas cosas, jamás había salido ni tenido problemas con nadie, esta situación le cogía totalmente de imprevisto y empezaba a pensar que Orgrimmar no era tan buena como hasta ahora le estaba pareciendo. Quizá este incidente le quitase las ganas de quedarse allí durante un tiempo y volver a su pueblo al sur de la península, aquél era su sitio y su lugar, donde se sentía realmente cómodo. No en una gran ciudad abarrotada de gente, tiendas, mendigos y atracadores.
¡Po' favo' que no me coja!
El miedo hace que des la vuelta hacia el Valle del Honor, primero caminando y luego casi corriendo al ver que la silueta tambaleante se intenta acercar a ti. Comienzas a correr como alma que lleva el diablo sin mirar atrás hasta llegar de nuevo al Valle. Justo a la entrada escuchas las voces de un grupo de guerreros que comienzan a irse de la fiesta, así que te unes disimuladamente a ellos. Van hablando del discurso de Thrall y de muchos de los detalles técnicos sobre la guerra que comentó en su discurso.
Los guerreros cruzan sin ningún miedo la Calle Mayor, con sus sonoras voces resonando por los callejones y rompiendo el silencio. Cada uno se va quedando en distintos puntos, en distintas casas, por lo que al llegar a la entrada del Valle de la Fuerza (en el cual se ve la posada iluminada un poco más allá) solo quedan un par de soldados, que se despiden y se separan canturreando.
Al pasar por el lugar donde te intentaron atracar, o al menos así te lo pareció, te has fijado en que no había nada. Era como si esa voluminosa figura hubiese desaparecido, pero no quedaba rastro de ella. No puedes evitar preguntarte si sería realmente un atracador...
El hecho de estar en el Valle de la Fuerza hace que te sientas más tranquilo: es terreno medianamente conocido. Te apresuras a llegar a la posada, pero cuando entras ves que no hay nadie. Seguramente Gryshka estará en la cocina o arreglando alguna habitación, pero te aventuras por las escaleras que conducen al segundo piso, donde te topas con un oscuro pasillo repleto de puertas de madera. Recuerdas que la amable posadera te dijo que la tuya era la número 3, así que buscas la habitación con dicho número y entras tras llamar (por si acaso).
La habitación es pequeña, pero limpia y bien cuidada. Tiene una cama con llamativas mantas de colores, un par de velas en una mesa en la que puedes dejar tus pertenencias, y un barreño lo suficientemente grande para que quepas en él lleno de agua cristalina. Te fijas que junto a él hay una pastilla de jabón con unas cuantas flores, un detalle muy femenino. Se nota que quien dirige la posada es una mujer. Sin duda lo mejor de la habitación es un ventanuco con unas expléndidas vistas a todo el Valle, por el cual entran los rayos de la luna.
Al llegar a la habitación sonrío mientras dejo caer mi bolsa de cuero en el suelo. La satisfacción de haber llegado sano y salvo y la inteligencia demostrada al poder huir de esa forma de un atracador me dieron una fuerte confianza. Comencé a quitarme la túnica, aunque estaba cansado quería bañarme primero, ese agua tenía buena pinta, de hecho Nakuz estaba pensando en tomar un buche, y así lo hizo. Tras desnudarse completamente juntó las manos y las hundió en el agua para coger un poco y llevárselo a la boca, bebiendo hasta saciarse.
'Ta fre'quita... Pensó el troll mientras se metía en el agua levantando una pierna y luego la otra. Estiró la mano y cogió el jabón. Y como si estuviese realmente loco empezó a hablar. Eze tio no me daba mie'o... lo llego a coge' y le diría algo azi como... ¡eh! ¡que qui'é tú! ¡Zoy un fuerte zanador de guerra, zi no te marchah t'haré puré o te quemaré como a loh enanoh repugnanteh. Nakuz movió los brazos, chapoteando el agua similando que daba puñetazos al aire, realmente eso de haberse salido ileso de una situación tan difícil le había subido la moral, y ahora pensaba que habría podido con él. Suele pasarle a todo el mundo, eso de demostrar valor cuando las cosas ya han pasado.
Tras enjabonarse y relajarse en el agua, apoyó la cabeza en la madera, mirando a la luna con la cabeza caída hacia atrás. M'encanta la luna... e' tan... precioza... No te preocupeh Tirisia... yo conzeguiré el remedio que te devolverá la memoria, ya loh verá'. Tras pensar un rato en su hermana, Nakuz cerró los ojos, quedándose dormido en el barreño, en esa posición tan incómoda.
En mitad de la noche, el dolor de cuello le despertó y se levantó, tirándose sobre la cama para seguir durmiendo sin secarse ni nada. Al día siguiente no se acordaría de este acto semisonámbulo producido por el sueño del cansancio.
Te despiertas por la mañana notando que el rostro te arde debido a los rayos de sol que entran por la ventana y que te dan directamente en la cara. De hecho, cuando intentas abrir los ojos lo único que ves por unos momentos son manchitas rojizas y blancas. También te duelen un poco los huesos por la mala postura en la que has pasado la noche, pero nada que unos buenos estiramientos no puedan solucionar.
Cuando te espabilas un poco y coges tus cosas tras arreglarte, piensas que seguramente abajo te esté esperando un suculento desayuno. Además, tienes muchas cosas que hacer. Por la ventana te llegan ya de buena mañana los ruidos típicos de la ciudad, que comienza a entrar en su actividad habitual. ¡Un nuevo día!
Al dejar la habitación, te diriges escaleras abajo. En la taberna solo se encuentra en ese momento un orco con un gran hacha a la espalda, que come unos dulces que huelen a miel mientras bebe de una gran jarra de leche. Cuando entras, levanta la vista y se fija en ti. Tiene aspecto de estar curtido en muchas batallas, con su piel verdosa surcada de cicatrices y una expresión feroz.
- ¡Buenos días, cariño! - te dice la posadera, a quien no habías visto porque estaba en la barra. Gryshka saca el mismo desayuno que está tomando el orco y te lo sirve - Aquí tienes el desayuno, que hoy te espera un día largo. ¿Vas a ver a Myrna, la alquimista? Es una buena hora, suele estar en su tienda por las mañanas temprano.
Bajo con tranquilidad después de recoger mi habitación. Me crujo el cuello mientras bajo las escaleras y estiro los brazos pensando en el rico desayuno que me pondrá Gryshka. ¡Tengo un montón de hambre!
Llego hasta abajo y miro al orco por unos segundos. ¡Güeno díah! Enseño los dientes sonriendo y me fijo en Gryshka que en ese momento se dirige a mí con... ¿demasiado afecto? El pobre Nakuz no ganaba para emociones fuertes. Ayer por la noche casi le atracan y hoy parece que la increíble y atractiva posadera orca le tira los tejos. ¿Quizá escuchó su hazaña? Eso pensaba el troll. La confianza que ganó por la noche aún no se había ido y se acercó a la barra, poniendo un brazo sobre ella.
- Buenoh díah a ti también... cielito, jejeje. Apoyó el otro brazo y miró a Gryshka fijamente. Dejando el desayuno a un lado por unos segundos. Pero el olor era tan embriagador que lo tomó y empezó a comer, con bastantes ganas. Zí, zupongo qu' iré a ve' a Myrna. Y luego a la otra tam'ién, por zi acazo... ¿Sabeh? Toy penzando en quedarme en Orgrimmar un tiempo... a lo mejoh me viene bien pa'prende' y esah cosah...
Los trolls y los orcos se "relacionan" entre sí? XDDDDDDDDDDDDD Es para saber si realmente Nakuz cree ke le estaba tirando los tejos o no XD
El joven Nakuz había conseguido por fin uno de sus objetivos: llegar a la majestuosa Orgrimmar. Tras encontrar alojamiento y conocer a una simpática posadera que le sería bastante de ayuda, el troll decidió ir a una fiesta que celebraban los guerreros de la Horda para festejar la captura de unos espías enanos. En ella tuvo el honor de ver a Thrall, el gran líder orco, quien causó una profunda impresión en Nakuz. Los enanos fueron ajusticiados, y él conoció la adrenalina de sentirse uno con los demás, la fuerza y la energía que da la unión.
Tras un desagradable encontronazo en la Calle Mayor que al final se resolvió positivamente, Nakuz descansó hasta la siguiente mañana. Gryshka le había indicado algunos sitios por donde comenzar su investigación para salvar a su hermana, y a ello se dirigía el troll cuando conoció a un orco, también cliente de la posada...