Partida Rol por web

Cuando Tulio empezó a decirme los nombres, yo negué con la cabeza. ¡Eran nombres muy raros! Yo tenía uno mejor, y no tardé ni un segundo en decirlo:

–Lo llamaremos: «El Descanso de los no Descerebrados»

Ehm... bueno, al ver la cara de Tulio cuando mencioné el nombre, dudé de si era un nombre muy bonito... así que reculé un poco y di la otra opción que tenía en mente.

–Ehm... o tal vez...: ¿«El Refugio Dorado»?

Sí, ese nombre era mejor, no por nada estábamos rodeados de árboles con preciosas hojas amarillentas y anaranjadas. ¡Era precioso! Y el interior era de lo más naturalista y súper chulo.

En cualquier caso, eligiéramos el nombre que eligiéramos, debíamos buscar algo con lo que encender un fuego... así que me dispuse a buscar algunos troncos o ramas secas que fueran útiles para lo que nos proponíamos. Además, busqué en específico algunas ramas, así como piedras afiladas y fibra vegetal, para fabricarme una pequeña arma arrojadiza, y otra algo más contundente, que tenía en mente desde que Jose rompió el tirachinas.

En cuanto volví, avisé de los troncos que había encontrado para que Tulio, cuyo dos brazos funcionaban mejor que los míos, fuera a por ellos. Yo solté las pequeñas ramas que había encontrado en la chimenea, y... después, abrí mi maleta y dejé en el suelo las piedras así como las ramas más fuertes que había decidido guardar para mis futuros inventos.

Las primeras horas antes de dormir me las pasé afilando un par de ramas pequeñas, y uniéndolas con las tiras de fibra vegetal. El resultado era de lo más básico, pero sonreí orgullosa ante mi primer invento:

Luego, limpié de salientes la otra rama más contundente con la intención de dejarla lo más pura y limpia posible... eso hasta que me entró sueño. Me hacía ilusión terminarlo ya, pero... lo terminaría en mi turno de guardia o más adelante, no había prisas y me vendría bien descansar.

Tras acordar con Gaspar que me despertase cuando me tocara el turno, me eché un ratito y cogí sueño enseguida...

Por los alrededores sólo encontráis ramas, piedras y hojas. Nada con lo que poder cerrar la puerta pero sí con lo que encender un fuego en la chimenea. Además Nara recoge muchas castañas. Antes de dormir asáis unas cuentas al fuego, mientras Sunhee consigue fabricar un arma arrojadiza muy rudimentaria. La noche pasa sin incidentes, las tres guardias transcurren sin problemas, dejando dormir a Sunhee, que se recupera un poco.

mapa del Paso de Hoke

A la mañana siguiente Tulio os despierta con más olor a castañas asadas, pan tostado y tomates frescos. Hoy os espera el descenso al valle y la llegada a Hoke. Tras el copioso desayuno recogéis vuestras cosas y dejáis atrás el Refugio Dorado. Empezáis a bajar la ladera oeste del paso, cubierta totalmente por castaños, sólo se oyen vuestras pisadas haciendo crujir las hojas secas y anaranjadas.

Al llegar a la carretera entendéis por qué este lugar ha sido abandonado. La circulación es imposible, ya que paredes enteras de roca se han desprendido y caído sobre el asfalto en varios puntos que podéis ver desde aquí, y en otros tramos el firme está hundido a causa de las lluvias que han socavado el terreno bajo él. Como el tramo que ahora tenéis justo delante:

4 zombis en vuestro camino

- Es por ahí.

Tulio busca un camino alternativo mirando hacia arriba pero el terreno es difícil, resbaladizo y varias vallas lo seccionan.

Espera, Tulio. Son solo 4. Gaspar, ¿Me cubres?

sin esperar respuesta, avanzo en dirección a los zombis mientras cargo el arco. A unos 15 metros, atravieso la cabeza del que está más cerca y cae como un saco.

Sin parar ni un segundo vuelvo a cargar el arco.

Nara, si quieres acercarte para disparar debes bajar al socavón y permanecer en equilibrio sobre el desprendido suelo de barro: tirada de Destreza a Dificultad 15.

Una vez superado esto la dificultad aumenta +2 por disparar sobre dicho suelo.

Puedes atacar a los otros 3 zombis haciendo 3 tiradas seguidas.

Nara alcanza a uno de los zombis en la pierna. No consigue alcanzarle en la cabeza, pero le desequilibra y éste cae por el borde de la carretera hacia la cuenca del arroyo.

El zombi cae rodando por el terraplén y espero que se desmembre irremediablemente mientras cargo mi arco de nuevo y vuelvo a disparar al siguiente.

La flecha se le clava pero sigue andando, así que le vuelvo a disparar al mismo, y mi flecha le atraviesa el pecho. Le resulta un poco difícil pero sigue avanzando hacia mí.

Cuando me desperté, ¡me desperté sobresaltada! ¿Me había quedado frita? ¡¿En mi turno?! No me lo podía creer... ¡jamás me había pasado! Estaba casi a punto de dar un respingo para ponerme en pie cuando entendí todo: Nara y Gaspar estaban ya despiertos y olía a comida, es decir...

–¡¿No me habéis avisado?!

Inflé los mofletes... ¡eso era! No me habían avisado de mi turno de guardia. Aunque... en el fondo, no me podía enfadar con ellos... Sabía que lo habían hecho por mí; y, siendo sincera, me sentía como nueva.

–Bueno... gracias –farfullé por lo bajo, aún con los mofletes inflados.

El resto de la mañana la dediqué en arreglarme bien, comer, guardar mi proyecto de espada en la maleta con mucho mimo y cuidado, y seguir el camino. Siempre que veía alguna piedra bien afilada que pudiera servirme, la cogía y la guardaba... Así hasta que llegamos a la carretera. En ese momento vimos a los zombies.

Como era de esperar, Nara tenía claro el camino a seguir y... antes de que pudiera pestañear, se encargó de uno de los zombies. ¡Nara, siempre tan... así!

–Sí, yo también creo que es más fácil si acabamos con estos –continué, mientras el primer zombie abatido caía rondando.

Además, así podría estrenar mi nueva y reluciente (bueno, tal vez no tanto) arma. Así que, tras agarrarla con mi mano buena, me dispuse a tomar un camino alternativo al de Nara, con la intención de flanquear por un lateral a los zombies que se dirigían hacia mi compañera. No me quise acercar demasiado... no quería llamar la atención de esos descerebrados. Más bien, quería tomar una buena posición para que, cuando estuvieran cerca de Nara, ¡lanzar mi súper-nuevo-arma-mortal!

El segundo zombi objetivo de Nara avanza hacia vosotros y cae torpemente al fondo del socavón. Ya son dos los que se revuelcan en el fango, allá abajo, intentando sin éxito subir por la pared resbaladiza. Frente a vosotros aún quedan dos.

Tulio mira impresionado a Nara. Él no es un guerrero, es un explorador, que se mueve en silencio por las sombras. Como ya os dijo siempre prefiere evitar el enfrentamiento y escapar a plantear un combate abierto. Pero en esta ocasión parece estar muy contento con vuestras habilidades. Desde el borde del agujero lanza un cuchillo a uno de los zombis que quedan en pie, alcanzándole en la cabeza; el zombi cae al suelo y Tulio sonríe.

Sin embargo, por mucho que quisiera flanquearles, no parecía haber ningún lugar que no supusiera tropezar y caer rodando como aquellos zombies. Además, ¡qué diablos! Como me lo pensara demasiado, entre Tulio y Nara me dejaban sin ninguno al que atacar.

–¡Ey! ¡Ey! No tan rápido –dije, sonriendo, mientras apuntaba con mi arma.

Me tomé unos segundos, cruzando dedos para que... si le daba a alguno, no se fuera para abajo con él, ni que... por supuesto, se rompiera a la primera de cambio. No me había costado mucho hacerla, pero le tenía mucho cariño a ese arma... tanto como si fuera mi propio hijo. Bueno, tal vez estaba exagerando, pero ya me entendéis...

Ahí va...

Lancé el arma todo lo fuerte que pude. A decir verdad, era mucho más fácil, y tal vez efectivo, lanzar la daga... pero ver el arma girar sobre sí misma hasta clavarse en el zombie fue todo una maravilla.

–¡Funciona! ¿Habéis visto? –dije, dando un salto de emoción–. ¡Soy una genio~!

¡Je! ¡Verás la cara de Jose cuando lo vuelva a ver y se lo cuente!

¡Se lo pensaba contar! ... Porque... estaba convencida de que le volveríamos a ver y todo sería como siempre.

El arma de Sunhee gira en el aire, ciertamente describe una trayectoria muy limpia... y golpea el suelo varias veces hasta pararse sobre el asfalto tras el zombi que queda en pie.

Finalmente encontramos dónde descansar. Aprovecho la ocasión, no siempre se puede dormir y encontrar comida fresca en un mismo lugar. Tulio es un excelente guía y empiezo a acostumbrar me a su presencia. Durante mi guardia reviso bien el chaleco. Durante el día jugué al superado y no me mostré preocupado, pero estuvo muy cerca. La armadura todavía tiene una marca a la altura del hombro, justo donde sentí la presión de la mordida, la repaso con el dedo y medito sobre lo peligroso que es estar aquí afuera, sin La Pulga como refugio.

Con el nuevo día, nuevas castañas. La comida caliente es lo mejor que te puede pasar en este mundo, como mientras no se enfría. Estoy de muy buen humor con la perspectiva de llegar hoy a nuestro destino así que río con ganas cuando Sunhee se despierta enfadada y le acerco un plato recién servido.

Retomamos nuestro camino temprano. La carretera es un desastre, no podríamos llegar aquí con La Pulga, pero supongo que no nos buscarán donde no entre un coche porque sólo han visto nuestro vehículo. Luego de andar un rato unos zombis se cruzan en el camino. Me posiciono junto a Nara con la hachuela en la mano. Ella hará su trabajo mientras yo me aseguro de que ninguno llegue a molestarla.

Cuando me disponía a eliminar al último, se me resbaló la cuerda del arco y fallé. Me enfureci por vergüenza de haber fallado frente a Tulio, sinceramente.

Miré a Gaspar a mi lado y le ofrecí mi machete.

Por si acaso.

Tras el fallo de Nara delante de todos, y ante la espera del resto, Tulio toma la iniciativa y desde el borde del socavón lanza un segundo cuchillo de su cinturón al zombi, clavándolo en su cabeza. Como ocurrió con el anterior, el zombi cae desplomado de espaldas. Nara está enfadada, Tulio lo nota y teme que el enfado le haga hacer alguna tontería:

- No te preocupes, ya estamos casi.

Tulio da un primer paso por el borde del socavón. En el fondo, a varios metros bajo vuestros pies, hay dos zombis intentando desesperadamente subir sin conseguirlo, arrancando el fando de las paredes con sus manos. Los pies del explorador van apoyándose con cautela en cada trozo de asfalto, roca o bloque de tierra, tanteando su solidez. Tras varios pasos y un pequeño salto final llega al otro lado, recoge sus cuchillos y os invita a cruzar:

- Tened cuidado, resbala mucho. Pisad donde he pisado yo.

Pasad vosotros. 

Sin inmutarme disparo a los que están en el fango rascando como perros rabiosos. Si alguno se resbala más vale que no haya nada debajo.

Disparo a ambos, pero solo alcanzo a uno. Esta era mi última flecha.

Estamos jodidos. No os resbaleis. Y Gaspar, toma mi bate si quieres, pero dame mi machete. Sin flechas... Tenemos que ir con cuidado.

Espero que nadie se resbale, joder.

Si Tulio lo había conseguido, ¿por qué no yo? Estaba con la moral por las nubes por mi maravilloso invento, tanto que apenas le di importancia a que fuera a saltar un socavón por el que intentaba subir un zombie. Es decir, que si tropeza, me las tendría que ver con él... Pero eso daba igual, porque en mi mente sólo estaba el recoger mi nuevo y preciado arma.

–¡Voy yo! ¡Un, dos y...!

Cogí algo de carrerilla y di saltitos de trozo de asfalto en trozo de asfalto con suma precisión al tiempo que gritaba:

–¡TREEEEEES!

Era pequeñita, así que apenas pesaba nada. Además, incluso con mi brazo entablillado, no me costó absolutamente ni un poquitín cruzar de lado a lado. Luego, una vez aterricé, fui directa a por el arma y la recogí.

–No te preocupes, ya estás con mami de nuevo, pequeñín...

Al cruzar Sunhee dando saltitos, hace que una piedra se mueva y caiga rodando hasta golpear al zombi en la cabeza, eliminando la amenaza. Gaspar y Nara pueden cruzar sin ningún peligro. Desde aquí hasta vuestro destino os separa apenas un paseo. Seguís caminando por la carretera hasta llegar a un camino de tierra que se desvía a la izquierda, ladera arriba. Lo tomáis y tras cruzar el arroyo junto a un puente de madera completamente hundido llegáis al refugio.