Partida Rol por web

Hoy era día de entrenamiento con Rosa.

Desde que era un cachorrito que te la asignaron a ti, pues era muy importante que se creara un buen vínculo entre vosotras, cuanto antes mejor pues a partir del año ya estaría perfectamente preparada para guiarte y ser tus ojos. No sabías cuando ibas a perder la visión pero querías estar preparada.

Esa perrita era un amor, un cachorro de labrador precioso que ya tenía 9 meses. Era juguetona y mansa pero siempre atenta a la orden de ponerse en modo guía y demostrar todo lo que habíais estado trabajando. Los primeros meses te acompañaba siempre un adiestrador de la asociación, pero últimamente la sacabas tu sola a dar paseos y a practicar distintos ejercicios.

La ola de calor era acuciante así que decidiste salir por el St. Lawrence Park, que había sombra de los árboles y estaba cerca del lago. Normalmente el parque estaba lleno de gente pero ese día apenas te habías cruzado con un par de personas que parecían tener prisa. El calor sumado a que era época de vacaciones seguramente serían los culpables de ello.

Tenías en la lista varias prácticas para hoy: gestionar las redirecciones de Rosa cerca del agua, que se quedase parada tras hacer caca en el mismo sitio para que te pudieses guiar y recogerla, aunque si se presentaba cualquier otra oportunidad podríais practicar cualquier otro ejercicio, con personas o cualquier distracción que hubiese que rectificar el comportamiento de Rosa.

Rosa respiraba algo agitada a causa del calor, estaba sentada con la mirada fija en ti, esperando recibir cualquier orden.

De vez en cuando algún pajarito o mariposa revoloteaba alrededor y hacía su mayor esfuerzo para no prestarles atención. Reprimiendo su instinto de salir corriendo a perseguirlos.

Iba a ser un buen perrito como le habían enseñado y seguramente le caería algún premio.

Estaba enamorada de Destiny y quería estar con ella todo el rato.

Destiny aprecia un paseo tranquilo, el no tener que preocuparse por otra gente, otros perros. Sabe que no es el mejor escenario para que Rosa aprenda, porque no es el usual, pero eso no quita que aprecie el momento.

- ¡Rosa, junto! - Se toca la pierna un par de veces, indicando a Rosa que se acerque a su lado para que caminen un poco. Quiere buscar una papelera para deshechos de perros para practicar cerca. O bueno, encontrarla, más bien, que conoce la zona y ya sabe dónde están, y eso de buscar no se le da muy bien que digamos. 

De camino podrían caminar cerca del agua.

- Bien hecho Rosa. - Halaga al que de momento es el amor de su vida, dándole una pequeña caricia en el lomo, a su lado. Al principio se veía torpe, teniendo que caminar tan cerca de la perra, pero ya se ha acostumbrado a que no sea su espacio, si no el de las dos. 

- Vamos, Rosa. - La anima a comenzar a andar. A veces quisiera llamarle de otras formas más cariñosas o personales, pero entiende que no es lo más efectivo para su aprendizaje, y que a ella le da igual en realidad mientras reciba sus cariñitos y premios. 

A lo largo de su paseo, Destiny se despista un par de veces de forma intencionada cerca del agua para ver si su guía cumple con su función y la redirige. 

Rosa ese día estaba concentrada al 100% y acataba las ordenes fáciles sin ningún problema.

En los ejercicios de percepción de camino seguro también lo bordaba y te hacía pequeños tirones a medida que te acercabas al agua, no solo eso sino que se cambió de lado de manera deliberada para hacer de barrera entre tu y la orilla.

Pero esta vez, un gran ruido y estruendo si que la distrajo y no pudo evitar ladrar en el aire.

Un gran estruendo en el cielo cortó tu linea de pensamientos. Miraste hacia arriba pues se empezó a oír un gran ruido que venía del oeste y enseguida pasó sobrevolando. Era un pequeño escuadrón de tres helicópteros Apache.

El ruido era terrible pues pasaron a una altitud bastante baja, aunque en cuestión de unos instantes ya habían desaparecido en el horizonte en dirección a Kansas City. Parecía que hoy era el día de los movimientos o las prácticas militares, no tenías ni idea, pero no era la primera vez que habías escuchado aquel ruido.

Aún así, siempre era un espectáculo digno de ver.

Seguramente debido a la ola de calor habría algún incendio o incidencia, pero te pareció que aquellos helicópteros eran militares.

Seguiste tu camino en el parque, pensando en dar un pequeño rodeo mas y volver a tu casa. Hoy tenías una cita a la que acudir y aún te tenías que preparar. También tenías que dejar a Rosa en la asociación pero te venía de paso.

En esa zona del parque no había nadie, cosa extraña, pues a estas horas cuando el sol empezaba a irse se solía llenar de gente buscando el fresco de la sombra e incluso algunos se bañaban en el lago.

Percibiste algo por el rabillo del ojo y te giraste. No veías demasiado bien de lejos y en tu espectro veías una mancha borrosa, suponías que era alguien, pues avanzaba lentamente. Aún estaba lejos y no podías distinguir pero parecía que andaba de una manera extraña por sus movimientos desacompasados.

Al menos los helicópteros tenían un ruido lo suficientemente distintivo como para no confundirlos con ovnis, pero no es que lo prefiere, si no poder mantener su oído en el entorno, y que Rosa se pueda centrar en su trabajo. ¿Es necesario que vuelen tan bajo...? - Shhh. Rosa. Siéntate. Ya está. Muy bien. - Le ordena y tranquiliza, acariciándole el lomo esperando a que se marche el helicóptero y se lleve su estruendo con él. 

Alza una ceja cuando distingue la forma. Seguro que es un borracho, así que cuando se va el helicóptero y Rosa se calma, vuelve a ponerse en marcha cambiando de dirección para alejarse de él. No hay nadie más en el parque hoy, así que prefiere evitar problemas, por que no sería la primera vez que alguien se fija en ella para meterse con su discapacidad, y si bien la curiosidad de los niños es aceptable, la falta de respeto de los mayores no tiene por qué lidiar, mejor ahorrárselo.

Pobre Rosa, la haría esperar para hacer sus cosas. 

El sol estaba bajo, apunto de desaparecer en el horizonte, aunque el calor no parecía remitir aún. Podías oír las cigarras zumbando sus canciones en todas las direcciones, como si estuvieran grabando un concierto en estéreo.

Para tu disgusto, aquella figura parecía lejos de pararse o cambiar de dirección, seguía yendo hacia tu posición. No tenías claro si su velocidad era mayor, aunque aún podías ver como sus movimientos eran muy extraños.

Rosa seguía a tu lado, mirándote de reojo atenta a cualquier señal que le pudieras hacer. Parecía que la distracción de los helicópteros había pasado y volvía a su concentración habitual.

Arrugó la nariz. No le gustaba llevar el bastón por que visibilizaba su discapacidad, y mucha gente se ponía tonta al respecto. Aunque no la cambiaría por nada del mundo, Rosa tenía el mismo efecto, con el cambio de que a veces la gente buscaba una interacción positiva con el perro, en lugar de burlarse de ella... Pero por cómo parecía moverse ese sujeto, que no parecía sobrio, no se iba a arriesgar. Además, tampoco era bueno que la desconcentraran de todas formas, incluso aquellos que se acercaban con las mejores intenciones. 

Casi se sentía culpable de no haberla premiado por su magnífico trabajo junto al agua, pero el helicóptero y aquel individuo también la habían distraído a ella.

Miró a su alrededor para ver si distinguía a alguien más. La haría sentir un poco más segura, aunque de todas formas no se quedaría mucho más por los alrededores, pues tenía que prepararse para la cita de esta noche, así que tras alejarse un poco más de aquel sujeto soltaría el arnés de Rosa para dejar que se aliviara y volvería a casa. - Rosa, ¡Haz! - Le ordenó el comando para que eliminara y la esperó, vigilando de reojo al sujeto. 

Rosa notó enseguida la liberación de la tensión en su arnés. Eran esos pequeños gestos muchas veces imperceptibles para nosotros pero que los perros notaban, incluso mas que las palabras.

Empezó a alejarse unos metros a husmear el terreno buscando un sitio para hacer sus necesidades.

El sol se estaba yendo y miraste a tu alrededor, estaba completamente despejado.

Ya habías notado poca gente en la calle, pero era raro no ver a nadie en el parque. Te quedaste pensando unos instantes si a lo mejor habría algún partido de fútbol o concierto. Era una ciudad pequeña y la gente se volcaba a esos eventos como si no hubiera un mañana. Quizá era eso.

Aquella figura, avanzaba hacía vosotras inexorablemente, pero a su ritmo lento. Estaba ahora a unos 100 metros, afinaste la mirada y te costaba que tus ojos delinearan correctamente la figura, parecía que avanzaba cojeando y sus manos estaban extendidas como si te estuviera señalando o llamando la atención.

Qué mal rollo. ¿Le hacía gracia su color de piel, o algo? ¿O querría pedirle dinero, o tabaco? Cada vez estaba más convencida de que le pasaba algo con ella, que no eran imaginaciones suyas, al no poder ver bien sus gestos. Empezaba a darle cosa y casi a ofenderla al mismo tiempo, aunque con el tiempo había aprendido que no merecía la pena gastar su energía en ese tipo de gente. Era más fácil evitarlos, no hacerles caso ni contacto visual para no dar pie a reacciones, pero este parecía que ya la tenía fijada.

En cualquier caso, no le apetecía descubrir si sería un racista, un vagabundo, un borracho, un idiota, o una combinación. Cada ver sería más difícil ver, conforme el ambiente se iba oscureciendo, así que comenzó a caminar en dirección contraria. Muy lentamente, eso sí, para dar tiempo a Rosa de hacer sus cosas. 

Y así decidiste volver a buen paso hacia la civilización y no arriesgarte.

El sol se estaba despidiendo de la ciudad de Topeka, que estaba extrañamente vacía en tu retorno. Vivías una de las partes lejanas del centro, pero cerca de aquel tipo de parques en los que te gustaba salir a pasear. El alquiler era barato, aunque dependías del coche o del bus para casi cualquier cosa.

Te cruzaste con poca gente, aunque no les prestaste atención.

De fondo sonaron varias veces sirenas de ambulancias y de policía, aunque como a cualquier habitante de una ciudad, esos sonidos eran omitidos. Aunque algo dentro de ti te preguntaba si no eran excesivos para ser un día normal.

Pasaste a devolver a Rosa a la asociación, que justo estaban cerrando. Te despediste de ella de manera afectuosa.

Suspiró, lista para comenzar su siguiente etapa del día cuando dejó a Rosa, aunque fuera una pena dejarla atrás. Estaba deseando que la asociación se la cediera de una vez y no tener que separarse de ella, cada vez parecía que le costara más, pero le consolaba pensar que al final era sólo cuestión de tiempo. 

Al menos no se quedaría sola el resto del día, y esa idea la animaba frente a tantas sirenas de emergencias. ¿Habría un incendio en alguna parte? 

Puso música para animarse e inspirarse a encontrar un outfit adecuado. No demasiado arreglado, no demasiado común, el equilibrio entre estar divina y parecer una más era la clave. Después una ducha, exfoliarse, maquillarse, potenciarse los rizos. 

Se arregló una de sus mochilitas con distintos bolsillos en los que guardar todas las cosas que una chica podía necesitar de forma organizada. Aquella era una práctica que le iría bien cuando perdiera la visión: Cada cosa en su sitio. Y lo cierto es que ya notaba algunas de las cosas buenas del cuidado de ciertos hábitos. Siempre sabía donde estaba todo, en rara ocasión perdía cosas, aunque cada vez viera menos, sentía la memoria más activa, y organizaba mejor su tiempo. Podría incluso decir que era satisfactorio. No guardaría preservativos, a pesar de ir a una cita. Quería formar una familia rápido, pero tampoco quería parecer una desesperada y que cualquier listillo se aprovechara. 

¡Ay, pero a lo mejor esta vez no es un listillo, o un niñato! ¡A lo mejor esta vez es el bueno! 

...O a lo mejor sólo está volviendo a cometer el error de hacerse esperanzas para volver a darse el batacazo de siempre, que podría ahorrarse si dejara de intentar proyectar sus sueños e imaginaciones a la realidad y asumiera la común crudeza de esta.