Algo debe andar mal con el padre de Jerry. ¿Estará enfermo con esa jodida gripe? ¿O serán problemas económicos? Y yo haciendo esa broma de la deuda del billar, ¿Cuándo no, Ronald? Será mejor que lo deje tranquilo con el tema.
Unos momentos después, el joven volvió de la cocina con el platillo que el ranchero había ordenado.
-¡Oh, si!- Exclamó Ronald ni bien observó la comida mientras se frotaba las manos, ya se le comenzaba a hacer agua la boca con solo olerla. -Esto sí que se ve delicioso, no como la mierda que nos daban en el ejército.- Luego del primer bocado se le dibujó una sonrisa en el rostro. -Te diré algo, hijo. No hay amor más sincero que el amor por la comida, eso puedes apostarlo.-
Saboreaba cada bocado puesto que sabía que con lo malas que habían sido las ventas en la ciudad no podría volver a permitirse aquél gasto hasta dentro de un par de semanas, luego de hacer otra ronda de ventas con las nuevas mercancías.
-Jerry.- Dijo cuando iba por la mitad del plato. -¿Podrías hacerme la cuenta para cuando me traigas el otro bistec? Quisiera irme antes de que el cumpleaños llegue a su apogeo.- Miró sobre su hombro, el salón estaba decorado con globos, carteles y mesas adornadas. - Por cierto, ¿Para quién de todos es la fiesta?- Preguntó mientras observaba a los presentes.