De manera muy refinada, Angela dice a Linda:
- Oh, no me molesta, querida. De verdad. La inspiración viene y va, y sólo hay que estar lo suficientemente atenta como para captarla, si usted me entiende.
- Sí y no, no soy escritora y sin embargo soy guionista. Dramaturga. No obstante, mi especialidad es la dirección de la obra, soy directora en Broadway. Hasta ahora era más por enchufe que por talento, pero hace unos años di el salto y empecé por cuenta propia. Hoy por hoy, mis ideas se han agotado. Por eso he venido... a encontrar la inspiración para una nueva obra. Dar la talla allí es duro.
- ¿Qué hay de usted, señorita Hamilton? ¿Cómo ha terminado aquí?
He tenido que dejar el desayuno a medio terminar, pues a algunas personas se les ha dado por ser madrugadoras y los platos no se recogen solos, paseo los ojos por algunos huespedes y suelto una pequeña risita al ver al señor Quatermass claramente dormido, con sus gafas escurridas y un leve pero perceptible ronquido.
De vuelta a la cocina dejo mi bandeja de trastos y me apresuro a devorar mi media panceta y el café antes de que se enfríen, veo a Jack Cutter girando su gran nariz judía de aquí para allá, entregado con devoción a sus tareas matutinas. Habiendo terminado mas rápido de lo esperado de comer, le digo:
Señor Cutter, he escuchado a muchos invitados elogiar su sazón en la fiesta de anoche, sin duda es un gran cocinero.
Yo he acabado aquí por una beca de estudios. Estoy ultimando mis investigaciones para la entrega final del proyecto y posterior tesis en sociología, y a algún doctor catedrático le pareció divertido enviarme a un pueblo que se queda aislado durante algunos meses al año. Al parecer se trata de una especie de broma recurrente de los doctores de mi universidad a sus pupilos "más queridos". No sé si ha usted completado estudios superiores, pero supongo que en Broadway ocurre exactamente lo mismo: Un hombre provoca orgullo, confianzas y apoyos; una mujer provoca suspicacias, sospechas y celos
Digo encogiendome de hombros.
Por lo poco que he podido ver hasta el momento, clanmurk más que una sociedad parece una agrupación de individuos con una total carencia de necesidades grupales. La patria de los anacoretas. Confío en que con el invierno esto cambie...
¿Se puede creer que es la primera persona con la que consigo entablar conversación en varias semanas? ¡Ni siquiera hubo alguien que me avisara de la fiesta de ayer!
- Por supuesto, señorita Hamilton, el papel de nosotras las mujeres siempre ha sido relegarse a un segundo plano. Si una se casa muy pronto es una cazahombres, si no lo hace es una antinatural. E incluso si acude a votar sola, derecho constitucional que tenemos en los Estados Unidos desde hace más de diez años, seguimos siendo vistas con recelo. Si hubiera sido un hombre habría llegado diez veces más alto.
La mujer da una profunda calada a su cigarrillo, mientras se sacude la solapa de la americana y continúa con su declamación.
- ¿Anacoretas? Yo estoy aquí por voluntad propia, y hay gente que estará obligada por sus quehaceres. Aunque un poco de anacoretismo sí hay, ya que quería romper con el stress de Broadway. Nueva York puede llegar a ocupar tanto tiempo que la esencia de ciudad se pierde. Deja de ser un conjunto de vidas a ser una masificación de gente tratando de vivir.
Después, Angela se termina su café con un gran sorbo. Su café, no su cigarrillo. Vuelve a dar otra profunda calada, con movimientos muy elegantes y refinados, casi dramáticos.
- Yo apenas llegué hace semana y media o así, y quitando con mi marido, que me vino a visitar ayer, tampoco he hablado con nadie. Todos los días tomo café y leo el periódico a esta hora, aunque estos últimos dos días ha llegado mucha más gente... Yo también lo espero. Por cierto, que salía la información de la fiesta en la sección de cultura y ocio. ¿Usted está casada, señorita Hamilton?
Que un huésped alzara la voz era suficiente como para que John centrase su atención de inmediato, pero por suerte sólo se debía a un sobresalto del veterano Sr. Quatermass. Sonrió ante la simpática escena antes de continuar con la ronda obligatoria.
Las ventanas aguantarían el frío y las posibles rachas de viento. Había leña y carbón suficientes como para mantener el hotel caldeado durante todo el invierno y todo se adivinaba apacible. Un lujo para los huéspedes y un lujo de trabajo. se dijo para sí mismo.
Vio entonces que tanto el Sr. Foster como la joven Betty se habían dirigido o estaban de camino a las cocinas, y decidió hacer lo propio. Nada como las pausas para comer para una reunión de trabajo improvisada. Con una última mirada al salón, desaparece por una de las puertas de servicio.
- Buenos días Jack - Saluda cordial, antes de hacer una cuasi-graciosa reverencia hacia la joven Betty - Señorita Simpson, gracias por acompañarnos en esta velada - Eran modos excesivos, lo sabían, pero siempre era divertido tratar de sacar un sonrojo a la tímida muchacha.
Hizo acopio de un panecillo y un café para desayunar.
El arqueólogo se encontraba exhausto. No estaba acostumbrado a acostarse más allá de las diez de la noche, pero la fiesta de despedida había sido un evento al cual no había querido faltar. Nuevo en la ciudad, encargado de catalogar las fabulosas piezas que la fundación para la que trabajaba había hallado en la zona, apenas si había intimado con alguien del lugar intentando ganarle al mal tiempo.
Al parecer sus esfuerzos habían sido vanos. Viendo que tendría que pasar una temporada más larga de lo que había previsto en un principio, había asistido a la fiesta con intención de conocer a los habitantes de aquel pintoresco pueblecito. Por eso aquella mañana se lo veía ojeroso y un tanto despistado. Sin embargo, siempre fiel a su deber, había madrugado y encaminado sus pasos al museo a la hora de siempre, esperando hallara la señorita Carter*, quien había demostrado ser una excelente colaboradora al momento de valuar los hallazgos.
*He asumido que por nuestros intereses comunes ya nos conocemos y hemos estado trabajando juntos. Si no te parece, olvidamos esta línea =)
Oh Betty, me hace mucha mas ilusión que te guste a ti que al resto de invitados, trabajas como la que mas y eres mi mejor juez, dijo el cocinero con una amplia sonrisa en el rostro, inmediatamente en uno de los bancos de la cocina puso un mantel, copas ,cubiertos, incluso vajilla de la buena y la invitó a sentar.
Ya a trabajado usted muchísimo por hoy Señorita…, le dice con tono cariñoso y amable, si no fuera por ella la cocina no funcionaria, ya que recibe las comandas y las sirve, por eso cuando puede el cocinero siempre tiene un buen detalle.
Toma la mano de la muchacha y la sienta en su rincón de la cocina, Señorita ya sabe que va a tomar de primero….
Al dia siguiente de la fiesta de inaguracion, Samantha desayuno un cafe negro pequeño. Como para quitarse rapidamente el cansancio que podia llevar encima. No habia bebido mucho, ni se habia quedado hasta tarde tampoco, probablemente habia sido, de entre los mas jovenes de los invitados, la primera en irse.
Basicamente habia ido por una cuestion protocolar. Conocer compañeros de trabajo en un ambiente distinto, personajes importantes del lugar y asi como profesores y estudiosos, de diferentes procedencias y ambiciones. Catalogar objetos antiguos, abarcaban muchas categorias, y en ocaciones, tambien, personas.
Por lo que al finalizar el desyuno, saludo gentilmente a los presentes, pero enseguida se encamino al museo donde continuaria su apasionante labor.
Descuida Kane, tuvimos nuestras pertinentes presentaciones como corresponde. Y si, yo asumi lo mismo del profesor Johnson.
Se irguió como un palo en cuanto el señor Quatermass alzó la voz, pero su rápida corrección en su actitud le hizo relajarse ligeramente y dedicarle una cordial sonrisa.
Está bien, tomaré algo con usted, señor Quatermass. Pero pronto bajará la temperatura, así que después debería de abrigarse, no sería bueno coger frío en un lugar tan aislado ¿no le parece?
Le acompañó a tomar el desayuno, aunque ella tan sólo pidió un zumo de tomate, quizá le serviría para que la sensación de pesadez en la cabeza con la que se había levantado menguase. Cerró el libro para dejarlo para otro momento, era de mala educación.
Desde una de las esquinas, se escucho un ligero sonido que dio paso a una nube de humo, lo que atrajo las pocas miradas interesados sobre aquel extraño fenómeno, para mostrar la entrada triunfal de Richard Pitchford, el mago que dio su ultima y exitosa actuación de temporada en ese mismo lugar, el cual lo dejaría aislado durante el invierno, un lugar idílico para unas merecidas vacaciones.
-Gracias señores y señoritas, muy amable.-Se inclino aun vistiendo su capa de la noche anterior y se dirigió a uno de esos cómodos sillones, que ya habían probado sus posaderas, en pos de relajarse y dejarse llevar por el ambiente calmada.
Con una sonrisa en su labio poblado, busco una bajara de cartas en su frac las cuales pasaba de mano en mano, de una a una, simplemente haciendo una leve presión en el taco de cartas. Observando a los presentes, tan dispares como deliciosos.
Después de su café y algo mas despejada camino por la amplia sala donde habían sillones que parecían ser muy cómodos pues alguien ya había dado su primera cabezada para probarlos; junto al ventanal divisó una mesa con dos sillas y las vistas daban a el lago de Clanmurk quizá allí me llegue algo de inspiración pensó mientras se sentaba y cruzaba sus largas piernas. Aquella mañana se había puesto un vestido rojo por encima de la rodilla mas valía que se fijaran en sus piernas que en su cara con resaca.
Abrió su bloc de notas leyó las ultimas, se encendió un cigarrillo y contempló el inmenso lago.
Caminando con la vista al lago a su derecha, Milos meditaba acerca de su trabajo, planeando lo que habría de venir en los próximos días. La pequeña aldea ya había cobrado vida y no sería mala idea ir por un café para ir tomando rumbo. Aunque ahora, estaba mas obsesionado en el lago y las posibilidades que le daban con el uso de aquellas bobinas tesla que había solicitado*. Solo necesitaría algo de ayuda y locura para que sus experimentos rindiesen el éxito deseado, aunque ante aquellas posibilidades, cualquier resultado practicante habría de ser exitoso.
* He considerado que las boninas o al menos algunas de ellas, eran para mi.