Esta mañana el recuento sale favorable, no murió nadie ayer. ¿A que se debe? ¿Alguien esta jugando con vosotros? ¿De alguna forma se ha evitado el ataque nocturno? No sabéis que ha pasado pero una mirada al exterior de clanmurk os revela que un terrible mal esta despertando sobre este lugar y que pronto una terrible forma puede destruir este lugar, y el resto del mundo también. No, esta pesadilla aún no ha acabado pero ahora que sois tan pocos confiáis en poder identificar durante esta ronda a quien esta causando tanto mal.
No muere nadie durante el turno nocturno pero la partida no ha acabado aún. ¡Voten!
Despertó. Ningún muerto.
Puso ambas manos a los lados de su cintura, con un mohín de enojo, mirando a los presentes.
¿Y bien? Ninguna muerte, pero creo que esto no ha terminado. ¿Alguien tiene algo que decir?
Perdón por lo escueto del post, me falta tiempo.
El técnico pudo por fin dar un respiro, aquella mañana, después de comprobar que su cabeza seguía pegada a su cuello y que no se encontraba en medio de un circulo de fuego a punto de devorarlo. O'Mally se dispuso a charlar sobre la buena nueva y la posibilidad de que todo estuviese ya solucionado. Sus labios dibujaban una leve sonrisa y estaba a punto de cantar albricias cuando la señorita Hansen lanzaba un cubo de agua fría sobre el ánimo de todos. –Pues, es que, yo, yo estaba por decir que quizá hubiéramos encontrado a los asesinos, que por fin nuestra elección hubiese sido la correcta. Murmura en tono confuso, una mezcla de alegría y duda.
Quedan al menos dos traidores, si pudieron acabar con el señor Smith. Aún suponiendo que una de ellas fuese la señorita Nimri, sigue quedando uno más. Al menos. Pero me atrevería a decir que aún quedan dos. Y aunque el señor Smith me advirtió contra usted... hoy me dejaré guiar por mi intuición. E iré contra el señor Baltasar. Sólo espero que con esto terminen las muertes... que bastante pesarán sobre nuestras conciencias.
La votación termina de nuevo en empate, esta vez los acusados son Dorothy Hansen y Morgan O´Mally. Será necesaria una segunda votación para desempatar, sino moriran los dos.
¿En serio?
No daba crédito a lo que estaba viendo, a lo que estaba sucediendo.
He hablado, he ayudado a cazar a dos traidores... ¿Y ahora todos os calláis y me votáis? No sé siquiera si merece la pena el esfuerzo...
Realmente aquel palo había conseguido desanimarla.
Diganme, al menos, sus motivos.
Dijo, mirando a los dos que habían decidido ir en su contra.
Aquel día el arqueólogo se la había pasado durmiendo. Las emociones acumuladas habían sido demasiadas para el cuerpo avejentado del doctor por lo que recién había vuelto en sí luego de que se produjera la votación de esa jornada. Y el resultado lo había dejado pasmado. Evidentemente aquellos dos que acusaban sin fundamento a la señorita Hansen se traían algo entre manos.
-Señorita Hansen, cuanto lo siento. Yo confío en usted, como bien ha señalado fue una de las pocas mujeres que se atrevió a dar la cara y expresar una opinión. No entiendo qué es lo que han visto el señor Duro y O'Mally para acusarla así. Sería bueno que fundamentaran su voto pues hasta el momento sólo lucen más sospechosos.
-Bueno, señorita Hansen, es cierto que ha expresado su opinión repetidas veces y en algunas ha acertado, más también me acuso a mí y de forma repetida al señor Quatermas, por lo que no están sus manos plenamente limpias.
Sinceramente, dado que ya me señalo en su momento y lo ha vuelto a hacer de forma constante, no veo porque no habría de defenderme señalándola, cosa que no entiendo porque le sorprende cuando ya lo he hecho con anterioridad.-Asiento afirmando mis palabras mientras examino a Dorothy, que espera saber si vivirá.
-Bueno, señorita Hansen, mirelo desde esta perspectiva, su muerte será rápida, algo alentador y si resultará inocente, bueno, seguro que Jeremiah decide cobrarse su venganza, aunque en lo que parece no haber caído es que también ha ligado su futuro al suyo...
Por desgracia...
Pese a todo, probablemente se salve en esta nueva votación aunque ya le digo, yo le acuso, y os animo a hacer lo mismo...
Mientras que las palabras de Johnson la alentaron y abrió la boca para responder, las siguientes palabras de Juan Duro consiguieron que desviase su atención, incluso que se enojase.
Mire, señor Duro, sólo le voté el primer día, mientras que usted lleva haciéndolo los últimos días, y no me he quejado. Dije que no me fiaba de usted, pero que pensaba que no era un sectario de esos... confié en la hipótesis que dió el señor McQueen y lo dije en voz alta, así que no sé por qué insiste en que yo le acuso constantemente.
Replicó con dureza, si había algo que odiaba eran las mentiras, de hecho...
Las mentiras son un arma de los asesinos, al igual que lo es el silencio. Y en cuanto al señor Quatermass, en su momento dije que estaba convencida de que uno de los dos, o él o la señorita Fletcher, eran traidores, y no me equivoqué. No he dicho que sea una santa, pero sí que no soy una sectaria. Cada vez quedan menos inocentes, así que no venga escudándose en que mi muerte será algo alentador, por que sólo inclinará la balanza hacia los traidores.
En un acto reflejo O'Mally intenta remojar los labios con la lengua, sin embargo la inminencia de su muerte le ha secado hasta el cogote, las palabras se atoran en su mente mientras el propio Johnson le señala. –La he señalado Señorita Hansen porque Usted misma me ha señalado sin motivo alguno. Alcanza a decir el técnico.
–Poniendo como excusa que el propio McQueen me había señalado como sospechoso, ¿pero quién respalda sus palabras?, él ya está muerto. Casi grita el nervioso empleado, a quien la inminencia de su muerte le aterra más de lo que el mismo se hubiera imaginado.
–Oh claro, Johnson la respalda. ¡Porque yo mismo le he votado en diversas ocasiones, él como ninguno de los que actualmente seguimos con vida, ha tenido contacto con las extrañas culturas adoradoras de demonios! Enseguida se lleva las manos a la cabeza y agrega aún más nervioso, tal como en los primeros días cuando la muerte les caía en la oscuridad de la noche.
–Además, es usted la que nos urge a continuar votando, no veo por qué tanto ahínco en seguir matando gente, sí parece que hemos acabado con todos los asesinos. ¡Por Dios, debemos detenernos! Grita. –Pero parece que no será posible mientras usted quiera seguirnos matando. Concluye triste, resignado y bajando los ojos al piso.
Ahora es O'Mally quien cargaba contra ella, y sacudió lentamente la cabeza.
Al menos sus palabras me parecen más honestas. Compartía gremio con el señor McQueen y con la señorita Hamilton. El primero ha demostrado ser inocente mientras que la segunda ha demostrado ser culpable.
Explicó, intentando mantener la calma, aunque por cómo apretaba las manos estaba claro que le estaba costando más de lo deseado.
Sólo hablaba de la posibilidad de que nada de esto hubiese terminado. Yo no les obligué a votar, no fui uno por uno. Yo no quiero más muertes, pero no voy a quedarme callada mientras alguien cava la siguiente tumba.
O Mally sintiéndose acorralado comenzó a vociferar contra el arqueólogo. -Su falta de calma me demuestra que tiene algo que ocultar. Si usted fuera inocente, si no se sintiera acorralado, estaría tranquilo. La inocencia y la honestidad son mantos que protegen de las calumnias, como las que usted trata de arrojar sobre mí. Pero no crea que entraré en su juego. Yo sé que no soy uno de los asesinos y no pienso bajar los brazos hasta haber desenmascarado al resto de los cultistas.
La votación fue muy complicada, ambos acusados se defendieron pero el voto estaba muy repartido. Tanto que la votación acabo en empate, y por lo tanto ambos mueren.
Empieza el turno nocturno, en cuanto tenga las acciones nocturnas paso turno.
Aquello iba cada vez peor. Esta vez no sólo uno de los habitantes de Clanmuk había sido ajusticiado, si no dos. A este paso no quedaría nadie en pie.
Apesadumbrado por lo que había ocurrido, el arqueólogo decidió irse a dormir, poco podía descubrirse en lo que quedaba del día.
Esa noche cuando te diriges al cuarto de baño eres atacado por unos encapuchados, mueres en intensa agonía dentro de la bañera donde tu sangre se mezcla con tus heces.