Partida Rol por web

Lahareda sale a las calles para recorrer el camino sugerido por el enano.
La luna proyecta su luz sobre las calles de la ciudad humana, creando sobras movedizas sobre las paredes de los hogares.
Lahareda aprovecha esas sombras para ir deslizandose a salvo de miradas ajenas, confiando en su visión élfica los detalles a develar.

Camina durante un buen rato, guiada por el relato del enano, y puede corroborar que la primer aprte del recorrido será sencilla: varias calles abiertas, aunque de tierra, sin lugares como para hacer una emboscada. Esa es la parte del Mercado.
Llegando al puente, la cosa cambia: las casas se apilan unas sobre otras, y pequeños fuegos iluminan el lugar, provenientes de basura que algun que otro mendigo quema para asar una rata maloliente. Las oscuras figuras que se pueden ver son mucho mas amenazadoras que las pocas que circulaban por el mercado, y sus miradas estan teñidas de desesperacion y dolor. Y odio.
Un grito de niño asola la noche, sacudiendo un nervio de la elfa.

Esto no tiene nada que ver con mi mision... o tal vez si, el asunto sera indagar por esa calleja....

Oculta en las sombras, Lahareda saca su hacha, sabedora de la inutilidad del arco en combates cerrados, pega su espalda a las irregulares paredes y va avanzando lentamente hacia donde ha venido el sonido, evita la luz que salen de los ventanucos y aprovecha lo estrecho del pasadizo para ocultarse, sus pasos son sigilosos como de una sombra y su vision se adentra en las oscuridades de forma sobrenatural, los olores cobran otros sentidos y pasa a percibir el olor de las bestias pasiendo en el bosque esperando que ella salte...

Adentrandose en el siniestro pasadizo, con las sonbras moviendose por doquier, Lahareda se acerca paso a paso a la fuente del sonido. El grito se repite una vez mas, ahogado ahora. Pero logra reconocer de donde proviene: una casucha precaria a solo unos metros de donde está ella. Acercándose, puede ver a un humano de dimensiones extraordinarias, aporreando con una vara a un jovencito, el cual está atado a un poste, con la espalda al desnudo. En su boca tiene un atajo de harapos, no permitiendo que sus gritos huyan de su boca.
En la habitacion no puede verse nadie mas.

Pero... que es esoooo... Semejante grandote y ese pobre niño!!!

La elfa revisa la misera casucha rodeandola y tratando de encontrar un lugar donde inmiscuirse, sabe que no es parte de la mision pero no puede evitar que su corazon femenino se sienta oprimido al ver tal horroroso espectaculo...

Lahareda recorre la casilla, sin notar otro ingreso además de la entrada principal y un ventanuco estrecho. Podría pasar por este último, con un poco de esfuerzo. Ingresaría por lo que podría considerarse una cocina, solo separada del lugar en donde el niño está siendo atormentado por una puerta media derruida.

Ingresa a traves del ventanuco, y revisa de un vistazo la cocina. Aparentemente el lugar no es utilizado para vivir, por el estado de abandono. Un nuevo grito ahogado se escucha desde la otra habitación.

La elfa se deslizo hacia la puerta que daba a donde estaban torturando al niño y la abrio muy sigilosamente... ¿Y ahora que haria?... No sabia muy bien porque estaba alli, solo la piedad hacia el niño y la ira hacia el grandote le habian llevado hacia alli... Ahora no sabia que hacer...

Salir es suicida, si el tio grande se la toma conmigo no durare ni siquiera un asalto, quedarse es tonto, no me va la veta sadica... parece estupido pero lo correcto seria irse...Mejor me largo y de jo este follon, ademas aqui nadie me ha llamado, lo lamento chico...La suerte siempre decidira por ti por mas bien que lo pongas...

La Elfa sale de la casa tal como habia entrado.

Lahareda sale silenciosamente de la casucha, dejando los gritos apagados detrás. Al poco rato, no los escucha mas.

El recorrido de la elfa la lleva por los rincones mas oscuros de la ciudad. Bandidos, ladrones y mendigos, junto con otra ralea, se amontonan en casas de madera a lo largo del Pasaje de las Ratas, tal como lo llamó Barak. No hay muchas mas oportunidades de contemplar la miseria mas abiertamente que esta. Pero sabes que esto es una situacion comun en cada ciudad humana.

Lahareda ha visto tres lugares ideales para una emboscada: en esos lugares, el sendero se achica, y a los pocos pasos los pequeños espacios entre las amuchadas casas ofrecen pasadizos por los cuales los ladrones podrían huir facilmente. Pero estando alertas a esa posibilidad, pensó, los ayudaría a ellos: por los techso de las casas, no demasiados altos, podría escurrirse alguien ágil y seguir fácilmente a los ladrones sin demasiadas posibilidades de ser visto.

Con los datos contenidos en su mente la elfa retorna a la posada.