Partida Rol por web

Los ojos de Uriel quedaron fijos en el rostro del ángel cuando le hizo la pregunta.

-La que será mi decisión final y que me siga atando a la esencia de Yahveh. Puede que sea mi último aliento de humanidad, no lo sé, pero que el Señor me perdone mi yerro mis decisiones...

Sólo has recurrido una vez a nuestro pacto... aunque lo hecho ha sido deshecho. No sé si decir que es una fortuna... o una maldición. Aún te resta recurrir a mí dos veces. Pero antes...

El eco se pierde en la nada mientras la Muerte habla. Altiva, impertérrita, inmutable.

Tengo un mensaje para tí. No te diré si es de origen fiable o no, ni quién es la fuente, tan sólo el mensaje. Escucha bien: no lo repetiré. -un único segundo de silencio y prosigue- "Muéstrate ante mi. Puedes suponer quien soy, yo también quien eres. Demuéstralo, saca tu arma y clavala en el suelo para que lo confirme. Podemos ayudarnos."

¿Y bien?

Frunció el ceño al escuchar el mensaje, misterioso, como una cortina de humo y espejos.

- Quién es su sano juicio acudiría a la llamada pronunciada en la oscuridad y la intriga? quien quiera que me tienda su mano, que lo haga a la luz del Creador de Todas las Cosas. No escucharé a quien ni siquiera se revela antes. -Miró con más calma después al mensajero y exhaló un suspiro- Tú que ves desde otro plano todo lo que nos está pasando, que conoces quienes siembran destrucción y castigo a su paso y quien defiende la luz ¿realmente crees que saldremos con vida de este lugar? Largo tiempo que nos conocemos y jamás te lo he preguntado. ¿Vives? ¿es vida lo que hace que sigas guiando a las almas a su destino o es el trabajo de alguien que está al Otro Lado ya? Pese a considerarte aliado, e incluso amigo y confesor, jamás me atreví a preguntarte nada acerca de tí, pero este lugar ha sacado de mi emociones y sentimientos por los que antes me hubiera dejado llevar.

Escúchame, Uriel, y fíjate bien. Preguntas sobre mi Vida, sobre mi Muerte. Y te contaré sobre mí...

Las brumas comienzan a formar una capa, la capa se torna túnica, y con la misma, se cubre.

-Demasiado tiempo hace que no cambiaba delante de un hermano...

Son mis primeras palabras, una ligera sonrisa se puede entrever en la sombra que proyecta la capucha.

-Esta es mi historia, la historia de la Muerte. ¿Estás dispuesto a escucharla? ¿A asumir la responsabilidad del conocimiento...? Cuando todo termine, comprenderás mi misión... y te necesito para cumplirla. Por nuestro Pacto. Por el Amor. ¿Y bien?

Vuelvo a preguntar, esperando una respuesta.

Los ojos se abrieron en asombro y las cejas arquearon incrédulas. Boquiabierto observó a aquél que no se regía por la jerarquía y gozaba de su libertad.

-Azrael...Azarel. Ahora todo cobra sentido, más jamás creí que la libertad que te fue otorgada trajera consigo semejante carga, pero sí....las piezas encajan. Por un momento llegué a pensar que hubieras sido alguien que no se movía por la fuerza de la vida, hasta hubiera tratado de traerte a nuestro lado, pero veo que mis intenciones no eran más que reflejos en el agua. Quiero escucharte, Azrael. Cuéntame lo que en todas estas eras no hemos tenido tiempo para compartir.

Asiento lentamente con la cabeza.

-Ha llegado la hora de conocer.

Extendiendo mi mortecina mano la apoyo en su hombro, como un hermano lo haría frente a un igual.

-Todo tiene su origen en los Primeros Días de la Creación, cuando la luz fue creada, apartando las tinieblas de la Creación... allí la conocí a Ella, radiante, sonriente, danzante entre destellos y sombras. Nos amamos al instante. Por aquel entonces yo no era la Muerte, era un sencillo Ejecutor de la escala más baja de la jerarquía, aunque eso me daba el tiempo necesario para poder estar con ella. La Muerte estaba al servicio del Anciano de los Días. Del Santo Padre.

Tras esas primeras palabras aguardo unos segundos para que pueda asimilarlo, comprender a lo que me refiero, pero incluso antes de que pueda replicar o preguntar, prosigo.

-Ella era todo felicidad, deslizándose por los lugares más oscuros para llevar unas chispas de luz que, de alimentarse, podrían tornarse auténticas estrellas. ¿Te imaginas lo especial que es eso? Yo lo ví... y te aseguro que he visto pocas cosas más hermosas que eso. Me sentía el ángel más afortunado a su lado. Entonces la Muerte, mensajera del Supremo, me dio la tarea de exterminarla por orden de la Divina Voluntad. Me negué, ella era inocente... ¿Por qué habría de morir? Pero era la Voluntad. La Muerte escribió su nombre en su libreta... Y... Y... -hay un claro esfuerzo por contener las lágrimas- entre mis brazos ella... ella dió su último suspiro... y me regaló una chispa de Luz, un rincón de Sombra.

De nuevo el silencio, trago saliva, la dificultad para volver a recordar el momento, el revivirlo, el dolor, se hacen tan evidentes que resulta inútil intentar ocultarlo.

-Un sencillo Ejecutor... La misma Muerte, Su mensajera... Y un amargo adiós. No pude evitarlo, alcé mi arma, me abalancé sobre la Muerte, rompiendo la Jerarquía, adquiriendo mi Libertad y...

La capa se torna brumas conforme hablo.

Pagando el precio.

Guarda silencio, sus palabras se pierden en el vacío. Sus ojos le observan, cada movimiento.

Esta batalla sólo traerá condena, la victoria sólo traerá Su Voluntad... ¿Pero dónde queda nuestra libertad? ¿Acaso debemos de morir de rodillas? Prefiero existir de pié, brillar brevemente como un destello, que ser una sombra eternamente. ¿Te has fijado en ellos? Discuten, se asesinan sin pensar, solamente una llegó a la conclusión del autosacrificio por sus dudas morales... ¿Qué están haciendo con su libertad? ¿Luchar por exclavizarse de nuevo? Escúchame bien, por que no voy a repetirlo...

Jamás la Muerte había estado tan habladora, pero retira su mano, ahora, del hombro de Uriel, dejando en su lado la sensación del frío gélido y final.

Debo de hacer que todos vengan a mí, que conozcan, que aprendan... para poder seguir su curso natural. ¿Has visto las reacciones del Espejo? Los humanos dudan, tiemblan, se someten a nuestros consejos, buenos y malos, pese a que nuestras intenciones sean buenas. Es una señal: ahora somos libres. Podemos decidir. Puedes decidir. Si decides volver al lado del Anciano de los Días, volveré contigo, viejo amigo. Pero si decides estar a mi lado, si decides ayudarme... Juro por mí mismo que nadie te arrebatará tu libertad.

-Pero Azrael, yo.....yo no soy ni he sido jamás libre -negó con el ceño fruncido- fui creado por su propia voluntad y a Él me debo. A diferencia de los Hombres que ellos pueden elegir, yo me debo a unas cadenas, unas cadenas de luz y bienestar. Por eso me abstengo de mirar en el espejo, pues como el propio Creador hace, no debo interferir en su libre albedrío. 

Posó su mano en la de Azrael que descansaba en su propio hombro.

-Lamento no gozar del arrojo que demostraste en su momento, pero mi único cometido aquí es terminar con las mentiras de Lucero y volver a la defensa del reino de Yahveh. Ése es mi lugar, hermano..

Las brumas se tornan capa en apenas un instante antes de que Uriel pose su mano en él.

Agacho lentamente la cabeza.

-Está... bien. Pero en verdad te digo que ahora tienes una oportunidad que a mí no me fué brindada. Si mi existencia fuese un error... ¿Acaso no debería de haber dejado de existir ya? No... No importa. Si tú deseas volver a su lado... lo haré, por el viejo Pacto, por nuestra unión, pero permíteme decirte que no sólo el hermano Lucero trae consigo mentiras y desdichas. Si acabamos con el mal... ¿Qué sucederá con el bien? Es algo que ella me enseñó. El uno necesita al otro. Y cuando el uno deja de existir, el otro terminará por perecer... o nacerá una nueva contraparte. Soy la Muerte, yo lo comprendo, yo lo soy. Si erradicas la oscuridad, debes de erradicar la luz, para así bailar entre sombras y destellos.

Tras estas palabras, suspiro con cierto aire de nostalgia al pensar en ella otra vez.

-Tal vez haya fracasado... nuevamente. Por cierto -comento, más casual que causal-, el hermano Ylahiah te ha hecho la señal, él te mandó el mensaje, clavó su espada en el suelo... él comunica este lado con el otro, y yo le llevo las almas, por eso puedo comunicarme con él, pero él no sabe quién soy yo.

La melancolía que Azrael invocaba con sus palabras desapareció al mencionar a Ylahiah, ahora era la curiosidad quien predominaba la atención de Uriel.

-¿Ylahiah?....¿qué quería de mí o con qué propósito quería que me mostrara? Escapa a mi entendimiento en ocasiones y su temperamento hace estallar emociones que no deberían alterarse entre nosotros. Por cierto, tú que eres la muerte y te mueves entre ambos mundos, también lo haces entre ambos bandos para recoger la cosecha, tú debes conocer la verdadera identidad de aquellos que son demonios ¿me equivoco?

-Él sabe que hablo con otro, pero no sabe con quién, puedes estar tranquilo, hermano. Más bien, he de darte la razón... conozco a los demonios.

Frunció el ceño entonces mirándole, sintiendo una corriente de cosquilleo recorrer el cuerpo hasta los pies.

- Entonces díme quienes son con certeza y acabemos esto cuanto antes. Cuanto antes salgamos de este lugar, antes volverás a gozar de tu libertad y tus idas y venidas. Habrá paz entonces entre tanta discordia entre hermanos.

-No puedo, hermano. Creí habértelo dicho... y aunque volveré con el Santo Padre por tí, todo está mal... lo he visto. Deben de venir a mí. Deben de pasar por mí. Buenos y malos por igual. Demonios y ángeles. Han de morir. Además...

Suspiro.

-Está condenada ya. Morirá, con total probabilidad, al anochecer, salvo que tú la salves y luches por mí...

El tono de derrota resulta levemente perceptible a través de mis palabras.

-También voté por ella...

-Está bien, entonces... poco queda por hacer ya. Volveremos al lado del Hacedor de Todas las Cosas y buscaré otro momento en el que poder... demostrarle que no todo es blanco o negro.

-Hermano Uriel, es muy importante, escúchame. Esta muerte, la de la voz de todos, la del linchamiento... debes de anularla. Sé que puedes hacerlo. Hazlo, por favor. Si quieres seguir el camino de Dios, hágase con todo lo que tenemos.

Extrañado, le miró sin comprender.

-¿Por qué iba a hacer algo así,Azrael? Jofiel ha quedado patente que es el demonio que resta de este ardid. ¿Qué te inquieta de poner fin a nuestro Infierno? -tras observar a Jofiel por unos instantes, la mirada se tornó a Azrael de nuevo, hablandole en pensamientos- aquél amor del que hablaste, es ella, ¿verdad? Lilith...