Partida Rol por web

-En realidad, hermano... creo que no. Lilith era una humana... Mi enamorada era un ángel. Estoy ayudando a poner fin: estoy pidiendo que la purifiquen. Por eso pido que la salves, para minimizar las caídas. En verdad deseo cumplir mi cometido, pero has decidido caminar del lado del Santo Padre en lugar del mío, y yo te seguiré, aunque el Anciano de los Días esté ciego, corrupto, si es tu deseo, te seguiré.

Miró entonces a su compañero, aquél que siempre había estado ahí para ayudarle, escucharle e incluso cuidarle, pero el resto de la compañía había decidido y así Uriel también hizo incluso antes de que pronunciaran palabra. La esperanza de que Jofiel fuera Lilith llegó incluso a instarle a ir contracorriente, pero cuando su propia illusión se disipó, Uriel no fue capaz de negarle la ayuda a su hermano. Con vergüenza, se dió media vuelta mirando al suelo.

-Jofiel no morirá esta noche...

-Gracias.

Una sencilla palabra que nunca sonó tan sincera como ahora mismo. Y sin dudar, extiendo mis brazos en busca de abrazar a aquel que, ahora más que nunca, podía sentir como un hermano, como un igual.

-Me han... cambiado. Han borrado el dolor, pero no la experiencia.

Aclara Azrael con total tranquilidad.

-Han hecho que acepte su muerte... pero sigo sintiendo que deben de morir... en cualquier caso, hermano Uriel, aceptaré tu decisión. ¿Qué decides? ¿Exterminamos a los demonios y volvemos al cauce con el Anciano de los Días? ¿Los exterminamos a todos y forjamos nuestro propio destino? No hablo de exterminar sólo a los ángeles o los demonios, hablo de acabar definitivamente con esta guerra anciana, con el sufrimiento que reporta a la humanidad. Mostrar que la Libertad sí que existe.

-Esto ha ido demasiado lejos. Gisel ha muerto de forma muy innecesaria, Azrael. Una hermana murió cuando todos tenemos delante al demonio restante. De nada servirá exterminarnos, cuando tan solo somos una porción de nuestros mundos. Con nuestra muerte, otros seguirán la guerra eterna, es la ley de la vida, el Bien contra el Mal, y ni tú ni yo podremos acabar con esto, pero sí con esta situación en que vivimos. Jofiel debe morir antes de que se cobre otra muerte innecesaria, Azrael. No me pidas que aparte la mirada una vez más.

-Así será.

Asiento lentamente, aceptando las palabras de mi compañero.

-Pero lo que ha sucedido ha sido obra de alguien que no es un demonio. Medítalo.