- Mi mensaje...-
El silencio se alarga mientras rebusco las palabras más adecuadas. Al menos las que me parecen más adecuadas en este momento.
- Muéstrate ante mi. Puedes suponer quien soy, yo también quien eres. Demuéstralo, saca tu arma y clavala en el suelo para que lo confirme. Podemos ayudarnos. -
La danza entre tu reino y el de los vivos está comenzando a ser demasiado... abierta.
- Parece que demasiados de mis hermanos son capaces de regresar el alma de otro de nuevo a la vida. Me asusta que tampoco comprueben si merece la pena traer a uno y a otro... ¿Y si estamos devolviendo a la vida a uno de los traidores? De momento tenemos cierta convicción en que uno es el único que puebla la tierra de los muertos... Pero esto no acabara a este ritmo, tu trabajo no acabara.
Quizás...
Palabras que se pierden en el vacío.
- De nuevo van y vuelven. Aunque ahora hemos conseguido que un traidor de la cara... ¿Es justo que ahora que se arrepiente y ha sido purificado lo ejecutemos? - pregunte casi para mi. - Esta situación se vuelve más complicada por momentos....-
Sobre justicia e injusticia, sobre libertad y control, no es a mí a quien has de preguntar. Sigues el camino de Dios. Pero no el camino de la Muerte. Salvo que quieras cambiar eso...
Extiende su mano hacia él, mientras continúa hablando.
Quien está unido a mí desea que te muestres tú primero, no se mostrará ante quien se mueve en las sombras.
- Lo haré, me mostrare.-
Miro a los ojos de la Muerte (o donde deberían estar).
- ¿Me estas proponiendo algo con el camino de la Muerte?
Te propongo seguirme, aprender, cambiar. Eres libre, Ylahiah, por primera vez en mucho tiempo eres libre. Mi camino de justicia no es el mismo camino que el del Creador. Es una oferta, Ylahiah. Aceptarla, o no, depende únicamente de tí.
Extiende su mano hacia él, aguardando respuesta.
- Comprendo ambos mundos, ya que habito tanto con los vivos como con los muertos, y he sentido en numerosas ocasiones el sufrimiento que trae consigo la muerte, tanto para quien la sufre como para los allegados de este que se mantienen al otro lado. Ahora estoy viendo ese dolor en mis hermanos y no creo que me alegre el formar parte directa en la cosecha. Me hará sentirme más culpable aunque sepa que alguien deba hacerlo, aun sabiendo que es inevitable el sufrimiento.
Miro a un horizonte inexistente en este plano de nada.
- No se exactamente cual es la tarea que me querrías encomendar pero siento tener que informarte que posiblemente la decline. No quiero ser un portador de la guadaña. -
Como gustes, mi camino está destinado a seguir en solitario.
- Me temo que si. Siento que debas ser tu solo el que sobrelleve esa carga, pero yo no me veo capacitado.
Escruto la figura de la Muerte con paciencia, aunque las dudas y la frustración me reconcomían por dentro.
- Sabes que esa no era mi voluntad... - soné más hostil de lo que pretendía, pero que mi voluntad fuera cambiada para ejecutar a Gisiel y encima que se usara mi cuerpo para ello era algo que me empezaba a superar.
Yo sólo sé lo que escucho, Ylahiah. No te preocupes, cargaré con el destino yo sólo... hasta que llegue el momento.
Y de nuevo, silencio.
- Puede que las circunstancias me obliguen a aceptar tu oferta... ¿Qué me ofreces exactamente? ¿qué ganare?
El sendero de la Muerte es un cálido sendero solitario. El Bien y el Mal pugnan por controlarlo, por danzar conmigo, por evadirme. ¿Comprendes lo que quiero decir, Ylahiah?
- Si, lo comprendo. Estos días no han sido más que una muestra de ello. -