-¡Fuego!¡fuego!- Los gritos se extienden con rapidez desde algún punto al otro lado del Parque Ruina de Viajero. Las conversaciones cesan y todos, encabezados por Ternión (el sumo druida), corren en dirección a las llamas y el humo delator del lugar del incendio.
-Cuidad de ella- ordena el Sumo Druida a dos acólitos haciendo referencia a la pequeña criatura. Diraknian y tú os miráis. Tanto el resto de acólitos como los recién llegados soldados salen de la escena dirigiéndose al fuego.
Socar e Iraide avanzan hacia fuera ignorando el incendio. Cuando el grueso de soldados y druidas ha pasado en dirección al fuego, dos enfermos se alzan como resortes no muy lejos de donde estáis. Los reconocéis.
Quito las sábanas mugrientas lanzándolas a un lado. Mi mirada se cruza brevemente con los presentes, sosteniendo la de Hazir unos segundos. -Bah- niego con la cabeza y avanzo con paso firme hacia lo más profundo del Parque Ruina de Viajero.
-¡Eh!¡Oh!¡Ah! ¿Qué hacéis aquí?- pregunto caminando a saltitos tras el hombre de piel negra. -¡Venid!¡Venid con nosotros! No hay que dejar las cosas a medias.- Me he retrasado, corro tras Salahadin.
Sócar e Iraide salen por la puerta Norte, por un largo corredor medio derruido hacia un patio adoquinado en torno al cual crece una enorme hiedra (o varias), que se extienden sobre y entre la mampostería.
Salahadín y Cisco corren hacia lo más profundo del Parque. El lugar en el que yace un bebé de cabellos blancos y piel clara.
Hazir, Lyth e Yzlin. Uno, dos o los tres podéis decidir ir con Sócar a por Pain o ir con Salahadín y Cisco a no dejar nada a medias.
Volvéis a la estancia del bebé. Allí están dos acólitos velando por su seguridad. La criatura está serena, tranquila. Sigue ciega y muda por lo que no emite sonido alguno. A los dos encargados se les ve descompuestos con la preocupación en el rostro al no saber cómo manejar la situación.
Nickar va rápidamente junto a la pequeña, entre los dos acólitos, dejando que Diraknian* corra hacia las llamas con el resto.
*Por la ausencia de Diraknian y su alineamiento interpreto que va a ayudar con el incendio.
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-Es lo más parecido a un puto cumplido que he escuchado. Y estoy casi seguro que es lo más parecido a un cumplido que jamás has dicho. Jaja ¡Vamos a ver a la Leonada.- Así, ambos empezamos a descender hacia el Parque Ruina de Viajero donde la mayoría de moribundos y enfermos se apilan recibiendo los cuidados de los druidas.
Mientras bajamos vemos el humo. -Incendio- no puedo evitar mostrar una sonrisa. -¡Ah! Sí. Ya han empezado.- Comento con divertimento. -Un par de capullos afirman que una diosa se ha reencarnado y la ocultan ahí. Van a meter fuego al lugar como distracción para buscarla y reventarla. Una diosa blanca.- Añado despreocupado -No los creí. ¿La diosa cuyo poder nos tenía encerrados ahí abajo reencarnada en un bebé? Suena de locos pero si es así espero que tengan éxito. Por eso les dejé ir.-
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Las llamas. El fuego siempre ha sido un símbolo de limpieza y purificación, quizá más de un alma necesitaría arder y volver al polvo origen. Sócar e Iraide saliendo por la puerta del Norte, Salahadín y Cisco corriendo hacia lo más profundo del Parque seducidos por los siniestros llantos de un bebé, que más parecían los cánticos de una sirena llevando a los marineros hacía las puntiagudas rocas.
Sócar... ¿Qué debía hacer? Acaricié mi cabello y la serpiente cosquilleó mi muñeca, su piel fría aportaba más calor que el propio fuego. Miré de nuevo las dos elecciones, para finalmente ser fiel a mis promesas, ser fiel a mis amigos.
-Igual hasta sabes lo que haces- comenté en alto para mí misma mientras seguía los pasos de Sócar e Iraide dirección Norte.
Sigues a la pareja a cierta distancia. A través del corredor hacia un patio...
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La reprimenda fraternal de Yzlin, la risa feliz de Hazir... se sentía igual que cuando estaban en la Prisión. Ellos no habían cambiado nada y aquello inundaba su corazón de cierto alivio. Nickar antes también le había hecho saber que seguían siendo amigas, hermanas. Por culpa del Daño de Unrir, esa maldición que la Diosa de Arkhania había lanzado sobre todos ellos, Lythrai seguía sintiendo ese frío, e incluso esa crisis de fe a ratos también, a pesar de que su Diosa Shar no solo estaba más cerca de ella que nunca, sino que había visto dentro de ella y de su corazón, incluyendo sus dudas, y aún así no la había abandonado. Pero el Daño de Unrir... esa maldita otra presencia divina... Lythrai la notaba... influencíandola... también en sus compañeros...
Y tampoco ayudaba haber perdido al último de los Fonn'Aster que ella nombró: Socar Fonn'Aster había sido liberado de sus votos para nunca más regresar. Cuanto más miraba al nuevo Forjado, sus cambios físicos tan drásticos reflejaban también los de su mente. Poco quedaba y de Socar y mucho de máquina cada vez más. ¿Y ahora también iba a perder a Lanzed Fonn'Aster? ¿Iba a tener que elegir entre su familia de toda la vida, los Fonn'Aster, o la nueva familia que había forjado en la Prisión? ¡No! ¡No! ¡No! Tenían razón. Yz y Hazir tenían razón. ¿Por qué diantres elegir? Arkhania les había estado tratando de forzar a elegir bando una y otra y otra vez, y ellos tal vez sí que se asociaran con una u otra facción pero en última instancia siempre habían conformado una propia, su propio bando, ese que no tenía problema alguno en romper las reglas si hacía falta. Estaba siendo corta de miras... ¿por qué elegir, por qué no quedarse todo? Antes de despedirse Socar dijo que los Dioses forjan los destinos pero que una férrea voluntad mortal podía cambiarlos. ¿¡No era eso lo que habían estado haciendo!? ¡Sí, habían cambiado las cadenas de Arokham por las de Unrir, pero también se habían librado de las primeras cadenas antes de que volvieran a atarlos! Y habían hecho un logro del que pocos mortales podían presumir: ¡habían derrotado al Hecatónquiros! ¡Habían liberado a Dioses de la prisión de Arokham! ¡Habían sido una parte de las múltiples fuerzas que acabaron por destruir Arkhania!
Cerró los ojos por unos instantes. No tenía por qué elegir entre los Fonn'Aster y su nueva familia de presos. No tenía por qué elegir entre el color del mundo y la Oscuridad de Shar. ¡No tenía por qué elegir entre Hazir e Yz, restaurar a los Fonn'Aster, acabar con Unrir de una maldita vez y acabar con Pain de una maldita vez! Yzlin y Hazir ya se lo habían recordado uan vez más: ¡podían escogerlo todo! Una cosa a la vez, sí, por supuesto, pero tarde o temprano: ¡todo!
¿Qué haréis ahora? resonó la pregunta de Hazir.
"Tenéis razón... Hazir, Yzlin... tenéis razón." Abrió los ojos, su mirada ahora más decidida. Se acercó a Lanzed Fonn'Aster, le dedicó una sonrisa de reconciliación y sacó cierta insignia. La de General de los Fonn'Aster. Socar antaño también tuvo una de esas. "Ten. Esto es para ti. Llevo reservándote una desde que mis 'benefactores de Arkhania' me hicieron llegar estas insignias. ¿Fuiste tú, tío Lanz? Si nos hubieran dicho que algún día acabaría yo de General Maestre de la Orden... nos habríamos echado a reir ¿verdad?" carcajeó un poquito, pero la seriedad y el tono conciliador volvió a su rostro, mientras le colocaba la insignia al rakshasa. "No te haré elegir, Lanzed Fonn'Aster. En las familias no siempre hay unidad de pensamiento, pero eso no tiene por qué ser malo. Yo no quería elegir entre la magia y la espada y tú y mi tío fuisteis los únicos que me apoyásteis en ello. No cometeré el mismo error que mis padres. No te haré elegir. Ve con la Princesa si así lo deseas, y yo iré con ellos." señaló a Yzlin y Hazir. "Pero eso no significa en absoluto un adiós. Tengo una Orden que restaurar y tú siempre tendrás un sitio entre mis generales." dijo, dándole un par de golpecitos en la insignia.
"Y ahora... ¡el camino está claro!" le dijo a Hazir, señalando con el brazo hacia donde Yzlin ya estaba caminando. Lejos de Unrir, del maldito bebé, y en dirección a Socar y Pain. Tanto Hazir como Yzlin habían mostrado su deseo de acompañar a Socar en el objetivo de acabar con el traicionero Pain. ¡Y ella también lo quería! Un paso cada vez... pero al final, lo tendrían todo. ¿Habían Cisco y Salahadin corrido a matar al bebé Unrir... o habían ido a rescatarlo? Deseaba que fuera lo primero, aunque esperaba que fuera más bien lo segundo. No importaba. Además, era posible que Nickar estuviera allí, también, tratando de salvar a la criatura. No, no. El bebé podía y debía esperar. Sí, el fuego era una oportunidad de oro, pero Socar no podría acabar con Pain solo, por mucho que Iraide de Azur deseara un duelo justo. Ya trazarían un plan para acabar con Unrir más tarde. Con mucha suerte, Cisco y Salahadin acabarían con la criatura y todo...
"Es verdad, no podemos dejar las cosas a medias." rió Lythrai, por fin de vuelta aquella mirada vivaz y enérgica con la que Hazir e Yzlin la habían conocido. "Vamos acabar lo que debimos empezar hacía mucho. Vamos a matar a Pain de una vez."
Por fin de vuelta. ^__^ ¡Disculpad el retraso!
Por el turno de Lyth intuyo que Hazir también va hacia Socar. Así pues, continuáis aquí.