Presencia Feérica. Comenzando en el nivel 1 tu patrón te otorga la habilidad de proyectar la presencia seductora y aterrorizante de los feéricos. Como una acción, puedes forzar a cada criatura en un cubo de 10 pies adyacente ti, a que realice una tirada de salvación de Sabiduría contra la CD de tus conjuros de brujo. Las criaturas que fallen su tirada de salvación quedan hechizadas o asustadas por ti (a tu elección) hasta el final de tu siguiente turno.
Una vez que usas este rasgo, no puedes usarlo nuevamente hasta que finalices un descanso corto o prolongado.
DC 15 (ts sab) tu decides si se activa o no xD (intimidar ahuyentarlos)
En un rato hago post
Bubum ansiedad bubum ansiedad bubum... La tiflin miraba con cierta profundidad a los hombres y sus lobos, su pecho se movía pesadamente y sus colmillos asomaban en su boca entreabierta, sus ojos parecían brillar quizás humedecidos por la tensión, y parecía que les querían a ellas.
Con paso lento se movió frente a Ulfur dándole la espalda y mirando con cierta furia a quienes pretendían volver a secuestrarle, cansada de huir, agotada de caminar, molesta de parecer un maldito juguete.
- no soy un juguete... Ni una marioneta... ¿Porque no nos dejáis en paz? - tomó el puñal de Rorj, ofreciendo cierta cobertura al guía que ninguna culpa tenía. Sus ojos hervían con un brillo que acentuaba el color almendrado de los mismos. Podía escuchar el palpitar de su corazón, tan asustado como furioso, estaba cansada de ser llevada de un lado a otro por simple capricho de los demás, y parecía dispuesta a luchar. Se recogió el moño, cubriendo tal como Rorj le mostró su cuerno visible, una idea que nunca pensó y que sin embargo era realmente buena.
Échale un ojo a esto. Que casa a la perfección con esto:
Presencia Feérica. Comenzando en el nivel 1 tu patrón te otorga la habilidad de proyectar la presencia seductora y aterrorizante de los feéricos. Como una acción, puedes forzar a cada criatura en un cubo de 10 pies adyacente ti, a que realice una tirada de salvación de Sabiduría contra la CD de tus conjuros de brujo. Las criaturas que fallen su tirada de salvación quedan hechizadas o asustadas por ti (a tu elección) hasta el final de tu siguiente turno.
Una vez que usas este rasgo, no puedes usarlo nuevamente hasta que finalices un descanso corto o prolongado.
DC 15 (ts sab) tu decides si se activa o no xD (intimidar ahuyentarlos)
Pero no lo puedes usar aún porque aún no eres ni nivel 1 de brujo. :)
Estos soldados van a cogerte para provocar el pacto con un ser feérico y que siga dándoles información. Pero cometen dos errores. El primero es creer que podrían controlar al señor feérico que tengo pensado para ti. El segundo es creer que podrían controlarte a ti.
La secuencia de lo que va a ocurrir es:
Os atrapan a Aya y a ti (Úlfur queda libre)
Provocan el Pacto en ti (Obtienes brujo lvl 1)
Escapas con tu nuevo compañero.
Avancé presto, atendiendo a cualquier posible señal que pudiera delatar la posición de fuerzas de avanzadilla, dudaba de que pudieran dar con nosotros a tiempo si nos dábamos prisa en alcanzar el paso, la distancia a la que se encontraba el cuerpo principal del ejército me daba confianza en que nuestra mayor preocupación serían posibles puestos vigía de los hombres de Lokbar ya que aún estábamos en su terrenos. Rápido, más rápido, una pequeña columna de humo, que poco cuidadosos, los percibo no parecen más de cinco, serán fáciles de evitar, creo ver algo en la lejanía, entrecierro los ojos y agudizo mis sentidos para asegurarme de que...
"Mierda, maldito necio confiado." El pulso se me dispara, no tardo en comprender de lo que se trata y del error que he cometido, nunca debimos de haber tomado el camino directo, haber ocultado nuestro rastro y lo peor es que sabía que era lo que me había llevado a precipitarme de ese modo, nada tenía que ver con Aya o con Pandora si no con...
Parecen hablar entre ellos y dirigirse a nosotros, las quieren a ellas y parece que no pretenden quitarme de en medio mientras no les estorbe ¿Les preocupa cómo puedan reaccionar si me matan? Dudo que ninguna de las dos optase por quitarse la vida como represalia pero también puede que eso responda a un motivo más perverso ¿En verdad están tan confiados que quieren que corra la voz? Porque dudo que su manera de hacer responda a algún anticuado código de honor.
Cuento hasta seis, todos ellos bien equipados y con montura, prefiero hasta pasar por alto el tipo de bestias que cabalgan o el tipo de armas que blanden, la respuesta es clara, de las que matan. No me quedan trucos bajo la manga, alertar a los bárbaros nunca mejoraría esto, nunca llegarían a tiempo y, de hacerlo, no ganaríamos más que unos minutos previos a que nos alcanzasen de nuevo con mayor rabia.
Perjuro para mis adentros cien veces conforme encuentro cualquier salida distinta a la que nos ofrecen como una vía sin salida, nos tienen atrapados, bajo el arma y desvío la mirada en el momento justo en el que puedo vero como Pandora se adelanta e interpone ante mi, haciendo acopio de voluntad para dirigirse a los soldados, es valiente pero dudo que su coraje dure mucho más.
-Ten cuidado, vuestra única moneda de cambio ahora mismo son vuestras vidas y dudo que merezca la pena malgastarlas aquí.- Susurro tras bajar la mirada con gesto de derrota tratando de evitar que ellos vean como muevo los labios, sospecho que lo mismo daría si me oyeran pero está claro que no quieren perder tiempo, de lo contrario no hubieran silenciado a Aya tan bruscamente. -Si marcháis con ellos ahora juro que haré todo lo que esté en mi mano para liberaros y asegurarme que tras ello nunca os vuelvan a perseguir.- "...pues la única otra forma que veo de que dejes de ser una marioneta es que uses esa daga para cortar tus hilos." El oscuro pensamiento cruza mi mente, aunque no lo pronuncio por falta de tiempo y por el hecho de que ahora mismo es más que probable que sea la única salida real que nos quede distinta a la que nos estén forzando a tomar.
Casi pierdo todo el turno al enviarlo XD
La "transacción" fue pacífica. Hubo miradas duras más por el tono de Pandora que por el entendimiento de sus palabras. Aya obedeció y la ayudaron a montar en su caballo. Lo mismo hicieron con Pandora (con mayor o menor rudeza dependiendo de su disposición). Cómo si ya hubieran cumplido y no esperarán reprimendas por parte del explorador, giraron sus monturas lobunas y marcharon por dónde habíais venido.
Los ves marchar con un profundo sentimiento de impotencia pero algo atrae tu atención. Una sombra en la nieve que no debería estar ahí. En lo alto de un risco en la Llnde del sendero.
Estás seguro que no estaba ahí antes.
Cuando los lobos se marcharon, el bulto se movió y descendió.
Me muestro herguido, chamuscada y herido. El hombro me sigue sangrando. No me importa que aquel tipo extranjero me vea. Necesito llegar a ese campamento para terminar de tratar mis heridas con el equipo que tan cuidadosamente han dejado allí. Con suerte habrían dejado la comida y la bebida.
Lo veo separar en mí y mirar el sendero. -Las van a convertir- digo con desagrado -Funcionan como nuestras Leidand. Son grupos independientes con líderes que se esfuerzan en ser mejores que sus semejantes a ojos de los jarl. De sus superiores. Tienen chamanes que afectan a la mente de hombres y mujeres jóvenes que atrapan. La joven Pandora es uno de los perfiles que buscan. Tú y yo no. Desconozco para qué quieren a la otra.-
Comento al pasar por su lado. En el campamento no hay más comida que los conejos pero sí material de sutura con el que cerrar la herida del hombro.
Una vez que llegas a terreno conocido no tardas en aparecer en el campamento. El fuego está apagado y las cenizas esparcidas. Se nota que han recogido todo con prisa. Hay más huellas que parecen inspeccionar pero no hay signos de batalla ni sangre en las cercanías.
Tras reconocer el terreno pasas algunos minutos allí. Pensando en tu siguiente movimiento cuando escuchas un silbido a tu espalda. Te giras sobresaltado...
El silbido surte efecto. Aún estoy a cinco metros de él. Cuando lo reconozco destenso el arco y guardo la flecha. Lo miro de arriba abajo y se ve tan cansado como yo. Mi armadura aún tiene gotitas de sangre y barro que no he conseguido quitar. Ambos podemos ver en el cuerpo del otro que hemos tenido problemas. Inspiro hondo y agacho la cabeza. Me daba igual si a él le habían atacado los bandidos, los vikingos o las bestias salvajes de este jodido y frío lugar. -Estamos en el culo del mundo. Vienes solo por lo que creo que Aya no lo ha conseguido. El elfo tampoco. Sin Aya no hay pago así que nuestro trabajo aquí ha terminado y te necesito para volver- sonrío sin ganas. -Volvemos. ¿No?-
Ulfur os mira mientras os alejáis. Lo miras cuando tu caballo da la vuelta. Estás enmarcada por los brazos del soldado que te ayudó a subir a él. Su armadura, su forma de comportarse, su sudor. Todo en él te resulta exótico y no parece alterarse al verte de cerca.
Una sombra atrae tu atención. Arriba, lejos. Ellos la ignoran.
Cuando vuelves a mirar atrás, Ulfur ya no está.
El camino sigue varios kilómetros hasta que llegáis a un campamento peculiar donde lo primero que percibes es el intenso olor de incienso extraño y penetrante.
Seguimos aquí
-No.- Respondo sin tapujos y directo, regresar ahora supondría un viaje aún más largo y, por descontado, más arriesgado, me daba igual el pago, teníamos que dirigirnos al Paso. -Debemos ir al paso, no se con lo que te habrás luchado pero hay un ejército invasor desplegado en las lindes del mar de hielo y pronto cerrarán todas las salidas de la región, desconozco sus intenciones aunque puede que posea algo de información al respecto.- Señalo los pergaminos que tomé de la cabaña de Rørj -Retrocedí para saber si aún seguíais con vida y sacaros de aquí, deja todo lo que no sea imprescindible y aceleremos el paso, apenas quedan horas de sol y no tengo intención de hacer aquí la noche, eso sí, agradecería alguna prenda de abrigo.-
Ni doy más detalles ni se los pido, tendrán que esperar, al menos hasta que lleguemos a nuestro objetivo, una vez allí, los dioses proveerán, dudo que logre movilizar a una fuerza respetable por parte del reino de Prospero explicando lo que he visto al alguacil, ni si quiera tengo fe en los documentos substraídos, soy más de esperar que se rían en mi cara y aplaudan el saber que un enemigo tan inverosímil aplastará al otro restando crédito a la amenaza real que algo así pueda suponer hasta que esta se los eche encima. Maldita sea, prometí que las sacaría de allí y aún no se si tan siquiera podré mantener mi pescuezo intacto hasta el próximo amanecer, aunque hay otra duda que ronda mi mente, a qué se refería Rørj con lo de "convertir".
Raedric endureció la mirada pero no dijo nada. Asintió y se dejó llevar por el instinto. Miró el lugar donde había estado el campamento por si había quedado algo que pudieran usar. No es que rechazara la idea de Úlfur, más bien otro pensamiento más lúgubre comenzó a aflorar. Recordó sus días de cadete en las milicias de las guerras contra los bárbaros. El sentimiento de una región asediada, escabuyéndose entre los escombros de regiones marchitas y tierras aplastado por el paso de las tropas.
Úlfur y él fueron a buen paso. Llegaron a una intersección en la que debían decidir. El camino más corto al Paso Atalaya Vieja era atravesar Kjerem, las tierras de Ulvang Pastor de almas, por un sendero intermitente y de difícil tránsito entre montañas escarpadas durante cinco kilómetros. Luego llegarían al Camino del Fango Gris donde deberían girar a la izquierda para cruzar a Elfseir, las tierras de Elfström El Grande, adentrarse en el bosque Ulemkor bordeando el asentamiento bárbaro del mismo nombre e ir al sur.
Si querían pasar desapercibidos debían ajustar su paso para llegar al Asentamiento Blanco (el más al sur) para bordearlo en la noche. Su destino era el Paso Atalaya Vieja. Uno de los lugares donde, en el pasado, los hombres del antiguo rey se enfrentaron a los bárbaros por cuestión de territorio. Al menos, eso pensaba que haría Úlfur.
La otra opción era ir al Este, volver por donde hemos venido. Permaneciendo en la región en la que nos encontramos. Aquello suponía el riesgo de toparnos de nuevo con los verdugos de los bandidos. La Leidang de Lokbar.
-¿A dónde vamos?- le pregunté sumidos en un extraño silencio. Era como si aquella tierra fuera consciente de un golpe sin saber por dónde llegará.
"Y yo qué carajos se." No le permití a mis pensamientos tomar forma, ya la situación era lo suficientemente jodida como para andar dejándose atormentar por pesares, no quería regresar por el este, pues seguía teniendo bastante claro que la mejor opción estaba en el sur donde como mucho deberíamos evitar a patrullas en lugar de a ejércitos.
-Dirijámonos al sur, atravesando Kjerem, es nuestra mejor opción, o al menos la que pienso tomar, prefiero evitar patrullas y puestos de vigía que encontrarme con un contingente acorazado cerrándonos el paso.- Era todo lo que tenía que decir por el momento, además, se nos echaba el tiempo encima, las escasas horas de sol de aquella región sumadas a la inclinación del mismo por la estación me complicaban el usarlo como era debido para orientarme, amen de que la nieve tampoco hacía mi trabajo fácil, conocía la región pero no era nativo de la misma así que apurarse a dar con senderos y referencias fiables era lo que me quedaba y ahora estábamos demasiado alejados de todo aquello.
Sin demorarme más, cerré el abrigo y aceleré el paso, concentrándome en la mejor ruta de la que sabía para llegar al Camino del Fango Gris antes de girar al oeste. Me preguntaba con cual sería el primer impedimento que nos encontraríamos, más norteños, animales salvajes, más de aquellos exóticos jinetes de lobo o los problemas propios del frío y el hambre; al menos Raedrik había sabido guardar la compostura, no es que despertase mi simpatía, especialmente sabiendo lo que opinaba de... en fin, había que seguir y tenía que concentrarme en no perdernos.
Disculpa que se me fue la cabeza completamente, no me acordaba de que no había respondido en la escena, es más, estaba convencido de que ya lo había hecho.
Raedrick asintió y te siguió en silencio.
Los días pasaron eludiendo la presencia bárbara. En ocasiones con agilidad, otras os visteis obligados a aguardar durante horas al cobijo de escondites improvisados. Cuando divisaste el camino Fango Gris giraste sin llegar a él, recorriendo su serpenteante discurrir en paralelo.
Durante todo el trayecto advertiste que el ambiente había cambiado desde vuestra ida. Los lugareños estaban nerviosos y armados. Inevitablemente, las fronteras de Elseir estaban cerradas. Elfströn El Grande tomó precauciones.
El primer intento os condujo al Asentamiento Blanco. Al anochecer lo bordeasteis gracias al cobijo del bosque cercano pero en Atalaya Vieja habían construido barricadas y varios vigías custodiaban cualquier paso. Allí Raedrick tenía tanto conocimiento del terreno como tú pues antaño combatió contra los bárbaros bajo las órdenes del anterior rey. Eran otros tiempos, antes de convertirse en mercenario.
Vuestro segundo intento fue hacia Hendidura Cien Nevadas. Pero os atraparon en las ruinas de Doi, cerca de los Prados Blancos del Jarl.
Pese a la fama de brutalidad, no os mataron al momento ni os torturaron. Os ataron en las ruinas pero en ningún momento pudisteis decir que no os atendieron. Estabais inmovilizados junto al fuego, calientes. Al principio se rumoreó que el propio Elfström iría a interrogaros. Jamás llegó y allí pasasteis un par de semanas. En los últimos dos días sólo os dieron comida a la hora de almorzar. No tardó en aparecer Gunborg, líder de la Leidang que ocupaba aquellas tierras. Era un guerrero viejo y curtido de fuertes brazos y espesa barba canosa. Llevaba el cráneo rapado y lucía tantos símbolos tribales como cicatrices. Paseó hasta vuestras pertenencias que siempre habían estado allí, a la vista. El viejo bárbaro era consciente de que estábais ambrientos.
Movió la espada larga de Raedrick y cogió su cuchillo. -Sois soldados del sur- sentenció. Raedrick frunció el ceño. No era la forma habitual de iniciar un interrogatorio. Lo normal era empezar por los puños antes de pasar a los filos. -Han diezmado nuestras fuentes de alimento. Hace días que no nos llegan suministros.- Pensaba qué hacer con vosotros. -He visto muchos enemigos, he luchado en incontables batallas. Ojalá me equivoque pero lo que ha llegado del norte...- guardó silencio. -¿Aquello era temor en los ojos de un bárbaro?- no, era duda. Aquellos invasores amenazaban con mandar a todos ellos al Valhalla.
-Vamos a Yelm. Vendréis con nosotros.- El anciano os liberó, entregó vuestras armas y además os vistió con gruesas pieles, agua, piedras de afilar, mantas para pasar la noche y todo el equipo que pudierais necesitar, todo salvo comida. -En Yelm discutiremos y tras el cónclave de los Jarl volveréis al sur.-
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