Tu doble sombrío, Lanzed intentando protegeros, cegadora luz, estruendo, fuego, derrumbes...
Una infinidad de emociones te embriaga mientras revives flashes de los últimos años, desde que una vez te embarcaras presa en el Despeñapresos y, de pronto, silencio.
Silencio.
Silencio.
Un abismo de ausencia total. Nada. Solo el eco de las emociones desvaneciéndose, deshaciéndose, desligándose de una conciencia que perece, que desaparece. -¿Por qué sigues aquí?- Por qué mantienes tus recuerdos, tu conciencia, tu identidad.
Como un torrente todo regresa. Vuelven las emociones, vuelven tus sentidos, vuelves en ti.
El dolor por las quemaduras, el dolor de oídos por el estruendo y el intenso dolor de tu cuerpo al haber sido golpeado por la tremenda honda expansiva. Todo está ahí. Lacerando tu ser.
Sufres todos los daños de la explosión. No sé si estás cegada, sorda y aturdida. Por eso he dejado el turno aquí.
Estás a 15 PG.
Debes hacer el TS pertinente:
Los supervivientes deberán tener éxito en una tirada de salvación de fotaleza o quedarán cegadas, ensordecidas y aturdidas durante 10 minutos.
He puesto tu avatar en blanco y negro porque, a todos los efectos, para el resto de tus compañeros has perecido en la explosión o sepultada bajo una pila de escombros del corredor al derrumbarse.
¡Ah! y debiste perder tu arma estoque-arco mágicos porque no lo tienes contigo.
Oscuridad, silencio, dolor, fatiga, quemaduras. ¿Estaba muerta? ¿Estaba viva? Tenía los ojos abiertos pero no veía nada. Tampoco oía nada. ...¿Podía moverse? Recordaba... recordaba que había habido una gran explosión... sí, Socar Fonn'aster... o mejor dicho, Socar Ulthaborg... había literalmente explotado en mil pedazos, intentando llevarse a Pain consigo. ...¿Lo llegó a lograr? ¿Había muerto ella también? ¿No? Si estaba viva... ¿lo estaría entonces de seguro también el canalla de Pain? Pero no oía nada... no veía nada... intentó moverse, a pesar del dolor, porque necesitaba saber si había sobrevivido o... o...
...¿Y Hazir? ¿E Yzlin? ¿Habrían sobrevivido? ¿Habría podido salvarlos? ¿Y Lanzed? .... ...¿Y por qué se arrepentía ahora de haberles intentado salvar a ellos, y no a ella? Cuando una finalmente termina muerta, la perspectiva cambia... ¿no? ...No, no... no... No habría podido perdonárselo. No habría podido vivir sabiéndo que dejó morir a uno de los dos. Lanzed era un Rakshasha, ¿no? Si era un demonio, o un diablo, al morir... ¿no regresaría a su plano abisal-infernal? Pero en cambio Hazir e Yzlin ya no tenían ese lujo con Arokham destruida...
...No, no... No habría podido perdonárselo de haber actuado de otra manera. Estaba bien... todo estaba bien... logró salvar a Shar, logró salvarlos también a ellos dos, seguro... Y, y era mejor centrarse en lo que pudo lograr que lo que no pudo hacer, en todo lo pendiente... sobretodo si estaba muerta. Porque lo estaba, ¿no? Intentó toser, intentó moverse, palpar si podía... Si no había muerto... ¿estaría bajo unas rocas? Si no podía moverse, acabaría muriendo por las heridas... ¿podría quizá mover los dedos? ¿Hacer magia?...........
Motivo: Salvación Fortaleza Cegada/Aturdida
Tirada: 1d20
Resultado: 2(+11)=13 [2]
Alguien arrancó la pechera de tu armadura, adherida a la piel a causa del calor de la expolsión1, la aguja atravesó tu pecho directa al corazón. Un picotazo decidido, breve, rápido. Tus músculos se tensan cierras los puños, gritas mientras tus sentidos se despiertan envuelta en una gran agitación. Aquella sustancia no te sana lo más mínimo pero te mantiene con las emociones a flor de piel.
Enfocas tu mirada. El paisaje que te rodea es desolador, gritos, gruñidos, chasquidos y el sonido metálico de armas al chocar y romperse. El cielo es rojo, desagradable, de atmósfera pesada. Los edificios están destrozados y quemados.
Tu cuerpo está destrozado y sucio. Tienes las heridas y mugre de la explosión y el polvo. La armadura está destrozada.
Miras al frente y entonces la ves, te observa con sus pequeños pero agudos ojos anaranjados.
Motivo: Daño al arrancar la pechera de la armadura
Tirada: 1d4
Resultado: 2 [2]
1Estás a 13 puntos de daño.
-¿Es la diosa de la perdición pero no puede perder ni uno de sus seguidores?¿Qué has hecho diferente al resto?-Sostengo su mirada -Siete veces- pronuncio con mezcla de admiración y desprecio. -Es cuestión de tiempo que los enviados de tu diosa se abran paso para reclamar tu alma.- Niego con la cabeza suavemente, sonrío -Antes destruyo toda tu esencia que ceder un alma del abismo.-
Aguardo. La observo. -¿No lo entiendes? Pain murió y lo que surgió fue producto mío. Lleva almas suficientes para resistir cien años por lo menos. La explosión de ese forjado sólo redujo su poder 1/4.- Escupo la palabra forjado recordando que por su mano estoy aquí y no allí. Pero es cuestión de tiempo que Shikón mate a los seres suficientes para poder ganar mi regreso.
Todo, TODO lo que Shikon mate termina aquí. O casi todo, las almas de los forjados se comportan de forma extraña.- Dejo caer el trozo de armadura que he arrancado y con un gesto de la mano despido al ser con cola de escorpión que clavó el aguijón en su pecho para despertar su atención.
-Este es tu último día de existencia. Desintegraré tu alma.- Prometo. Bajo los escalones haciendo crujir los huesos que piso -Oh, quizá haya otra opción- acaricio la barbilla de la joven Lythi y me excito con su mirada de odio. -Tengo una propuesta- me relamo -General Fonn'Aster ¿Eh? ¿Cuántas vidas segarás si te devuelvo al lugar del que provienes.- sonrío con maldad -Yo gano, tu ganas, Shar vuelve a tener a su "lo que seas" correteando por ahí. Todos tenemos lo que queremos. Si cumples, liberaré tu esencia anclada a este lugar y te dejaré marchar para que, cuando mueras, regreses al seno de la perniciosa Shar.- Me encojo de hombros -Si aún sigues siendo digna a sus ojos, claro- sonrío con todas la esperanza de que no sea así.
Extiendo los brazos -Eres fuerte, estás llenas de ira, sexo y sangre. Si Shar te repudiara te recibiré con los brazos abiertos para toda la eternidad-
Un dolor horrible mientras arrancaban de su pecho un trozo de armadura que se había quedado pegado a su piel por el calor. Un nuevo dolor punzante seguido de algún tipo de estimulante inyectado sobre su pecho, devolviéndole la alerta y eliminando por completo su entumecimiento y aturdimiento. Un cielo rojo y tormentoso, un aire entre metálico y viciado. Gritos, gruñidos, armas chocando... edificios derruídos... ...¿Seguía en la superficie, los restos de Arkhania? ¿Era esto el cómo había quedado todo tras la tremendísima explosión que casi la mata? ...¿O por el contrario había muerto y este era uno de los nueve infiernos, o el abismo de los demonios? Una mujer con voz melosa, cuernos y ojos antinaturales. El olor a fuego y azufre. El colgante de detección demoníaca ahora negro, negro como el ébano. Sí... había maldad demonía cerca, así que debía estar en el abismo o en el infierno...
¿Siete veces? ¿Esas eran las veces que había muerto? ¿Tantas? Cuando eres presa en Arokham terminas perdiendo la cuenta. Se veía que era cuestión de tiempo acabar aquí, entonces, siete vidas tiene un gato, nueve según quién preguntes. Si llegó a tener nueve las otras dos las gastó tratando de salvar a Yzlin y a Hazir de la explosión. ¡No, no! ¡Salvándoles! Los había antepuesto a su propia supervivencia, y por una lado se arrepentía y por el otro, una vez más, se recordaba que no habría podido perdonarse no haberles salvado.
La armadura había absorbido la mayor parte del impacto, destrozándose por completo. Su querida armadura de la Orden Fonn'Aster, su querida armadura engalonada con cristales oscuros de Shar. Su protección agotada en el último esfuerzo de resistir la explosión, protegiéndola a ella y sus objetos mágicos. La Insignia de los Fonn'Aster cayó al suelo junto al trozo de peto que la mujer tiró al suelo. Lyth de inmediato se arrodilló para recoger la insignia. Siéndole muy fácil a la demonio entonces levantarle la barbilla con el dedo con aires de superioridad. -¿General Fonn'Aster, eh? -inquirió al ver cómo Lyth se aferraba a la insignia, la magia de la misma curando levemente, muy levemente, algunas de sus heridas más graves.
¿Dónde había visto a esta mujer antes? No vestía igual, no hablaba igual, pero se parecía muchísimo a la súcubo que mandó a los Tannar'Uk a matarles allá en Arokham. Como la otra, como todas las súcubos, esta mujer tenía carisma y hacía sonar su aberrante oferta como tentadora. La oportunidad de resucitar. Un pacto que beneficiaría a todos. Lythrai viviría de nuevo, para seguir sirviendo a Shar, para reencontrarse con Yzlin, Hazir, Nickar, Lanzed y Gris. Para hacer todas esas cosas que todavía tenía pendientes. Y por su parte la súcubo, que ni siquiera se había dignado a presentarse, conseguiría las almas de todas las vidas que el filo y la magia de Lythrai arrebatasen. Y no solo eso sino que no habría letra pequeña: si volvía a morir el alma de Lythrai no volvería a desviar su camino atraída al abismo ni a los infiernos, sino que podría marchar, al fin, con Shar. Y aún más, si la 'perniciosa' Shar la repudiase, todavía tendría un sitio en los cálidos brazos de esa mujer demonio, encontrando un paraíso de placer: calor, ira, sexo y sangre, lejos del frío gélido de la Luz de Unrir que tanto detestaba, lejos del frío incoloro de la Oscuridad de Shar que tanto temía...
.....................
"¡Y un cuerno! ¡Me niego!" contestó de sopetón, levantándose, encarándola y apretando los dientes de la ira. "¡Como Arkhania, intentas ponerme una correa de cadenas para que sea tu esclava, disfrazándolas de regalos y oportunidades! ¡Como Unrir, intentas poner tu nombre en mi alma, para influenciarme, para quedártela! ¡Pero yo soy Layldara, y solo sirvo a Shar y a mi misma! ¡Yo soy Lythrai Fonn'Aster, y mis cadenas con los Fonn'Aster y allegados no son correa que frena sino cota de malla que salvaguarda! ¡¡Ni tú, ni Unrir ni la muerte me arrebataréis lo que soy!! ¡¡Quién soy!!"
Allá en la Universidad, Esderian le preguntó: ¿Quién eres? Allá en la superficie, poco antes de la explosión, Hazir e Yzlin le preguntaron también: ¿Quién eres? Porque ella siempre, siempre dudaba, empequeñeciéndose, Y las dos veces la respuesta surgió de toda su corazón. ¡¡Ella era Layldara, la Princesa Oscura!! ¡¡Ella era Lythrai, la Fonn'Aster!! ¡¡Y nada ni nadie la harían olvidarlo nunca más!!
En un arrebato irreflexivo así pues contestó, se quitó el cinturón de viales pequeños antidemonios que Hazir le había dado hacía tiempo y lo lanzó sobre Daxherina. Si estaba en la superficie y la criatura tratando de engañarla... tal vez lograría expulsarla. Por el contrario parecía más bien que estaba en el Abismo o alguno de los Nueve Infiernos, con mucha suerte los viales tan sólo servirían para aturdirla. En dicho caso habría cometido una estupidez, una no menos estúpida que rechazarle a una poderosa demonio en sus dominios la oportunidad de oro de regresar a la vida con un coste tan razonable. Sí, a una demonio que dijo era capaz de desintegrar su alma sin más y Lythrai bien sabía que los demonios y diablos bien capaces eran de hacer eso y cosas peores. Y todo eso sin contar lar heridas de Lyth, y lo desarmada que estaba. Fue una locura. Pero prefería ver su alma desintegrarse a tener ahora una nueva dueña aún por encima de la propia Unrir, que como parásito todavía sentía, anclada en posesión compartida de su alma donde sólo y únicamente debería estar Shar.
Motivo: Insignia General Maestre: Curarme
Tirada: 3d8
Resultado: 2(+6)=8, 3(+6)=9, 3(+6)=9 (Suma: 26)
-Acción gratis: Usar Insignia de General Fonn'Aster para curarme un poquito. El +6 se suma solo una vez que yo sepa, como todos los modificadores, así que no me curo 26 PG sino 2+3+3+6= 14 PG. Es algo. XD
-Acción: Lanzar todos mis Viales de Censura sobre la súcubo sexy. Ò___Ó
En cuanto se aseguró de que Lythrai estaba bien, sacó de su mochila un cinturón como el que llevaba, lleno de frascos también.
-Ten, los pequeños son viales para censurar demonios. Si se lo lanzas o lo rompes cerca de uno se quedará aturdido o será expulsado. El grande es un vial de aceite para un arma, si lo untas mejorará ese arma contra los demonios.
Me alzo erguida y extiendo mis alas -Osas negar a la dueña de toda tu esencia. Osas negar a Daxherina, señora de...- los viales impactaron en mi cuerpo y con cada frasco roto sentía un martillazo hirviente que no hería mi cuerpo pero embotaba mi mente como jamás hube experimentado. Retrocedí, tropecé con los escalones, busqué el asiento en el que me encontraba pero sólo conseguí golpearme el rostro con su posabrazos de piedra negra. Sentí el ardor en el pómulo derecho mientras caía de espaldas y todo daba vueltas...
Entonces tu mente empezó a despejarse. No es que hubieras "muerto" siete veces. Es que al llegar al abismo te mantuvieron agonizante en el momento de la explosión para regocijo de los demonios, con tu cabeza descolocada, incapaz de recordar por la fuerza del impacto. Llevabas ya tiempo en aquel lugar.
Primero eras un alma atormentada como otra cualquiera. Pero ocurrió el primer intento de reclamarte. Seguido de un segundo que provocó que Daxherina se interesara por ti. Un tercero no tardó en llegar y te apartaron del resto. Quería proteger su tesoro, cuanto más insistía Shar más segura estaba de lo que valías. El resto de ataques reafirmaron la posición de la diosa e hizo que la súcubo urdiera un plan para ganar no entregar un alma del abismo (la peor derrota entre las filas de sus compañeros demonios), un pacto con el que ganaran todos, tú tendrías otra oportunidad en el reino mortal, Shar tendría a su paladina entre los vivos para infundir su palabra y Daxherina un puñado de almas más. Todos saldrían ganando por lo que bajó la guardia delante de sus almas torturadas, delante de demonios que la seguían, que la medían y la observaban.
Daxherina quedó tumbada. Poco a poco pero rápidamente recobraba el control de su mente y comenzó a gritar y reír de pura ira. -La de cosas que voy a hacerte...- masculla entre dientes apretados y risas mientras su mano se aferra en el mismo posabrazos con el que se golpeó. Su pómulo se hinchaba y un fino hilo de sangre cayó de su nariz.
Corre
Estaba hecho. Había declarado sus intenciones y rechazado aquel trato, prefiriendo ver su alma desintegrarse que tener una nueva dueña indeseada que añadir además de Unrir, donde sólo debería estar Shar. Había rechazado el quizás mejor trato que ningún demonio le ofrecería nunca, y además había lanzado todos los viales de censura encima a la criatura. ...Y evidentemente, la Demonio no fue expulsada. Porque estaban, efectivamente, en el Abismo, y no en el plano material. ¿Por qué le iban a ofrecer resucitar si no?
Así que... ¿ahora qué?
..."Uh oh."
Ahora estaba en medio de una corte de demonios que habían visto a su señora fracasar, y que si tomaban el poder no le ofrecerían mejor trato. Y aún si Daxherina conservaba el poder... con 'la de cosas que iba a hacerle', la súcubo no se estaba refiriendo precisamente a cosas agradables, ni siquiera placenteras, ni siquiera sexuales. Lythrai echó a correr con toda la velocidad a la que sus piernas pudieran llevarla, y sabía que no sería suficiente, así que conjuró además una Retirada Expeditiva. Había rechazado la generosa oferta de la demonio y ahora sólo quedaba la ira de una demonio muy cabreada capaz de exterminar su alma... ...¿O no? Siete intentos ya habían tenido de devorarla, pero Shar (y probablemente también la molesta y parásita Unrir) la habían protegido de ello. Pero siete vidas tiene un gato y como mucho nueve. No sabía a dónde huir pero sabía que tenía que huir. ¡A donde fuera!
Conjuro Retirada Expeditiva Rápida Y VAYA SI SALGO CORRIENDO.
1Trastabillaste y corriste. Tus piernas descendieron por una pequeña elevación no sin resentimiento ni quejas, enviando oleadas de dolor debido a que tus heridas por la explosión no han sanado. Por la periferia de tu campo de visión, a la izquierda, ves movimiento. Giras la mirada. Un demonio, feo, grande y fuerte, sostiene dos cadenas del tamaño de tu piernas, sonríe y las suelta. Dos perros enormes de constitución fuerte, con pelo corto de color óxido, manchas, dientes y lenguas negros como el hollín, te observan con ojos rojos y brillantes. Emprender la carrera tras de ti a sorprendente velocidad.
El primero no llega a darte alcance, pero el segundo, más ágil y veloz, salta sobre ti, te agachas y sus fauces se cierran con un chasquido a un centímetro de tu nuca. Gateas un par de pasos y sigues corriendo. Al alzar la vista tienes frente a ti un ser de apariencia humanoide, de cuerpo achaparrado e hinchado, prácticamente carente de vello, carne de aspecto pálido y malsano y una boca descuidada llena de pequeños dientes. Ves su garra describiendo un ataque alto, hacia tu cabeza. Apoyas la diestra y giras, sus puntiagudos dedos peinan tus cabellos. La inercia te hace trastabillar de nuevo. En el giro has visto a Daxherina alzar el vuelo en vertical, cogiendo altura.
Miras al frente para encontrarte con una criatura tan alta como un gigante, con un cuerpo ancho y musculoso. Sus cuatro brazos están terminados en armas naturales: dos provistos de garras y dos en pinzas poderosas. Su cabeza canina está coronada con cuernos, y su hocico gotea, cuajado de dientes afilados. Sus ojos tienen una mirada fría, oscura y penetrante característica, que da indicios de su astucia e inteligencia. Te clava la pinza, te zarandea y lanza.
Vuelas varios metros sólo para ver cómo caes sobre una atractiva mujer humana pero con seis brazos. Su mitad inferior no son piernas sino el cuerpo de una serpiente gigantesca, con anillos verdes y escamosos. Ves que sostiene una espada con cada brazo. Te observa intuyendo tu trayectoria y, en el último momento, te ensarta con una de ellas. Sientes su filo entrar por tu ingle derecha y salir por tu espalda dejándote caída hacia un lado. Así, torcida, os miráis. El dolor que sientes es atroz, pero ella no ha terminado. Utiliza su cola para, con un fuerte golpe, desempalarte.
Vuelas aún más que antes. Sientes el aire mientras tu conciencia se va desvaneciendo. Casi no notas el golpe. Ruedas por el suelo completamente destrozada.
2Despiertas boca arriba con el sabor de la sangre en la boca y un fino dolor que te atraviesa el cuerpo. Sientes pesados pasos que se acercan y, por instinto (porque si usaras la razón te quedarías ahí muerta) te levantas aún sintiendo los efectos de la velocidad en tu cuerpo. En el lugar en el que has caído hay una espada corta que no dudas en coger para intentar defenderte. Más demonios corren hacia tu dirección como niños en la plaza con un cuero nuevo. Tú eres el cuero.
Daxherina sobrevuela, tomándose su tiempo para descender. Sin embargo, un íncubo aterriza delante de ti. Con su bello rostro y su torso atlético al descubierto, los pantalones medio bajados dejando ver el inicio de las ingles. Tiene un florete en la mano. Te mira, mira que tienes una espada y abre los brazos invitándote a atacar su torso perfecto y atractivo.
Motivo: Ataque Can del infierno a tu nuca
Tirada: 1d20
Dificultad: 13+
Resultado: 2(+5)=7 (Fracaso) [2]
Motivo: Ataque Gibado
Tirada: 1d20
Dificultad: 13+
Resultado: 7(+4)=11 (Fracaso) [7]
Motivo: Ataque Glabrezu (Pinza)
Tirada: 1d20
Dificultad: 13+
Resultado: 9(+20)=29 (Exito) [9]
Motivo: Daño Glabrezu (Pinza)
Tirada: 2d8
Resultado: 8(+10)=18 [3, 5]
Motivo: Ataque Marilith
Tirada: 1d20
Dificultad: 13+
Resultado: 19(+25)=44 (Exito) [19]
Motivo: Ataque Marilith
Tirada: 2d6
Resultado: 9(+4)=13 [5, 4]
Motivo: Ataque Marilith (cola)
Tirada: 1d20
Dificultad: 13+
Resultado: 10(+22)=32 (Exito) [10]
Dato 1, tu armadura está destrozada. En lugar del +7 te da un bono de +3.
Tanda 1
15 + 14 = 29
El gibado te hace 18 puntos de daño (estás a 11)
El glabrezu te hace 18 puntos de daño (estás a -7)
La marilith te hace 13 puntos más al ensartarte (estás a -20) y no tiene sentido tirar el daño de la cola.
Tanda 2
Estás a 15 puntos de golpe.
Puedes seguir corriendo, intentando eludir los golpes. Alzar la espada y luchar. O correr haciendo las dos cosas.
Era claro que ni con la armadura en perfectas condiciones habría podido resistir tantos golpes, y de tamaña fuerza. ¡Estaba en el mismísimo nido de los demonios, por todos los dioses! Eso significaba que si, efectivamente, no iba a poder escapar tan fácilmente. Los demonios se turnaban en machacarla como si ella no fuera más que un pelele para los entrenamientos. Ni siquiera con la Retirada Expeditiva tuvo velocidad suficiente para evitarlos: eran muchos, y muy rápidos también. Oh, y podía ver cómo disfrutaban de la cacería. ¡Y de un juguete que no parecía romperse! Lythrai se levantó sorprendida de si misma, pero entendiendo rápidamente por qué diantres había sobrevivido a eso: ¡es que ya estaba muerta! Y hasta que no desintegraran su alma no pararían, si es que podían.
Si no había muerto era por la protección de Shar (y la entrometida Unrir) sobre ella, porque no se explicaba otro motivo. 'Morir' aquí en el abismo (¿por octava vez?) le enseñó varias cosas. Primero, que sí, tenía que seguir huyendo, pero al mismo tiempo no llegaría a ningún sitio porque ellos podían cazarla. Segundo, que su energía mágica gastada no se recuperaba tras la muerte. Eso significaba que la estaban agotando, y eso era malo, muy malo. Tercero, que no parecía poder invocar a su Doble Sombrío ni hacer ese truquito de hechizos rápidos, ya que aunque llamasen a la muerte descanso eterno no se sentía descansada en absoluto. ¡Y quinto y más importante! ¿Por qué Daxherina no la había cazado todavía? ¿Por qué bajaba tan lento, observante? ¡Aaaah... estaba dejando a sus cachorritos jugar! ¡Porque ya habían esperado lo suficiente y ahora, después del golpetazo de viales y la humillación, no le quedaba más remedio que ceder la presa a sus lacayos sedientos ¿eh?!
Tenía que pensar como un demonio. Al menos, por el momento. Tomó la espada, aceptó el desafío del íncubo. Si derrotaba a algunos demostraría que mordía. Ya con la humillación que le había hecho a Daxherina había subido en los... escalafones un poquito. No mucho quizás, pero lo suficiente como para que la consideraran una contendiente divertida. Quizá si seguía siendo divertida Daxherina no podría reclamarla y desintegrarla. Quizá luchar no era tan mala idea después de todo, siempre que supiera gestionar muy bien sus energías mágicas que poco a poco iban agotándose. Sí, sí, quizá cortar a ese apuesto íncubo fuera una buena idea. Uh. ...Solo esperaba que esta idea loca no fuera fruto de que se dejó influenciar por los demonios.
Por si acaso, mejor no descartar la huida todavía.
Eligiendo por el momento luchar, Lythrai se movió hacia el demonio íncubo para cortarle, y ya puestos, absorberle la esencia ella a él. ¡Oh, deliciosa ironía alimentarse de un íncubo en lugar de que él lo hiciera con ella! Debería habérsele ocurrido cuando Daexherina, a ver quién era la que llevaba los pantalones en la 'relación'. ¡Ja ja ja ja! Ay, sí, más le valía divertirse o reir porque... ¡¡nadie escapa del Abismo ni de los Nueve Infiernos!! Cuanto más conjuros gastase, menos herramientas le irían quedando para seguir huyendo, o luchando... ¡Pero por el momento, nada de preocuparse por eso! Estaba prácticamente en el Grosero de vuelta, en una pelea de taberna de todos contra todos, salvo que era todos contra la nueva. ¡Y si tenía que ganarse el respeto a base de tortas, lo haría! ...Y luego a seguir huyendo otra vez. Sí, sí. No era tan mal plan.
Motivo: Devoción Saber (Planos, demonios)
Tirada: 1d20
Resultado: 10(+13)=23 [10]
Motivo: ataque al demonio
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+9)=28 [19]
Motivo: Confirmar crítico
Tirada: 1d20
Resultado: 14(+9)=23 [14]
Motivo: Daño arma
Tirada: 1d6
Resultado: 4(+8)=12 [4]
Motivo: Daño canalizacion arcana
Tirada: 1d10
Resultado: 10(+6)=16 [10]
Motivo: Daño canalizacion arcana (bien puesto, que me equivoqué)
Tirada: 6d10
Resultado: 37 [10, 9, 1, 2, 7, 8]
Motivo: Daño Arcane Strike
Tirada: 3d4
Resultado: 7 [2, 3, 2]
-Activo Pericia en Combate para un -5 de ATQ a cambio de un +5 a la CA
23 en Knowledge Devotion --> +2 al daño y al ataque contra ajenos (demonios)
Activo Golpe Arcano consumiendo una ranura de nivel 3 (+3 al ataque y +3d4 al daño esta ronda)
Mi ataque total con arma es +16, no +12, olvidé sumar la fuerza al BAB. Asi que el ataque y la confirmación de critico serían con un 16-5+2= +13 en lugar de un +9
-------------
Ataco con canalización arcana (toque vampírico) + activar la dote Arcane Strike
Si el crítico acierta es (1d6[arma]+6[fuerza a dos manos]+2[knowledge devotion])x2[critico]+6d10[toque vampirico]+3d4[arcane strike].
Daño: (12+6+2)x2 +37+7 = ¡¡84 daños!!
¡Y recibo 37 PG temporales!
¡Y lanzo Invisibilidad Rápida (Acción rápida) justo después del ataque para mayor protección aún!
Se me acaban los recursos JAJAJAJA
El íncubo te subestimó. Cuando iniciaste el ataque el empezó el movimiento para esquivarlo pero rápidamente cambiaste el peso de pie y lo que iba a ser un tajo paralelo al suelo, con un giro de muñeca, rebanó el cuello del íncubo y, para sorpresa de muchos, salió por su nuca debido a la inercia de éste.
Un demonio que moría en el mundo mortal era desterrado al abismo durante milenios. El alma de un humano en el abismo no podía morir condenado a una agonía eterna por parte de sus opresores. Pero un demonio que moría en su plano era otra historia completamente diferente.
Los seres que te rodeaban dejaron de verte y rápidamente su atención pasó al moribundo. Saltaron sobre él, lo descuartizaron y se alimentaron de su carne.
-Bien hecho mercenaria- el cumplido provenía de arriba, de la súcubo que sobrevolaba por encima de tu cabeza. Sin embargo, lejos de ser halagador, su voz desprendía bilis. -Es cuestión de tiempo- alzó el vuelo cogiendo altura.
Para cuando te hiciste visible te encontrabas muy lejos, a las puertas de una enorme ciudad de muros negros. Los prados desolados eran un jardín de juegos para los demonios pero esa ciudad respiraba un ambiente distinto. El conjuro de invisibilidad expiro, Daxherina te vio en la lejanía e inició el descenso a por ti, rápida, muy rápida.
Corriste como nunca habías corrido pese al dolor, pese a la pesadez de tus piernas. Justo cuando la súcubo estaba a punto de llegar hasta ti, a asestar el golpe definitivo, a dos metros de ti cae a tierra con gracia, da dos pasos y se arrodilla delante de ti. Sigues retrocediendo y chocas contra un torso humano muy parecido al de Hazir pero al girarte ves a un demonio alto y oscuramente atractivo, con una brillante piel negra y destelleantes ojos verdes. Viste con ropajes regios, pero sus orejas ligeramente puntiagudas y sus colmillos amarillentos le señalan como el demonio que es. Lo que más te llama la atención son sus manos: tiene seis dedos negros en cada mano. -¿Qué está ocurriendo aquí?- pregunta con voz grave y aterciopelada, deseoso de saber a qué viene el revuelo percibido y por qué ha dejado de sentir uno de sus íncubos.
-¡Es esta alma!- responde Daxherina sin alzar la cabeza. El tipo, más alto que tú, inspira profundamente esperando más de la súcubo que, temerosa, alza la cabeza. -Shar reclama su alma. Ha intentado robárnosla siete veces. Es cuestión de tiempo que lo consiga. Intenté negociar con ella pero es terca como sólo los mortales pueden serlo. Le propuse liberarla en el plano mortal a cambio de almas pero se negó-
Si esas palabra alteraron al demonio de piel oscura, éste no dio muestras de ello. Sosegado y tranquilo habló -Hay humanos que no saben ver una oportunidad pero no creo que esta mujer sea una de esas. Quizá no te explicaste con claridad.- Cogí a la humana por los hombros y sostuve su mirada. -Shar sabe que puede llamar a mi puerta. Sería una delicia recibir su visita o la de uno de sus acólitos. Una aliada potencial en mis conquistas.
No, quien la busca de esa manera no es la diosa de la pérdida. La están usando para enemistarnos.-
La súcubo abrió mucho los ojos y asintió -Tu sabiduría es digna de admiración mi señor Graz'zt- soltó Daxherina con los dientes apretados. -Dime, alma mortal ¿Has tenido contacto reciente con alguna otra deidad?- su voz es atractiva, tranquila y conciliadora. Muy distinta a la voz de Daxherina.
Los demonios te han estado atosigando, atacando y matando (literalmente) desde que estás aquí. El cómo te trata éste es como un faro en la oscuridad. Lo opuesto a la actitud recibida hasta ahora.
Estás cansada y jadeante pero rápidamente tu cuerpo vuelve al estado en el que llegaste tras la explosión.
Con tus 15 puntos de golpe. Salvo reservas arcanas esas se agotan y en el plano del abismo no se puede descansar.
¡Lo consiguió! ¡Hirió lo suficiente al demonio como para que todos los demás demonios no pudieran resistir el olor a sangre y se lanzaran sobre él como bestias hambrientas. Había una nueva presa y ella había desaparecido con la invisibilidad. Rauda, a toda prisa se marchó de allí a la carrera de nuevo. Al parecer, pudo despistar a todos sus perseguidores... ¡todos menos la más peligrosa! Daxherina pudo encontrarla, y voló a toda velocidad a por ella. ¡Mierda! Y frente a Lyth, una enorma ciudad de altos muros negros. ¡Ya no había salida en esa dirección! Daxherina aterrizó y a los dos pasos se arrodilló. Eso significaba que había un demonio de rango y poder mayor al de ella enfrente pero antes de que Lyth pudiera darse cuenta de ello ya se chocó con él. Al girarse, vio sin lugar a dudas la criatura más atractiva que había visto en su vida, y eso que Daxherina y el íncubo de antes no tenían nada que envidiarle a los cuerpos mortales. Pero el magnetismo de este demonio no tenía parangón alguno. Su cuerpo, ropa, voz, mirada, gestos, porte y calma engañaban los sentidos de Lyth, haciéndola sentir que por fin estaba a salvo, que había encontrado un faro en la gran tormenta. Y su nombre, Graz'zt... ¿recordaba Lythrai quién era?1
Le hizo una pregunta a Daxherina y ésta le respondió, asegurando que Lythrai había armado todo ese jaleo solo porque sí. ¡Y no era así! ¡Bueno, no del todo al menos! Recibió un escalofrío cuando el demonio la agarró de los hombros, la miró con esos ojos verdes profundos y le dijo que como acólito de Shar era más que bienvenida, al igual que lo era su Diosa y que a fin de cuentas no tenían por qué ser enemigos. ¿No habían sido demonios los que atacaron Arkhania, siendo parte importante de su destrucción? ¿Y no era acaso Arkhania, y Unrir por tanto enemiga de ambos? De hecho, preguntó... ¿había tenido contacto reciente con alguna otra deidad?
Lythrai respondió con sinceridad. "Es...es la Diosa de Arkhania, Unrir... puedo sentirla como un parásito aferrado, ¡intentando influenciarme, cambiarme, hacerme dudar! Maldijo mi cuerpo y alma cuando liberé a Shar de su prisión, y me estuvo matando por dentro hasta que bebimos el agua del lago del que se dice nació... Y-y desde entonces la siento dentro de mí como una parásito... autoproclamándose dueña de mi destino cuando eso sólo nos corresponde a mi y a mi señora, Shar..."
Motivo: ¿Qué sabe Lythrai del Príncipe de la Oscuridad, Graz'zt, príncipe demonio del placer?
Tirada: 1d20
Resultado: 13(+13)=26 [13]
1He hecho tirada por si acaso pero digo yo que sí que lo sabe, es demasiado importante como para no conocerle JAJAJAJAJA <3
-¿Unrir? JA JA JA JA?- Respondo con una sonora carcajada -No tiene poder aquí. Tu maldición desapareció cuando moriste y tu alma quedó vinculada a este lugar. A nosotros. Para siempre.- Niego con la cabeza. -NO- digo tajante con semblante serio -¡Daxherina! Ve a reforzar la capa superior. Esta alma ha dejado clara sus lealtades. Servirá de alimento por última vez y dejará de existir. ¡YA!-
Graz'zt observa a la súcubo alzar el vuelo con el ceño fruncido y alejarse en silencio, lanzando miradas de desconcierto. -Ese alma le pertenece a la casa Ir'van. Graz'zt no debería arrebatársela- pero tampoco iba a discutir las órdenes de su señor.
Alzo la espada larga que rezuma ácido corrosivo, está ansiosa de probar carne. Mi rostro muestra la más sádica expresión. -Rebanarte el cuello y llevarte de los pelos favorecerá...- la espada desciende en un ataque imparable, silbando en el aire. Lyth recibirá el golpe de gracia que se convierte en...
...una cachetada más sonora que dolorosa. -¡En serio! ¡EN SERIO! ¡¡UNRIR!!- alzo los brazos al cielo de forma dramática -¿Crees que la Dama Blanca enviaría zarcillos de sombra a liberarte? Si fueras de los míos te eliminaría- agacho mi rostro poniéndolo a su altura. -Liberasteis al DON DE LA PERDICIÓN, tu diosa es la dama de la perdición ¿y crees que Unrir...?- Inspiro hondo -Tu única debilidad es que veneras a Shar.
Llevo viéndote sufrir todo este tiempo pero ya está bien. ¿Quieres seguir aquí más tiempo?- arrugo el gesto y sonrío -Dime, alma mortal ¿Has tenido contacto reciente con alguna otra deidad, mezquina, megalómana, centrada en si misma que se mantiene por encima de todas las demás deidades, con una inmensísima cantidad de seguidores, luz sacrílega de sol negro atrayente a los mortales hambrientos de poder como las polillas a una llama y los consume inexorablemente? ¡El único capaz de engañar al abismo...! ¡Ah! veo que comprendes.- Miro en varias direcciones, todos nos observan desde la lejanía con preguntas en la mirada, delicioso y excitante.
Pausado, tranquilo -¿Has tenido contacto recientemente con alguna deidad?- repito con una sonrisa orgullosa.
1He hecho tirada por si acaso pero digo yo que sí que lo sabe, es demasiado importante como para no conocerle JAJAJAJAJA <3
Lo conoces lo suficiente como para reconocer que aquella aparición tan oportuna es, cuanto menos, rara para él.
¿Cómo que cuando murió la maldición de Unrir se había ido? ¿Era eso cierto, u otra mentira? ¡Si era cierto, ¡¿por qué nadie se lo dijo antes?! ¿¡Por qué no lo notó ella misma!? Era una noticia maravillosa, pero estaba empañada por la terrible otra noticia que acababa de oir: iba a ser consumida y desintegrada de una vez. ¿¡Pero no decía que los acólitos de Shar eran bienvenidos!? ¡¿Tan rápido había cambiado de opinión?! ¡Qué propio de los demonios! ¡Pero había pensado que al menos estos tenían un mínimo de honor!
Se lo había buscado. Ni siquiera intentó huir, pues pensaba que ya no había salida. No contra un Príncipe Demoníaco, si ya la misma Daexherina la había puesto contra las cuerdas. Se preparó para recibir su última muerte con orgullo por haber salvado a Shar, y a Hazir, y a Yzlin, y alivio porque la maldita Unrir ya por fin no estaba con ella, o eso decían ellos...
"¡Ouch!" en lugar de la muerte lo que recibió es una bofetada y una exclamación exasperada. ¡Ay! ¡Vale que estaba como un tren pero eso no le daba derecho a pegarla! ¡Que ella no era de esas que son masocas! No, espera, ese no era el punto importante... ¿¡Por qué todos sus pensamientos iban en esa línea en ese momento!? ¡Céntrate, Lyth! ¡¿Por qué no la había matado?! ¿Decía que su única debilidad era que veneraba a Shar? ¿Cómo que la única? Habría entendido que le dijera que era débil, mortal, o tonta por no darse cuenta de que Unrir al fin ya no estaba metiendo las narices en su alma. ¿¡Pero adorar a Shar, una debilidad!? ¿Y no solo una, sino la única, entendida como la más importante de todas? ¿¡Por qué no podía hablar más claro!? Por segunda vez, ¿¡no acababa de decir que Shar y los suyos eran bienvenidos aquí!? ¡¿Entonces por qué eso era una debilidad?!
En cualquier caso el mismo Graz'zt tuvo que preguntarle retóricamente que quién era experto en meter mala saña, alguien que se centraba sólo en si mismo, que quemaba a todo el que se le acercara. De haber estado hablando de mortales, la respuesta evidente era Pain. Pero hablaba de Deidades, del Sol Negro, y eso sólo podía significar una cosa...
Y así, le volvió a repetir la pregunta. ¿Había tenido contacto crecientemente con alguna deidad?
"...Cyric."
Lo conoces lo suficiente como para reconocer que aquella aparición tan oportuna es, cuanto menos, rara para él.
Ooooh nooo, lo haces sonar como que no es él de verdad y es una ilusión o algo XD
Graz'zt se acercó hasta poner su rostro junto al tuyo, pareciere que iba a decir algo pero en lugar de ello sonrió. Cuando se apartó, no te habías movido pero no estas donde estabas.
-¿Qué es esto?-
Tus ropas siguen ensangrentadas allí donde los demonios hirieron tu cuerpo o donde la explosión impactó con mayor contundencia. De la armadura sólo quedan restos sobre los restos de tus prendas. No tienes armas y te duele todo el cuerpo.
-Es Lythrai-
Reconoces el terreno. El Parque Ruina de Viajero, completamente destrozado y abandonado. En silencio. Es de noche. Una noche cerrada y oscura sin luna en la que sólo distingues matices de blanco y negro.
-¿Qué hace aquí?-
Para cuando te quieres dar cuenta, estás sola. No hay nadie. Comienzas a andar por entre los escombros del Parque. Las plantas son troncos ennegrecidos, marchitos y podridos. Matorrales crecen arbitrariamente.
-Ella me liberó, saqué su alma del infierno.-
legas hasta la sala de los enfermos que sólo es un montículo de escombros. Perecieron sepultados y fueron enviados, como tu, a las Capas Infinitas del Abismo.
-Murió-
El corredor está medio derruido pero aún se puede caminar por él, aunque no sin dificultad. Con un nudo en el estómago reconoces el punto donde te golpeó la explosión. Puedes apreciar que el techo se desplomó sobre ti y Lanzed pero ves, algo aliviada, que no cayeron sobre el lugar que ocupaba Hazir.
-La mataron-
La plaza, antes redonda, ahora forma un óvalo. Tú apareces por un extremo, en el otro extremo parece haber alguien pero su silueta está oculta a la sombra de un muro oscuro. El corazón te da un vuelco al comprender que te encuentras en el plano de la sombra. A medida que has ido avanzando, tu armadura se ha ido desvaneciendo. También tus ropas. Mientras recorrías el corredor tus heridas han ido sanando. Puedes ver tu pálida piel, tus muslos fuertes, tus brazos fibrosos, pechos y abdomen. Pero no sientes pudor o frío. Te sientes extrañamente cómoda y como si la oscuridad te brindara su calor negro y te llenara de energía, de vigor.
Sabes que la silueta es Shar. Ella no pronuncia una palabra, no es necesario. No puedes distinguirla entre la negrura pero no por eso es menos presente. Además sabes que te observa. Vuestro diálogo se produce por emociones. Tú tranquilidad, ella confianza, tú confianza, ella poder, tú poder, ella aceptación, tú admiración, ella negrura que cubre el mundo, tú triunfo y gloria.
La atmósfera se llenó ahora de susurros, palabras arcanas de poder prohibido. Miras en rededor pero no hay nadie con vosotros. Hueles el incienso y la sangre de un sacrificio, hueles el sudor y el miedo, sientes cómo el aire del lugar que compartes con Shar se mezcla con otro tipo de ambiente. Como cuando viertes agua tibia, fría y caliente, sobre tus manos.
Los susurros van alzando la voz hasta que dan un grito y cesan. Entonces abres los ojos y ves el sudario negro que cubre tu cuerpo entero, estás tumbada boca arriba, sigues desnuda pero ahora estás en el plano material. Lo reconoces, lo sientes. Te rodean siete individuos vestidos con túnicas negras. Estás en un edificio de piedra, frío y pobremente iluminado.
-¿Ha funcionado?- pregunta uno de los acólitos -No lo sé. Creo... creo que hay alguien bajo el sudario- añade otro. Alguien traga para aliviar el nudo de su garganta. -Hemos seguido los pasos. Hemos hecho todo. Debería haber funcionado.- El entusiasmo del tercero en hablar es tan evidente que se hace contagioso.
La instó a pronunciar allí, en voz alta, el nombre de esa Deidad loca. ¿Por qué? El Príncipe Oscuro acercó su rostro al de ella, fue a decir algo pero en su lugar... sonrió. ¿Y la dejó marchar? En un parpadeo, Lythrai se vio de vuelta allá donde falleció. El Parque Ruina de Viajero. ¿Cuántos días... (si es que días fueron) habían pasado desde entonces? Lyth caminaba en aquel desolado paisaje, cuerpos abandonados bajo montones de escombros, los enfermos murieron por la explosión y nadie los lloró, y si hubo alguien que los llorase no les sacó de allí para enterrarles.
Se preguntaba si su cuerpo habría recibido el mismo trato. No, no... Lanz, Gris, Hazir, Yzlin, Nickar... alguno de ellos les habría al menos dado digno entierro o sepultura. ¿Estarían bien? ...¡No! ¿¡El tío Lanz tampoco sobrevivió!? Al menos, al ser un ajeno, el demonio habría vuelto a su plano de origen... La princesa de Azur había muerto también y con ella, cualquier deuda que Lanzed y los Fonn'Aster hubieran podido tener con ella... ¿llegaron siquiera a pagarla por los servicios prestados? Al final había resultado ser un caballo perdedor... o uno que no tuvo oportunidad de salir a las carreras.
Ya no importaba mucho. Lyth había muerto, su alma había sido reclamada por los demonios que destruyeron a Arkhania y casi también la destruyen a ella. No sabía por qué Graz'zt había liberado su alma sin más, sin sacar aparente provecho o alimento, pero no sería ella quien se quejara de su suerte.
...¿O tal vez no fue solo suerte?
Podía verla, o mejor dicho entreverla, allá a lo lejos. Como una silueta negra delante de un muro aún más negro, iluminada por la plateada luz de la luna. La Dama de la Noche, Shar, diosa primigenia, aquella que junto a su hermana Selûne creó el mismo mundo...
Hermosa como la noche estrellada... cálida madre y señora de todos, incomprendida, traicionada por su propia hermana, y por sus propios hijos... Incomprendida, incomprendida... Mientras Lyth caminaba hacia ella, dándose cuenta de que estaba en el plano de la sombra, mientras sus heridas iban sanando y sus ropas y armadura y objetos desapareciendo, la Fonn'Aster se sorprendió y alegró de notar... que no tenía frío. Ya fuera porque efectivamente Unrir ya no tenía influencia sobre ella, o fuera porque Lythrai ya no tenía dudas ni crisis de fe... se sorprendió de ver que el Plano de la Sombra, el reflejo de ese mundo previo al Sol que Selûne trajo no era tan frío y desolador como en el fondo temía que fuera. Y aunque echaba de menos el color de las cosas, la Oscuridad la abrigaba como una manta, como un abrazo perpetuo. Y podía oir la canción de la noche eterna, la canción de la oscuridad, la canción de Shar, y olvidar poco a poco sus miedos y preocupaciones.
Estaba en paz...
Sí. Cuando la liberó, allá en las profundidades de la prisión de Arokham... cuando Layldara y Shar fueron una, cuando la liberó y compartieron cuerpo, mente y pensamientos, Shar había mirado dentro de ella y visto todas sus dudas, pero también había dejado a Lythrai mirar dentro de si. Lythrai había visto en ella una profunda pérdida, y en consecuencia añoranza. Añoranza, y en consecuencia amor. Frío, pero también calor... Oscuridad... y también Luz.
Así que sí... estaba en paz. Allí, con ella.
Podría acabar allí. Podría quedarse, allí, con Ella, si así Ella lo desease. La Diosa de Arkhania intentó separarlas y fracasó. Cyric la envió al Abismo para intentar separarla a través de los demonios y fracasó. Ahora estaban juntas de nuevo... no, no. Nunca se separaron del todo. Pero ahora, caminaba hacia ella pero no lograba acercarse del todo. ¿Por qué? Había visto el rostro de Shar otras veces pero en esta ocasión no podía distinguirlo del todo. ¿Por qué? Había oído la voz de Shar otras veces pero en esta ocasión no se comunicaba con ella a través de palabras. ¿Por qué? Shar podía leerla de pies a cabeza, Lythrai no sólo había desnudado su cuerpo ante ella sino también su corazón. Conectadas, las emociones servían para entenderse. Y es que sí, Lythrai amaba a su Diosa, y en la medida que su imperfección de mortal la dejase, trataba de interponerla ante todo. Pero había también otras personas, sueños y deseos en su corazón... había añoranza... había tantos, tantos deseos insatisfechos, sueños sin alcanzar, relaciones sin continuar...
Y por supuesto, todo esto Shar lo sabía. Lo supo cuando miró su interior y lo seguía sabiendo ahora. Y no pasaba nada. Lo entendía. ¿Cómo no iba a entenderlo? ¡Era la Diosa de la Pérdida! Le hizo saber que lo entendía, que la entendía. Que no tenía nada que temer. Que podía confiarle todo lo que la preocupase. Que podía confiar en ella porque eran familia. Y así, Lythrai le confió que añoraba amar, y añoraba odiar. Que añoraba el color en el mundo, que añoraba su familia y amigos, que añoraba la lucha, la magia y la espada, que añoraba hacer y cumplir promesas, hacer y cumplir amenazas, el dulce sabor del poder, la venganza, la victoria, el triunfo... que todo esto que había perdido al morir, echaba de menos.
Y Shar la entendía. La entendía perfectamente. Y todo esto sabía antes de que la propia Lythrai lo dijera 'en voz alta'. Así que le ofreció una salida, una que ya había dispuesto incluso antes de conversar. Sus acólitos la traerían de vuelta, para que pudiera seguir enarbolando su disco púrpura y negro. No era un adiós, ni siquiera un hasta un rato. Si Lythrai no estaba aún lista para ir con Shar, entonces la dejaría volver, y Shar y sus dones irían a ella. De vuelta. Juntas, como Layldara, de nuevo.
"...He regresado." dijo Lythrai, levantándose el sudario de encima con una mano.
Tus palabras y tus acciones tornaron la estancia de una intranquila paz producto de la incredulidad y la incertidumbre a un torbellino de certeza, excitación y miedo. -...He regresado- tu voz estaba cargada de certeza, de propósito, de decisión y aquello no pasó desapercibido para los allí reunidos. Uno de ellos emitió un gritito de sorpresa, una chica y, pese a la oscuridad que la capucha proyectaba sobre su rostro pudiste sentir que sus ojos se llenaban de lágrimas. Fiel reflejo del nudo de sus emociones.
Unos pasos precipitados, pesados, contundentes, irrumpieron en vuestra estancia abriendo una pesada puerta de madera, frente a ti, en el mismo momento que te incorporabas. -¿Qué habéis...?- el hombre corpulento pero no enorme, maduro pero no viejo, diestro pero no presuntuoso, perdió la voz al tiempo que el sudario se escurría de tu cuerpo acariciando tu piel, dejando tu torso desnudo. Su boca se abrió sin pronunciar palabra, víctima de evidente asombro. Casi podías sentir su corazón tamborileando en su pecho.
Después del tiempo de ausencia, al volver pareciera que podías percibirlo todo. Respiraciones agitadas, emociones encontradas, la temperatura, la luz exacta que iluminaba lo justo para que las sombras danzasen misteriosas en rededor.
El recién llegado se quitó la casaca, vestía armadura de cuero marrón oscuro sobre una camisa amarillenta. Sus pantalones, también de cuero, eran anchos pero no holgados, favoreciendo el movimiento. Pese a que no iba armado, su pose era la de un soldado. A diferencia del resto no llevaba túnica negra. Dos de los acólitos quitaron sus capuchas y te sorprendió ver su juventud. El hombre dio dos zancadas, visiblemente ruborizado... no, excitado. La rojez se sus pómulos, el calor de su aliento tembloroso. Llegó hasta ti y cubrió tu cuerpo con su casaca. Sentiste el áspero roce de la tela, el olor a sudor, a sangre, a roble viejo, madera, vino... a vida.
Al ponértela, el hombre vio algo tras de ti y su rostro se tornó en una mueca de dolor. Mirar atrás desveló el cuerpo sin vida del maestre que había oficiado el ritual. -Volver a vivir con vida se paga-
Los acólitos junto a la puerta observaban la escena. Un chico a la derecha, la chica del gritito a la izquierda. Dos más a tus lados que aún tenían la capucha puesta y dos más a tu espalda. El viejo muerto era el séptimo acólito que marchó con Shar.
-Viejo loco- se lamentó el hombre que te cedió su casaca. Miró al chico junto a la puerta y asintió. El muchacho cerró con una suavidad ceremonial. El ritual no había terminado y el hombre, a tu izquierda, retrocedió hasta que fue engullido por la penumbra y las sombras misteriosas, hasta que su espalda se pegó a la pared.
Fue entonces cuando el resto de acólitos retiraron sus capuchas. Intercambiaron una mirada entre todos. A su debido momento, cada uno observó el cadáver del que hasta entonces fue su maestro en las enseñanzas de Shar. Todos reflejaron dolor en mayor o menor intensidad pero la sorpresa ante aquel hecho era palpable. El maestro no les había revelado las fatales consecuencias que el ritual traería para sí. Volvieron a mirarse y el primero, el chico junto a la puerta dio un paso hacia delante.
Todos le siguieron y se acercaron a ti, te rodearon y cada uno sacó un objeto.
El primer acólito tenía tres pesos viejos, ennegrecidos y desgastados con los números 1, 3 y 9 grabados. Pertenecen a un juego de balanzas muy común, visible en la mayoría de comercios. Sin embargo, éstos estaban ennegrecidos, olían a humo y parecían vibrar como si estuvieran furiosos con el mundo.
El segundo acólito, la chica que gritó y aún tenía los ojos llenos de lágrimas tímidas que no se atrevían a partir por sus mejillas, sacó un botecito pequeño, lo abrió mostrando el cuentagotas adherido al tapón. Se trataba de un bote de tinta negra. Tinta y lágrimas. Ansiosa y temerosa del devenir.
La tercera, (a tu izquierda) era otra chica. Sacó una vela. Una obra hecha con sus manos. Un artilugio de luz. No. Aquella vela no representaba la luz sino el control. Una luz en la oscuridad atraía a los enemigos de Shar, los desvelaba. Aquella vela ansiaba tener el control. Apagar la luz y sumir a los cercanos en la oscuridad era decisión de su portador.
El cuarto, (a tu derecha) el más maduro de todos. Bien peinado aseado y perfumado. Era un hombre atractivo y prepotente. Sacó una estatuilla del dios de la luz. La mitad de ésta había sido puesta al fuego quedando ennegrecida y manchando de hollín las manos de aquel que la sostenía. Era una talla exquisita en su mitad buena, deteriorada y triste en la mitad marchita.
El quinto, (que estuvo a la izquierda de su maestro) tenía los ojos pintados de negro. Sacó una capucha de lino negro que él mismo había entintado y confeccionado. Aquella capucha parecía un ojo atento a los secretos. Era insolente y entrometida. Deseaba ver sin ser vista y almacenaba la sabiduría de experiencias furtivas.
La sexta, (a la derecha del mentor fallecido) sacó tres monedas de plata. Cada una era diferente de la anterior, provenientes de rincones distintos. Pareciera que vibraban, estaban deseosas de cambiar de manos, de viajar, de seguir su camino por el mundo siendo propiedad de muchos pero poseídas por nadie.
-Estas son las ofrendas. ¿Quién de nosotros tendrá el honor de estar a tu lado, responder tus dudas y satisfacer tus deseos?-
Tus manos se deslizaron por la casaca -Ahí estaba el séptimo acólito, el soldado- que se mantuvo ajeno a lo que allí estaba ocurriendo. Demasiado solemne para su comprensión. Había ido a reprender al grupo por intentar algo prohibido e imposible sólo para descubrir que lo habían conseguido. Entonces fue cuando lo aceptó y se apartó. Aguardando a que terminaran. Su mirada estaba en el cadáver y sus ojos reflejaban nostalgia y amistad. No se mantuvo allí por ti, aunque cubrió tu cuerpo, sino para atender a su difunto amigo.
Pero había algo más. Todos estaban nerviosos, excesivamente nerviosos. Tenían miedo. El miedo que precede a la muerte. El ritual no había terminado. Aquel (o aquellos seleccionados) seguirían tu camino. Los que no... lo entendiste. Aquellos no elegidos servirán de sacrificio a Shar para afianzar tu poder.
Cada objeto tiene una versión beneficiosa en ambientación (elegirlo) vs en ficha (no elegirlo).
Puedes elegir más de una ofrenda. En tal caso recibirás más de un "seguidor" o "leal compañero". Sin embargo, los rechazados deberán entregar sus vidas a Shar. Y con cada vida, tu poder aumentará de forma variada.
Dependiendo de a quién "no elijas" subirás de nivel u obtendrás otro beneficio en ficha que hará a Lythrai más poderosa.
Cada acólito tiene su historia y su ficha. Los objetos elegidos por éstos son un reflejo de su pasado y su personalidad. Sin embargo, los beneficios que obtendrás si no los eliges no salen de sus fichas, vendrán directamente de Shar.
Regresó al mundo como vino por primera vez, desnuda, pero la madre que la había traído de vuelta, Shar, era muchísimo mejor que su madre biológica, sencillamente porque ésta sí la quería. Ésta la había traido de vuelta a la vida mientras que la biológica había intentado matarla. Así, esta desnudez significaba también un renacimiento. Además, si los Fonn'Aster habían de resucitar como el Ave Fénix, así la propia Lythrai también debía hacerlo. Así pues, aunque estaba nerviosa, no estaba incómoda y no hizo gesto alguno para taparse hasta que el soldado le trajo la casaca. Entonces sí, dejó que se la pusiera.
Como era habitual en ella, observaba con ojos vivaces todo y a todos los que la rodeaban, especialmente ahora que acababa de recibir de vuelta el hálito de la vida, que podía volver a sentir, respirar, escuchar y ver el mundo de nuevo. Tantos olores, rostros, voces distintas... ¡Oh, cuántas preguntas, cuánta curiosidad, y cuánta hambre y sed de todo! Pero sobretodo, ¡cuánto poder! A pesar de estar desarmada, a pesar de estar prácticamente desnuda, a pesar de recién haber vuelto a la vida, se sentía mejor que nunca. Más bella, más carismática, más despierta, más poderosa... ¡Cuántas sensaciones! Y a medida que analizaba todo lo que pasaba, que oía las explicaciones, intuía y comprendía, mejor se ponía todo.
"Ya veo... ¡Qué cariñoso ritual! Uno en el que todos ganamos: no solo Shar, no solo yo. ¡También vosotros! ¡Uno lleno de pérdida, oscuridad y visión auténtica a través de tinieblas! ¡Los que sobreviváis tendréis el honor y placer de servirme, de una vida al lado de una Elegida de Shar! ¡Y los que muráis tendréis el honor y placer de recibir el abrazo de nuestra Diosa, y vuestras almas hallarán refugio a su lado!" Cada ofrenda no sólo era mágica y/o milagrosa, sino que representaba a su portador, su historia, personalidad y deseos. Si por Lyth fuera, más allá del poder de las reliquias, les perdonaría la vida a todos simplemente por conocerlos, y conocer sus historias, y qué podían hacer. Sin embargo, este ritual había sido dispuesto por Shar para algo, por algo. Lythrai, Layldara, era débil, y había de fortalecerse. Había que compensar la muerte perdida con vidas perdidas, para la gloria de Shar. Había, en última instancia, que celebrar su retorno, y a lo grande. Siete... no, ocho acólitos, contando al maestro ya fallecido. Un número fácilmente divisible en dos mitades... sí, sí. Cuatro almas irían con Shar, y otras cuatro se quedarían con ella, Layldara. Era apropiado. Era lo justo.
Y también, era lo más difícil. Porque sí, iba a sacrificar a tres más de ellos, y perdonar la vida de solo cuatro de ellos. Probablemente más de uno abrazaría la muerte y el pasaje directo al paraíso dispuesto por Shar para sus acólitos, pero no todo el mundo estaría realmente listo para morir. Algunos parecía que ni siquiera sabían por qué estaban allí en primer lugar. Todo esto, quiénes eran, qué buscaban con el ritual, y por qué, Lythrai no podía saberlo con certeza. Salvar sólo a cuatro se hacía difícil. ¿Quién no querría salvarlos a todos, y conocerles, y que la sirvieran? Habría de elegir casi a ciegas, guiándose más por la intuición e imaginación que por otra cosa. Y es que, aunque las ofrendas y rostros dieran pistas de quiénes eran esas personas, no eran tan fáciles de leer y aún si lo fueran tan sólo representaban una de las muchas capas que conforman una persona.
No, no sería fácil elegir. Pero a pesar de ello, se moría de ganas de comenzar, de tomar las ofrendas y conocer a los supervivientes; y de abrir los 'regalos' que Shar había dispuesto para ella a través de los sacrificados. Y por ello también, sacrificar sólo a cuatro se hacía difícil. Pues, ¿quién no querría matarlos a todos, y conseguir todas las bendiciones de Shar posibles, y hacerse auténticamente fuerte? Bien sabía ella que las necesitaba tanto como necesitaba aliados.
Así pues, se encontraba frente a un dilema difícil, pero no carente de emoción, diversión. Ah, y la sensación de poder... la sensación de poder era maravillosa y embriagadora. Y aún más lo sería cuando el ritual terminase, con cuatro de ellos sacrificados a Shar para que ellos recibieran el abrazo oscuro y ella pudiera recibir más poder personal. Y también con otros cuatro a los que perdonaría la vida para que pudieran servir y Layldara, la Princesa Oscura, y para que pudieran así también seguir sirviendo a la Dama de la Noche.
Con sus pies descalzos, vestida únicamente con una casaca sin abrochar, se paseó por la habitación sinuosamente, observando a los fieles, levantándoles la barbilla con delicadeza para mirar sus rostros y ojos. Oh, cómo lo estaba disfrutando... Sus destinos estaban en sus manos, y eligiera lo que eligiera todo saldría bien para todos. "Que no haya lugar a miedo..." ni para ella al elegir, ni para ellos al ser o no elegidos. "...Pues la pérdida de vuestra muerte significará una nueva vida, y la pérdida de vuestra vida significará, también... una nueva vida distinta..."
"Ocho sois... ocho fuísteis..." Ah... ¡el poder sobre sus vidas y muertes! ¡Qué, verdaderamente, sensación más maravillosa! Levantó cuatro dedos de la mano izquierda. "Cuatro que con Shar, Diosa de la Noche se irán... y cuatro que con Layldara, Princesa de la Oscuridad quedarán..."
Se acercó al primero de los acólitos, el de las pesas quemadas, y le señaló con el dedo. "Tú, te reunirás con Shar." declaró tajante, con el peso de la priemra decisión tomada. "Hallarás descanso, sosiego y paz en el seno de Shar. Y la llama de tu furia me servirá a mí de fuego contra mis enemigos..." Este acólito era uno de los que no terminaba de poder leer. ¿Por qué unas pesas? ¿Por qué tanta ira? ¿Habría este hombre perdido una fortuna, y buscaba venganza? No, no era fácil, desde luego, saber a quién elegir. Pero allá donde la lógica y el análisis le fallasen, dejaría que su intuición gobernase. Como por ejemplo, con el segundo acólito...
Se dirigió entonces al segundo de los acólitos, la chica de la tinta y las lágrimas. "Tú me servirás." sonrió, poniendo una mano sobre su mejilla y pasando el dedo pulgar por sus lágrimas en una caricia. "Conmigo no habrás de temer nunca expresar emociones... y encontrarás otras muchas y nuevas en las que perderte... Al igual que tú, temo lo que ansío y ansío lo que temo. Juntas, "
Se dirigió entonces a la tercera de los acólitos, la chica de la vela. "Tú también me servirás." esta acólita tenía quizá la ofrenda que más había intrigado a Lythrai, junto con la del hombre a su derecha. Le parecía quizá, que era una de las que mejor entendía a Shar, pues la luna y las estrellas no eran sólo de Selûne, sino también de Shar, y qué pronto podía olvidarse que éstas, más visibles en la noche que en el día, también emitían luz. "Tu ofrenda es una de las mejores, creo que entiendes muy bien a Shar. Serás mi luz en la oscuridad, y mi oscuridad en la luz de nuestros enemigos..."
Siguió entonces el cuarto acólito, el que mejor se había vestido para esta importante ocasión, y que llevaba de ofrenda una estatuilla de Amaûnator, Dios de la Luz, ennegrecida, marchita. "Tú, te reunirás con Shar." declaró, pues a pesar de que la ofrenda y él parecían interesantes, no había terminado de entender ni a la figura ni al hombre. ¿Quizá era un aliado que podría debilitar y marchitar ? Útil, sin duda, pero había decidido que sólo iba a salvar a cuatro y no comprenderle era un riesgo que no deseaba asumir. "Hallarás descanso, sosiego y paz en el seno de Shar. Encontrarás que en su noche estrellada no hay luz que pueda dañarte, y que en su reconfortante abrazo no habrá calor ni frío que puedan quemarte. Tu sacrificio me ayudará a comprender."
Ante el quinto acólito, el que llevaba los ojos pintados de negro y que había traído en ofrenda una capucha que él mismo había entintado y confeccionado, Lythrai, o Layldara, declaró: "Tú, me servirás." no sólo le encantaba la capucha: una magnífica obra de sastrería, ¡y el color era perfecto! ¡Y hacía juego con la casaca también negra! Sino que también, más allá de las habilidades como sastre, a diferencia de lo que le pasó con el cuarto acólito, el quinto parecía más fácil de comprender: ver sin ser vistos, la oscuridad, el sigilo, el espionaje... ¡y toda la sabiduría de la experiencia! Visión auténtica a través de las tinieblas: ¿vería este acólito a Shar con la claridad con la que Lythrai la veía? Sí, este acólito podía ser quizá el menos llamativo, el más discreto, pero no por ello precisamente uno carente de potencial y utilidad. "Serás mis ojos en la oscuridad, y la voz sabia de aquel que con claridad es capaz de ver más allá en las tinieblas. Además, tu ofrenda es genial."
Se dirigió entonces a la sexta acólita. "Tú, te reunirás con Shar." declaró. Si esta acólita buscaba y ofrecía libertad, celeridad, y el viaje, Lythrai sintió admiración, y sintió también que debía corresponderla ofreciéndole así lo similar. "Hallarás descanso, sosiego y paz en el seno de Shar. Y desde allí, en su paraíso, cuando en libertad vuelvas a viajar, notarás que las sombras viajan igual de rápido que la luz, y que allá donde halla luz, las sombras podrán encontrar pasaje. E incluso allá donde no haya luz, la misma oscuridad se convertirá en camino. Tu sacrificio me ayudará a mi también a encontrar mi camino y caminar por él."
Y finalmente... había un último al que sentía debía corresponder ofreciendo lo similar.
Quizás el soldado, allá apartado a lo lejos, no se contase como parte de este ritual, pero Lythrai sí que lo incluía. "Y tú..." caminó hacia él. "Tú, que sin pretenderlo me has ofrecido la mejor de las ofrendas, que abrigo y arropo me has ofrendado... Tú, que has perdido no sólo a un maestro, sino también a un amigo... Tú vivirás." y con lentitud pero sin aviso le abrazó de improviso. Su cuerpo semidesnudo y vestido tan solo con una casaca sin abrochar presionaba contra el de él, pero sin ejercer fuerza en el abrazo. "Igual que no puedo devolverte la casaca ni hacer aparecer otra, no puedo sustituir a tu amigo ni traerle de vuelta, pero... espero poder compensar. ...No te obligaré a quedarte si no lo deseas. Te devuelvo el arropo en abrazo, y ojalá que la muerte de una bonita relación sea el comienzo de otra... "
¡Mi propio culto de sectarios! Oh, cómo estoy disfrutando esto...
8 personas: 4 mueren, 4 viven. 4 se van con Shar, 4 se van con Layldara.
X 0 (Maestro de los acólitos) - Muere
X 1 (Chico de la balanza y las pesas) - Muere
✓ 2 (Chica de las emociones y tinta) - Vive
✓ 3 (Chica de la vela que apaga la luz) - Vive
X 4 (Chico del tótem solar mancillado) Muere
✓ 5 (Chico de la visión oculta) Vive
X 6 (Chica del viaje incesante) Muere
✓ 7 (Chico de la casaca) - Vive
PD: YASSS música de Ulf Södeberg ♥♥
Tras tus palabras, la habitación entera pareció contener el aliento. Incluso el soldado de la casaca que se mantenía en un segundo plano adquirió protagonismo al acercarse. Él no se contaba entre los acólitos y su mención alteró sus sentidos, propios de un guerrero. Los no seleccionados tragaron saliva. Barbillas y piernas temblorosas, corazones agitados, la luz de sus ojos cambió.
Aquel que hizo la capucha de lino era el que parecía tener el semblante más tranquilo. La frialdad de sus ojos mostró a todos que estaba preparado tanto para la vida como para la muerte. Dio un paso al frente -Puedes acompañarla a la estancia del Maestro- sentenció -Así lo habría querido. Mientras tanto, nosotros debemos terminar el ritual.- dijo con un hilo de voz a medio tono, solemne y sil alteraciones visibles.
El soldado que había cedido su casaca para cubrir tu desnudez asintió he hizo un gesto hacia la puerta. El acólito más cercano, el chico de la balanza, la abrió y pudiste ver la derrota y el miedo en su rostro. Al otro lado de la puerta, la chica de la tinta, sus lágrimas surcaban sus mejillas como ríos de oro que brillaban a la luz de las antorchas lejanas.
Pese a que la estancia seguía mal iluminada, pareciera que no se te escapaba ningún detalle.
El hombre abrió la puerta y te dejó pasar. Tenía los ojos tristes de haber visto mil batallas, de haber sostenido demasiadas manos de compañeros que se marchaban en un suelo fangoso de barro y sangre. Su pelo castaño oscuro estaba largo y despeinado, algo descuidado pero no sucio. Se había dejado bigote, un rasgo de distinción que delataba algún tipo de ascenso en la jerarquía militar a la que pertenecía. El resto de su rostro mantenía la sombra de una barba incipiente y tupida. No era musculoso, ni siquiera atlético. Pareciera un soldado raso normal de pericia mediocre pero en el fondo sabías que no era así. Lo sabías por sus ojos, por su postura, por la manera de desenvolverse en situaciones difíciles como esta. Con una templanza que ralla el pasotismo.
La estancia daba a un corredor corto con puertas salpicadas a un lado y a otro sin ninguna simetría. La mampostería y paredes estaban hechos con rocas de arcilla lo que daba a todo un tono rojizo oscuro debido a la humedad -un sótano-. Debía ser el sótano de algún edificio importante pues, además de la estancia en la que tuvo lugar el ritual (la puerta del fondo), había muchas habitaciones, algunas sin puertas o con una cortina ocultaban sacos de arpillera, barriles, cajas, estantes con frascos, prendas, platos... -¿sería la despensa de un palacio?-.
Al otro lado, subís una pequeña escalera de cinco peldaños que presenta una rampa desgastada en su lado derecho. El soldado se detiene y se asoma por el hueco. Las escaleras ascienden hasta el nivel del suelo y un arco de medio punto separa de la estancia. -¡Una cocina!- Aquella sala era enorme. Salís por una esquina. A tu derecha, una amplia mesa de amasar pan salpicada de harina que se mete entre las betas de la madera. Al lado izquierdo vasijas de barro con encurtidos cuyo aroma te hace estornudar. En el lado contrario están los fogones, algunos encendidos con grandes ollas burbujeando a fuego lento. En el centro una amplia superficie con la altura de una mesa, con todo tipo de útiles de cocina guardados en repisas diminutas bajo ella y alimentos colgados arriba al alcance de la mano. Salchichas, cebollas, patas de cerdo, laurel, ajos... paletas, espumaderas, ollas, tapas... junto a esta mesa, dormita un tipo gordo vestido con una túnica blanca salpicada de todo tipo de colores sobre su protuberante abdomen.
El soldado te hace un gesto para guardar silencio. Tus pies descalzos surcan la cocina con gracia, agradecidos de pisar ese suelo caliente, tranquilo y limpio pese a algún que otro trozo de masa que se adhiere a tu planta.
Salís de la cocina a un corredor corto que conecta con un gran salón lúgubre debido a que las lámparas y antorchas están apagados. En lugar de llegar a él torcéis a la izquierda y subís por otra escalera, esta más larga que la anterior, llegáis a un rellano donde dos fumadores (una pareja joven) que comparten un cigarrillo detienen su conversación y lanzan una mirada al soldado -Por fin follas ¿eh?- susurra uno de ellos, el más alto, siendo completamente ignorado. Adviertes que está coqueteando con una joven doncella.
La escalera da a un corredor más ancho y largo que el anterior, alfombrado. Hasta ahora no has visto ni una sola ventana. Sólo paredes de arcilla ennegrecida decoradas (o no) con alguna planta trepadora, hornacinas, tapices o estantes.
Caminando tras el soldado sientes un mareo, él lo percibe y te sostiene. La cabeza te da vueltas o, mejor dicho, sombras dan vueltas a tu cabeza. Percibes la oscuridad de una forma diferente. Las piernas te fallan, el soldado te cierra la casaca y te coge en volandas. No sabrías decir el camino que cogisteis, sólo que te llevó a una cama mientras lejos, abajo, en una puerta olvidada al fondo de un almacén bajo la cocina, jóvenes daban su vida por la gloria de Shar cambiando tu realidad...
¡Mi propio culto de sectarios! Oh, cómo estoy disfrutando esto...
No sabes cuanto me gusta leer eso. Entremos pues en materia:
8 personas: 4 mueren, 4 viven. 4 se van con Shar, 4 se van con Layldara.
X 0 (Maestro de los acólitos) - Muere
Gracias a este sacrificio has regresado del mundo de las sombras. Y debido a la devoción que el resto le tenía y que tú eres el resultado de sus esfuerzos y maquinaciones.
-Mantienes la visión en la oscuridad (Sb). Pero al perder la armadura pierdes sus beneficios. Sin embargo, regresas con:
-Liderazgo (Dote): Puedes atraer compañeros leales y devotos seguidores, subordinados que te ayudan (tus acólitos).
Además, por haber muerto, llegado al plano de las sombras y haber renacido obtienes la dote:
-Magia de la Urdimbre Sombría: desde tu renacimiento, tus conjuros acuden a la Urdimbre sombría en lugar de la Urdimbre. Además, también puedes activar objetos mágicos que usen la Urdimbre sombría sin sufrir daño. El TS de todo conjuro que lances de las escuelas de encantamiento, ilusión y/o nigromancia aumenta en +1, también recibes un bonificador +1 a las pruebas de nivel de lanzador para superar la resistencia a conjuros lanzados de estas escuelas.
No obstante, la Urdimbre sombría no es ni mucho menos el medio óptimo para los efectos de energía o materia. Tu nivel de lanzador efectivo para sortilegios de energía o materia. Tu nivel de lanzador efectivo para sortilegios de las escuelas de evocación o transmutación (excepto aquellos con el descriptor "oscuridad") se reduce en 1. Nunca más podrás lanzar conjuros con el descriptor "luz"; sin importar de qué escuela sean, estos sortilegios fallan automáticamente. Tu capacidad para utilizar objetos que producen luz también queda limitada; no puedes invocar el poder de luz de un objeto si su método de activación es finalización de conjuro o desencadenante de conjuro.
Desde ahora, cualquier objeto mágico que crees (si lo llegas a hacer) será un objeto de la Urdimbre sombría.
X 1 (Chico de la balanza y las pesas) - Muere
La determinación de este hijo de mercader acosado por la injusticia provoca que, a su sacrificio, Shar te conceda la capacidad de utilizar la fuerza de tu mente para protegerte, gracias a lo cual, añades tu bonificador de Inteligencia a todos los tiros de salvación. Este poder se llama Mente de Shar.
✓ 2 (Chica de las emociones y tinta) - Vive
Tu primera acólito. Ya la conocerás on-rol
✓ 3 (Chica de la vela que apaga la luz) - Vive
Tu segundo acólito. Ya la conocerás on-rol
X 4 (Chico del tótem solar mancillado) Muere
Se trataba de un clérigo de Shar infiltrado en el templo rival. El sacrificio de este acólito a Shar te otorga Habla sombría (Sb): Eres capaz de comunicarte místicamente a través de las sombras de la mente de tus acólitos. Puedes susurrarle (debes pronunciar las palabras en susurros, no es una comunicación telepática) breves mensajes siempre y cuando estén a menos de 500'. Todos tus acólitos (así como otros seguidores de Shar) que estén dentro de esta distancia escucharán el mensaje como un susurro en su mente. Los observadores pueden oír las palabras si están físicamente lo suficientemente cerca como para escuchar los susurros reales (prueba de Escuchar a CD 15 si el oyente se encuentra a menos de 10' de ti, y +1 CD por cada 5' adicionales). Se trata de una acción gratuita dependiente del lenguaje, y puede utilizarse para establecer contacto con muertos vivientes que adoren a Shar y con muertos vivientes que estén al servicio de adoradores de Shar.
✓ 5 (Chico de la visión oculta) Vive
Tu tercer acólito, lo conocerás on-rol
X 6 (Chica del viaje incesante) Muere
Obtienes la dote: Magia Insidiosa. Representa tu habilidad para usar la Urdimbre oscura, bajo la atenta mirada de Shar.
Con esta dote, cualquier usuario de la Urdimbre o la Urdimbre Sombría que emplee un conjuro de adivinación (como detectar magia), una aptitud sortílega o un objeto mágico que pueda detectar el aura mágica de uno de tus conjuros debe superar una prueba de nivel de lanzador (CD 11 + tu nivel de lanzador) para tener éxito. Del mismo modo, un usuario de la Urdimbre que intente revelar los efectos de uno de tus conjuros mediante un sortilegio de adivinación (como ver lo invisible) debe realizar una prueba de nivel de lanzador para tener éxito. El usuario de la Urdimbre sólo puede realizar una prueba por cada conjuro de adivinación empleado, sin importar cuántos efectos de conjuros tuyos estén operando en la zona. Todas las criaturas que empleen conjuros o aptitudes sortílegas se consideran usuarios de la Urdimbre, a no ser que posean la dote de Magia de la Urdimbre sombría.
Este beneficio no se extiende a los conjuros que lances de las escuelas de evocación o transmutación.
✓ 7 (Chico de la casaca) - Vive
Tu cuarto acólito, lo conocerás on-rol
PD: YASSS música de Ulf Södeberg ♥♥
¡Seeeh! ♥♥♥