Partida Rol por web

Astérope

Binevo Astèropé

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09/06/2020, 02:25
Carretera

Consiguió un Fíat 500 Collecione 2019 tirado de precio. Era pequeño, barato y muy nuevo pero con aire retro, bicolor. La empresa tenía oficina en Sassanova y podía alquilarlo por horas, días sueltos, semanas, mes, curso lectivo, etc.

Las carreteras de Astérope eran más que decentes y su parque móvil parecía salido de una película de espías. Condujo primero con dirección a Atlaneva, cruzando un ancho río por un puente colgante imponente. Luego dejó la ciudad a un lado y tomó un desvío hacia Sassaneva, pasando muy cerca del campus universitario en el que mañana empezaba sus estudios.

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09/06/2020, 02:28
Piso de Ingvild

En menos de cuarenta minutos había aparcado en una calle de las afueras y entraba en uno de esos edificios de apartamentos junto a la playa que tienen piscina colectiva. Daba igual qué habitación le tocara, sin duda se tendría que ver el mar.

El apartamento estaba en la tercera y última planta -en ese pueblo los edificios no eran muy altos- y aunque la construcción era de los noventa el ascensor había sido recientemente adaptado. Era amplio, con mucha luz, los botones accesibles a personas en silla de ruedas y tenía una pantalla que emitía anuncios de vinos, viajes y cosas por el estilo.

Cuando Ingvild llamó a la puerta serían las doce del mediodía.

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09/06/2020, 02:31
Julietta Solé "Giulá"

Le abrió una chica alta con un porro de marihuana en la boca. Vestía una camiseta de un equipo de rugby con el número cuatro y el nombre "Giulá" e iba descalza y sin pantalones. Tenía las piernas largas y unos ojos verdes como hojas a los que no lograban tapar unas gafas de pasta marrón. Las persianas de la casa estaban bajadas y sonaba un vinilo de jazz suave y poderoso. Entornó los ojos, como cegada por la luz, aunque entraba tamizada en el rellano, un pasillo protegido del sol directo por una celosía.

Le habló en asteropés*.

—Perdòni'm… ¿ens coneixem?

Notas de juego

(*) El asteropés es una mezcla mutada a mi capricho a partir de valenciano (el catalán de mi zona) y algunas palabras en italiano. Cuando escribimos en castellano por los personajes, a no ser que se indique otra cosa, es porque hablan el inglés :-)

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09/06/2020, 03:45
Bryony J. White

El viaje había sido largo, pero a Bryony se le había pasado volando. Desde que había subido al avión se había plantado los cascos (enormes, tan grandes como pequeño era su iPod) y se había aislado por completo del jaleo de la gente. Tenía el asiento junto a la ventanilla, así que se había sumergido en la música y en la contemplación de las nubes que flotaban bajo el aparato. La señora que tenía al lado había intentado darle conversación un par de veces, pero ella la había ignorado hasta que la mujer se había dedicado a charlar con un tipo al otro lado del pasillo. 

Estaba emocionada por la perspectiva de un nuevo curso, una nueva carrera, una nueva ciudad, una nueva vida. Con media sonrisa movió la ruleta hasta que empezó a sonar Feeling good en versión de Muse en sus oídos, una pequeña broma interna. Luego siguió con Radiohead y Dresden dolls. Para el final del viaje ya estaba con Massive Attack. Se quitó un casco para escuchar a medias las indicaciones de la megafonía y contempló los círculos concéntricos con los ojos bien abiertos. Se mordió el labio y pensó en que eso iba a ser una de las primeras cosas que visitaría. Algunos planos ya tomaban forma en su cabeza, ahí podía grabar parte de un vídeoclip, cuando ya conociese gente en su nuevo hogar. Hizo algunas fotos con el móvil, pero se esperó hasta aterrizar para enviarlas al grupo de whatsapp que tenía con sus amigos, acompañadas del mensaje: «¡Tíos! Mirad estas fotos y fliiipad. Los círculos de la Atlántida. ¡Toma ya!»

Bajó del avión con paso vivaz, como si estuviese ansiando exprimir cada instante al límite. Para ese día había escogido un vestido que había encontrado en una tienda de segunda mano. No estaba segura, en realidad, de que en otra época hubiera sido un vestido. Tal vez era más bien un camisón o una combinación interior. Como fuese, le había cortado ella misma el bajo hasta dejarlo por medio muslo y no se había molestado en que quedase recto ni en coserle un remate, así que el borde era desigual y a trasquilones. Lo llevaba con unas botas militares negras con los cordones desabrochados y unos calcetines morados fucsia que asomaban diez centímetros por encima de las botas. Los enormes cascos colgando del cuello y colgando del hombro una mochila transparente que dejaba ver todo lo que llevaba dentro: móvil, cartera, llaves, el iPod, kleenex, papeles, un estuche de colores, un pompón azul, una libreta y una cámara compacta para los planos de emergencia. El pelo lo llevaba suelto y ondulado, hasta media espalda. Se lo había decolorado bien justo antes del viaje, era importante entrar en su nueva vida con el pelo en condiciones. Llevaba los ojos maquillados con khol negro y brillo en los labios. Completaban su atuendo las gafas de sol que en ese momento llevaba puestas a modo de diadema. La montura era grande y de plástico rosa.

Recogió las maletas y se fue en busca del hombre que debía recogerla, el amigo de mamá. Lo reconoció por el cartel, porque la verdad era que no se esperaba que el tal Remo fuese ese madurito macizorro. Alzó las cejas un instante, aprobando la presencia arrolladora de su casero, y se fue hacia él con una sonrisa. 

¡Gracias!* —lo dijo en asteropés, ya ansiosa por practicar el idioma que había estado estudiando ese verano. Luego se pasó al inglés como él—. ¡Qué ganas tenía de llegar de una vez! Mamá te manda recuerdos, por cierto. ¿Vamos a casa ya? ¿O me enseñas la ciudad antes? 

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09/06/2020, 14:09
Adam Dyer

En el coche, desde Richmond camino del Aeropuerto Internacional de Vancouver, Adam no abrió la boca. Su madre y su padre parecían tener optimismo y felicidad para dar y regalar y no paraban de repetir la gran oportunidad que se le presentaba a su hijo con la beca de estudios en Astérope. Sin embargo el chico sentía algo completamente diferente. Para empezar se sentía como si en aquel lugar al que se dirigía fuesen a estudiarlo a él y no que él fuese a estudiar - mucho menos aprender - nada. Y, para colmo estaba el asunto de la carta que debía entregar en mano. ¿En serio...? ¿Quién envía cartas en mano? ¿Por qué no un puñetero email? ¿Qué se piensan que es eso... Hogwarts? Resultaba frustrante y, lo peor de todo, Adam sentía que en aquella carta había una información que, por algún motivo, debía conocer.

El avión despegó y el chico sentía que sus padres allá abajo respiraban aliviados por haberse librado de él. Si la cosa funcionaba Adam regresaría a casa (o no) meses o, en el mejor de los casos, años después. Con suerte los vecinos se habrían olvidado de aquel cuervo negro... el pobre hijo de los Dyer que "le pasan cosas". Con suerte los padres de Adam podrían librarse del estigma que suponía su hijo. 

El cielo blanquecino de Canadá dio paso a un cielo aún más oscuro y contaminado de las afueras de Nueva York. El JFK era el lugar dónde Adam debía hacer escala para poder llegar a Europa. A la gloriosa Astérope. Unas horas de espera y varias carreras después para poder llegar a la puerta de embarque correcta y Adam volvía a estar en ruta. Las horas parecían interminables y el chico cada vez se sentía más expuesto. Más en riesgo... como si fuera posible bajar de aquel avión tras veinte horas de viaje y recibir un "lo sentimos... no cumples las espectativas. Vuelve a tu casa, chaval."

Afortunadamente la noche en vuelo era propicia para los insomnes... películas malas y refrigerios cada hora. Café... A falta de algo mejor. Algo que había preferido que viajase en el doble fondo de su maleta en la bodega, habría de servir. No sabía si allí a dónde se dirigía sería posible conseguir coca o, en su defecto, modafinilo. Por lo pronto lo que llevaba le duraría una semana y media si conseguía racionarlo con cabeza.

El Comandante anunció el avistamiento de la Atlántida y todo el pasaje se volvió loco. Adam se colocó sus auriculares gigantes dispuesto a abstraerse. Estaban a punto de aterrizar... el momento había llegado.

Tras una espera larga para recoger la maleta Adam descubrió que esta no había sido abierta. Al menos aparentemente por lo que su "carga delicada" debería estar intacta. Salió al hall del Aeropuerto y allí encontró la señalización del minibus que habría de llevarle al Colegio Mayor. Todo estaba tan perfectamente disupuesto que daba la sensación de ser el protagonista de un vídeo promocional. Era ridículo. La gente a su alrededor se agolpaba dando bienvenidas en aquel extraño dialecto. Hasta los angloparlantes lo usaban como un mantra. Todos sonreían. Todos menos Adam. Se colocó unas gafas de sol y se puso la capucha de su chaqueta de chandal. El clima era más que bueno comparado con el que dejó en Vancouver casi un día atrás pero aún así no iba a descubrirse. Capucha, gafas oscuras y auriculares... Y asiento en las últimas filas del minibus. Para evitar que nadie quisiese compartir viaje con él. Lo último que necesitaba era una incómoda conversación de ascensor con alguno de aquellos adolescentes hiper excitados. ¿Qué iba a decir...? "Hola... ¿cual es tu puñetero superpoder? Una maldita pesadilla. Ese es el mío. Mi vida es una maldita pesadilla."

¿Y esa pelirroja? Por dios... que no me vea. - pensó Adam mientras se arrebujaba en su asiento.

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09/06/2020, 23:35
Ingvild Hoem
Sólo para el director

El pueblo de Sassanova era pintoresco, y el edificio donde residiría durante el próximo semestre sacaba provecho de las bondades que un balneario, en medio del mediterráneo, proporciona de manera natural.

La belleza de la chica con la que compartiría habitación le tomó por sorpresa. O tal vez fuera la ausencia de ropa de la cintura para abajo. De cualquier forma, era otro punto punto alto de aquel día.

Ingvild dedicó unos instantes a observar los pies de la chica. Se ruborizó levemente y, desviando la mirada, intento concentrarse en los ojos de su interlocutora, que se había dirigido a ella en asteropés. Aquel idioma era una omisión inexcusable en su curriculum académico. Si todas las asteropenses* eran como ella, valía la pena ponerse con duolingo aquella misma noche.

—¡Hola! Soy Ingvild, tu nueva compañera —dijo obsequiándole su mejor sonrisa.

El olor a porro prevalecía sobre otros aromas. A Ingvild le gustaba fumarse uno de vez en cuando, aunque luego sus pinturas se asemejaran más a un Pollock que a un Caravaggio. Sin embargo, la perspectiva de tener toda la ropa con olor a hierba no le resultó muy agradable, aunque era muy temprano para mandonear. Ya habría tiempo más adelante.

- Tiradas (1)

Motivo: Sonrisa encantadora (Carisma + Sincerarse)

Tirada: 2d6

Resultado: 12(+4)=16 [6, 6]

Notas de juego

* ¿Se escribe así?

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10/06/2020, 01:36
Kosmos

Decidieron echar a suertes las habitaciones cuando llegara el otro inquilino y bajaron las escaleras para salir en busca de un bar decente.

Se dejaron arrastrar por la pendiente de la calle, bajando en dirección a la estación. Ella caminaba delante, moviendo el culo con sus vaqueros apretados y Sharif, como hacía siempre, al final, haciendo parecer que miraba al suelo "por si encontraba una moneda o algo" pero coscándose de todo.

Entraron en un local de nombre poco original "Bar La Stazione" que olía a máquina a café, nata, estragón, vino blanco, revuelto de gambas con ajos, boquerones en vinagre y queso blanco, una combinación que, ver para creer, solía resultar del gusto de todos, ya fueras a desayunar o a tomar una cerveza, o a comer.

Lo regentaba un tipo macilento que tenía pinta de haberse momificado hace cien años y luego vuelto a la vida gracias a un adobo a base de colillas y vodka. Vestía de negro y llevaba unas gafas de vista de esas cuyos cristales tintan a la mínima que hace un poco de sol. Bajo ellas o bien tenía us ojos maquillados con rimel, o muchísimas pestañas para su edad. Era de origen oriental, quizá japonés, quizá surcoreano.

Se llamaba Kosmos, o así lo llamó un tipo alto con sombrero, pantalones cortos playeros, albarcas asteropenses -de las de neumático en la suela, cuero en el empeine y una tira de esparto sujetando el tobillo- y camiseta de "Almezcle", un grupo indy tirando a punk lo justo, de chicas, del gusto de Sharif. Con el chico del sombrero venía una chica más bien bajita pero de una voluptuosidad benévola que no quedaba mal con su ropa y su maquillaje, tirando a gótico, con el pelo negro con un mechón blanco. Quizá sería por su parar sosegado pero tenía un aura de misterio, solitario.

El chico pidió un almuerzo en asteropés, con sonrisa de haber ganado una apuesta.

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Tirada de presencia más contemplar por Bediviere, para narrar sobre ella a Nikita (dif 11-dos niveles por "misteriosa solitaria a 2= 7

Tirada: 2d6

Resultado: 7(+5)=12 [5, 2]

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10/06/2020, 01:46
Irene Castellini

Pidió Irene. Una botella de vino blanco bien fresco y "unas latas" -en aquella zona era común, por las mañanas, acompañar la bebida con conservas de atún, pulpo al ajillo y cosas del mar por el estilo- y luego se sentaron en una mesa que daba un ventanal desde el que se veía el paseo marítimo y el mar.

Ella sacó un fajo de billetes de veinte euros y lo dejó sobre la mesa.

—Açí tens trois messos que nonmah'grá diébbette niento. Sé que n'hem parlada del pagamento, però vuic dixar-tot'clar... sense papers... nien cal ¿veritat?

Y paró de hablar para fijar toda su atención a un videoclip de Gianna Nannini, una versión canzonne del clásico de Sergio Endrigo "Lontano dagli occhi", que se proyectaba en una pantalla que había vivido tiempos mejores.

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10/06/2020, 02:31
Kosmos

Caminaron unos cuantos metros en dirección al mar hasta los edificios de dos pisos que habían en la primera línea de playa. Allí entraron en un local que se llamaba "Bar La Stazione" y que olía a café, leche, hiervas aromáticas al sol, vino dulce y pescado, de una manera lo suficientemente sutil para dar hambre y no llegar a agobiar.

Tras la barra había un hombre delgado y enjuto, con pinta de haber vivido de noche, muchos años. Vestía de negro y llevaba unas gafas con los cristales un poco tintados de marrón. Tenía muchas pestañas, oscurecidas por el rimel y unos cincuenta y algún años. Era de origen oriental.

Sento lo llamó Kosmos y le pidió un almuerzo. Él señaló una mesa que estaba vacía, junto a un ventanal desde el que se divisaba el paseor marítimo y el mar.

 

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10/06/2020, 02:32
Sento

Cuando se sentaron el chico se quitó el sombrero y lo colgó en un saliente del respaldo de su silla. La miró a los ojos.

—Vas a estar genial aquí. Yo me paso días enteros esquivando cocodrilos en las marismas, así que Isa y tú tendréis espacio más que de sobra… ¿Te gusta la música? ¿No? Porque yo no puedo vivir con alguien a quien no le gusta la música.

Y levantó la vista con cara de curiosidad hacia una pantalla obsoleta que estaba cambiando de vídeo musical, en lo que parecía uno de esos canales basura que ponen todo el rato canciones pasadas de moda.

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10/06/2020, 02:33
Irene Castellini

Dos mesas más allá habían tres personas: un chico con aspecto un tanto norteafricano que lo miraba todo sonriente, otro rubio, con facciones eslavas y prótesis en los oídos y una chica con el pelo a rastas, más morena que el primer chico.

Hablaba ella, en asteropés. Pidió a Kosmos levantando el dedo y dijo algo al chico eslavo dejando un fajo de billetes de veinte euros encima de la mesa. Quedando de repente en silencio, para fijar toda su atención en el videoclip.

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Edito: he cambiado un poco el último párrafo.

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10/06/2020, 02:41
Bediviere Lafayette
Sólo para el director

Bediviere avanzó, adentrándose en aquella suerte de universo alternativo. Aquello era muy diferente a Nueva Orleans, ahora no tenía ninguna duda. Los olores, carentes del carácter criollo de la cocina cajún, y aquellos vídeos de música italiana, en lugar de country rock, en la pantalla obsoleta del bar. 

Reparó en el tal Kosmos, lo suficiente como para entender que no dormía las suficientes horas. Y se sentó, guardando silencio hasta que Sento comenzó de nuevo a hablar. Parecía entusiasta. Quizá demasiado, para su gusto. Aún así, trató de dibujar una expresión más o menos afable. El chico trataba de agradarla, aunque no supiera que aquello era sumamente difícil- Claro que me gusta. Aunque te confieso que eso...-dijo, señalando el vídeo musical que parpadeaba en aquel instante en la televisión- No es muy de mi estilo. -explicó, reparando en el nombre de su otra compañera de piso, antes de desviar su atención hacia las otras mesas. 

Observó que había otros tres jóvenes, sentados en la terraza. Sus ojos repararon primero en el pelo a rastas de la chica, y luego en los implantes cocleares del chico de facciones eslavas, quizá por deformación profesional. Trató de no fijarse en ese detalle en exceso, y volvió a prestar atención a su mesa- Supongo que esto está lleno de nuevos estudiantes, a día de hoy.-dijo, realizando una apreciación hacia el grupo que tenían cerca, antes de posar la mirada sobre la pantalla, parpadeando, lentamente, notando las pupilas ligeramente irritadas. Agarró una bolsa que había traído consigo entonces, y sacó que ella un paquete- He traído una tontería, una simple cortesía para los de la casa, en general.-dijo, tendiéndoselo al chico- No sé si cocinas, pero si lo haces, te aseguro que esto te va cambiar la vida.-explicó, señalando el paquete de diferentes especies cuidadosamente embaladas, sobre el que destacaban unas letras doradas: "World's Famous N'awlins Cafe & Spice Emporium".

Notas de juego

Ese sitio existe de verdad. Puedes comer comida cajún, y comprar café y especies XD

https://www.facebook.com/WorldFamousNawlins/

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10/06/2020, 08:08
Nikita Pontecorvo
Sólo para el director

Clar, nessum problema —aclaró a la chica mientras se preguntaba, sin poder abandonar la paranoia que solía acompañarle siempre, si en verdad no le gustaba deber nada a nadie o prefería no deber nada a un Pontecorvo. Pero otro pensamiento se abrió paso en su lugar: si temiera algo de un Pontecorvo o supiera siquiera algo de ellos, ¿querría acaso compartir piso con él?

Retiró el dinero de la mesa y desvió momentáneamente la vista a la pantalla. Habría preferido no tener una televisión delante de buena mañana —o ya puestos pasar un solo día sin escuchar una canzone—, pero respiró hondo y miró alrededor queriendo localizar dónde se había sentado la chica morena de aire misterioso. No quiso observarla con demasiada intensidad sin embargo, así que al momento alargó el brazo hasta la botella —tal vez era temprano para el vino, pero aquello era una celebración, ¿no?— y sirvió los vasos mientras observaba al tal Kosmos tratando de imaginar cómo la vida lo había llevado a Astérope y también a aquel estado de conservación semilamentable o tal vez buenísimo a pesar de su biografía, quién sabía. Había algo de yonki en su aspecto, sino de las drogas, de cosas aún peores.

Tras llenar por último su propia copa devolvió la atención a sus compañeros.

Per la llibertà e la vita nova.

Y dio un buen sorbo que le supo a gloria.

- Tiradas (1)

Motivo: Imaginación + Empatizar

Tirada: 2d6

Resultado: 3(+3)=6 [1, 2]

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He hecho una tirada de imaginación más empatizar para ver si confirma su paranoia acerca de lo que pueda pensar la chica, pero saco una tiradilla lamentable. :-P

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10/06/2020, 12:00
Remo Farkas

Empezó en asteropés.

—M'agradaría molto fer-te na tur per Atlanova q'es una città bellíssima*.

Para luego volver al inglés.

—Pero mi mujer y sobre todo mi hija me matarían... Nos esperan en casa, con el camión de la mudanza. Ahora vivimos en Roma, pero para dejaros que hagáis vuestro el espacio, nos llevamos nuestras cosas a la casa de Morrysley.

Aparcado les esperaba un deportivo, un Jaguar descapotable blanco con detalles rojos.

Se abrió con algún tipo de llave de proximidad, emitiendo un dos pequeños pitiditos muy seguidos. Le abrió la puerta del copiloto y se sentó, preparando el retrovisor y esperando a que ella también se pusiera el cinturón de seguridad.

—No te pareces en nada a tu madre a tu edad. Elizabeth y yo estuvimos liados pero siempre supimos que lo nuestro no tenía futuro. Tu padre y mi mujer eran los novios ejemplares, todos pensábamos que iban a estar juntos toda la vida. Tus viejos se liaron dejándonos colgados a Lilla y a mí.

Sonrió observándola, mientras arrancaba. Se puso a sonar una canción de Depeche Mode.

—Éramos una panda de gilipollas pero íbamos con el corazón por delante. Créeme si te digo que aunque tenéis más libertad para definiros os habéis criado en una época de repunte del puritanismo y sois una generación de auténticos timoratos.

Tomaron una rotonda y entraron en una carretera de varios carriles.

—¿Estoy siendo injusto?

 

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(*) Me encantaría hacerte un tour por Altanova, que es una ciudad Bellísima.

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11/06/2020, 02:55
Topazia Andreani "Azia"

La chica vestía un traje chaqueta color hueso con una camisa negra a rallas y una corbata también negra a topos blancos. A pesar de ser un conjunto de manga larga la tela parecía muy fina. Llevaba una maleta y unas gafas de sol cuadradas con el cristal verde a modo de diadema.

Tenía el pelo corto, pero no tanto como para que no se notaran sus rizos. Era muy pecosa. Sus ojos eran claros, brillantes, febriles y sonreía enseñando un poco los dientes.

Branwen -una chica morena de pelo a ondas que se sentaba delante de Adam- se cambió de asiento al del pasillo cediéndole su asiento junto a la ventana y la recién llegada dejó sus trastos en el portaequipajes, se repanchigó en el asiento recién conquistado, saludó asintiendo con la cabeza, bajó sus gafas como si fueran la visera de una escafandra y se quedó mirando hacia el exterior.

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11/06/2020, 02:56
Victor Andreani

Al minuto le hizo una seña a alguien que entró en el autobús. Un chico también trajeado pero nada extravagante un par de años mayor que ella (ella tendría dieciocho). De estilo arquetípicamente pijo, atlético pero refinado, con una mirada dulce que le daba al todo la crueldad refinada que ese espera de la gente de la clase dominante. Llevaba en la mano dos sádwiches forrados con el papel de una franquicia y después de comprobarlos le ofreció uno a ella hablándole en asteropés*.

—Así tens, ta sandwiche da.. lenticchie i amaranto... puag...

Sentándose a continuación tras Branwen, junto a Adam, un chico con aspecto como tímido que permanecía replegado junto a la ventana.

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(*) Creo que es incorrecto, pero estoy llamando asteropés al idioma y asteropense a los nacidos en Astérope.

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11/06/2020, 03:01
Minibús

El minibús se puso en marcha y la radio parecía captar ondas de radio perdidas en el tiempo.

A los diez minutos viajaba por una carretera que atravesaba lagunas y praderas inundadas llenas de cañas que parecían no acabarse nunca.

Cuando sonó una canción romántica en italiano la pelirroja se puso a cantarla. No lo hacía en voz muy alta, casi parecía que sólo moviera los labios.

No había parado de cantar cuando el autobús se detuvo en seco, pero sin violencia. El conductor maldijo sin gritar, puso las luces de emergencia y habló por radio en asteropés.

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11/06/2020, 03:03
Ibis

En la carretera había una bandada de pajarracos de cara más bien fea, grandes -metro y pico de envergadura- de pico largo y ganchudo, patas robustas y plumaje negra con iridiscencias violáceas y verdosas.

Serían por lo menos unos cincuenta y estaban tranquilos pero atentos, como unos bandidos tendiendo una emboscada a una caravana.

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11/06/2020, 03:04
Victor Andreani

El chico del traje se inclinó un poco hacia adelante e hizo un comentario a la chica peliroja, pero esta vez en un inglés de colegio de élite, como invitando a quien se quisiera unir a la conversación.

—Es una bandada de Ibis Eremitas. El conductor no toca la bocina para no estresarlos ni desorientarlos. Es una especie protegida que está en peligro de extinción.

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11/06/2020, 04:26
Bryony J. White

Y el madurito macizorro tenía un pedazo de carro que hizo silbar a Bryony por lo bajo. Estaba claro que estaba forrado, así que dio por hecho que por eso conocería a sus padres. Había mucha gente a la que conocían sólo por tener pasta o porque la familia de mamá era rica desde vete a saber cuántas generaciones atrás. Ella no se quejaba de que le diesen dinero, desde luego, y cuando necesitaba un nuevo modelo de iMac no se cortaba un pelo en pillar el teléfono o visitarlos en Chelsea, pero su vida en Londres había sido más bohemia, currando a ratos en el bar y viviendo en el piso que compartía con sus amigos. 

—Estuve en Roma hace un par de años con mis padres —comentó mientras llegaban al coche—. Debe ser un buen lugar para vivir. Sobre todo si os gusta la pasta. A mí me encanta.

Metió sus dos maletas grandes en el maletero y luego entró ella en el coche. En un primer momento se lo quedó mirando, preguntándose por qué no arrancaba, hasta que cayó en la cuenta de que debía querer que se pusiera el cinturón. Aburrido, pero lo hizo.

Aquello sí que no se lo esperaba, Remo había empezado fuerte con las batallitas, yendo a lo más jugoso. 

Oh, wow. No tenía ni idea. 

Desde luego que no se parecía a su madre, ni en el físico ni en el carácter. Ella siempre había pensado que se parecía más a su tía Violet, la hermana menor de Elisabeth, que era la menos estirada de su familia materna. Pero lo que más le había llamado la atención y que no sabía era que iba a vivir en la casa de los antiguos ex de sus padres. No dejaba de tener gracia ese intercambio de parejas que le contaba Remo y que ella escuchó con interés y una media sonrisa divertida bailando en sus labios. 

—Bueno, si la vida te da limones, haces limonada —aportó, con una risilla y contempló su perfil con curiosidad. ¿Estaría el hombre despechado porque su padre le había robado la novia? «Joder, mamá. Estas cosas se avisan».

La elección de la música le gustó y miró al tipo con aprobación. Incluso tarareó el principio, pero dejó de hacerlo para escuchar lo siguiente que decía. Se había puesto en plan en mi época esto y lo otro y lo de más allá y Bryony se tuvo que morder la punta de la lengua para no soltarle el «OK, Boomer» que se estaba ganando a pulso. En casi cualquier otra situación lo habría dicho, pero se calló por lo mismo que se había puesto el cinturón: quería llevarse bien con el dueño de la casa donde iba a vivir. 

No le pegó el corte, pero con la pregunta sí que se rió. 

Un poco, la verdad. No me conoces de nada y sólo me juzgas porque no visto como mi madre. Creo que ni puritanismo ni timorata son palabras que me definan ni siquiera remotamente. De corazón no sé qué tal ando, yo diría que bien, pero en la vida y en el arte es la pasión lo que me mueve. Pero, eh —dijo, haciendo un gesto con la mano, mirándolo con expresión divertida—, que si eres uno de esos que creen que todo tiempo pasado fue mejor, yo no me meto.