Partida Rol por web

Corres por la selva amazónica a toda velocidad. Tu ropa se engancha a menudo con la maleza pero no te entretienes en evitar los arañazos porque los notas cada vez más cerca. Sabes que pronto llegaras al claro donde esta esperando el avión pero de pronto un sonido metálico te deja petrificado pues son las aspas de un avión. Aceleras el paso pero cuando llegas al claro observas como el avión inicia la maniobra de despegue. Corres desesperadamente hacía él intentando alcanzarlo, tal vez puedas agarrarte a las ruedas, quien sabe. Pero no te da tiempo, el pequeño avión sale volando y puedes ver las caras conocidas de dos personas dentro de la cabina que se ríen de ti mientras se encienden un puro, te señalan y se ríen mientras chocan sus manos.
Agotado te tiras al suelo, te acabas de rendir pues no te quedan fuerzas después de esa carrera. Antes de que te des cuenta ellos están a tu lado, intentas sacar tu arma automática pero notas un pinchazo en el cuello y después varios más en los brazos. Ves unos pequeños dardos clavados en tu cuerpo e intentas levantar la cabeza para poder verlos pero antes de conseguirlo notas una gran pesadez y caes al suelo totalmente inmóvil. Tu cuerpo ya no responde pero tu mente sigue activa, tal vez te hayan suministrado algún veneno pero lo poco que alcanzas a ver es a unos tipos con aspecto de aborigen. No son muy grandes, apenas miden un metro y medio, pero son fuertes. Te atan a un gran palo y entre dos te llevan a cuestas hasta su poblado, el viaje es largo y los oyes murmurrar en una lengua extraña que te parece lejana y antigua.
Lo peor de todo es ver una gran marmita en la que están preparando la comida, una especie de comida comunal en la que tú eres el principal ingrediente!

Entonces te despiertas y entre la penumbra de la habitación intentas llevarte las manos a la cara. Sin embargo las tienes atadas y no solo las manos, también los pies. Por lo menos te has librado de esa pesadilla. Entre sudores y notando tu fuerte respiración observas a tu alrededor. Ves a otras personas tumbadas y por su posición deben estar también atadas. Es difícil de ver pues la única luz llega desde el techo, luz lunar que se filtra desde el exterior aunque hay un silencio espectral en este cuarto por lo que debe haber techo y salta a la vista que hay paredes alrededor.
Te fijas en tus ligaduras, son sencillas. Un nudo simple en las manos y las piernas que no debería ser muy complicado de soltar aplicando la fuerza necesaria con tus fuertes músculos ya que la cuerda es muy gruesa y deja bastante soltura.

Tu mente fue directa a la situación pero ahora que la situación parece más controlada empiezas a pesar. O mejor dicho, a intentarlo. ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? Notas un fuerte dolor de cabeza al pensarlo. No consigues recordar nada sobre tu infancia o sobre lo que haces actualmente pero te duele mucho intentarlo. En realidad cuesta demasiado, tanto que no parece normal.
Sin embargo conservas retazos de memoria y lo que te viene a la cabeza no te llena de orgullo ya que has sido malo, has engañado, estafado, golpeado y dañado a gente por dinero. Pero al menos nunca has matado a nadie, nunca has llegado a esos extremos aunque si que has hecho daño físico a la gente. Aunque lo más violento que llegas a recordar es a un tipo al que le dejaste cojo al dispararle en una pierna mientras te perseguía.
Por lo que recuerdas estuviste en la cárcel pero todo son lagunas en tu memoria. Y si intentas recordar más cosas te duele mucho la cabeza, muchísimo.

Al entrar en el cuarto te embraga una sensación de familiaridad. Ves maquinas de gimnasio y notas enseguida que tú estas acostumbrado a ellas. Te acercas a una mesa de pesas y observas que las pesas están puestas con 40 kg. Al tocar las pesas te viene a la cabeza el recuerdo de ti mismo haciendo ejercicio en un sitio similar a este.
Eres un adolescente menor de edad y estas haciendo ejercicio junto a unos tipos mayores que tú. Tienes una sensación de familiaridad con ellos, como si fueran tu familia y cuidarán de ti. Vigilando que no te metas en líos y que no tengas problemas. Poco a poco recuerdas quienes son y quienes eres tú.
Empezaste como todos los chiquillos, vigilando. Tu trabajo era vigilar una calle mientras los mayores hacían algo, al principio no sabías lo que hacían y solo tenías que silbar si venía alguien mientras ellos estaban dentro de algún sitio. Después descubriste que lo que hacían era cobrar y a veces debían emplear la violencia para cobrar.
Con el tiempo dejaste de vigilar y empezaste a trabajar de repartidor, llevando lo que ellos te decían que llevases y cuando te hiciste mayor empezaste a ir tú a cobrar. Así fue hasta que te cogieron y acabaste en la cárcel.

Al observar el laboratorio te viene a la mente un recuerdo sobre un lugar similar. Se trata de un hospital en el cual estuviste hospitalizado durante un tiempo. Aunque de alguna forma eres consciente de que estas habituado a tratar con material similar ya que muchos objetos que ves por la sala te resultan familiares.

Esas criaturas están delante de ti, son sobrenaturales y asemejan ser muy peligrosas. Son muertos vivientes que caminan lentamente hacía ti pero no es en ellos en quienes piensas en este preciso momento sino en tu padre. Recuerdas que cuando eras pequeño te contaba historias para dormirte y una que acostumbraba a contarte era una que le contaba a él su propio padre. En esa historia habla de un ancestro tuyo que vivía en pequeño pueblo en nueva Inglaterra. Según te contaba tu padre la historia ese antecesor vuestro tuvo que huir de su pueblo pues estaba siendo perseguido por los muertos de sus antiguos amigos a los que traicionó por algo que hizo y se vio forzado a huir de ellos. Según contaban la historia esos muertos cobraron vida y siguieron a esa persona lentamente y tarde o temprano lo encontrarían. Y no solo a él sino a la sangre de su sangre a quienes encontrarían y castigarían a menos que los niños se portasen bien para redimir el pecado del primer pecador de la familia.

Casi habías olvidado esa historia que la desechaste al hacerte mayor al pensar que solo era un cuento viejo para dormir a los niños con el pretexto de que se portasen bien. Pero al verlos tan cerca tuya no puedes evitar dudar si en el fondo, realmente no tuvieran razón.

Esta habitación te resulta familiar ya que has visitado alguna similar a lo largo de tu vida. Un lugar donde alguien te hace preguntas, normalmente suelen ser dos tipos. Uno hace de poli malo y él otro de poli no tan malo. Recuerdas una vez que te detuvieron y en la que varios polis te dieron una paliza por no delatar a tus compañeros. Ocurrió cuando el detective abandono la habitación, seguramente fuera él quien lo ordeno pero ahora te da igual. Aguantaste, no dijiste nada y en compensación “ellos” cuidaron de ti mientras estuviste en prisión. Sin embargo al salir de allí te lo montaste mal. Decidiste montar un negocio con varios tipos que conociste allí en lugar de volver con tus viejos compañeros. Sin embargo tus nuevos socios no eran de fiar. Lo último que consigues recordar es cuando esos dos capullos te la jugaron en algún lugar de Sudamérica, justo cuando vosotros se la habíais jugado a unos aborígenes sudamericanos a quien le robasteis. Ellos huyeron en el avión dejándote allí tirado justo cuando aparecieron esos tipos con más aspecto de simio que de humanos.

Las herramientas despiertan en ti algún tipo de recuerdo. Algo que te resulta doloroso porque aparece tu padre, ese tipo que te abandono a ti y a tu madre cuando eras un niño. Recuerdas que él era un manitas arreglando cosas, sobretodo coches. Pero un buen día se largo en su coche, un viejo cámaro de color azul que hacía ese ruido tan peculiar al acelerar. Tu madre se hundió pero os saco adelante a ti y a tu hermano trabajando muchas horas en una cafetería. Trabajaba tanto que no podía estar en casa para cuidaros a ti y a tu hermano. La calle se convirtió en tu casa y la calle se llevo a tu hermano cuando le atropelló un coche que circulaba demasiado rápido. Tal vez por pena unos tipos del barrio que siempre iban bien trajeados decidieron darte trabajo. Algo sencillo, solo vigilar una puerta para que avisaras si venía alguien y a cambio te daban billetes. Mucho más de lo que te daba tu madre los domingos.