Partida Rol por web

El portal está sumergido a sólo un par de metros de profundidad y en realidad está colocado en la parte más profunda de la cueva a la que acabáis de llegar. A través de algunos agujeros en el techo entra luz al interior de la caverna en la que ahora os encontraís y es una luz mortecina, de atardecer.

En prácticamente toda la cueva se puede caminar sin necesidad de nadar, pues el agua os llega por la cintura (a Urik por el pecho). Además, parte del suelo de la cueva está por encima del agua, un lugar arenoso donde se asientan dos peñascos oscuros. Entre ellos, veis un gran cofre con refuerzos de hierro. La tapa está abierta y el contenido brilla en la semioscuridad; joyas y monedas. Encima del tesoro hay una calva cabeza humana amputada a su dueño hace mucho, muy estropeada. Carece de ojos y de expresión alguna, los labios se han retirado y la piel le tira sobre la calavera. Apenas conserva parte de una barba rala y gris. Tirados en el suelo a sus pies hay huesos claramente humanos. La sala parece tener dos salidas oscurecidas, una cerca vuestro y otra al otro lado de la caverna.

Thelonius procede meticulosamente en cuanto sale del agua a colocarse la armadura y a ceñir sus armas, todo ello con el menor ruido posible, y haciendo señas a los demás de que no alboroten. Luego indica por señas a Urik que se adelante hacia el cofre, buscando trampas, y a Jathor que le siga de cerca.

Después, avanza cuidadosamente hasta la entrada más cercana, y tiende el oído.

Urik asiente con la cabeza sin pronunciar palabra y se acerca al cofre con cuidado buscando trampas y/o alarmas que puedan indicarle a cualquiera que habite allí de su presencia .

Antes de avanzar les indica a sus compañeros que vigilen las dos salidas ya que no le gustaria ser sorprendido por visitantes inesperados .

Jathor, con el pelo mojado pegado a la cara, sigue a Urik de cerca. Camina mirando alrededor, intentando no hacer demasiado ruido. Su atención se centra en las entradas, por si alguien entrase por ahí.

Tancred por su parte se quedo cerca de su hermana visiblemente preocupado. El tema de los portales y estos lugares tan extraños para él le resultaban preocupantes. Tenía los labios apretados pero estaba recto y alerta... esperando a que sucediera algo...

Thelonius reniega por lo bajini al ser incapaz de oir ningún ruido procedente del pasadizo de la izquierda. Dita sea, me estoy haciendo viejo.

Viendo que Tancred no se ha decidido de dónde ir, le hace señas de que se acerque lentamente hasta su posición. Vamos a prevenir posibles sustos poniendo un obstáculo acorazado entre los problemas y uno, filosofa en silencio.

Comenzáis moveros por la sala. Cuando Thelonius llega hasta el pasillo, atisba la luz del exterior, arena amarilla y el sonido del mar rompiendo en la playa. Parece una salida sin más bifurcaciones.

Mientras Urik se acerca al cofre no ve trampas aparentes ni en el suelo arenoso ni en el propio cofre, aunque aún debe examinar la cerradura. Pero antes de que lo haga, ¡escucháis pasos! Pasos de una persona en el agua que indudablemente provienen del pasillo del lado opuesto y a toda prisa en vuestra dirección.

Al oir los pasos, Thelonius hace gestos a los demás para que se desplieguen, prepara el arco y empulga una flecha, apuntando hacia el pasillo por el que viene el ruido.

Encaró el lugar del que provenía el ruido de los pasos apresurados preparandose para lo peor...

Nada más escucharse el sonido de los pasos, Jathor agarra con fuerza su hacha. Da unos pasos al frente, colocándose en medio del la cueva, mirando fijamente hacia el pasillo. Con una mano se quita el pelo mojado de la cara, y permanece a la espera, con los músculos en tensión, preparados para actuar en cualquier momento.

Hitmol sabía que si quería hacer magia necesitaría sus componentes mágicos en perfectas condiciones así que recorrió la distancia que le separaba de la zona más elevada antes de empezar a abrir el odre en el que guardaba sus pertenencias. Si tenía oportunidad trataría de retener a cualquiera que pudiese dar la alarma.

Urik al escuchar los pasos , busco las sombras intentando fundirse con ellas para permanecer oculto y poder sorprender a quien viniera .

La sombras de la entrada norte se rompen cuando a través de ellas hace su aparición un hombre sosteniendo en alto una lámpara. Apenas podéis creer lo que ven vuestros ojos. Ni bruja, ni monstruo. Delante vuestro tenéis, ni más ni menos que a ¡el capitán Nbod! O, al menos, a alguien muy parecido a la imagen del cuadro de vuestro dormitorio y tabién parecido al que os encontrásteis al otro lado del portal del armario. La diferencia más patente es que el pelo de este no es totalmente oscuro, sino que tiene abundantes canas grises y su cara está marcada popr profundas arrugas. A ojo, diríais que es quince años más viejo que el otro. Lleva una armadura igual a la del cuadro, como el Nbod detrás del armario y en este caso, no va armado.

-¿Quiénes sois y qué hacéis aquí?- os grita desde la otra punta de la sala, con una mirada fiera. La voz es también diferente de la del otro "Nbod".

¡Mierda!, rezonga Thelonius por lo bajo. Tengo la impresión de que alguien se quiere quedar con nosotros, y si es quien creo que es, tenemos problemas.

Tras sopesar los pros y los contras en un par de latidos del corazón, decide un curso de acción. El capitán Nbod, supongo, dice en voz alta, a la vez que destensa el arco y abre los brazos en señal de no agresión.

Entrecerró los ojos realmente confuso... eso si que empezaba a escapar a su comprensión. Se puso recto pero sin enfundar su arma mirando con sospecha al "Nbod" que se acercaba... - ¿Pero que...?

Alguien les estaba engañando. Hitmol no creía posible que el capitán tuviese un familiar tan parecido pero esperó su respuesta antes de hacer nada. A menos que aquel nuevo Nbod tuviese una nueva explicación tendría que usar uno de sus conjuros para ver si no se trataba de la bruja bajo un conjuro de transformación; aunque en realidad lo usaría de todas formas.

El nuevo capitán Nbod se queda en su sitio, no se acerca e incluso parece prepararse para moverse en una dirección u otra, desconfiando de vuestros movimientos y atento a cualquier actitud hostil por vuestra parte.

-Sí, soy yo. ¿Qué buscáis aquí? ¡Alejaos de mis cosas!- y señala con la mano el cofre del tesoro que permanece sobre el montón de arena.

Saliendo de mi mutismo, puesto que habia permanecido bastante pensativa detras mi hermano, puesto que todavia no me cuadraba todo, ahora por fin tengo la confirmacion de que asi era

me adelanto un poco sin llevar la mano a la espada, aunque dejando que se vea mi simbolo sagrado
Tranquilo capitan, no somos ladrones, solo es que hay gente preocupada por usted

Aprovechando la entrada que le ha dado la gentil Ellidian, Thelonius decide explicar un poco el embrollo.

Verá, capitán. Los dueños de la posada nos han contratado para buscarle: temían que le hubiera pasado algo malo, así que hemos investigado su cuarto y descubierto el portal que lleva hasta aquí.

-¿Los dueños de la posada? ¿Qué les importará? Son unos entrometidos. ¡Y unos ladrones! ¿Os han mandado a robarme el resto de mis cosas?-

Vuestro interlocutor permanece en la misma postura. Ni siquiera la dulce Ellidian logra hacerle sentirse más seguro ante vuestra presencia.