Partida Rol por web

Gracias por todo. Digo levantandome yendo detrás de la otra mujer y murmurando a los otros dos. Me encantaría hablar con ustedes, sí es posible.

Una vez fuera me dirijo al sujeto y le digo de manera cauta, no se usted, pero el abogado del señor Von Hausen, me parece que no es digno de confianza, temo que la información que nos dio nos lleve  auna trampa.

Ian miró a Nicole sin saber si sonreír o fruncir el ceño. ¡Le hablaban del abogado como si fuera conocido de éste! Suspirando y haciendo mínimos esfuerzos para cargar sobre sus fuertes brazos a una delirante Susan, dijo sencillamente:

- Señora, yo también tengo mis dudas sobre ese abogado, pero ¿qué vamos a hacer? Aceptamos este empleo, con sus peligros y desventajas. ¡Pero no se preocupe! Si todo es una trampa, le aseguro como que me llamó Ian Brown de que la sortearemos sin dificultad.

Hizo una pausa y señalando a Susan con la cabeza, agregó:

- Por otra parte, señora, ¿me ayudaría con la señorita Fox? Se acaba de desmayar. Creo que es el calor, sabe. La llevaré a un lugar cómodo, y mientras usted la vigila iré a buscar ayuda.

Ian, seguido de Nicole, entró en la casa. Una vez allí depósito a la joven Susan en un sillón, donde la señora Johnson se encargó de cuidarla mediante su experticia en medicina, hasta que minutos después un sirviente, acompañado de Antoniette Von Hausen, llegaron a la escena, botiquín en mano.

Varios minutos después Susan abrió sus grandes ojos marrones. Lucía temblorosa y su frente sudaba. Era claro que había pasado por una escena terrorífica que ninguno de sus compañeros comprendía. Von Hausen, al verla - y a pesar de las réplicas de su esposa - dijo que aquéllo se le pasaría con una buena comida y una taza de té bien fuerte; que debían buscar a Peter.

A las dos se sirvió la comida, por demás excelente. Allí se sentaron los tres, acompañados de sus anfitriones. De Leonard no se había sabido nada desde su desaparición repentina de la reunión con el abogado. Adolf Von Hausen imaginaba que lo encontrarían en el circo, ya que, conociendo como conocía a su sobrino, éste hubiera querido hacer las cosas solo en vez de aceptar la ayuda que éste le ofrecía.

Mientras el reloj iba avanzando, Von Hausen finiquitó los últimos detalles. Se le entregó un arma a Susan, que ésta apenas tocó, pues, ante su presencia, su miedo se acentuó, como si aquella pistola fuera un monstruo. Nicole e Ian recibieron dos linternas, y la señora Johnson se hizo con el número telefónico de Adolf Von Hausen y de su esposa.

Hecho esto, y cuando el reloj apuntó a las seis, el anfitrión condujo a sus invitados hasta un automóvil negro que les esperaba a la entrada de la casa para llevarlos al viejo teatro.

- Que tengan un buen viaje, y por favor, encuentren a mi hijo - dijo el millonario mientras se despedía de los tres.

Leonard frunció el ceño, ciertamente irritado por aquella mujer tan fastidiosa. ¡Qué se creía aquella para gritarle! Pero la verdad era que si quería rescatar a Peter debía acompañar a la fémina. Suspirando por el fastidio, ajustándose su arma y guardando el teléfono celular en un lugar seguro, acompañó a la muchacha, internándose en la oscuridad de aquella sala de torturas.