El capitán se detuvo unos instantes para valorar la propuesta de Ilias, secundado por Nicarius.
—Tenemos poco tiempo, pero si eso os hace estar más seguros... —dijo encogiendose de hombros.
Señaló a uno de sus hombres.
—Tu iras conmigo y con dos de ellos. Levon irá con los otros dos y con el ingeniero. ¿Así os gusta más? —dijo un tanto burlesco—, decidir como os repartis y pongamonos en marcha.
El capitán se enfundó en su traje espacial y se quedó mirando al grupo mientras estos tomaban una decisión.
-Confío en que el avestita y el eskatónico le resulten buena compañía. Creo que si os acompañan todos tendremos menos problemas -yo de convivencia y tú de lealtades, pensó para sí- en el otro grupo podríamos ir la mujer y dos de tus hombres.
Su tono ha resultado gélido y, aunque en ningún momento ha dicho algo ofensivo o revelado sus verdaderos pensamientos, está claro que subyace cierta hostilidad del magistrado hacia el capitán, que todavía guardaba para sí la respuesta a la identidad de los atacantes. Sí, era una nave contrabandista, pero quién se arriesgaba a atacar a otra nave en el espacio cuando lo que realmente te interesa es la mercancía y poner en prisión al capitán. No, tenía que ser un enemigo, otra clase de enemigo. Ulrich rezaba para que fuera un enemigo del capitán y no suyo...
-No te afanes tanto en apartarme de tu lado cara gris,no sea que termine pensando que tienes algo que ocultar. - Dijo Ilias con cierto aire amenazante. - No obstante, me es indiferente con que grupo deba ir.
-Simplemente partamos ya.- Añade secamente.
Daynee prefería ir con en Magistrado a tener que aguantar la charla apocalíptica del monje avestita, aún así, después de las palabras de Ilias lo único que hizo fue mirar a ambos hombres, intentando decidir qué era lo peor que podía pasarle, después de todo lo malo que le había pasado los últimos días ya casi le daba igual, casi, pero soportar esa charla ya le había resultado algo incómodo, como para tener que hacerlo durante casi seis horas embutida en el traje.
-Siempre puedo ir con el chico - comentó en tono glacial, refiriéndose claramente al monje eskatónico, aunque probablemente tuvieran la misma edad - y así no habrá problemas sobre cosas a ocultar de cualquiera de nosotros.
Nicarius se encogió de hombros: estaba claro que al magistrdo no le gustaban los eclesiásticos. No era raro en los Mundos Conocidos que la gente que se preciaba de ser más culta tuviera tendencia a desconfiar del clero. Algo abusrdo, desde luego, ya que el abrazo del Pancreator toma a todos por igual. Sin embargo no le preocupaba en lo más mínimo el velado desprecio del Cara Gris: afrentas peores había tenido que atender.
- Lo siento señora pero me temo que nuestros caminos irán por separado.- dijo sin pensar demasiado en que su frase sonaba casi como la de un perdonavidas - Está claro que maese Ulrich no quiere compartir su preciosa compañía con nosotros y el sentimiento es mutuo.- que tuviera que aguantar el desprecio del magistrado no quería decir que no pudiera devolverle la misma moneda - Aún así rezaré para que el Pancreator vele por su seguridad. Para Él todos somos dignos de salvación, aún cuando se rechace la mano que ofrenda.
Luego se volvió hacia el avestita y el capitán.
- ¿Partimos pues?- concluyó encogiéndose de hombros.
En realidad el novicio no había sido totalmente sincero. No era que le resultase en exceso desagradable la actitud del magistrado o perturbadora la presencia de la mujer. Su primer impulso fue justo el contrario al que tuvo durante el aterrizaje pero lo motivaba lo mismo: el lanzallamas de Illias. Si antes había querido mantenerse alejado por la posibilidad de explosión ahora lo veía como una fuente de seguridad inmediata. El Pancreator ayuda a los suyos pero siempre que los suyos se ayuden también un poco.
Ilias asintió a las palabras de Nicarius sin añadir nada mas.
Estaba listo para partir y buscar ... lo que fuera que necesitaran encontrar.
El rostro del magistrado no dejó traslucir los sentimientos que la afrenta del muchacho embutido en una basta túnica había proferido contra él. Si quería despreciarle por su falta de fe, que así fuera. Si su Pancreator era la mitad de bueno y de justo de lo que solían decir, no importaría demasiado lo que hiciera durante su vida, siempre que al final de ésta se arrepintiera sinceramente. Y no entraba en sus planes inmediatos el morirse. De momento debían avanzar y haría mejor "su trabajo" si no tenía un inquisidor ansioso de quemarle mirando por encima de su hombro. Si supiera lo que era capaz de hacer, lo que sabía, lo que pensaba... su final no sería muy diferente del de la carne asada.
-Partamos -sentenció fríamente, sin más. Su voz era clara y poderosa, un faro en la oscuridad que les traía el abrupto aterrizaje.
Un encogimiento de hombros precedió en la mujer a terminar de ponerse el traje. De entre su túnica amplia sacó un estoque para meterlo dentro del petate, lo soltó apenas un momento para volver a colgarlo de su hombro, cruzándolo para que no le molestara, la empuñadura sobresalía un palmo aproximadamente, suficiente para cogerlo por si tenían problemas y que no se quedara atascado. Aunque dudaba mucho que con el traje espacial pudiera usarlo con facilidad.
Sujetó fuertemente la linterna que le habían facilitado. Sería el único punto de luz que hubiera dentro de las entrañas de esa mastodóntica nave. Miró a ambos lados, un tanto nerviosa, de nuevo, ahora que estaban a punto de salir de la pequeña nave.
-Bien, vamos. - Fueron sus únicas palabras.
El cachorro estaba atracada sobre una escotilla de mantenimiento. La gigantesca nave tenía multitud de hangares donde atracar pero ninguno de ellos podía ser abierto sin la energía que debía de proporcionar la nave en marcha.
El capitán terminó de enfundarse su traje y, con el casco todavía bajo el brazo, volvió la mirada al grupo.
—Bien, así será entonces. Levon comandará el otro grupo —dijo mientras comprobaba el buen funcionamiento del comunicador—, si encontráis algo no dudéis en comunicar con nosotros. He dado ordenes para mantener una línea abierta hacia la Persius Omega.
Reflexionó unos instantes y acto seguido se dirigió a la escotilla. Esta permanecía cerrada. Con la ayuda del piloto, Grant Levon, el capitán consiguió que ésta se abriera.
—Adelante. Recordar que los trajes tienen sólo seis horas de oxigeno así que no hace falta que os diga que lo mejor sería encontrar el puente de mano para reactivar los sistemas de soporte vital de este trasto. Nosotros exploraremos desde este nivel hacia arriba, vosotros —dijo señalando al grupo que comandaría el piloto—, os ocuparéis de los niveles inferiores. ¿Alguna pregunta más?
Cuando digáis lo que tengáis que decir separaré las escenas.
A pesar de ser un hombre de un planeta civilizado, el magistrado no había utilizado jamás traje espacial alguno y en el momento en el que el capitán acaba de hablar él todavía se debate por ajustárselo correctamente. Al menos entendía cómo debía cerrarse y usarse, aunque otra cosa fuera la práctica. Todavía con el casco "abandonado" a su suerte, Ulrich profirió una queja sombría, muy de su estilo:
-En seis horas debo pensar que la situación en la nave estará más que resuelta. Haríamos bien de apresurarnos bastante más que eso.
El novicio se enfundó en el traje con presteza, se colocó el casco y colgó el pesado combustible del lanzallamas a su espalda.
Con el arma agarrada con firmeza en sus manos, estaba totalmente dispuesto y apunto de iniciar la búsqueda del puente de mando ... pero de repente titubeo como un niño pequeño. Se escuchó su voz por el comunicador, con un tono de profunda preocupación en su voz.
- Capitán ... ¿Que clase de atmósfera hay en este planeta? - Se giro hacia Jacob.
- Quiero decir ... ¿Funcionará el lanzallamas en el exterior? O quizá... ¿Es el aire demasiado combustible?
La idea de que los pasillos de ese cascaron muerto se convirtieran en un infierno al disparar el lanzallamas lo había paralizado completamente.
Lo único que le quedaba por poner del traje era el casco, que mantenía en la mano como esperando al último momento. Volvió a mirar nerviosa a ambos lados, después de escuchar las palabras del monje.
-Espero que no sea necesario usar eso.
Lo dijo seriamente. No estaba claro si encontrarían a algún carroñero dentro de la nave, pero estaba claro que si no tenía soporte vital, lo más probable es que no hubiera nadie. Gastar las reservas de oxígeno de los trajes era más caro que mantener el soporte vital. Y más útil, ya que los trajes espaciales no estaban diseñados para trabajos finos.
Se puso el casco, un poco desmañadamente, por lo menos no era la única que se ponía una cosa de esas por primera vez y no estaba haciendo el ridículo. Comprobó que todo estuviera en su sitio, el petate a un costado con la empuñadura del estoque sobresaliendo, la linterna en su mano enguantada. Habló por el comunicador del casco probándolo.
-¿Se me escucha?
Su campo de visión se había reducido ligeramente al llevar el casco, no le gustaba, nada, pero no había más remedio. Seis horas no era tanto tiempo, y si encontraban el soporte vital, sería menos tiempo.
La pregunta del avestita sorprendió a Nicarius por su aplastante lógica. Se notaba que el novicio tenía más experiencia en este tipo de situaciones, lo cual tranquilizaba al muchacho. Sin decir nada se situó al lado del mismo intentando aparentar un aplomo del que carecía por completo.
Ilias enarcó una ceja ante el comentario de Daynee, quería escuchar la respuesta del capitán pero no pudo evitar comentar su actitud.
- Claro, no lo voy a usar. Es mas, seguramente encontraremos el puente de mando en 10 minutos y los recambios necesarios para el Persius en 15.
Hablaba de manera exagerada y totalmente sarcástica.
- En una hora, como desea el cara gris, estaremos fuera del planeta a salvo, felices y comiendo perdices.
Su voz retornó a su tono grave de nuevo.
- ¿Esperas sobrevivir mucho tiempo con esta actitud? Si algo me enseñó mi estada en Estigma, es que siempre salen imprevistos y los planes nunca terminan como están planeados.
- No deseo luchar dentro de una nave abandonada con un traje presurizado contra un enemigo desconocido ... pero si se da el caso, estaré listo para devolver el golpe con la mayor presteza posible. Con la voluntad del Pancreator y algo de suerte evitaré que nadie de mi grupo salga herido.
A Ilias le parecía que estaba malgastando palabras en oídos sordos, pero no desistía a la posibilidad de meter algo de sensatez en las mentes de sus compañeros mas "optimistas".
- Harías bien en actuar con algo mas de precaución. - Añadió finalizando su sermón y volviendo su atención al capitán Jacob.
Ulrich vaciló un instante al oir las palabras del avestita. No porque trastocara su espíritu optimista -no tenía uno de esos-, sino porque de repente le inspiraba una seguridad que ningún otro del grupo podía proporcionarle. Pese a todo prefirió continuar con el "plan" y las agrupaciones tal como se habían establecido, sin añadir ningún comentario o rectificación, esperando a que los "compañeros" comenzaran a salir de la nave para seguirlos en su invasión del pecio.
Entrecerró los ojos y se giró para mirar al monje. Su mano se dirigió al costado, donde sobresalía la empuñadura del estoque.
-Esto no es precisamente para hacer cosquillas. - Dijo fríamente sacando unos centímetros de su vaina la ligera espada. - Harías bien en fijarte antes de hablar.
Ilias no pudo evitar sonreír cuando le mencionó el estoque, pero no añadió nada mas.
El capitán respondió al Avestista:
—Dentro de esta nave podrás utilizar tu juguete... a no ser que haya algún agujero que haga perder la presurización de este trasto.
Terminó de abrir la escotilla. Acto seguido apresuró al grupo para que entrara.
—Parece que todo está en orden —dijo mientras cerraba la escotilla.
Su voz se escuchaba a través del comunicador del traje. Una vez dentro de la nave se había perdido el soporte vital que aportaba el cachorro. Las linternas iluminaban un larguísimo pasillo. El grupo avanzó durante un rato hasta terminar frente a una valvula. A su izquierda se encontraba uno de los ascensores para acceder al resto de niveles. Flanqueando a éste portón revelaba la escalera de emergencia.
—Bueno, hora de separarse. Mi grupo explorará los niveles superiores —dijo resaltando con la mirada a ambos monjes.
Acto seguido tornó la mirada al magistrado.
—Usted y la mujer pueden empezar por aquí. Cualquier cosa que encuentren debe ser comunicada inmediatamente, ¿entendido?
Había sido una pregunta retorica ya que si esperar respuesta abrió el portón e invitó a los monjes a entrar.
—Buena suerte.
Fue lo último que se oyó antes de que desaparecieran tras la puerta.
Nota aclaratoria: El cementerio espacial está orbitando alrededor de Madoc. Por vuestras preguntas creo que no me expliqué bien anteriormente.
Nicarius e Ilias pasáis a: Capítulo 2.1: Explorando la nave
Daynee y Ulrich pasáis a: Capítulo 2.2: Explorando la nave