Daynee recorrió el pasillo hasta la zona donde se encontraba el ascensor. El ascensor ahora funcionaba y dudó un instante si utilizarlo, pero sólo fue un instante. Rápidamente la mujer decidió que usaría la escalera para reunirse con el novicio Avestita.
Pasas a la escena 2.1. Explorando la nave
El piloto no dejaba de mirar las innumerables pantallas que conformaban el panel de mandos.
—Joder, estamos encerrados en una gigantesca nave. Todo un panel de control a nuestra disposición y nada que hacer. ¿Se le ocurre algo magistrado?
Desmarca a Daynee hasta nuevo aviso, por favor.
-Sí, tratar de encontrar cómo funciona esta nave y cómo introducirle órdenes. ¿Te parece bien o es demasiado descabellado para tu gusto? -el tono de irritación del magistrado estaba en un crescendo de lo más desagradable. La mayor parte de los mortales optaría por bajar la cabeza y tratar de salir de escena o cumplir con sus cometidos de la manera más eficiente posible, aunque siempre había excepciones a la norma. El piloto parecía nervioso y seguramente no apreciaría las palabras rudas de Ulrich, pero también probablemente entendería que era necesario hacer ese trabajo, aplicándose a él inmediatamente. Por su parte el magistrado ya lo estaba haciendo incluso mientras pronunciaba esas palabras, así que no podía recriminársele nada por ese lado.
¿Hago una tirada de algo?
El piloto observó un tanto resignado al magistrado. Llevaba poco tiempo con él pero ya había tenido tiempo de conocerle. Simplemente se encogió de hombros y se limitó a seguir con su tarea.
Mientras tanto, Ulrich seguía trasteando con los mandos de la nave. En un lado había encontrado lo que parecía ser un control de cámaras. Un par de botones le permitieron acceder a un par de habitaciones aleatorias de la gigantesca nave. Con un par de comandos más consiguió localizar cuatro imágenes simultáneas en el monitor.
Después de un rápido vistazo alertó al hombre acelerando su frío corazón. En una de las imágenes se mostraba lo que a todas luces parecía la bodega de carga. Una gran caja abierta descansaba a los pies de una estatua de tamaño humano que, al parecer, viajaba en su interior. El corazón de Ulrich se aceleró un poco más tras reconocer aquella aparente estatua. Saliendo por el límite derecho de la pantalla consiguió ver el ondear de una túnica.
Apresuradamente golpeó un par de botones más pero no consiguió acertar con la cámara apropiada. La pantalla ahora representaba una gran sala llena de gente. Al parecer celebraban algo y la mayoría de ellos, de aspecto claramente humano, lucían sus mejores galas.
No te preocupes por las tiradas. Cuando sea menester hacer alguna tirada de algo os lo diré con antelación o yo mismo realizaré la tirada para evitar perder tiempo con eso.
-¿La estatua? ¿Han trasladado la estatua hasta aquí? ¿Cómo...? -la pregunta murió en los labios del magistrado. Necesitaba llegar hasta esa bodega, pero no podía permitírselo ahora. Al fin y al cabo, si morían en el despegue, tanto daría. Siguió esforzándose por averiguar qué estaba sucediendo físicamente en cuento a la puesta en marcha de la nave, algo que indicara la velocidad a la que ascendían, el estado de la nave, la potencia de los motores, los daños acumulados... algo útil. Primero había que sobrevivir, luego ya se preocuparía por la estatua. ¿Una túnica? ¿Dónde había visto exactamente esa túnica. Sólo había podido captarla una fracción de segundo, pero las túnicas son muy diferentes unas de otras. Además, ¿quién se aventura en una nave desconocida sin traje? Demonios...
El magistrado trató de recordar esa túnica. Rebuscó en su memoria durante algunos instantes sin éxito.-
—Tengo algo —dijo el piloto.
El piloto había conseguido acceder a un terminal de texto. En la consola de sistema habían aparecido una serie de ordenes desconocidas para el magistrado. El dedo del piloto señalaba las únicas líneas con algo de sentido.
»Limper Semperius: Por favor, necesito ayuda. ¿Hay alguien ahí?
»Limper Semperius: Si alguien conoce a Nicarius, que le diga que destruya el objeto. Lo están buscando, junto con el sarcófago. Hay que evitar que se hagan con ello.
»Limper Semperius: Ayuda por favor...
El piloto miró al magistrado buscando una explicación en su rostro. Acto seguido trató de iniciar la comunicación por el transmisor.
—Capitán, tenemos algo.
Se mantuvo a la espera.
—¿Capitán me recibe? ¡Maldita sea! No funcionan los comunicadores.
Ulrich ya había caído en la cuenta. Cuando el piloto intentó la comunicación él no había escuchado al piloto por su auricular. Un pitido ensordecedor fue la única respuesta del comunicador.
-Nuestra seguridad está comprometida en la zona del capitán, diría yo. Lo más sensato sería atrincherarnos aquí y tratar de averiguar más cosas, pero mucho me temo que moriríamos, en el mejor de los casos, en un par de días por falta de agua y alimentos. Vayamos con el capitán y los demás. Apuesto a que hay una buena pelea en marcha. Desenfunde su arma y vayamos. Usted primero, por favor -dijo el magistrado dejando paso al piloto sin un asomo de sonrisa en su rostro. Desde luego el apodo de "cara gris" a Ulrich le sentaba estupendamente.
El piloto obedeció sin dilación y atravesó la válvula iris que se abrió a su paso. El largo pasillo quedaba frente a ellos taponado por la otra válvula iris a su final. A los lados seguían estando las habitaciones que ya registraran por encima la vez anterior.
Grant Levon comenzó a caminar muy rápido delante del magistrado, casi corriendo y éste le seguía detrás.
A mitad de camino la válvula del final se abrió y dejó ver la figura del capitán, Jacob Moss, con su arma en alto.