Partida Rol por web

-Habló la voz de la razón -dijo el magistrado, poniéndose junto a la chica, incluso permitiéndose que una de sus largas manos se posara conciliadora sobre el hombro de la, en comparación, menuda compañera- Quizás deberíamos analizar el líquido antes de nada. El problema es que si empleamos cauces habituales seguramente nuestro secreto dejaría de serlo. Tal vez debiéramos saltarnos algunos trámites y ganarnos la lealtad de algunos funcionarios poco satisfechos con su remuneración. La alternativa son los bajos fondos y de esos no puedo responder...

- ¿Has comprobado si la estatua tiene doble fondo? - Se limitó a decir.

El joven Nicarius ignoró la última parte de la conversación. De pronto su rostro se puso rígido. La sangre subió a la cabeza y en su frente se disparó una vena que palpitaba como si fuera a estallar. Resultaba raro ver al joven afable de tal manera pero así como solía ser una persona pacífica podía alterarse también cuando sentía la furia provocada por un abuso. En lugar de amilanarse como podría ser normal se adelantó incluso al avestita y clavando un dedo varias veces en el hombro del magistrado rugió escupiéndole las palabras a la cara:

- ¿Y quién te ha dado a TI la propiedad de ese frasco? ¿Por qué CREES que DEBEMOS PAGARTE? ¡ESE FRASCO PERTENECE A MI ORDEN! - la furia del muchacho iba in crecendo - ¡Si crees que vas a poder negociar con algo que pertenece a la obra del Pancreator estás muy equivocado! ¿Quién demonios crees que eres? ¡Has estado todo el rato hablándonos como si no fuéramos más que escoria pero por lo que veo no eres otra cosa más que un apestoso mercenario doblegado ante el olor de los Fénix! ¿Quieres dinero? ¿Es eso lo que quieres? ¿Tu alma no vale nada más que el papel que imprime nuestro Emperador? Pues estoy seguro de que mis superiores podrán pagar tus míseras monedas...

Luego calló un momento. Todavía estaba ofuscado por la rabia.

- Puedes aceptar mi trato o puedes buscarte la enemistad de mi Orden. Puede que yo sólo sea un novicio del que creas que te puedes reír o abusar pero sé que hombres más taimados que tú acabaron aplastados por la fuerza de la Iglesia. Veremos que tal se te dan los negocios con una bula de excomunión sobre tus hombros.

Nicarius escupió al suelo, ante los zapatos del magistrado, como había visto hacer a los carreteros de su planeta natal cuando demostraban su total desprecio por alguien.

El estallido de rabia del Eskatonico pilló totalmente desprevenido a Ilias, quien se quedó callado escuchando sus palabras y aferrando su lanzallamas con fuerza por si alguien necesitaba una reprimenda al estilo inquisitorial.

El magistrado no esperaba una reacción ni lejanamente parecida del aprendiz eclesiástico. Hasta tal punto era así que soportó la reprimenda no con estoicidad, sino con incredulidad, sin llegar a reaccionar. No fue hasta pasados unos segundos desde el final de las palabras de Nicarius que el cerebro de Ulrich asimiló lo que acababan de decirle. Pareció recuperar la compostura y la estatura a la vez. Sin pizca de nerviosismo e incluso permitiéndose una cálida sonrisa, el señor Cestmir habló suavemente:

-No voy a responder a tus palabras porque no merece la pena. En el mejor de los casos no me escucharías, porque estás en posesión de la VERDAD y en el peor de los casos tu guardaespaldas me dejaría frito, literalmente. Sólo tengo dos preguntas: ¿quién es el legítimo propietario de la estatua? y ¿qué harías si me voy? Digo esto último porque, por si no te habías dado cuenta, estás en el mundo gremial. Tú no durarías 15 minutos ahí fuera y creo recordar que los avestitas tienden a verse bastante poco por aquí. Me pregunto por qué. Tal vez tenga que ver con el odio que genera la represión hacia los gremiales... Y antes de que nadie abra la boca de nuevo, por favor, que medite sus palabras. ¿Algo que decir o pensaremos antes de abrir de nuevo la boquita?.

Efectivamente, el joven eskatónico no había entendido mal las miradas del magistrado: le consideraba un crío, un "bala perdida" (dedicando su vida a algo en lo que ni creía ni confiaba) y, ahora, además, una amenaza. Y su mirada pasó del eskatónico al avestita y de este de vuelta al primero. ¿Se revelaría también la mujer? Desde luego era librepensadora...

El 'crío' estaba lejos de tranquilizarse. Cada palabra del magistrado sólo conseguía alimentar el fuego de una ira que, con otros modos, quizás se hubiera disipado al momento. Pero Nicarius no se arredó: era como si fuera otro quien hablase, quien guiase su voz y su tono:

- La estatua no me importa nada pero el contenido de ese frasco pertenece a mi orden.- sus palabras pretendían ser firmes pero le temblaba la voz - Por mi parte puedes irte con esa maldita estatua cuando quieras pero el frasco se queda aquí.

El muchacho estaba tan sorprendido como los demás por su actitud pero no estaba dispuesto a dejarse pisotear por aquel magistrado.

- Illias no es mi guardaespaldas...- añadió dubitativo - Ya me han herido en la nave, no me importaría dar mi vida por cumplir mi misión... ni matar por ella si fuera necesario. El fracaso no es una opción para mí ¿Son tus espectativas tan arriesgadas Cara Gris?

Decididamente algún mecanismo se había disparado en el alma del muchacho provocando un cambio radical en su actitud.

El Cara-gris prosiguió calmado, con su sonrisa todavía en el rostro. No obstante sus palabras estaban cada vez más cargadas de sarcasmo.

-No, en absoluto, mi alma no está a salvo todavía, creo que trataré de vivir un poco más todavía. Es más, si se me deja ayudar, tal vez todos, incluso tu Orden, podamos beneficiarnos del contenido de la estatua, cuya posesión creo recordar en ningún momento fue de la Iglesia. No al menos en los papeles que se me facilitaron al comenzar la transacción. ¿Acaso tu Orden ha utilizado una estatua que no era de su posesión para transportar algo? No les recuerdo tampoco en la subasta, cómo son las cosas... Espera, no, mejor todavía, dejemos que tú dirijas el grupo ahora. ¿Qué debemos hacer ahora, bienamado líder? ¿El Pancreator te ha dicho qué y COMO debe hacerse algo? Me muero de ganas de saber con quién debemos contactar, seguro que te acuden docenas de nombres de personas que nos pueden echar una mano...

- Yo... er... Yo...

Nicarius abrió la boca un par de veces más para cerrarla de nuevo. Luego el color rojo de su rostro pasó de ser una consecuencia de su ira al de la vergüenza. No se había esperado esa reacción por parte del magistrado. Realmente ¿qué acción se habría esperado? Jugueteó un poco con la pistola que guardaba en su túnica. ¿De verdad había pensado en utilizarla?

- No sé como hacerlo...- confesó finalmente sin poder mirar a la cara a los demás - Tengo que llevar ese vial a mi Orden... pero no sé como hacerlo.

Durante un momento la duda albergó en su pecho: ¿por qué lo habían escogido a él? No tenía las cualidades de aventurero intrépido necesarias para una misión de este calibre.

Ilias esperó a que el Eskatonico se hubiera calmado un poco para intervenir, aunque parecía que el magistrado se estaba creciendo de la situación.

- No has tratado nunca con inquisidores cerca ... ¿verdad Ulrich? - Clavó su mirada en el cara gris con los ojos entrecerrados.

- ¿Crees que por una remota posibilidad a un Avestita le importa un bledo en que planeta esté o si la iglesia tiene potestad en la zona? ... La mayoría de Avestitas solo creen en dos cosas. - El Avestita movió un dedo y el soplete del lanzallamas se encendió con ese particular sonido de fuego a presión.

- En la fe ciega y en el fuego purificador. -

Sonrió, aunque sus vestiduras ocultaban gran parte de sus expresiones.

- Pocos piensan en el después o en las posibles consecuencias. Algunos deben pasar penitencia o incluso son expulsados por culpa de su excesiva dedicación ... - Pronunció la ultima palabra con lentitud forzada mientras lentamente apuntaba el lanzallamas al magistrado.

- Cuando hables cerca de un Avestita, no importa quien eres, lo que digas o el lugar ... lo que importa es que hayas hecho las paces con el Pancreator. -

Luego apagó la llama de su arma y la bajo a su lado.

- Por supuesto yo no soy un novicio común, ni me caes tan mal como para ennegrecer tus huesos ... pero no me fuerces, soy Avestita al fin y al cabo. -

- El liquido llegará a manos eclesiásticas, en este punto no hay nada a discutir. A no ser que quieras que te arrastre a Estigma para que conozcas que es la amenaza simbionte de primera mano y por que es importante una posible curación. - Suspiró, como dejando a entender que aflojaba un poco su postura. - Pero por supuesto negociaremos el mejor precio para ti y tus esfuerzos.

- Ahora ... ¿podemos dejar de perder el tiempo y proseguir? -

Daynee enarcó una ceja sorprendida cn el estallido del novicio eskatónico. Vaya, así que sólo había que pulsar ciertas teclas para conseguir sacarle de su estupor habitual. Pero no hizo ningún comentario hasta que por fin pareció que la discursión era ganada por el magistrado. Si estaba defendiendo así el negocio, es que podía reportar muchos beneficios. Más que la entrega de la estatua, donde fuera que debía entregarla.

-Vamos, vamos, calma, todos buscamos lo mismo, ¿no es cierto?

Levantó la mirada de la inspección exhaustiva que estaba haciendo de la estatua mientras miraba las caras de los presentes.

-¿Por qué las creencias tienen que estar reñidas con los negocios? Es algo que no acabo de entender. - Se encogió de hombros casi sonriendo.- Igualmente hasta que no termine de examinar la estatua y el vial no puedo asegurar que pueda extraerlo sin consecuencias, ya lo he dicho, no me fío. Pero de ser así, para mayor tranquilidad de todos, quizás sería bueno que yo lo guardara. - Miró un momento al novicio. - Para que el magistrado no se lo lleve.- Luego miró al cara-gris - Y para que usted esté seguro que lo tiene alguien neutral.

Extendió las manos hacia arriba, en oferta de buena voluntad.

-Mi única arma la habéis visto todos, pero se guardar cosas para que no sean encontradas, y se moverme por las calles pasando desapercibida, algo que ninguno de vosotros sabe hacer, ¿o estoy equivocada?

- No estamos hablando de negocios. - Parecía que las palabras de la mujer le habían molestado mas que las del magistrado.

- Hablamos de salvar vidas. -

Se encaró a Daynee para continuar.

- ¿Has visto nunca un simbionte? ¿Sabes lo que son capaces de hacer? -

Nicarius permaneció en silencio aliviado al ver que Illias tomaba las riendas del asunto. Cada vez estaba más fascinado por la solidez del carácter de aquel avestita. En la congregación del joven eskatónico se reían muchas veces de la orden avestita, a la que tildaban de ignorantes ciegos por la fe. El propio Illias acaba de reafirmar con sus palabras el estado casi salvaje de sus creencias pero ¿acaso el Pancreator no necesitaba tanta fe como fuerza? 

El muchacho permaneció en silencio sin atreverse a actuar nuevamente. Parecía que todos buscaban lo mismo y que podrían llegar a un punto común. No entendía por qué Illias se había molestado tanto por las palabras de Daynee pero no pensaba intervenir para liar más la cosa. Su furia se había calmado tan rápidamente como empezara. Ahora era momento de escuchar.

El magistrado parecía pensativo. No había sucumbido a las amenazas del "civilizado" avestita. Era alguien razonable, al fin y al cabo no había hecho más que amenazar, no le había prendido fuego. Lo cierto es que podría haberlo hecho, lo que no dejaba de ser un enorme fallo de cálculo por su parte. Sin más miramiento que el de no acercarse al inquisidor, Ulrich interrumpió:

-Salvemos vidas y saquemos algún beneficio extra de un solo tiro, si os parece. Se me ocurre que podría ir a informar de la llegada de la estatua a los míos y quejarme de la aventura que me ha supuesto llegar al planeta, preguntando inocentemente si saben a qué se debe... Es probable que mis superiores sepan algo que no me habían revelado y pueda sondearles para ver los posibles compradores. Así sabríamos quién está interesado en el líquido, a quién deberíamos esquivar y a quién podríamos recurrir. Para que veáis mi buena fe, estoy dispuesto a que vetéis esa idea mía o a que me acompañe uno de los dos, o incluso todos, para negociar. Pero creo que iría mejor yo solo, llamaría menos la atención. ¿Qué decís?

El tono del magistrado ahora era conciliador, como si la discusión previa no hubiera existido nunca.

- De momento el vial para Nicarius. - Dijo el Avestita cerrando los temas abiertos. - Sobre tu propuesta ... me parece bien, ¿que tal si te acompaña Daynee? -

-Concedido. No os metáis en líos en nuestra ausencia. Ni penséis que se está nunca solo en este planeta, siempre hay ojos y oídos... -insinuó el magistrado. 

-¿Un simbionte? No, no los he visto, pero he escuchado historias, como todos, supongo, no entiendo por qué tanto lío, sólo quiero constatar que lo que vosotros queréis no tiene por qué estar reñido con lo que nosotros queremos.- Daynee aguantó la mirada del avestita mientras respondía a su acusación velada.

Aún así, calló mientrasel resto tenían cosas que decir. Se sentía extraña, por primera vez se había referido a "nosotros" y a "vosotros" como partes diferenciadas, hasta ese momento habían sido "ellos" y "yo" en su mente. Sacudió levemente la cabeza, tampoco tenía muchas más opciones, tal como estaban las cosas.

Asintió a las siguientes palabras del avestita, más calmadas por el intento del magistraod de ser conciliador y que todo se resolviera de la mejor manera posible.

-De acuerdo, acompañaré a Cestmir, pero quiero comprobar que se pueda sacar sin problemas el vial y habrá que volver a cerrar la estatua para que no se note que ha sido abierta.

Nicarius observaba en silencio. Las cosas parecían mejorar y no tenía nada que añadir a lo planificado por los demás.

Después de la larga negociación los caminos se separaron.

Daynee y Ulrich se despidieron y pronto estuvieron de camino a las calles de Ligaheim en busca de un contacto con los miembros del gremio del señor Cestmir.

Por otro lado los novicio Nicarus e Ilias se quedaron decidiendo su próximo paso. Nicarius sujetaba el vial pensativo. ¿Cuál sería el camino de los novicios?