Partida Rol por web

Nicarius asintió en silencio. No esperaba que nadie se quedase, ni siquiera el avestita, pero en su fuero interno agradeció que aquel hombre rudo, más acostumbrado a al batalla que él, hubiera decidido quedarse. Quizás así tuvieran alguna esperanza. Sobre todo sumando lo que el magistrado había dicho: contaban con una maniobra de distracción y si sus compañeros lograban huir quizás los que pilotaban la nave bajaran las defensas pensando que habían quedado solos.

Daynee les miró uno a uno después de escuchar las palabras de los monjes y del magistrado. Ella, al contrario que él, no pensaba que estuvieran locos por decidir quedarse. Cada cual tenía que hacer lo que más conveniente le parecía. Y esa estatua era algo importante. Para ellos por lo menos. Esa cosa de la que habían hablado hacía unas horas parecía ser muy importante. Pero no para ella.

Por primera vez en su vida sentía que estaba atrapada. En esa nave. Y no le gustaba esa sensación, en absoluto. Apretó un poco más la cincha de su petate con las manos.

-Demasiado fácil... -su murmullo apenas se escuchó - es demasiado fácil - movió la cabeza a un lado y a otro, como negando. - Lo más probable es que no lo consigamos, no me gusta ser una distracción, pero si por esa distracción puedo salir de aquí... - no terminó la frase. Tampoco hacía falta. Un suspiro quedo salió de entre sus labios. No, no le gustaba estar de acuerdo con el magistrado.

Limper Semperius asintió consecuente al monje Eskatónico. La expresión de la cara revelaba que al Hermano de Batalla tampoco le gustaba esa decisión pero era su tarea en la nave y la aceptaba con resignación.

Peter observó asombrado a los dos monjes que habían decidido quedarse.

—¿Por qué es tan importante esa estatua? ¿Vale una vida?

El hombre parecía asombrado por la decisión de los monjes.

—Quizá haya algo que hacer... 

Permaneció unos instantes detenido, pensativo.

—¿Alguno de ustedes sabe pilotar una nave? Supongo que dicha estatua que tanto les interesa está en las bodegas de carga, ¿no? Allí hay una escotilla donde se puede anclar la nave unos instantes. Se trata de una escotilla que quizá utilicen los técnicos para realizar reparaciones en la nave. Si somos rápidos podemos anclar la nave unos instantes en esa escotilla y cargar la dichosa estatua. Yo puedo pilotar la nave pero no soy muy habilidoso para realizar esa maniobra con total seguridad.

Se quedó unos instantes mirando al sacerdote Eskatónico.

—No puedo ofrecerles nada más. ¿Lo toman o lo dejan?

-¿Una vida? - Dijo el Avestita con media sonrisa. -No, no vale una vida ... vale miles de ellas, mundos enteros.-

Luego permaneció en silencio unos segundos.

-Cargar la estatua seria una posibilidad. Pero no te mentiré al respecto, hacerlo supondrá que nos perseguirán a muerte.-

Fantástico, ahora empezarán a caer en la cuenta de que aunque recuperen la estatua algo tendrán que hacer con ella... -pensó el cara-gris para sí mismo, su rostro ensombreciéndose con semejante pensamiento. Sus largos brazos se entrecruzaron instintivamente.

-Esa alternativa es acertada, aunque nada agradable. Tienes razón en que si consiguiéramos meter la estatua en la nave de escape nos perseguirían a muerte. Pero tampoco se arriesgarían a dispararnos, nos tendrían que atrapar de forma más o menos inocua...

El rostro de Peter no se ensombreció ni un ápice después del vaticinio del Avestita. Miró a su hermana y ambos asintieron.

—Bienvenidos a nuestra vida amigos —dijo mientras guiñaba un ojo a Ilias.

Rápidamente los Fillion recogieron sus cosas en un petate y pronto estuvieron dispuestos para moverse.

—Bien, esto es lo que haremos. Mi hermana acompañará al novicio Nicarius a las bodegas de carga y esperarán nuestra señal para abrir la escotilla de carga. Una vez allí rápidamente cargaremos la valiosa estatua en la nave y saldremos pitando de este sitio. ¿De acuerdo?

- Acompañare a Nicarius, por si hay problemas. - Dijo Ilias con voz firme dando a entender que su participación no era discutible.

Luego se levantó para la "operación".