Introducción

Caso 1: Lo frágil de la locura

La noche recién comenzaba en la ciudad, era jueves, mitad de semana, pero en los alrededores del cementerio de Recoleta vibraban llenos de actividad en sus múltiples bares, pubs y discotecas. El aire era amable y cálido de momento aunque los porteños sabían que si había algo más traicionero en Buenos Aires que la economía, era el clima. Una brisa casi veraniega subía desde el río llevando en sus lomos renovación y la alegre esperanza del verano, la luna brillaba en lo alto, cuarto creciente; a su lado Venus y Marte se alineaban en diagonal mientras Orión los miraba de lejos.

El cementerio de Recoleta era una de las necrópolis más insignes de la ciudad, sitio de monumentos históricos y bóvedas de familias más pudientes. Ya no se enterraban cuerpos allí, se había convertido en un paseo solemne y gótico que tomaban infinidad de turistas, también los locales iban a dar caminatas.

A aquella hora ya estaba cerrado para los turistas, pero no para los verdaderos amos de la noche porteña. Elizabeth en un repentino cambio de planes le había pedido a David que la encontrara en la puerta oeste, más alejada del mundanal ruido del ajetreo nocturno de los vivos, David por su parte había pedido a su nueva pupila que la acompañara en este nuevo desafío que no haría sino reforzar la ya indiscutida valía de su clan en la ciudad.

 ¿Tienes planes? Me gustaría verte en La Recoleta cuando las sombras silencien el canto del cuervo blanco.

 El corto, y algo críptico, mensaje que envié a Vanesa al despertar fue una muestra de mi particular sentido del humor. Confiaba en que pasaría unos minutos intentando descifrar alguna hora exacta antes de comprender que no había ninguna. Con suerte tendrá el tiempo justo para prepararse para lo inesperado..

 Yo mismo no sabía que esperar, por lo que opté por un atuendo casual, tal vez un poco caluroso para las ultimas noches primaverales pero la temperatura ambiental no era algo de lo debiese preocuparme, y dada la cercanía del lugar con algunos locales juveniles, bien valía tener las opciones cubiertas. Nunca se es suficientemente precavido cuando de mantener una fachada se trata..

 Inspiré profundamente, no por necesidad sino para disfrutar de la dulce mezcla que el aire traía hasta mí, la podredumbre del camposanto contrastaba con la promesa veraniega. Muerte y vida, pasado y futuro.. Era un lugar adecuado para encontrarme con la tremere e igualmente idóneo para dar a conocer a mi vasalla.

 Observaba el cielo cuando llegó a mí su perfume, un aroma nuevo que se filtraba y combinaba con los existentes para darle a estos una nueva dimensión. Podía escuchar también como sus pasos habían ganado seguridad en comparación a las primeras noches. Como una crisálida que se prepara para dar paso a la mariposa..

 Sin dejar de contemplar el firmamento, esperé a que estuviese cerca para saludarle. -Larga noche, Vanesa. Gracias por asistir. Incluso si hubiese sido una orden igualmente le trataría con respeto y cordialidad. No cometeré los errores de mi Sire.. Luego, sin un aparente motivo, señalé los tres puntos luminosos del cielo que marcaban una de las constelaciones más reconocidas en el mundo. -¿Que opinas de ese conjunto de estrellas?

¿En Recoleta?

El mensaje me había llegado al poco de anochecer. Tenía el móvil en la mano desde el momento en que el sol empezaba a ocultarse, sin poder evitarlo. Apenas habían pasado un par de noches desde mi primer encuentro con David, y por tanto viejas costumbres habían retornado. El esperar del mensaje o la llamada, el nerviosismo que bajaba por mi columna mientras se acercaba la noche. Por suerte, aún no me había hecho pasar por la experiencia que más me aterraba durante la era de Tomás: la desesperación por pasar la noche esperando, sin que me llegara nada, sin atreverme a hacer nada en caso que decidiera llamar. Amanecer cansada, en ascuas, con miles de pensamientos en mi cabeza. No quiere verme. Hice algo mal. Se ha cansado de mi... Y no encontrar paz hasta la noche siguiente, en que llegaba el mensaje, y yo olvidaba el sufrimiento de la noche anterior.

Tenía que creer que con David sería distinto. Hasta el momento había demasiadas similitudes, pero también muchas diferencias. Tenía que luchar con esa dependencia que la sangre creaba, aún si debía admitir que esa era una tarea titánica para cualquier mortal. De algún modo, sabía que era una causa perdida. Que al aceptar a David en mi vida también estaba aceptando a volver a enredarme en esa necesidad que sólo aquellos que lo experimentan pueden entender. Podía pretender luchar contra ello, creer que mi voluntad era más fuerte, pero al final siempre acababa de un modo: con la muerte. Sólo que para algunos privilegiados, eso no significaba el final de su historia.

Releí el mensaje una vez más. Era demasiado vago, con demasiadas maneras de interpretarlo. El barrio de Recoleta no era pequeño... Aunque sospeché, poniendo los ojos en blanco, que se refería al cementerio. Cliché, pero intrigante. Ahora ¿cual de las entradas? Y respecto a la hora... Pensé en las distintas lecturas que pudieran referirse a un cuervo blanco. ¿Alguna metáfora literaria? Pero no me venía nada a la mente. Había más de un libro que llevaba el Cuervo Blanco en su título, y si pensaba en escritos recientes, en la saga de La Canción de Hielo y Fuego se hablaba de un cuervo blanco para enviar las malas noticias. Pero no tenía sentido. Al final, un poco frustrada pensando que estaba olvidando algo, me dije que lo mejor sería intentar estar en la zona y descubrir a que se refería cuando lo viera, admitiendo que no había dado con la respuesta.

Vestí con jeans y zapatos deportivos, habiendo aprendido con Tomás que lo de vestir de negro lo hacían los góticos, no los vástagos. Otro cliché. Cuando estuve lista me fui hasta el cementerio, y comencé a buscar. Por fin pude reconocer su figura recortada en la noche, y me acerqué en silencio, o lo que sería silencio para los mortales. -Larga noche, David.- Repetí a mi vez, aún acostumbrandome a ese saludo tan extraño pero que mi domitor usaba. Levanté la mirada al cielo para reconocer las tres estrellas que simbolizaban el cinturón de Orion. -¿Opinar?- Pregunté algo extrañada. -Hm... Siempre las he conocido con nombres distintos: Cinturón de Orion, las tres Carabelas de Colón, los Reyes Magos... Históricamente tienen una importancia inusual dentro de distintas costumbres, se puede ver en representaciones Mayas, en la mitología Griega, incluso en la manera que estan posicionadas las tres pirámides más altas de Egipto.- Mi respuesta era quizás un poco más academica de la que podría esperar David, pero la verdad no estaba segura sobre qué me estaba pidiendo. Pensé un poco más. -Diría que son intrigantes. Llaman la atención por su brillo, que las hacen destacar por entre las estrellas que los rodean, y que causan una sensación de simetría perfecta. Tres estrellas a años luz cada una, pero cuya intensidad hace que su luz llegue a nosotros del mismo modo, haciendolas parecer trillizas cuando pudieran tener distintos tamaños o temperaturas. Algo que no ha cambiado en siglos, milenios. Son el tipo de cosas que hacen difícil ser ateo y pensar que no hubo una mano detrás de la creación, que todo fue sólo obra del caos.- Terminé de decir, quizás extendiéndome más de lo que pensaba.

 Asentí satisfecho al escuchar su respuesta, sobre todo al final. -No desestimes tanto al caos, no es tan mala como la fama que le han dado. Para mí el caos era el principio, y el principio era ella. -No creo en las coincidencias, los vástagos que buscaban despertar a Gorgo y destruir la ciudad se hacían llamas "Reyes Magos", aunque no podrían ser considerados reyes ni de sus actos. Giré a verla por primera vez esa noche y al hacerlo elevé una ceja asombrado. -Si un toreador te viese sería muy fácil destruirle. Aún no le explicaba las debilidades de los clanes por lo que puede que mi comentario resultase incomprensible, o puede que Tomás lo hubiese hecho y entendiese el halago, fuese como fuese en algún momento ella lo haría.

 Luego de detenerme un momento en su figura, volví la vista al cielo estrellado. -Al verlas podría pensar en lo cerca que estuvimos del desastre, y en como logramos evitarlo gracias a nuestras acciones, pero en realidad esas estrellas me hacen recordar a Kwányip. Callé un momento para oportunidad a prepararse mentalmente para una nueva lección. -De acuerdo a las creencias de los selknam y haush, pueblos nativos de la isla Grande de Tierra de Fuego, inicialmente la noche duraba sólo un par de horas y fue este mitológico antepasado quien extendió su duración hasta igualarla al día. Una extraña mueca, mezcla de sonrisa y burla se dibujó en mis rostro ladeado.

 -La tradición oral de esos pueblos no tiene fundamento lógico pues carece de la objetividad necesaria, pero aún así considero que Kwányip debería ser recordado como un verdadero héroe. Al concluir, bajé la mirada. -Espero no haberte dado problemas con la dirección. De nuevo mi acento complicaba identificar el tono de mi afirmación. -En breve conocerás a Elizabeth Lamothe, una tremere que solicitó mi ayuda en una investigación. Hablé con lenta cadencia para que mis palabras hiciesen eco en sus pensamientos. -¿Estás preparada? 

Le miré de nuevo sorprendida y confundida. Aún habían muchas cosas que no sabía sobre los sucesos de la noche de la tormenta; aunque David me había explicado qué era la criatura, la historia completa seguía siendo un misterio para mi. -Espera, ¿la llegada de Gorgo a Buenos Aires fue planeada?- Pregunté. ¿Habría sido entonces un plan fríamente calculado, o aquella monstruosidad había salido del control de quienes habían querido manipularla? Su siguiente comentario al verme me confundió aún más. -Eh... ¿Gracias?- Dije, con media sonrisa divertida.

David era críptico, y eso me agradaba. Me obligaba a pensar, a hacer uso de mis conocimientos y mi intuición para entender más allá de lo que sus palabras decían. Tomás, por otro lado, era más retórico. Hacía preguntas sin esperar una respuesta de mi parte, me hacía repetir sus palabras y opiniones hasta que estas se grabaran en mi, se convirtieran en mis palabras y mis opiniones. Escuché la nueva lección, sacando de mi bolso una libreta y un lapicero para anotar el nombre pronunciado. Así podría investigar a fondo la leyenda de la cual hablaba cuando volviera a casa.

-No fue tanto la dirección sino la hora.- Dije, mientras volvía a guardar la libreta en el bolso. -Aunque aclarar cual entrada hubiera estado bien. Me temía que iba a pasar la noche dando vueltas al cementerio hasta que pasara la policía. Lo del canto del cuervo blanco... ¿Era alguna referencia a la luna? ¿Al momento en que las nubes la cubrieran?- Cuando me comentó que estábamos por conocer a otra vástago, sentí un escalofrío bajar por mi espalda. Ahogué una risita nerviosa. -¿Preparada? ¿Para ver a una vástago o para acompañarte?- Dije. -Teniendo en cuenta que hasta este momento no tenía idea de para qué estábamos aquí, supongo que estoy lo más preparada que se puede estar en esta situación.-

 Negué oportunamente moviendo la cabeza. -No, Gorgo dormía bajo los Andes y vino a Buenos Aires para luchar contra Calixta, la Sire de Alexandria; luego de combatir contra ambas y destruir a los extranjeros y nosferatus se ocultó en las profundidades de la tierra. No expresé ninguna pena por la derrota de la antigua Príncipe ni su Sire. -Fue allí donde un trío de vástagos desquiciados intentó despertarla para... No terminé la oración. -Es tema para otra noche.

 Le vi anotar el nombre y me aseguré de que lo hiciese correctamente pues no era una palabra común. Al escuchar su interpretación de mi mensaje no pude evitar reír. -Si esa explicación te trajo hasta aquí, entonces sirve. Nada debe ser entendido de una sola manera. La noche apenas comienza y ya quiere aprender..

 Luego, al escucharle decir que estaba "lo más preparada que se puede estar", asentí. -Y eso es lo mejor que podemos hacer siempre. No se trata de sólo anticipación ni de reacción sino de ambas. Comencé a marchar en dirección a la puerta oeste. -Recuerda que como mi vasalla, eres mi responsabilidad, cuida tus modales y expresiones... Pero también ten presente que llevas una porción de una vitae muy especial y por lo tanto ya estás por encima de la muchos vástagos. A pesar de no tener derechos de sangre aún, mi linaje era superior. -Se respetuosa sin mostrar sumisión ni bajar el rostro ante ella.

 -Elizabeth es la líder del departamento forense y pidió mi asistencia para resolver unos casos. Te he pedido acompañarme para que ganes "experiencia de campo" y comiences a demostrar tu valor ante quienes serán tu nueva sociedad. Aunque hablaba de igualdad, mi tono revelaba que no les consideraba a mi altura, algo que procuraba disimular pero que mostraba ante Vanesa. Los Lasombra somos superiores..

La tremere apareció por detrás de ellos apenas haciendo sonido con sus tacos, aunque sí lo hizo en los últimos pasos lo que dio la impresión de que había "aterrizado" casi junto a ellos -Buenas noches -saludó con las manos en los bolsillos de su gabardina de cuero azul. Elizabeth tenía los ojos color gris azulado y el cabello castaño oscuro ondulado, pero en ese momento estaba sujeto por una cola de caballo alta.

Su expresión se tornó inquisitiva al ver allí a la humana, iba a hacer un comentario pero su mirada azulina fue de Vanesa a David y viceversa. Finalmente dijo -¿Quién es la señorita? -inquirió con extraña deferencia, haciendo notar su respeto a David.

 -Larga noche, Elizabeth. Debí reconocer su capacidad para acercarse sin que le escuchase, algo que sólo podía explicar con asistencia mágica. Disfruté momentáneamente de su desconcierto por la presencia de Vanesa y aprecié su muestra de respeto hacia mí. Uno que debía corresponder..

 -Su nombre es Vanesa Córdoba, mi Vasalla. Al hablar extendí una mano hacia la aludida para indicar que se acercase un poco. Muchos vástagos veían a los ghoules como simples sirvientes, casi tan desechables como los humanos, por lo que mi gesto adquiría importancia. -Considero que esta experiencia puede resultar beneficiosa para ella y sus talentos útiles para nosotros.

 -Vanesa, ella es Elizabeth Lamothe, Primogénita Tremere y una hechicera de indiscutible talento... Además de una amiga personal. Aunque mi voz sonada respetuosa no había pleitesía en ella; introducía a alguien a quien estimaba pero que no estaba por encima de mí. Mi título es diferente pero igual de digno... Y no soy un usurpador..

 Por mucho que me esforzase en ser cordial, la verdad era que había sido instruido por un ser despiadado, tiránico en sus acciones y sesgado en sus opiniones. Los tremere eran usurpadores del poder, los nosferatu unos leprosos, los brujah salvajes resentidos, los toreador artistas sin musa, y los ventrue... Esos ni siquiera ameritan una explicación..

La tremere hizo un gesto de lado con la cabeza que equivalía a una reverencia, los miró de nuevo pensándoselo y extendió la mano a la muchacha. -Si David dice que te servirá el entrenamiento así será... y si no te sirve no podrás lamentarte al respecto -esbozó una sonrisa pícara, llena de maldad, y miró al Guardián -Veo que te gusta enseñar metiéndote en el fango, respeto eso.

Luego agregó -Bienvenida -aunque dudó, no estaba segura de que fuera algo para festejar. -Tu compañero está siguiendo otra pista -hizo alusión al cainita que iba a acompañar a David originalmente -Así que si Vanesa puede compensarte en conocimiento de la ciudad no habrá problemas - hizo una breve pausa -¿A qué te dedicas Vanesa?

No hubo tiempo para hacer más preguntas o para pedir indicaciones sobre cómo tendría que comportare frente a la vástago. De pronto estaba con nosotros, y me costó no sobresaltarme al escucharla llegar. Cuando David me presentó, me adelanté hasta quedar a su lado. -Larga noche, señorita Lamothe, es un placer.- Dije, dudando en si extender la mano en su dirección, hasta que la vi haceelo ella, por lo que estreché su mano mientras hacía una leve reverencia. Fría al tacto. Procuré hacer lo posible para mantenerle la mirada y no bajar los ojos. Sin ser insolente, pero sin ser tampoco sumisa.

Miré un segundo de reojo hacia David al conocer la importancia de la señorita Lamothe dentro de la sociedad nocturna, no sólo como forense. Cuando retomé mi mirada hacia ella, sentí el cosquilleo del nerviosismo en la punta de mis dedos y en la nuca. Si ella era Primogénita, ¿habría conocido a mi antiguo domitor? Sus palabras eran también enigmáticas, y no podía estar segura de poder leer a través de ellas. Al escuchar su pregunta directa, dudé unos instantes. Información es poder. Ahora que David me estaba presentando como su Vasalla, me convertía en ese momento en un objeto que podrían usar para hacerle daño. Mientras más supieran de mi, más en peligro estaba. Medí mis palabras.

-Trabajo como analista en bienes raíces.- Sería fácil asumir que trabajaba en la empresa de David, pero si no lo aclaraba, no lo estaba asegurando. -Conozco bastante bien la infraestructura inmobiliaria de Buenos Aires, tanto en el aspecto social y cultural, como las problemáticas que estas pueden presentar.- Dije, esperando que fuera ese el tipo de conocimiento que sería útil para David en su investigación.

 Observé en silencio como Elizabeth medía y evaluaba a Vanesa. No intervendría salvo que cometiese un error y hasta el momento no lo había hecho. Me agradó la forma velada de revelar la información, la mezcla justa entre luz y oscuridad. Una penumbra..

 Vanesa tenía algo que me recordaba a la abuela Burton. Ella era una de las últimas Szlachta, y como tal fue retenida en el campo de exterminio de Dachau; allí debió soportar innumerables tormentos que buscaban destruir cualquier rastro de identidad o dignidad que pudiese tener. El abuelo contaba que la primera vez que la vio le llamó la atención el contraste que existía entre la dejadez de sus gestos y el ímpetu de su mirada. Estaba rota y sólo se mantenía entera por la fuerza de su voluntad. Vanesa, al igual que mi abuela, había sido sometida a un condicionamiento operante para reducir su autoestima y enajenar su identidad; por suerte para ella, yo estaba dispuesto a darle las herramientas que necesitase para ayudarle. Seré tu guardián hasta que Ella te juzgue..

 Al verla allí, de pie y esforzándose por sostener la mirada de la tremere, sonreí internamente pues noté que los paralelismos en sus historias casi parecían destinados. Como si hubiesen surgido de la imaginación de un absurdo escritor novel que se aprovechaba de las circunstancias para justificar las acciones de un personaje.. 

-Eso bastará -musitó escueta. Los invitó a acompañarla hasta su automóvil a pocos pasos de allí y les indicó que subieran como quisieran, pero ella manejaba -Les contaré los pormenores cuando lleguemos al... lugar de reunión, es por seguridad, sabrán comprender.

Tomó por Avenida Libertador bordeando los bosques de Palermo hacia el límite de la ciudad, allí la avenida se convertía en una autopista que se abría en varios desvíos antes de abandonar la ciudad, en uno de ellos Elizabeth giró y se metió en lo que parecía ser un túnel cerrado al tránsito con una caseta de guardia y una barrera que se levantó automáticamente al paso de su vehículo. El guardia ni siquiera levantó la vista.

Manejó por al menos 3 kilómetros sin que se encontraran con otro automóvil por la mano contraria y luego accedió a lo que parecía ser una bahía de descarga que no estaba transitada en aquel momento y que contaba con un único elevador. Estacionó con elegancia en un lugar vacío y se apeó.

Los miró con deleite -Bienvenidos a Biosintex -les entregó unas tarjetas de pase y se dirigió hacia el elevador.

Me contuve para no mirar hacia David luego de exponer mis conocimientos, aún cuando una parte de mi deseaba saber si mi manera de dirigirme a la Primogenita de los Tremere era la correcta. Si quería que no se me tratara como una niña entre adultos, tenía que ser capaz de defenderme por mi cuenta sin depender de mi domitor. Como un puñal que se aseguraba que tuviera siempre la herida abierta, debía recordarme que David no siempre iba a estar cerca, que podía desaparecer ya fuera por su propia voluntad o porque lo obligaran; si me volvía dependiente a él y eso pasara, no sería capaz de soportarlo.

Seguí a ambos vástagos manteniéndome a un paso de separación del Lasombra, avanzando en silencio. Esperé a que David me indicara de que lado del coche debía subir, y me mantuve en silencio el resto del viaje, mirando por la ventanilla. El camino que tomó el vehículo era desconocido para mi, y de forma un tanto nerviosa me reí para mi misma; era como si me encontrara en una película de espías y nos estuviera llevando un cuartel secreto de la C.I.A. instalado en Argentina.

Por fin llegamos a aquel lugar donde sólo resaltaba el ascensor. Bajé del coche y metí mis manos en el bolsillo del pantalón un instante, antes de tener que sacar una de las manos para tomar el pase. Revisé si me lo podía colgar al cuello o si tenía algún ganchillo para abrocharlo en la chaqueta, y esperé la indicación de David para entrar al ascensor.

Vale, no era el cuartel secreto de la C.I.A., pero con ese nombre mucho me temía que se trataba de una versión vampírica de la coorporación Umbrella...

 El silencio durante el trayecto no resultó pesado, al menos para mí, pues sirvió para disfrutar las vistas al gran pulmón vegetal de la ciudad y para apreciar la infinidad de sombríos matices que decoraban su extensión. El destino era incierto por lo que procuré grabar algunos detalles en mi memoria para futuras referencias. Poco a poco Buenos Aires se graba en mi memoria..

 Finalmente llegamos a un complejo al que Elizabeth denominó Biosintex. El nombre me era familiar gracias a uno de los primeros contratos que la CBM había adquirido en Argentina mucho antes de mi llegada y, aunque no lograba recordar si continuábamos siendo su transportista, creía que era un laboratorio farmacéutico. -Es una vista impresionante, Elizabeth. No lo dije sólo para complacer el ego de la tremere, era impresionante ver ese nivel de sofisticación. -Si están trabajando en sangre artificial, espero que no sepa a plástico. Agregué en tono jocoso. Aún recordaba el desagradable sabor de la "alternativa alimenticia" que cierto hematólogo ventrue había presentado ante el Príncipe de Detroit. Pobre vástago bienintencionado, no merecía ese destino..

 Ingresé de último al ascensor en una muestra de caballerosidad que sirvió también para dar una rápida observación alrededor. Salidas, entradas, puntos ciegos, zonas oscuras, cámaras visibles. Aunque no desconfiaba de nuestra anfitriona (Y confiaba en mis capacidades para superar las amenazas..) siempre mantenía un sano nivel de paranoia. De otra forma no hubiese sobrevivido..

La tremere inclinó la cabeza suavemente en una reverencia de otro tiempo y lugar -Gracias por el cumplido, guardián -lo pinchó. Después rió inclinando su cabeza suavemente hacia atrás, dejando ver sus dientes blancos, luego entornó los ojos azules e intercaló su mirada entre ellos -No, no es sangre artificial -sostuvo con una sonrisa enigmática -Creo que hay suficientes humanos para alimentarnos todavía -sonrió de lado maléficamente mirando a Vanesa solo un instante -Como sabes la invención es madre de la necesidad -justificó luego.

El ascensor subió desde el segundo subsuelo hasta el último piso, el 13 por supuesto, ¡Lo último que faltaba era que un edificio tremere no respetara la cabalística! Al abrirse la puerta pasaron a una sala llena de oficinas desocupadas, todas con algunas luces prendidas, salvo una al fondo que estaba completamente iluminada. Al ingresar había alguien mirando por la ventana, de espaldas, al darse vuelta comprobaron que era una vástago, una a la que David conocía bien.

La vástago se volteó con suavidad, llevaba un traje de oscuro de varón, camisa y el largo cabello suelto. En los pies stilettos rojos. Con las manos en los bolsillos miró a David, a Vanesa y a Elizabeth con el rostro inquisitivo. La tremere le explicó que Vanesa era la vasalla de David, a lo que la cainita esbozó una sonrisa con los labios cerrados y los observó con más detalle que antes y asintió con gravedad sopesando algo en su mente.

-Bienvenidos -musitó escuétamente con una voz de contralto -Soy la Senescal Mercedes Moreno -aunque Elizabeth ya había explicado quién era Vanesa la cainita esperó a que ambos la saludaran antes de proseguir -No lo esperaba con compañía, señor Burton-Miller.

Cierto es que Mercedes hubiera preferido pasar por alto el protocolo, pero ante un nuevo vasallo aquello no podía hacerse, no fuera que luego se pensara que las reglas de la ciudad no aplicaban a todos por igual... o podían saltarse cuando a uno le convenía.

 Necessity is the mother of invention.. Aunque la frase correcta era "la necesidad es la madre de la invención" y había sido registrada por primera vez en el libro Northern Memoirs de Richard Franck, no corregí a Elizabeth por considerarlo una falta de cortesía y me limité a asentir manteniendo el buen humor del momento.

 Después de bajar en el piso decimotercero (Predecible..) y seguirla entre espacios vacíos, llegamos a una oficina iluminada por encima de lo necesario; allí una mujer nos esperaba de espalda a la puerta. No hizo falta que ella girase pues, incluso si no hubiese reconocido su silueta, las sombras del lugar ya me habían susurrado su nombre. Mercedes.. Al verla, debí aferrar con mayor fuerza las cadenas que ataban a mi Bestia.

 Cuidando de respetar los modos correctos, me detuve a dos pasos de la elegante fémina y le dediqué una inclinación de torso, mostrando nuevamente modales anticuados. -Senescal. Mi propia sombra se extendió hacia ella un poco más de permitido por la iluminación, y se mantuvo así incluso después de erguirme.

 Aunque la introducción ya había sido hecha, era mi deber y derecho presentar a Vanesa. -Le presento a Vanesa Córdoba, mi reciente Vasalla. El protocolo podía obviarse en la familiaridad pero no frente a terceros y, como todo Lasombra que se respetase, no sería yo quien lo ignorase. -Y yo no esperaba encontrarle aquí, Senescal... Mas sería una vil mentira de mi parte el decir que no me regocija el hacerlo. Admití. -Si la noche no regala una sorpresa, entonces no merece llamarse noche. La calma de mi voz contrastaba con la intensidad de mi mirada, una que sólo ella veía.

Los comentarios que intercambiaron tanto la Primogénita Tremere como David me hicieron dibujar una tímida sonrisa nerviosa. Vale, entonces Corporación Umbrella conoce a los creadores de Tru Blood... aunque al parecer el parecido con la ficción sólo acababa allí, puesto que las palabras de la señorita Lamothe dejaban claro que no había interés por crear sangre falsa. Intenté no sentir un escalofrío, pero instintívamente llevé la mano al cuello. Un recuerdo aún muy relacionado con Tomás, puesto que David aún no se me había acercado con aquella intención...

Bajamos, y avanzamos a través de un pasillo que podría haber tomado como un piso más de oficinas en un edificio si no supiera que nos encontrábamos bajo tierra. Al final, había otra mujer, y me fue difícil no sobresaltarme. Tragué fuerte, mirando de reojo a mi domitor, y traté de no bajar la mirada, aunque comenzaba a sentir que me había puesto pálida. La escuché presentarse, por lo que parpadeé un par de veces. Dudé en cual sería la mejor forma de actuar en este momento... Mirando a la señorita Lamothe, me decidí.

-Es un honor, Senescal.- Repetí la reverencia, manteniéndome junto a David, sólo unos centímetros más atrás de él, y volví a levantar mi mirada hacia la mujer. La manera en que David se dirigió a ella me provocó un cosquilleo en la punta de los dedos. Es la sangre... Ignora la sangre... Tenía que aprender a controlarlo, a ignorarlo. Esperaba que fuera más sencillo que la última vez.