Partida Rol por web

-Tsk- Chasqueó la lengua. -Idealista…-

-El asunto es muy sencillo. Gamías es el Rey y tiene un ejército a sus ordenes. No importa que tu te sientas traicionada. Lo que importa es si ÉL se siente traicionado, porque en ese caso no serán tus frascos lo único que use para sus experimentos.- hizo una pequeña pausa para que lo entendiera.

-Lo que ha pasado esta noche no cambia gran cosa. Te aconsejo que sigas tu camino como si no hubieras visto nada y disfrutarás de una buena y larga vida.

Yo por mi parte seguiré bajo sus órdenes. No es un gran rey y tiene mucho de despreciable, pero eso ya lo sabía cuando me ofrecí a trabajar para él. Podría haberme unido a la resistencia, pero no lo hice y las cosas me van muy bien.

Sin ir mas lejos, mañana cuando llegue al castillo recibiré una esencia.

Que robe una pequeña parte de mi trabajo es una minucia comparado con lo que me ofrece. Piensa bien lo que haces. A lo mejor lo que te conviene es estar mas cerca del Rey para crear lo que creías imposible.-

Volvió a cubrir el hombro con la túnica, y una vez mas se giró para estar cara a cara con él.

-No os confundáis. Yo elegí esto por los beneficios, no por nada mas. Simplemente es algo molesto, pero no pasa de eso -sonrió levemente- Pero realmente me interesa este tema. Por supuesto que quedará entre nosotros, claro, pero si el esta un paso por delante de mi en esto quiere decir que es viable de alguna forma. Aquella criatura tenía ira en su interior, por lo cual pasa de ser una "cosa" a ser algo mas. Curioso.

Meditó.

-¿Una esencia? Es un gran logro sin duda, mis felicitaciones.

-Gracias.- Su expresión se suavizó al ver que pensaba de manera mas práctica de lo que le había parecido en un primer momento.

-Tal vez debamos repetir esta sesión mas adelante. Puede que descubramos alguna otra cosa útil para los dos.

Si mas adelante necesitas ayuda para proseguir con tus estudios personales, ya sabes como contactar conmigo. Estas cosas me interesan mucho y ahora siento todavía mas curiosidad. Si un ser de este tipo es capaz de sentir, aunque tan solo sea ira quiere decir que está vivo.

Que tiene… alma.-

Esta última afirmación implicaba grandes cuestiones sobre las que pensar y discutir durante horas, pero el comandante no tenía mas tiempo para ello. Solo sabía que si se es capaz de crear y quitar la vida se está muy cerca de ser Dios.

O el Demonio.

Se acercó a la puerta. -Ha sido una velada muy agradable y… entretenida. Espero que tengamos ocasión de repetirla.

Ya me he tomado demasiado rato de descanso. He de volver a mis obligaciones.-

-Igualmente -devolvió la formalidad con una leve inclinación de cabeza- Por cierto. Probablemente no consigáis dormir del todo tranquilo con vuestra captura que probablemente despierte pronto. Quizá deberíais probar con un encantamiento algo mas potente, que le cause alguna alucinación. Sería un estado parecido al sueño pero mas duradero. Como un sueño lúcido, supongo que está mas en vuestro campo que en el mio así que sabráis de lo que hablo. Que descanséis.

-Gracias por el consejo.

Buenas noches.-

Salió de la habitación, pero en lugar de ir a la suya, bajó un momento al comedor de la posada. Dió aviso de que prepararán un buen plato de carne para Inome y cogió una jarra de agua y un cuenco que se subió a la habitación.

-Ya va siendo hora de aclarar unas cuantas cosas.-

En tu habitación, las cosas estaban bastante tensas. Por la pocisión de Blanca, se notaba que ya estaba despierta y alerta. Se encontraba sentada a falta de mejor pocisión, con las piernas cruzadas. Su expresión era un misterio como siempre, oculta tras la máscara.

Inome ahora estaba sentado en tu lecho, y el soldado estaba tieso en su asiento, ambos mirandola.

Vaya, te has tomado tu tiempo ¿no?

El felino desvió la vista hacia ti, y luego hacia la comida.

Ya era hora. Jugar a las estatuas aqui no es lo mio, pero de verdad que la mujer se llevaría el premio mayor.

Bajó de su lugar, se desperezó típicamente, estirandose y sacando las uñas para estar cómodo. Luego se acercó hasta tu pocisión.

-Empiezo a estar cabreada... -fue cuanto concedió como saludo.

-Veo que sigues teniendo un mal despertar.- Dejó al lado de la cama el bol y la comida para Inome. Se acercó al soldado y le colocó una mano en el hombro. -Buen trabajo. Ya puedes ir a cenar tranquilo. Mañana a primera hora recoge las cosas y prepara a los caballos. Cuando lo tengas todo listo ven. Saldremos por la puerta de servicio.-

Se sentó en la cama, en frente de Blanca. Apoyó los codos en las rodillas y cruzó las manos bajo el mentón. -Ya va siendo hora de que mantengamos una charla mas profunda que la de esta mañana.

Empezaremos por el princio.-

Se levantó lentamente. Se acercó al bol que había dejado con agua para Inome. -Te cogeré un poco.- Con una mano tomó el bol, y puso la otra en forma de cuenco. -In vino veritas- Dejó caer un pequeño chorro de agua sobre la mano, pero cuando el agua se escurría entre sus dedos ya no era transparente, se había tornado de un color cardenalicio.

Las gotas de vino repiqueteaban ritmicamente sobre el suelo de madera de la habitación.

Ella sacudió la cabeza y resopló, molesta. Si bien la ejecución del conjuro fue bastante improvisada y poco ortodoxa en esta ocasión, el atontamiento por seguramente haber estado todo el dia durmiendo jugó a favor. Negó con la cabeza, y en ese movimiento se pudo ver pereza, como si de nuevo estuviese sintiendo sueño.

-Ni se te ocurra, chalado.

Intentó en un deje de agresividad dar tirones a la cuerda para liberarse, pero se detuvo gracias a la presión del cuello, emitiendo un leve gorjeo de ahogo. Finalmente, levantó la cabeza pero miró hacia un lado con gesto arrogante.

El soldado tras recibir el permiso se marchó tras un saludo formal, habiendole dejado solo para que atendiera sus asuntos con tranquilidad. Tras que este cerrara la puerta y mientras tenías tu intercambio de palabras con la mujer, aquel animal se había puesto a dar cuenta de la comida.

Vaya la comida preparada por humanos sabe mejor que la carne cruda.

Comentó contento y sin dar importancia al agua que habías tomado.

¿Ahora que pretendes? Con esa terquedad probablemente se extrangulará sola.

-No te resistas, te harás daño tu sola y yo no quiero hacerte daño.- Habló en un susurro suave, que incluso sonó dulce. En parte era verdad, no tenía intención de hacerle daño si no era imprescindible.

Repitió la operación -In vino veritas.-

Esta vez parecía que había surtido efecto. -Esta mañana te hemos encontrado inconsciente. ¿Qué ha pasado? ¿tenía algo que ver con la gema que he encontrado en tu bolsillo?-

Se acercó a ella sigilosamente, con la intención de quitarle la máscara sin sacarla del trance.

Nuevamente intentó oponer resistencia, pero fue en vano porque se quedó quieta y tranquila cuando acabaste de amansarla con tu magia. Sin embargo sabías que la voluntad de ella se resistía tenazmente, podía sentirlo, pero en aquel momento nada iba a conseguir.

Cuando surgió la pregunta, pese a que se percibía que intentaba lo contrario, se vió obligada a responder con naturalidad. Aunque claro, probablemente tendría que detallar bien que quería saber, para que no se perdiera de nada.

-No...esa piedra es un regalo...pero la que tengo por corazón a menudo intenta matarme, como hoy...

Justo cuando acabó de decir esas pocas palabras, con cuidado procediste a quitar la capucha para aflojar las tiras que aferraban la pieza de metal a la cara. Y esta quedó por fin, al descubierto.

Era un rostro joven, y de facciones para nada vulgares a pesar del detalle de tener piel escamosa y azulada. Algún mechón del cabello se había colocado con naturalidad a los costados de la cara, enmarcando la misma. ¿La terminación de la oreja era punteada? Sin duda era familiar aquello. Era la viva imágen del cartel que estaba aqui y allá solicitando captura. Pero había un detalle. La del cartel tenía una cola reptil, y esta no a todas luces. Este detalle era algo despistante, porque incluso tenía las marcas bajo el ojo en color lila oscuro, esos puntos estaban impresos sobre tres escamas en concreto.

Se mostraba inexpresiva debido al efecto del conjuro.

Aquello bien daba para colocar algunas piezas de puzzle, pero seguramente creaba mas huecos carentes de explicación.

-Tengo demasiadas cosas para preguntarle-

-Tienes una piedra por corazón… explícamelo, ¿qué te ha hecho esa piedra?-

Mientras hablaba la observaba. -Es una lástima que cubra su rostro con esa fría máscara. -

-No se amolda a mi carne, así que su forma de intentar desprenderse es esta...o eso es lo que yo creo, tampoco lo se bien.

Entre la hora y el hecho de que la resistencia no cesaba, empezaba a estar algo fatigado. Había que reconocer que tenía tenacidad, ya que a pesar de estar en una situación sumamente desventurada se empeñaba en desafiar y entorpecer las cosas. Aunque eso es lo que llevaba haciendo tanto tiempo, ¿no? Notaste como frunció el ceño al mismo tiempo que sentías como, aunque fuera momentaneamente, estropeaba el trance. Te miró con disconformidad.

-Esto no esta bien, mi rostro esta descubierto. No me vengas con cuentos de que no quieres hacerme daño, que todos sabemos que cuando visite Alanku probablemente me despellejen, y mas ahora. Seguro una habitación con oro te tienta demasiado, ¿eh? Tss...

Por su parte al parecer Inome había acabado de comer, y ahora estaba paseandose cerca de ti y de ella, curioso.

Vaya, por mas que pienso no atino en encontrar algo que se parezca cercanamente a ti.

Levantó la cabeza y la miró.

Esa piel se parece mucho a la de los dracónidos, esos que son medio bestias. Pero...eres demasiado menuda para ser de esa clase. Por cierto... -giró la cabeza hacia el umbral de entrada- toc toc...

Cosa curiosa, apenas unos pocos segundos despues de que dijo aquello alguien estaba golpeando la puerta.

-Pues yo si que se de algo parecido. Un cartel para mas señas.-

No le había hecho ninguna gracia que llamaran a la puerta.

Desenvainó la espada que le colgaba del cinto y al igual que había hecho la noche anterior con el bardo, la dejó en suspensión. Apuntando a la puerta.

-No acepto visitas en este momento.- Odiaba que le interrumpieran.