Partida Rol por web

- La rampa de la Lanzadera Negra baja al tiempo que se abren los diversos juegos de compuertas presurizadas.

- No hay signos de que la Lanzadera tenga tripulación, probablemente el piloto sea un servidor especializado.

- Veis un tecnoadepto rodeado de servidores que se acercan a la nave para iniciar las operaciones de mantenimiento.

- Al fondo del Hangar se abre otro bloque enorme de piedra, revelando un oscuro, pero amplio corredor.

De nuevo, casi impaciente, Lazerus fue el primero en descender de aquella magnífica lanzadera.

Al desembarcar contempló cómo el tecnoadepto se ponía manos a la obra de inmediato, examinándole con ojos clínicos para reconocer su competencia. Si estaba al servicio de la Inquisición, debía ser bueno  pensó el propio Lazerus.

Una vez todos los aspirantes estuvieron fuera de la lanzadera, Lazerus dirigió su mirada al ominoso pasillo que tenían ante sí. Una sensación extraña, que hacía mucho que experimenteba, recorrió el cuerpo del tecnosacerdote. Nervios, o quizá ansiedad por llegar al fin al punto en que todo cambiaría.

[Vamos] dijo escuetamente [No hagamos esperar a nuetros anfitriones] dicho lo cual comenzó a caminar pasillo adelante.

El Tecnosacerdote saluda con un velocísimo chorro de datos en lenguaje binario a su colega del Mechanicus y después se concentra en la Lanzadera.

- Lazerus se adelanta por el lóbrego corredor que parecer ser la única salida obvia del Hangar.

El viaje fue más cómodo gracias a la ayuda de sus compañeros. Cuando aterrizaron en la luna, Tercio tuvo que acostumbrarse rápidamente a la menor gravedad.

- A partir de aquí llevaré yo mismo mi equipaje. Es poco y aquí no pesa tanto. Gracias, chicos.

Para que no quedara duda de su decisión, Tercio de adentró en el pasillo con sus cosas a la espalda, detrás de Lazerus. No sabía quién le recibiría y cómo juzgaría que él no llevara su propio equipo. En instrucción militar, eso fácilmente le costaría una semana de arresto.

- De acuerdo, vayamos - dijo Itsua, un tanto sorprendido del destino alcanzado. Hasta el último momento había pensado que su destino sería el planeta principal. Aquella luna a la que les habían dirigido, sin advertencia o comunicado previo alguno, escapaba a su comprensión inmediata. Sin embargo, la presencia de personal unida a la existencia de aquella mole que se elevaba ante ellos, le hacía pensar en la posible existencia de una base alejada de las rutas habituales -. Pero poco a poco. Tercio y Tauron no están en disposición de avanzar a nuestro paso, así que mejor que nos acomodemos nosotros al suyo. ¿Alguno de vosotros pertenece a este sector? ¿Algún tipo de información acerca de dónde podemos encontrarnos?

- Dejáis atrás lo que pueden ser sólidas compuertas laterales, cerradas por ciclópeos bloques de piedra.

- Al final, llegáis a un elevador.

- Cuando todos entráis en el amplio y espacioso elevador, éste desciende al menos diez niveles hacia las profundidades de Lachesis.

-Si y no, Itsua, no pertenezco a este sub-sector en concreto, pero sí soy calixiana. Si tuviera que apostar donde estamos diría que evidentemente, estamos en una de sus lunas y, por el aspecto que hemos visto del exterior, apostaría por Lachesis. Pensaba que iríamos directamente al planeta, no a esta luna, estoy tan sorprendida como vosotros de que nos hallan traido aquí. Siempre pensé que esta luna era basicamente un trozo de piedra inhabitable para cualquier ser vivo –dijo Arlesha mientras se encogía de hombros y observaba el lugar en el que estaban- Iremos al paso de ellos dos, sin ningún problema –le contestó al psíquico con una media sonrisa mientras que dejaba paso a los dos para que subieran al elevador.

Una vez en el, el elevador comenzó a moverse y descendió en las profundidades del planeta durante un buen rato. Arlesha miraba al rostro de sus compañeros –Me da que hemos salido de una mina para meternos en otro agujero. Estamos bajando bastante. Atentos chicos, vayamos que al abrir la puerta nos encontremos con uno de nuestros queridos amigos mineros –bromeó, intentando calcular la distancia que habrían recorrido hasta ese momento.

- Tras recorrer un largo y oscuro corredor alcanzáis una amplia cámara envuelta en tinieblas en la que os aguarda una solitaria figura.

- "Bienvenidos, nuevos Acólitos. Bienvenidos al Bastión Serpentis." -

Cuando su paseo por galerías, elevadores y hangares acabó, Itsua vio que se encontraban en una amplia cámara que apenas pudo observar, pues su atención pronto se vio reclamada por la voz de una figura conocida de todos ellos: la del Adepto Asclates, aquel que les había encomendado la misión en la mina gorgónida de Sepheris Secundus. Ahora, parte del misterio parecía resuelto, tanto por las palabras de la arbitradora como por la presencia de aquel hombre. Se hallaban en una base inquisitorial.

- Gracias, Adepto Asclates - respondió escuetamente.

- "Efectivamente, se trata de una base inquisitorial. Hum, mis disculpas, Acólito Hex. Resulta demasiado fácil leer sus pensamientos.

Están ustedes en el Bastión Serpentis, base de la Cábala Tiranista, una importante agrupación de muchos inquisidores que se ocupan expresamente de investigar la Estrella Tirana.

Ustedes fueron reclutados por el Agente Schulzz, quien, al igual que yo, forma parte del Séquito del Lord Inquisidor Anton Zerbe, líder de la Cábala Tiranista.

Cuando viajaban en la "Negra Esperanza" iban destinados a este lugar para completar su entrenamiento básico. En medio, de forma inesperada, surgió su primera misión.

He leído sus informes de misión, pese a la falta de liderazgo, preparación y experiencia, lo hicieron bastante bien. Deben evitar, sin embargo, que el éxito se les suba a la cabeza y les reste humildad y objetividad. El exceso de confianza mata a tantos servidores del Emperador como las armas de nuestros enemigos.

La principal función del Lord Inquisidor Zerbe es mantener la Cábala unida y funcional, algo difícil, pues los Inquisidores son todos personalidades poderosas e individualistas, cada uno con sus tendencias y filosofías diversas. Es poco probable que permanezcan mucho tiempo en el Séquito de Zerbe, seguramente si demuestran cualidades serán transferidos al Séquito de otro Inquisidor que les necesite más. Lord Zerbe es quien tiene más Acólitos en la Cábala, sencillamente porque tiene más Agentes de Reclutamiento que los demás.

Han de saber que el servicio al Emperador no es un camino de rosas, las bajas entre los Acólitos en su primer año de servicio oscilan alrededor del 80%. Aquellos que sobreviven, se acaban convirtiendo en Acólitos de confianza, esenciales en el Séquito de cualquier Inquisidor.

Creo que Lord Zerbe se ha tomado un especial interés en ustedes, pues me ha encargado adiestrarles y entrenarles personalmente. Yo soy lo que puede llamarse un "Acólito de Confianza" en el Séquito de Lord Zerbe, y desde hacía dos años no me dedicaba directamente a la instrucción de nuevos reclutas.

Durante las próximas semanas, completaremos su adiestramiento básico. No voy a engañarles, será duro. Vivirán y entrenarán en este laberinto subterráneo de cámaras y túneles, casi sin luz y con poco alimento y bebida. Les recomiendo que se mantengan separados, pues parte del entrenamiento es poner a prueba los límites de su cordura, y podrían llegar a agredirse entre ustedes.

Podrán contar con el apoyo y consejo de los Videntes Ciegos, cada uno de los cuales ayudará solamente a uno de ustedes. Encontrar a su Vidente personal será parte de su entrenamiento.

Cada uno de ustedes dispondrá de un manual básico de estudio. Están repartidos en las diversas cámaras. En ellos hay datos que deberán memorizar: interminables retahilas de códigos de identificación, datos estadísticos, políticos, económicos y sociológicos de todos los mundos de este Sector. Tipos de enemigos y sus capacidades conocidas.

Cualquiera de ustedes podrá solicitar además ser entrenado en cualquier área específica que desee: armas de fuego, combate cuerpo a cuerpo, técnicas de aguante, velocidad y destreza, conocimientos específicos, lo que deseen.

Recuerden que las condiciones serán siempre duras y precarias. Si han de entrenar en combate, usarán servidores de la Inquisición que emplearán armas reales. Dichos servidores tienen hasta diez programas de combate. Se rumorea que el diez es el que emplean los Adeptus Astartes. Ustedes comenzarán por el uno.

¿Hay preguntas?" -

Tercio se dio cuenta de que no podría trabajar él solo en lo relacionado con ese manual que tenían que memorizar, y aparentemente los Videntes Ciegos no le serían de mucha ayuda. Asclates sin duda sería consciente de ello.

- ¿Cómo se piden esos entrenamientos?

- "Tan sólo tienes que hablar conmigo y decirme en qué área de competencia quieres entrenarte." -

Saludo al Adepto amablemente:

 - "Muchas gracias por su recibimiento, Adepto Asclates. Supongo que sabrá quienes somos todos nosotros asi que sobran las presentaciones."

Le sonrio con gusto por estar en ese lugar. Luego continuo con mi habla:

 - "Estoy muy feliz de estar aqui y ansioso por comenzar con el entrenamiento para ser un digno sirviente de la Inquisicion y del poderoso Dios-Emperador. Los humos de nuestra victoria no se me han subido a la cabeza y conozco mi posicion, por lo que me pongo a sus ordenes durante mi estancia como aprendiz. Será un gusto recibir sus enseñanzas y entrenamientos para nutrir las herramientas con las que le serviré a la humanudad y al Imperio."

Me inclino un poco, intentando no demostrar demasiada cojera.

- "Parte de su adiestramiento será aprender a soportar el dolor, y a enfrentarse a un interrogatorio.

Como miembros de la Inquisición, si son capturados por el enemigo deben tener en cuenta que sus captores les matarán tan pronto averigüen la información que quieran saber mediante el interrogatorio y la tortura.

Dicen que antes o después, todo el mundo se viene abajo en un interrogatorio. Sin embargo, se sabe de muchos Agentes de los Sagrados Ordos que han muerto bajo tortura sin hablar. Esto es debido a que sabían que iban a morir de todas formas, ¿qué mejor forma de morir que frustrando los deseos de los enemigos del Emperador?

Sin embargo, hace falta una gran fuerza de voluntad para resistir, para aislar la mente del tormento de la carne.

Como psíquico que soy sé que entrenar la Voluntad es siempre una buena idea. Fortalecer la mente ayuda a resistir el temor, la tentación, la corrupción, e incluso la locura.

Una buena forma física y un cuerpo robusto son esenciales para soportar el daño físico. Es algo en lo que a veces adolecemos los psíquicos, pero que yo igualmente recomiendo cultivar.

Vuestras habilidades de combate deberán ser afinadas, pero al mismo tiempo necesitaréis adquirir toda clase de habilidades y conocimientos útiles en las tareas de investigación.

Al mismo tiempo, no debéis olvidar nunca el valor del subterfugio. Casi siempre lo deseable es que el enemigo ni siquiera sospeche que la Inquisición está cerca. Es importante que aprendáis a ser discretos y no llamar la atención. Si fingís ser mercenarios, es mejor que vuestro equipamiento sea acorde a vuestra habilidad real como combatientes. Hacer ostentación de equipamiento o recursos superiores a los de vuestra fachada, puede dar al traste con toda la operación.

A todos se os obliga a aprender interminables códigos de identificación, para que en caso de que seais capturados, podáis identificaros como miembros de la Inquisición. Si este momento llega, sabed que habréis perdido la ventaja. No tenéis forma de saber si las autoridades son corruptas o están implicadas en el caso que estáis investigando. Aunque no sea así, es posible que el enemigo tenga un topo que les informe de inmediato que la Inquisición está en el planeta.

Una vez el enemigo sepa eso, generalmente hará lo posible por borrar sus huellas y huir del planeta. Esto significará que la misión ha fracasado." -

Tras escuchar las palabras de bienvenida y la explicación acerca de cómo sería su estancia en la base secreta de la Inquisición, Lazerus se sintió satisfecho. La tarea sería ardua, dificil y peligrosa. Todo un reto. Por fin había encontrado lo que andaba buscando.

[Adepto Arclites, desearía empezar el entrenamiento de inmediato] dijo con su voz fría y mecánica el tecnosacerdote. Había mucho que aprender y la vida era tan corta...

Tercio no se sentía muy entusiasmado. No solamente podía morir en esos entrenamientos, sino que además lo torturarían. Eso podía soportarlo y comprenderlo hasta cierto punto, pero nadie le había avisado de que además tendría que aprender a leer.

Se mantuvo en silencio, molesto como si lo hubieran engañado, esperando a que el Adepto diera el "pueden retirarse" o "empiecen a entrenar".