Partida Rol por web

Después de una exhaustiva y sistemática comprobación de todo lo que hay en el interior de lo que sin duda es su compartimento del Orient Express, John se viste, coge su documentación, tanto la personal como los documentos hallados, y sale fuera. Buscará a alguien, o de sus compañeros, o del personal del tren.

Vuelven a bullir las preguntas en su mente...

Al acceder al exterior del pequeño compartimento, John puede observar un pasillo del todo familiar, en el que se da casi de morros contra la Srta. Virginia. Ésta lo mira algo descolocada desde su izquierda, vestida en un coqueto pero nada chavacano modelito de evidente buena marca, aderezado con un perfume suave, posiblemente reciente. Sin embargo, sus cabellos denotaban los efectos de haber dormido hasta hacía poco aquí y allá.

Al fijarte en los números de departamento, ves que la mujer parece haber salido del 21, justo al lado de la oficina del jefe de tren, mientras que tú has brotado del 22.

La mujer que instantes anteste pateaba la cabeza en tu sufrimiento, te mira algo perpleja por la sorpresa.

Las piernas le fallaron, incluso su respiración se detuvo por un instante. Contemplo a John y su mandíbula se desencajó. Retrocedió unos pasos tambaleándose con los ojos abiertos como platos.

-N..no..pu..pu..puede ser.- Escupió al tiempo que retrocedía un par de pasos más y interponía sus manos extendidas delante de su cuerpo para mantenerle alejado - A…a…al…jat..e de m..mm..mi

-¡Por Dios, Ilona... Virginia, o como sea que te llames ahora, joder! ¡No es distinto de la otra vez! Sí, me viste muerto, me viste despellejado. Y yo te he visto con dos cuerpos distintos, así que no te pongas dramática. Vamos a ser prácticos, maldita sea. Otra vez este maldito tren. A ver quien ha muerto ahora. Joder.

Es evidente que el resucitado coronel está de malhumor. Aliviado, porque ha soltado su lista de improperios con una sonrisa, así que se le supone contento de estar vivo. Pero muy molesto por la incomprensible situación que están soportando...

-Vamos, céntrate, preciosa, y dime tooooodo cuanto recuerdes ahora mismo de lo que soñaste en el tren, y de lo que has encontrado en tu departamento. Y si has hablado con alguien más... yo acabo de... despertar. Y de salir.

Se acercó  Pietro. Temblaba visiblemente, y cuando extendió su mano fría y sudorosa a causa del estrés y el miedo hacia él, sus pupilas se dilataron.  Parecía más un animalito asustado y acorralado dispuesto a luchar por su vida, que la elegante y sofisticada mujer que era.

Sus dedos rozaron la piel de él, deslizándose por su rostro, tanteando. Como si no diera crédito a lo que sus ojos veían, necesito la confirmación de sus otros sentidos para cerciorarse de que esto era real. Su cuerpo aún era presa y victima de la tensión , pero su mente pareció reconocer la verdad.

D..de… ve..erdad.. res tu?- No espero respuesta alguna, le abrazó y le estrecho contra si con fuerza, al igual que una madre con un hijo al que creyera perdido y tras recuperarlo temiera perderlo de nuevo.  Ahora podía oler la suave fragancia del perfume de Pietro, dulce y fresca.

Le beso, una, dos y hasta tres veces antes de que las lagrimas afloraran a su rostro, liberando así por fin la tensión acumulada

Estabas M..m..mue..erto.- dijo con las lagrimas cayéndole por la cara

Acabo.. de de..de …despe..ertarme.- Se llevo la mano a su  cuerpo, donde ya no estaba la marca maldita.-Ya…ya..no late..tengo