Partida Rol por web

La imagen de una mofeta dirigiéndose hacia el era algo que el esqueleto no podía soportar, y había echado a correr sin mirar atrás, con sus articulaciones crujiendo. Cruzó la pradera a toda velocidad, abriéndose paso con sus huesudas manos, hasta que logró salir junto a un riachuelo. Cuan grande fue su sorpresa cuando, aparentemente de la nada, apareció ante el una joven de cabellos rubios ¿Un enemigo?.

-Salir...¿Yo? Eso mismo podría preguntar- Lord Tuétano volvió la cabeza a los lados y después miró hacia atrás, esperaba haber perdido a su perseguidor, pero nunca se sabía -Me estaban persiguiendo, y he acabado aquí- Dijo sin entrar en muchos detalles, y después preguntó -¿Y tú? ¿Estás sola?.

Un ruido se escucha tras el esqueleto, algo a ras de tierra se mueve, emitiendo algunos gruñidos de vez en cuando. ¿Seria la tan temida mofeta terrible?

- ¿Que te están persiguiendo?-preguntó, extrañada- Y, ¿por qué demonios querrías saber si estoy sola?-dijo, enarcando una ceja, encontrando aquella pregunta un tanto inadecuada, aunque sin saber del todo por qué. Entonces escuchó ruidos entre la hierba, y casi por instinto, volvió a agazaparse. ¿Qué perseguía al hombre esqueleto? ¿Sería algo horrible? - ¿En qué demonios andas metido? No me habrás metido en una trampa, ¿no? Como te haya mandado el desgraciado de mi primo... - preguntó, por lo bajo, amenazante. 

¿Primo? ¿De que estaba hablando esa mujer? Lord Tuétano no entendía nada. Estaba claro que si le preguntaba si estaba sola, era por temor a caer el mismo en una trampa. Estaba muerto, si, pero las mujeres de buen ver aún despertaban cierta simpatía en el, y podrían aprovecharlo para una emboscada. Iba a responder, cuando escuchó los sonidos que provenían a su espalda, y su primer impulso fue correr lo más rápido posible, a agazaparse justo detrás de Amaranta.

Sus huesudos dedos se clavaron en los hombros de la joven, mientras el esqueleto intentaba evitar que le castañeasen los dientes por el miedo -No hagas ruido, es algo terrible, terrible te digo- Le susurró en voz baja, intentando no hacer ningún sonido que pudiera atraer al monstruo hacia ellos. Afortunadamente, no tenía que aguantar la respiración.

Aparece delante de ellos una mofeta, olisqueando el suelo y alzando la vista hacia la pareja...Mirandolos con ojos rojos. No es una mofeta común, es una mofeta terrible, la pesadilla de todo cazador que alguna vez haya sido gaseado por una de estas criaturas. Su pelaje negro se ve interrumpido por una especie de exoesqueleto que le da la apariencia de ser un jodido animal acorazado, listo para destripar a cualquier que se ponga a su alcance por que el tamaño de esta mofeta es superior al del traicionero animal que uno pueda encontrar en la naturaleza.

Amaranta notó los huesudos dedos de Lord Tuétano, y lo miró de soslayo, sin entender muy bien por qué se escondía tras ella. 

La joven hechicera, miró hacia el frente, hacia el lugar del que provenían los ruidos y de pronto posó la vista sobre la mofeta terrible que se presentaba ante ambos, como una infranqueable amenaza- ¿Huías de eso?- preguntó, empalideciendo aún más, si cabe. 

Asustada, con un gesto de su mano y unas palabras arcanas, invocó el hechizo ansiado. Intentaría evitar ser gaseada en un enfrentamiento con ese animal. Intentaría dormirlo.

La mofeta entorna los ojos y de repente cae al suelo, hocico por delante, sumida en un profundo sueño.

El no muerto ya estaba preparado para volver a echar a correr. Al fin y al cabo, no conocía de nada a esa mujer, y no tenía por qué morir (más bien volver a morir) a su lado. Ya había empezado a caminar hacia atrás lentamente, cuando vio como la joven realizaba un hechizo, que sumió a la mofeta en un profundo sueño.

-Va...vaya, nos has salvado- Fue lo único que logró decir Lord Tuétano, aún mirando con recelo al animal dormido. Seguro que despertaba en cualquier momento, y volvían a estar en peligro -Deberíamos irnos de aquí cuanto antes- Sugirió.

No esperó a ver si la mujer le seguía, y se volvió para caminar con paso rápido, alejándose de ahí. Tenía un miedo atroz a esos animales, y estaba deseando llegar a algún lugar que no fuera su hábitat -¿Vienes?

Con la mofeta indefensa, era facil salir de allí, para cuando despertase esa mofeta seguramente habria perdido el rastro o encontraria algo mejor a lo que perseguir y atormentar.

Amaranta miró al saco de huesos que caminaba a su lado, enarcando ligeramente la ceja, como si se preguntase si aquello era lo que debía hacer-Voy... -dijo, finalmente, arrebujándose en su ropa y agarrando su bastón. Lo cierto era que no tenía nada mejor que hacer. Y si surgía otra amenaza... - ¿Quién o qué demonios eres? ¿Qué buscabas por aquí?-preguntó finalmente, tras un trecho de camino. 

El camino se hace largo y pesado, especialmente por lo frondoso del bosque que en esta epoca del año parece mas vivo que nunca, no faltan los encuentros con algunos animalejos que corren enseguida al ver a la pareja; al caer la noche el humo de fogatas rompe el habitual panorama arboreo de la zona, hay como tres columnas de humo brotando entre los arboles, justo en la dirección en la que caminan.