Partida Rol por web

Drakha dejó atras su tribu para vagar por el mundo; salvo una pequeña escolta durante un breve trecho del camino no ha habido mucho mas trabajo, aunque lo de vagabundear en verano no se la está dando mal; hay multitud de comida que forrajear en la pradera y en los bosques, y gracias al pequeño trabajo de escolta a un proveedor de armas, sabe que al este hay una población humana que quizá pueda brindarla la oportunidad de ganarse la vida, y quizá algun dia volver para partirle la jeta al caudillo orco.

El lugar en el que se encuentra es una sencilla pradera, con hierba no muy alta, bastantes antilopes se alimentan de esta y no es raro ver algun oso negro por la zona. Los arboles por aqui parecen todos de hoja perenne, por lo tanto abundan pinos y otro tipo de arboles parecidos. El proveedor de armas y su caravana se dirigieron al oeste.

Mi vida había cambiado de una forma radical desde que fui expulsada del lugar al que antes podía llamar hogar. Me había visto obligada a ser una vulgar mercenaria, sin más honor que el que unas monedas pudieran comprar. Vagando en soledad por bosques y llanuras, cazando y devorando cada animal que se cruzaba en mi camino. Por fortuna durante toda mi vida había tenido un arma entre mis manos y hasta la llegada del invierno no debería preocuparme por la caza o por conseguir algo de dinero vendiendo mis armas y asaltando a algún comerciante despistado.

Pero ahora, de nuevo sola, solo tenía un posible lugar al que guiar mis pasos. La caravana me indicó que al este podría encontrar una ciudad y por tanto allí encontraría la forma de ganar dinero y con suerte poder continuar con mi entrenamiento. Aunque todo había cambiado, de alguna forma era emocionante sentir la libertad, sentir que mi vida dependía solamente de mis actos y mis decisiones.

Acabé de comer un pedazo de antílope medio hecho, incluso aún sangraba la carne cada vez que mis colmillos se clavaban en ella con dureza. Arrojé el pedazo de pata a un lado antes de levantarme con un quejido y comenzar a recoger las pocas pertenencias que había conseguido juntar desde que fui expulsada con poco más que un trozo de tela cubriendo mi miembro. Las cargué a mi espalda con una improvisada mochila, echa con las pieles y tendones de los animales que había conseguido cazar y comencé a caminar ahora con las fuerzas recargadas. No sabía cuanto tardaría en encontrar aquella ciudad, pero era la primera vez que mis ojos se posarían en una civilización que no fuera la orca y aquello sin duda, era emocionante.

Caminando durante largas horas al final Drakha llega a una llanura. Hay un viejo camino olvidado al que las hierbas altas se lo estan comiendo y ni idea de hacia donde lleva o llevaba. En mitad de una zona que la hierba no se ha comido, hay una carreta y un grupo de tres personas parece rebuscar en ella, estan lo suficientemente lejos para no haberse dado cuenta de la presencia de Drakha.

Por la parte de Drakha, despues de haber viajado largas horas la noche se acerca, quedara media hora escasa de luz y aunque no está realmente cansada, si que lleva una buena caminata a cuestas.

El día había sido largo y las piernas ya me pedían un descanso después de haber caminado desde que el sol apareció por el horizonte. Aquel lugar del que me habían hablado se encontraba lejos, aunque no sabía cuanto ni si iba en dirección adecuada, pero fuera como fuese... en algún punto de mi viaje encontraría a alguien que pudiera guiarme o aliviar mis deseos de sangre y codicia. Cuando el día comenzó a oscurecer y ya pensaba en montar el improvisado campamento en el que dormía, pude ver en la lejanía una carreta rodeada por tres siluetas que no llegaba a vislumbrar. Alcé la mano colocándola sobre mis ojos ocultándome de la luz, pero ni aun así conseguí ver de que se trataba. Lo mejor sería acercarme y acabar con las dudas. 

Sin prisa comencé a guiar mis pasos hacia aquel lugar, sin llegar a ocultarme entre las hierbas de la llanura, sin importarme que se percataran de mi presencia. Si querían combatir estaría dispuesta a darles aquello que buscaban y sino... podrían indicarme el camino para encontrar la población humana que estaba buscando. De momento no tenía intención alguna de enfrentarme a ellos por motivos propios, aunque una nunca sabe cuando su interior puede empezar a hervir y tan solo puede ser saciado con sexo y sangre.

A medida que se acerca puede vislumbrar mas cosas. La carreta tiene una rueda rota, no hay rastros de ningun animal de tiro por la zona y hay tres cadaveres en el suelo, uno de ellos parece un simple comerciante y los otros dos dos guardias que portan armaduras de cuero tachonado, ahora empapadas en sangre y rasgadas aqui y alli tras una reciente pelea.

Las personas que estan saqueando lo mas valioso de la carreta son tres, en lo alto del carro hay una mujer de cabellos rubios, con alguna trenza, que parece sentada disfrutando de un pequeño tentempie tras la batalla; los otros dos son dos hombres que estan aún evaluando cuanto puede valer qué. No tardan mucho en darse cuenta de la presencia de Drakha y detienen lo que estan haciendo, sujetando sus armas firmemente y aguardando a una reacción por parte de la semiorca.

-Eh mirad, mas buitres vienen a ver si pueden picotear restos.-Se rie un poco, quitandose un poco de sangre seca del rostro con el dorso de la mano, mientras apura lo que parece algo de carne en salazón. Termina por bajarse de la carreta de un salto, con el consecuente vaiven de los pechos que la coraza de su pecho apenas cubren, y reajustandose esta examina de arriba a abajo a Drakha: -Sigue tu camino, no hay nada para tí aquí. Salvo que quieras comprar algo de lo que hemos saqueado claro está. Tenemos un barril de vino bien majo, algo de cecina y yo que sé...Ya iremos viendo que llevaban estos pobres desgraciados..-Se rie un poco.

Me detuve cuando los hombres se dieron cuenta de mi presencia, adoptando posiciones defensivas esperando que fuera yo quien tomara la iniciativa. Ya lo había visto tantas veces antes, los humanos eran tan débiles que incluso para atacar a una solitaria orca debían esperar de una reacción por su parte. Pero no tardé en darme cuenta que la mujer era la líder de aquel pequeño grupo, la mejor equipada y la primera en tomar palabra ante la presencia de una desconocida. Una mujer con una gran belleza en su rostro y un exuberante cuerpo que conseguía atraer el destino de mis miradas. 

Mientras que mis gustos sexuales eran tan básicos, sin hacer distinción entre mujeres hermosas y de buen cuerpo o mujeres fea y con lorzas en su cuerpo; cualquiera era un buen objetivo para vi. Esta bandida conseguía hacer que con un simple vistazo, a lo que me mostraba de sus pechos, provocara que un hormigueo naciera en mi aún dormido miembro que luchaba por despertar. Hacía ya días que no había saciado mi lujuria, que no había violado a nadie ni había descargado mi semilla. 

- No interesan brebajes sucios, tampoco carne salada - comenté con la voz ronca, mientras la seguía observando sin llevar la vista hasta sus secuaces. Ellos no eran más que simples seguidores - Pero hembra sí tener algo que me interesa.

Me deshice de la improvisada mochila que llevaba, arrojándola al suelo sin cuidado. Al igual que los bandidos llevé mi mano hasta el mango de mi arma, rodeándola con mis fuertes dedos para cogerla y mostrar el filo de esta. Si se habían quedado con ganas de combatir después de haber matado a aquellos comerciantes, yo me encargaría de satisfacer sus deseos... y después la habladora bandida se encargaría de saciar los míos.

Los tipejos desenvainan sus espadas y la bandida se limita a mirar, sentandose en el borde de la carreta mientras se dedica a pelar una manzana con un cuchillo.

Con un gruñido muevo mis hombros haciendo suaves círculos, preparando mis músculos para el combate incluso después del largo viaje que mis piernas había soportado. Por fortuna era algo a lo que ya me había acostumbrado. Era una guerrera dentro de un clan de orcos, ningún vulgar asesino de comerciantes conseguiría que me intimidara con unas palabras. Agarré con fuerza mi hacha y sin dudarlo ni un segundo más, sin decir una palabra, me lancé hacia ellos buscando su cuerpo con el filo de mi arma.

No me importaba acabar con ellos, matarlos allí mismo delante de la burlona mirada de su dueña. Dejaría que contemplase el espectáculo de sangre que iba a darse y después... no, a ella no la mataría. Para ella tenía en mente un tipo de arma muy diferente.

Esquiva el golpe por los pelos, haciendose a un lado y empleando su arma para intentar apuñalar a Drakha: -¡Zorra, zorra!-Dice casi con una voz histerica al ver que su puñalada falla, siendo desviada por la armadura de la semiorca que no ha dudado ni un momento en lanzarse al combate.

El otro por su parte trata de hacer lo mismo con su espada, intentando apuñalar a la mujer que parece curtida en la batalla de la bandida que esta sentada en la carreta, disfrutando de un tentenpie mientras ellos luchan...Asi funcionaban las cosas para los bandidos, segun parece. El hombre deja escapar un grito de jubilo cuando ve la sangre brotar de una herida en el costado a Drakha:- ¡Largate antes de que te robemos todo a ti tambien!

Solté un gruñido cuando el arma del hombre atravesó mi armadura de cuero, hiriéndome en el costado tras haber fallado el ataque de su amigo. Pero ni siquiera me detuve a ver tajo que me había hecho, volví a cuadrarme alzando el escudo mientras les miraba apretando mis grandes dientes mientras algunos salían entre mis labios. Apreté la mano con la que sujetaba el arma dispuesta a tacar de nuevo, no pensaba huir, no eran más que un par de ratas y yo me encargaría de cortar sus cabezas con mi hacha.

- Huir es cobardes - respondí de forma grave, escupiendo al suelo - Drakha no cobarde, Drakha guerrera - terminé alzando la voz antes de levantar mi arma.

Esta vez mi golpe fue dirigido a aquel que había osado atravesar mi carne con su espada, le castigaría por lo que había hecho hasta el punto en que hubiese deseado salir corriendo en vez de amenazar a una orca.

-Siempre puedes rendirte y ser nuestra esclava, ¡jaja!-Dice el otro bandido, usando su espada intentando buscar un hueco en la defensa de la semiorca. Otra risa precede a la puñalada que recibe, no es de las mas duras pero el corte en el brazo que sujeta el escudo da a entender a Drakha que no se esta defendiendo todo lo bien que la gustaria.