Partida Rol por web

El señorito Dragasta y yo también nos separamos. - Sentencia reinhold posando su dura y fría mano en el fino hombro del pobre Dumnill, el cual llegó a sentir un escalofrío. - Nos volveremos a ver. Suerte... - Dijo, mas la última palabra que se suponía que debía animarte la dijo con un tono muy poco convincente. Como si lo estuviera diciendo meramente por cumplir, como si formara parte de su estricto protocolo, pues no había interés alguno en su tono.
Y ambos marcharon por otro camino, distinto al de James, distinto al vuestro.

Mucha suerte, Cyn... - Se despidió el jóven Dumnill siendo tirado por Reinhold, éste sí con auténtico interés por tu devenir.

Cynthia bajó la cabeza, colorada tras la eufórica presentación de Maegan. Aintió a las despedidas que se sucedieron, haciendo una inclinación formal con la cabeza, sólo agradecida por la sinceridad del joven Dragasta.

- Gracias - una sonrisa, encantadora, y de nuevo volvió su atención al hombre que había acudido a recogerla, con las manos aún a la espalda. Sus movimientos estaban más que estudiados. Asintió y se propuso acompañar a Korah, sin borrar la expresión de absoluta tranquilidad mientras lo hacía.

Korah: Bueno, pues acompañadme...

Maegan: Seeeeeeh. - Contesta Maegan dándote un leve toquecito en el hombro para empezar la marcha con el velludo examinador.

Tras dejar atrás el bullicioso hangar, pasáis por una serie de innumerables pasillos, todos pertenecientes a la bastísima red enmarañada que conformaba el espacio subterráneo del silfarion ciudad. Pasillos blancos, azules, anchos, estrechos, ancensores... Empieza a cansarte hasta que subís al que Korah aseguraba el último ``escalón´´ hacia el exterior, un montacargas bastante amplio que, tras un buen tiempo de subida, acabáis en lo que parece un amplio garage, como un parking subterráneo.
El examinador Korah, os muestra un pequeño coche de lujo donde os subís y con el que, con Korah como chofer, salís al fin al espacio exterior.

Una ciudad grande y bulliciosa se expandió de repente ante ti. Al principio hasta se te hacía difícil la idea de que realmente estábais en un Silfarion y parecía que habíais bajado al mundo de los humanos. Si no fuera porque de vez en cuando veias alguna persona bajando una pelota que unos niños encanaron accidentalmente en un árbol telequinéticamente, o alguien volando por encima de las cabezas de las personas de la acera, etc...
Aunque la mayoría de personas parecían normales. Ya te explicó Maegan que no todos los Hazes poseían poderes adecuados para el combate. De hecho, la mayoría de ellos poseen poderes que incluso apenas les sirven para algo.

Contemplando el urbano panorama, al final os detenéis llegando sin que te dieras cuenta a vuestro destino...

Bueno, hemos llegado. - Dice el examinador, con una cierta y notable dificultad al pronunciar la ``d´´ de su última palabra, mientras se baja del coche. - El hotel Esmeralda, el más grande de la ciudad. - Frente a vosotras se levantaba el gran edificio, que superaba con creces a los de su alrededor.

Dentro están los del Lunaestrella... Vamos. - Dijo, enfilándose hacia la gran entrada hacia el Hall principal, el cual ya desde fuera se veía de un tono dorado general. Como si fuéseis a entrar en una estancia de oro.

Ah, qué mono. - Comenta Maegan con actitud indiferente ante el impresionante hotel. Conociéndola, quizás sí que le ha impresionado, pero por su peculiar personalidad esconde sus verdaderos pensamientos tras un buen velo de una actitud contraria.
O quizás, por el contrario, le resulta poca cosa.
Por suerte, como la conoces bien, notas con gracia que realmente la impresiona.