Partida Rol por web

El guardia que acude se te queda mirando, con cara dudosa, pero su trabajo no era preguntar ni hablarte, sino ayudarte. Después de todo, le pagaban para que hicieses prácticamente lo que quisieses. Eras una buena niña, y él se fiaba de tu palabra.

No me inspira mucha confianza lo del amigo de EDEN. A lo mejor es un pervertido o algo así. Pero bueno, obedeceré a la señorita. Si eso la observaré de cerca un ratito.

- Desde luego. Voy al garaje a sacar el coche. La espero para ayudarla.

Se va, pone en marcha el coche y te espera fuera. Tu no le haces esperar. Te pones tu digivice a la muñeca, te subes a tu silla de ruedas y marchas hacia fuera, donde él, muy gentil, te ayuda a subir a la parte de atrás, plegando después la silla y metiéndola en el maletero. 

El viaje se te antoja largo. Hay mucho tráfico, pero puedes disfrutar de las vistas del atardecer de la maravillosa ciudad de Tokyo, con los rayos de sol reflejados en los altos edificios tokiotas. Cuando llegas a la zona que te dijo Mr. Navit El Hacker, no es nada más y nada menos que un barrio residencial, como los de los shoujos habituales. El guardia te deja justo delante del descampado. Para el coche, saca la silla del maletero y te ayuda a subir.

- Bueno, aquí estamos. Tenga cuidado señorita. Si me necesita estaré por las cercanías. Deme un toque o mándeme un aviso al digivice ¿de acuerdo?

Al decir eso último, sube al coche y se marcha. 

Cuanto mas tiempo pasaba en el coche, mas adrenalina corría por su venas, estaba emocionada y lo ocultaba fácilmente simulando ver algunos de sus vídeos favoritos de mascotas, como acostumbraba en los viajes largos de coche. De vez en cuando miraba por la ventana, el deslumbrante paisaje siempre era bien recibido, tanto en días soleados como lluvias.
En cierto punto decidió que era mejor relajarse y posicionó la cabeza para que le diera todo el tiempo posible, la luz en el rostro, abrazada por la calidez de los últimos rayos de sol y el movimiento del coche, el viaje no pareció tan largo.

Obviamente, en cuanto llegaron al sitio, la emoción se hizo presente de nuevo, acomodándose bien en la silla, poniéndose los guantes protectores para poder girar las ruedas sin dañarse las manos, esperó a que el guarda se alejó para así acercarse al descampado. Su silla no estaba preparada para terrenos difíciles, por lo que antes de forzarse a ir dentro, prefirió quedarse a uno de los lados, todavía en la zona asfaltada y fuera del tráfico. 

Si bien se mantenía puesta de manera que quedaba frente a ella el lugar donde habían quedado, de vez en cuando revisaba a ambos lados de la calle y en el digivice la aplicación de activar la localización a solo un toque de activarlo en caso de emergencia.

Te fijas que, en una de las esquinas del descampado, iluminada por una farola, hay una cabida de teléfonos vieja. Pero también observas que dentro, apoyada en la superficie para apoyar las guías telefónicas, hay algo. Brilla al contraluz de la farola. Es pequeño, como una tarjeta microUSB.

Os desconectáis de EDEN. La experiencia que habíais tenido no podíais catalogarla de otra manera más que inquietante ¿Quién era ese tal Mr. Navit el hacker? ¿Por qué os había elegido a vosotros? ¿No podía haberlo hecho con nadie más a parte de vosotros? Lo único que sabíais es que vosotros erais los elegidos. Y, si no queríais que vuestras cuentas fueran hackeadas, teníais que ir a un lugar concreto. Justo en ese momento, os llega una localización al digivice. Estaba alejado del centro, en un barrio residencial, como el de Doraemon. Junto con la dirección, hay un mensaje. Era de Mr. Navit el hacker.

¡Saludos! Esta es la localización de mi regalo. No faltéis ¿eh?

Pasó tiempo hasta poder darse cuenta, pero la curiosidad de qué había tirado en el suelo, la llevó a acercarse, no se apresuró y decidió ir con cuidado para que la silla no se volcara por algún desnivel del terreno o piedras. 

- Hmm... Veamos que es esto -En cuanto quedó al lado de la cabina, puso los frenos para no moverse y mientras se agarraba con firmeza, se inclinó hacia delante para tomar aquello que descansaba en el suelo, examinándolo bien en cuanto se acomodara de nuevo en su silla, haciéndolo girar entre sus dedos en su inspección.

¡Beep, beep!

Todavía encogido en una esquina de su habitación, nervioso ante la perspectiva de encontrarse con aquellas personas que apenas acababa de conocer, Satoru alzó su muñeca para leer la notificación que acababa de llegar a su Digivice. Con el paso de los minutos casi había logrado convencerse de que todo iría bien, que aquella gente sería amable y que su cuenta no sería hackeada, pero el mensaje que Mr. Navit acababa de enviarle le dio un nuevo bofetón de realidad. ¡No tenía ni idea de dónde se estaba metiendo!

Sin embargo, seguía creyendo lo mismo que les había dicho al resto: si no querían perder sus cuentas, no les quedaba otro remedio que ir a aquel descampado. Satoru soltó un gruñido por lo bajo, y luego uno más alto, pero por suerte nadie lo escuchó. Acabó tomando aire y soltándolo para tranquilizarse, y después procedió a vestirse. Se puso su abrigo blanco y sus cascos negros alrededor del cuello, y poco después ya estaba listo para salir. Apenas había alcanzado la puerta cuando se dio cuenta de que inconscientemente había escogido la misma ropa que su avatar virtual llevaba puesta, como si eso fuera necesario para que los demás lo reconocieran. ¿Se reirían de él? ¡¿Pensarían que no tenía más ropa?!

Pero no volvió a cambiarse, claro. Se hacía tarde y no conocía aquella localización lejos del centro, así que decidió tomar el transporte público para acercarse al lugar. Estaba demasiado lejos para ir caminando... tenía las piernas demasiado cortas.

Itto se encontraba bastante nervioso y angustiado. Ya era difícil reunirse con conocidos en EDEN... bueno conocidos de su hermana. Como para irse a encontrar con desconocidos, por la noche y por culpa de un hacker.

Realmente se quería quedar en casa grindeando protocristales para el último gatcha de moda... En ellos todo era mucho más sencillo, sin embargo era muy consciente de que si no iba y le quitaban la cuenta ya se podía olvidar de descubrir algo sobre su hermana, además que aún no estaba descartado del todo que ese Navit rojo no supiera nada sobre ella.

Al fin decidido, o todo lo decidido que podía estar, esperó a después de cenar y cuando creían que ya se había acostado se marcho. No le costo mucho pasar desapercibido, su padre estaba en le trabajo y su madre llevaba aún peor lo de Ayaka. Apenas salía de la habitación, era el mismo el que tenía que llevarle la comida y agua.

Así que ya fuera de casa cogió su bici y salió hacia el lugar de encuentro.

Cuando te acercas a mirar puedes ver cinco tarjetas, de tamaño algo más grandes que una microUSB, cada una de un color distinto: blanco, amarillento, negro, rojo y dorado. Cada una tiene grabado algo en su parte frontal: la blanca Labramon, la amarillenta Angoramon, la negra Demidevimon, la roja Elemon y la dorada Kudamon.

Cuando las coges notas que la parte de los pines coincide con el lector de tarjetas de tu Digivice. Pero no logras identificar qué son exactamente esas tarjetitas ¿Este era el regalo de Mr. Navit?

En cuanto se dio cuenta de lo que era y que podía entrar en el digivice, miró hacia la cabina telefónica, sin encontrar una entrada parecida. Estaba confundida, por lo que se quedó al lado de ese mismo sitio, pero situando la silla con la parte de atrás pegada a la pared, para evitar que alguien apareciera de sorpresa por su espalda y por mera costumbre de no quedarse en medio, por si alguien necesitaba acceso al teléfono.

Miró con desconfianza los usb, podían contener algún tipo de virus, pero a la vez, podía ser de lo que hablaba el falso Mr. Navit.
- Bueno... Por probar no pasa nada... Tan solo tengo que evitar conectarlo a la red de casa si veo que hay algo raro -Murmuró como un pequeño empujón hacia ella misma y probó uno a uno los dispositivos, empezando por la blanca y terminando por la dorada, habiendo dejado de nuevo en el suelo los que no parecían funcionar.

Durante la cena hago todo lo posible para no mostrarme preocupada y no alertar a mi familia. Estaba preocupada de arrastrarlos en este follón, no quería que acabasen en problemas por culpa de ese hacker. Una vez terminamos de cenar les deseo buenas noches a mis padres y a mis hermanos pequeños y me meto en mi cuarto. Por suerte mis hermanos se dormirían en breve y mis padres estarían demasiado ocupados asegurándose de que los huéspedes de la posada estén satisfechos. Además casi todos estarían ya en sus habitaciones.

Aprovecho para salir en silencio de casa y cojo mi bici para dirigirme al punto de encuentro. ¿Se presentarían el resto? Una parte de mi esperaba que si...me aterraba la idea de enfrentarme a lo que el hacker tuviese planeado completamente sola. Me sobresalto con el sonido del digivice y leo el mensaje.

Suspiro y pedaleo hacia la dirección del mensaje...

Bastante nerviosa tras el anuncio del hacker, casi doy un salto en la cama al esuchar el sonido del mensaje en el digivice. Rápidamente busco y apunto la localización en el mensaje de emergencia que le iba a mandar después a mi madre, algo nerviosa. Imagino que no habrá cámaras por la zona, y al estar alejado es más fácil para él, aunque siendo una zona residencial habrá más posibles testigos pero está bastante lejos de aquí y...

Con la cabeza aún dándome vueltas, paso el resto del día tranquilamente. Mi madre no parece darse cuenta de que me pase nada. Tampoco es nada raro, si normalmente no suelo hablar mucho... Después de la cena, al "irme a dormir", aprovecho para vestirme y ponerme mi bata de laboratorio y espero a que mi madre se quede dormida viendo la tele. 

... Al final voy a creerme lo de la ley de Murphy. Por algún motivo a mi madre le ha costado más dormirse y termino saliendo con el tiempo justo de casa, teniendo que echar a correr para coger el tren que deja más o menos cerca de ese barrio. ¡Ah! Con la costumbre me he venido con la ropa del instituto de siempre... Así voy a ser aún más reconocible. Entre eso y la pequeña carrera que he tenido para coger el tren, bajo la cabeza con las mejillas sonrojadas, esperando llegar a tiempo al destino de... lo que sea que nos espere.

Al ir probando cada una, en tu digivice pasan varias cosas. Cuando pruebas las de los colores básicos (blanco, amarillo, negro y rojo) suena una frase, con voz algo robótica, aunque bastante más alegre que la de Mr. Navit el hacker.

- ¡Error de memoria!

Esa frase se repite hasta la dorada, durante la cual no suena nada, pero en la pantalla de tu digivice aparece una barrita de carga. Pasados unos segundos, cuando la barra está llena, surge un texto:

¡Carga completada!

Entonces, la pantalla brilla tan fuerte que, si hubiese sido más grande, te habría cegado. Te obliga a cerrar los ojos momentáneamente. Una vez los abres, en la pantalla de tu digivice aparece este mensaje:

Retire la tarjeta DIM

Y, antes de que puedas hacer nada, una voz chillona pero alegre suena a tu lado.

- ¡Hola! ¿Qué eres tu?

Te giras para mirar de donde procede la voz. Es una criatura pequeña, del tamaño de un cojincito, parecida a un zorro, con las orejas y la cola semitransparentes ¿Sería un holograma? Aunque un holograma... Muy realista.

Cuando llegáis al barrio residencial, os encontráis todos. Eráis tal y como os habíais descrito (los que lo habéis hecho). Camináis hasta el descampado que decía el hacker. Efectivamente, era un descampado como el de los animes, con una cabina telefónica vieja en una de las esquinas, pero ahí había alguien más, una chica en silla de ruedas, sosteniendo una especie de tarjetas de memoria, similares a microUSB.

En su digivice tenía una tarjeta insertada. Pero, a su lado, había algo. Parecía un zorrito, del tamaño de un cojín, con las orejas y la cola semitransparentes ¿Sería una mascota holográfica? aunque parecía muy realista para ser un holograma.

Por un segundo se alarmó con esa pantalla de carga, sobre todo al ver que no pasaba nada, no hasta que apareció esa luz, procurando taparse los ojos lo mejor que pudo hasta que dejara de notar el brillo a través de los dedos de su otra mano. No solo estaba confusa, sino que ahora esa especie de holograma a su lado de aspecto parecido a un monstruo de videojuegos no solo la miraba, sino que habló. 

Se podía leer en su rostro la confusión, no entendía nada, sus labios no se movían y solo sus ojos lo hicieron en cuanto divisó a varias personas acercándose. Tardó varios segundos en mover algo mas que su vista, y esto fue sus manos, que quitó la memoria de su digivice y muy lentamente la dejó con todas las demás en el suelo- Buenas noches... -

No estaba tan asustada, pero su instinto de supervivencia le pedía huir, por lo que le hizo caso de la mejor manera que podía.
Quitó los frenos de la silla y comenzó a rodar hacia delante, con algo de dificultad por el terreno de tierra, no fue hasta que bajó un poco la cabeza, para evitar ir por encima de alguna parte difícil, que se fijó un poco más en ese animal que había aparecido. Por varios largos segundos se quedó asombrada de lo real que parecía, como si fuera un pequeño peluchito que podía recoger y abrazar, pero tampoco sabía de dónde había salido- Muy... Curiosa mascota -Les sonrió a los desconocidos, creyendo que se trataba de algo de ellos, tal vez como alguna especie de robot e intentó así ir de nuevo hacia la acera.

El transporte público se movía demasiado lento para los nervios de Satoru, pues el chico tenía ganas de llegar ya al lugar pactado y quitase de encima aquella ansiedad por lo que iba a suceder. Y curiosamente al mismo tiempo también le parecía que el vehículo se movía demasiado rápido, pues una parte de él quería dar media vuelta y regresar a su casa a pensar en alguna forma de salvar los datos asociados a su cuenta en lugar de meterse en más líos.

Al final llegó en el momento apropiado, ni antes ni después. Se acercó a ese grupo de personas que tenían características similares a cómo se habían descrito a sí mismos en EDEN, y le tranquilizó comprobar que parecían ser gente normal, en principio. Se mostró un poco nervioso, pero rápidamente la atención cambió hacia aquella otra persona que estaba presente en la escena. A ella y a ese bicho extraño que tenía cerca.

- Es un holograma, ¿no? - preguntó Satoru mirando al zorrito blanco, aunque sin prestarle mucha atención. Tenían asuntos importantes que tratar... así que miró a la chica en silla de ruedas fijamente, como intentando deducir sus intenciones. No consiguió nada, así que en su lugar preguntó. - Tú eres... ¿Mr. Navit?

Después de salir del tren, voy andando a paso rápido hacia el lugar que se ha indicado. No sé si es por los nervios o porque al final sí que iba bien de tiempo, pero el viaje se me hace muy corto hasta ese descampado. La verdad es que esperaba encontrarme a un joven adulto, sonriente, y que no parezca tan malo como dice. O por lo menos ese es el perfil habitual de los acosadores que salen en las noticias. No, pero 1sk4nd4r ya nos ha dicho cómo era... Así que la persona que queda es...

Me quedo mirando a la otra chica de nuestra edad en silla de ruedas, echando un vistazo a las tarjetas de memoria que hay en el suelo y a la mascota virtual que tiene al lado. Tiene muy buenas texturas para ser un holograma. Curioso. Aunque al escuchar a la chica, levanto la cabeza, sorprendida.

- B-buenas noches... - saludo de forma educada. Si es el hacker, se supone que no hay que hacerle enfadar. Después, vuelvo a mirar a la mascota - ¿No es tuya? 

Con pasos cautelosos, me acerco a la mascota para observarla mejor. ¿Es posible que esta chica no sea el hacker? ¿Entonces la forma de observarnos podría ser a través de este holograma? Frunzo un poco el ceño al pensarlo. ¿Qué gana con esto exactamente?

Itto llegó algo cansado, se notaba que hacía mucho que no salía de casa como para darse esa caminata en bicicleta. Al principio estaba algo nerviosos y bueno para que mentir siguió estándolo durante todo el rato. Cuando fueron apareciendo el resto saludaba pero tampoco decía mucho, lo cual generaba silencios incómodos y ya cuando eran más paso a un segundo plano en el que se sintió mucho más a gusto. 

Sin embargo aún quedaba reunirse con el hacker y había una chica más en silla de ruedas. La criatura que tenía le puso en alerta. Al fin y al cabo todos habían oído hablar de las bestia holográficas y como eran peligrosas, por mucho que esa pareciera completamente inofensiva.

- Debería serlo, ¿no? Al fin y al cabo el resto estamos aquí por lo que solo queda la hacker...- comentó finalmente Itto sin apartar la mirada de la chica en la silla y más en particular el animal que tenía cerca.

Llego al lugar de reunión y me fijo que no estoy sola. Parece que el resto ha llegado y su aspecto coincide con las descripciones que dieron en EDEN. Parecíamos un grupo de lo más normal...¿porqué el hacker había ido a por nosotros de manera específica? Saludo un poco a los otros con la mano, intentando mantener la calma en todo momento.

Me fijo que hay alguien más. Una chica en silla de ruedas acompañada de una especie de criatura. Cuando veo bien al animal, no puedo evitar pensar que era realmente adorable, pero me mantengo en silencio. Parecía muy real para ser un holograma...¿alguna especie de animatrónico?

La chica deja algo en el suelo e intenta irse en su silla de ruedas. -O eso...o trabaja con o para el hacker...-comento pensativa ante el comentario del chico de pelo negro. ¿Quien era esa chica?

- ¿Eh? -Ante tantas personas "acusándola" de ser el hacker, se quedó paralizada, ya no avanzaba para irse, sino que los miró fijamente con la boca ligeramente abierta.
No tardó mucho en recomponerse, por lo que paró cualquier otro comentario que pudieran llegar a decir de esa índole- No no no -Levantó ambas manos y las movió afirmando la negativa- Miren, a mi me habló un Mr. Navit raro y dijo que quedáramos aquí, no se si es una broma, si esa mascota es vuestra o qué, pero a mi me da muy mala espina esto -Y en efecto, empezaba a asustarse un poco, pero mantendría la calma todo lo posible. 

- Me llamo Maria, sólo metí las memorias hasta que una funcionó... Creo, porque solo dejó salir una fu... -Miró al pequeño animal y de manera algo discreta, se alejó un poco de este- Fuerte luz... Es ahí cuando apareció, por lo que si puede ser un holograma -Buscó con la mirada de nuevo a el resto de gente, suponiendo que estaban allí por la misma razón- A mi no me dijo mas que venir aquí para un regalo o me hackearía ¿A vosotros os dijo algo distinto? -Tal vez ellos tenían mensajes distintos o algún dato extra, por lo que no estaba de más comparar versiones.

Itto escuchó a la chica peliverde sin estar del todo convencido. Eso podía decirlo el propio hacker para intentar engañarlos, sin embargo era cierto que les había dicho algo de un regalo o serían hackeados, suspiró un poco cansado. Tampoco es que le importara tanto ser hackeado, podría hacerse una nueva cuenta e incluso así cambiar el avatar pero lo de que de una de esas tarjetas había salido esa criatura era algo que ya le llamó la atención.

Finalmente avanzó hasta descampado y cogió una de ellas y la observó con cuidado pero sin conectarla aún a su digivice.

- ¿Entonces esto es el regalo del hacker? Sinceramente parece más posible que nos hackeé con las tarjetas que sin ellas, ¿no?- preguntó al principio a la chica peliverde para finalmente referirse a todos aunque sin atreverse a mirar a ninguno directamente.