Mykola vió como la bruja se le escurría de los brazos volviendo a ocupar su lugar en el ataúd. Ni rastro de los demonios voladores- pensó el músico mirando a su alrededor.
¿La hemos vencido?- preguntó sin esperar respuesta.
El primer rayo de Sol se coló por unas de las ventanas y en la lejanía escucharon el canto del gallo, ya había pasado la noche y se abría la mañana.
Se escucharon voces fuera y cómo las maderas del cerrojo se descorrían, al abrir la puerta apareció Tsibuila y sus hombres, los cuales se alarmaron al ver a Fiódor tumbando boca abajo cubierto de sangre.
-No la hemos vencido, con la llegada del alba, vuelve a su ataúd a esperar nuestro retorno por la noche.
Mykola miró todos los rincones de la Iglesia- no hay ni rastro ni del destrozo del ataúd volador, ni de ningún demonio, ni de nada que indicara que la hija del centurión ha salido de su sueño eterno- se dijo a sí mismo mientras caía en el suelo de culo, Ilya intentaba explicarles a aquellos brutos que es lo que había ocurrido- no hay manera de inculparla, es inútil amigo...
El músico se quedó en el suelo lamentando su mala suerte, casi se mueren aquella noche..es más Fiódor no lo había contado, con las pocas fuerzas que le quedaban, en el suelo, apoyado en uno de los bancos se puso a llorar desconsolado.
Y todo aquello no sirvió para nada, al parecer se volvía inmune a todos los intentos de los seminaristas en querer derrotar a la bruja. Inha ya agotada mental y físicamente decidió apartarse del funesto momento mientras escuchó las palabras de Ilya dedicadas al Tsibulia, nada tenía para decir sólo quería regresar a su casa para olvidar todo esto. Pero algo en su interior le decía que aquello iba a ser imposible, de alguna manera los habían metido allí para lidiar con este ser y eran muy conscientes de ello.
Unas simples fichas del tablero, los que debían resolver el problema y era la única razón por la que no le disparaba uno en la cabeza a esa mujer. De alguna manera el morbo general estaba latente, el ver como estos seminaristas se la apañaban con algo superior a ellos. Si era una prueba de fe, la rubia podría asegurar que ya estaba más que derrotada y su fe en lo que sea que tuvo alguna vez, estaba siendo consumida por el cansancio, el sosiego y la frustración misma de encontrarse con algo superior a sus capacidades. Simplemente no podía con ella.
—Sólo quiero irme de aquí.
Se atrevió a decir, empapada como estaba y se abrazó así misma para que la blusa no transparente más de lo necesario. No tenía ideas ahora mismo, lo vio como algo imposible.
Nunca me gustaba ese chico parecía no tener las ideas claras, y cuando uno no tiene las ideas claras es como la madera llena de termitas, termina partiéndose por el interior. El cosaco pronuncio su sabio discurso sin inmutarse, sin sentimientos aparentes en su cara ni en su voz, y con la mirada fija en el féretro de la bruja.
No os preocupes por él, el centurión costeara personalmente las exequias de vuestro amigo. Es un hombre leal con quienes les sirven bien. Pero ahora es tiempo de que descaséis y durmáis un poco. Tsibulia parecía algo más inquieto que su compañero.
Eres libre de ir donde te plazca. Pero las balas de los mosquetes del Centurión también son libres de silbar sobre las verdes praderas. Comento con frialdad el cosaco.