David Leal no pareció mostrarse muy convencido ante mi explicación, pero al menos no salió corriendo, con lo que para mí era suficiente. Necesitábamos un conductor, lo necesitábamos ya.
Saúl lo necesita ya.
Cuando el hombre se inclinaba en busca de algo, escuché a Nicte golpear el interior del maletero, pareciendo haber cambiado de opinión. Me dirigí a abrirlo, dejándole salir, tras lo que me tuve que girar hacia el hombre para explicarle cuál era nuestro destino.
Se mostró sorprendido, enarcando una ceja, y haciendo que yo enarcara otra cuando dio por hecho que íbamos a ver a un tal Akano. Miré a Rocío y Nicte, por si ellos pudieran conocerle, pero parecían tan confundidos como yo. Tras abandonar el gps nuevamente en el interior, David dijo conocer perfectamente el camino, incluso un bar cercano donde proponía esperarnos.
- No vamos a ver a Akano… - comencé a decir con voz débil, confundida. – Bueno, no sé a quien vamos a ver en realidad, pero… ¿Quién es Akano? – pregunté recuperando la firmeza en mi voz. – El director ha dicho que movería algunos hilos para que nos recibieran. ¿Es que tenéis a alguien como nosotros trabajando allí? ¿O es que conoces a gente de la embajada? – pregunté, entristeciéndose mi mirada. – No conocerás a nadie más allí, ¿No?
Salgo del maletero en cuanto se abre la puerta, encontrandome con Xandra. No pronuncio ninguna palabra de agradecimiento, ni tan solo un gesto, son convencionalismos a los que no estoy habituado. Me dirijo hacia delante, dispuesto a entrar en el auto.
Antes de hacerlo, niego con la cabeza a modo de respuesta a la pregunta silenciosa de Xandra sobre el tal Akano. No se quien es, ¿es relevante quien sea?, mientras pueda conducirnos a la siguiente casilla, pienso recordando los juegos de tablero con que entretenian a algunos de los internos, ¿qué mas da quien es?
A pesar de estar acostumbrado a esperar, las sombras siempre esperan que la luz desaparezca, nunca se muestran antes, comienzo a encontrar innecesaria esta demora. - ¿No podemos hablar de camino?, digo subiendo al asiento de detrás del conductor, y cerrando la puerta
Por las palabras de Xandra, o incomodidad, Nicte decide finalmente que prefiere no ir en el maletero y Xandra le ayuda a salir, pero no soy yo la que le abre, ya que yo lo prefería así.
Con la sombra al otro lado de la parte de atrás del coche, y la obligatoria y poco agradable presencia de nuestro chófer, trato de aislarme lo posible, teniendo en cuenta que estoy dentro de un coche, alternando la mirada entre mi móvil y la ventanilla. - Sí, cuanto antes acabemos con esto mejor. - Coincido con Nicte y apuro al chófer, que además era el primero que se quejaba por la tardanza. No sé quien es ese tal Akano del que habla, pero me vale con que con ello sepa a donde tenemos que ir.
Por mucho que trate de distraerme, no puedo evitar mirar a Nicte de vez en cuando preguntándome, tratando de comprender, ¿Qué eres?
David chasquea la lengua, al darse cuenta de que ha hablado más de la cuenta. Murmura algo entre dientes y suelta un ligero gruñido, molesto consigo mismo. Ante la insistencia de la rubia y del tipo sombra, se mete en el asiento del conductor, sacando de la guantera unos guantes sin dedos, que se pone con el ceño fruncido, antes de bajar el volumen de la música. En este momento, está sonando "el torito guapo", del Fary.
Akano es el "coleguita" de Certera. -Reconoce finalmente- Bueno, también de Panzer y de Fran, y del "dire", supongo. Pero más de Certera, si sabéis a qué me refiero... -De repente, su tono de voz adquiere un tinte jocoso y picante, aunque se empeñe en soltar un montón de nombres que os son desconocidos- No trabaja para la Fundación, su curro está en la embajada japo, pero viene de visita de vez en cuando. Yo creo que le saldría más a cuenta irse de putas, pero en fin, los japos son muy suyos para sus cosas.
Finalmente, se decide a arrancar el coche, que emite un ruido al arrancar nada halagüeño. El vehículo tiene pinta de llevar a sus espaldas muchos años y aún más kilómetros, y por la humareda que se genera en la parte trasera, diríais que está muy cerca de no pasar la próxima ITV por culpa de los humos.
El maestro os acompaña fuera del laboratorio, caminando junto a vosotros con aire pensativo mientras oye vuestra versión de lo sucedido con el otro grupo de nuevos alumnos. Finalmente, sus labios se curvan en una sonrisa llena de ternura, casi melancólica.
¿Sabéis? Me habéis recordado a mí mismo hace unos años. -Comenta, con cierta condescendencia- Ya habéis conocido a Gema, ¿verdad? -La pregunta es absolutamente retórica, obviamente- La primera vez que nos vimos... ¿Sabéis cómo terminó la cosa? Discutimos, ya no recuerdo ni sobre qué, exactamente. Pero fue incluso peor que lo vuestro, nosotros llegamos a los puños. No os voy a decir quién gano, eso es lo de menos... -Afirma, aunque con una mirada llena de chulería no tarda en señalarse el pecho con el pulgar, fardando descaradamente- El caso es que, en realidad, ninguno de los dos llevaba razón. Y los dos la teníamos. Nada es absoluto en este mundo.
Deteniéndose, el maestro marcial ejecuta unos movimientos con las manos, unos que parecen dibujar círculos en el aire frente a él, aunque Eclipse no puede descifrar su significado. Neithan sí, para él es algo obvio: el símbolo del yin y el yang; todo mal contiene algo de bien, todo bien contiene algo de mal. Esa es la enseñanza de ese símbolo, tantas veces reproducido y tan pocas veces explicado.
Éramos jóvenes, estábamos obcecados en nuestros propios asuntos, y no estábamos listos para abrirnos al otro y escuchar. No hablo de escuchar. -Trata de explicar, señalándose los oídos bajo ese pañuelo que le cubre media cabeza- Sino de... escuchar. -Añade llevándose una mano al pecho- Desde el momento en que aprendimos a escucharnos de verdad, Gema y yo y unos cuantos más, algunos de los cuales se encuentran entre estos muros, hemos sabido ser un equipo, ser amigos, ser... algo más. Más de lo que seríamos individualmente. -Explica encogiéndose de hombros- Por supuesto, lo más probable es que no hagáis caso a lo que trato de explicaros, no ahora al menos. Yo tampoco hacía mucho caso a vuestra edad. Pero algún día os daréis cuenta de una cosa, una cada uno de vosotros. Neithan, tienes un enemigo demasiado grande, y no hay más loco que quien pretende cazar un tigre con sus manos desnudas. Eclipse... nadie sabe dónde le aguarda su futuro, tan sólo puede poner los medios para afrontarlo. -Afirma con las manos a la espalda, adoptando un aire misterioso- Neithan, ¿podrías explicarle tú lo de los móviles? Acabo de ponerme en modo maestro zen y no quiero romper la magia. -Termina disimulando su tono burlón.
La voluptuosa guerrera vuelve a anunciar que se irá, se lo he oído decir ya varias veces, demasiadas incluso… Tras nuestras palabras interviene el Maestro. Intenta aportar una enseñanza a todo esto, como una especie de sabiduría a obtener. Frunzo el ceño, no termino de verlo claro. Como ya le dije, reconocí mi error pero de poco sirve, los “compañeros” están en algún lugar haciendo lo que sea que están haciendo.
Acaba su discurso con un recuerdo al enemigo… parece saber algo de mi, varios lo hacen… incluso opino que están más al corriente que yo. Inmediatamente habla sobre la situación de la guerrera pelirroja como pidiéndole paciencia. Entrecierro los ojos como pensando que pasaría en un combate entre el maestro y una guerrera con fuerza sobrehumana… Sacudo la cabeza para quitarme de ensoñaciones y me centro en el discurso del maestro, creo entender que somos más en grupo que por separado. Espero que esta arenga se la de también al resto del supuesto grupo.
Pero no hay tiempo para más, me dirige una pregunta directa, ¿Yo?, respondo a su cuestión, lo intento… yo…, trago algo de saliva y sin mirarla saco del bolsillo uno, verás, esto es una tecnología moderna, no tiene mucho tiempo, hago el movimiento de marcar los números con el dedo índice y me lo llevo al oído derecho, permite dialogar con otra persona que lleve un dispositivo parecido aunque esté a kilómetros de distancia, incluso con mares entre medio, la miro a los ojos intentando descifrar si está entendiendo el concepto, para mi que he vivido aislado de la tecnología durante mucho tiempo fue complicado, así que para una guerrera que podría ser de hace 2000 años… no quiero ni imaginar como debe ser, ta… también puedes verlos en algunos casos. Guardo el móvil en el bolsillo y extiendo los dedos de la mano izquierda mientras con el índice de la mano derecha voy tocándolos cada vez que nombro algo, además también puedes consultar información… aunque mucha gente los usa para jugar, ver peli… uhm representaciones y alguna cosa más, muevo la mano sobre los dedos rápidamente, ya te acostumbrarás.
Eclipse escuchó la historia del profesor y su relación con Gema, y miró de reojo al asiático durante unos segundos. En verdad él no le había caído especialmente mal, era solo que su actitud defensiva la llevaba a actuar de ese modo continuamente. Reflexionó para sus adentros y se rio cuando vio como Ícaro se señalaba el pecho mencionándose como vencedor. Luego enarcó una ceja cuando lo vio moverse de un modo que ella no entendía y al final optó por encogerse de hombros.
Escuchar…- era algo que a ella no se le daba especialmente bien, no al menos la mayor parte del tiempo. Su madre se lo decía continuamente, pero lo cierto es que ella solo era capaz de prestar una especial atención a las personas a las que sentía que debía proteger.
Se preguntó qué clase de enemigo tendría un chico como él, uno que al parecer se le debía de quedar grande por las explicaciones que les narraba su profesor; ella también se había enfrentado a peligros superiores a su fuerza actual, y por ello había acabado en un sitio distinto. Al menos parecía que en ese lugar el luchador estaría más vigilado y protegido, lo cual la calmó. No dijo nada al principio y eso le extrañó, porque ella era de palabra fácil, pero aguardó la explicación sobre los móviles. Se quedó examinando el aparato a la vez que Neithan, con algo de escepticismo.
¿Incluso con mares entre medio?- aquello la sorprendió y se pudo observar en su rostro. En cierto sentido eso parecía una magia sofisticada encerrada en un objeto mundano en ese lugar.
-Quiero uno- concluyó finalmente- No, quiero varios para llevármelos conmigo algún día y poder usarlos en mi hogar. ¿Cómo se juega con eso? ¿los lanzáis? ¿Y por qué podéis ver a través de ellos?- definitivamente eso había llamado su atención. Tienes que enseñarme a usarlo. En realidad no tenía nada que ofrecerle a cambio, no había podido llevarse con ella nada de Terra. Podemos hacer un intercambio, yo te ayudo a entrenar y tú me enseñas cosas de ese… móvil- afirmó, y luego miró al profesor.
-¿Cómo van a funcionar las cosas aquí dentro? ¿Qué tenemos que hacer para permanecer aquí y… aprender?- preguntó con algo de escepticismo. En realidad, las palabras del artista marcial habían calado en ella. Debía disfrutar del tiempo que estuviera ahí, y quizá tendría que relajarse sobre la insistencia en su pronta marcha. Lo único que tenía que hacer era aprovechar el tiempo para llenar luego Terra de historias y avances que la hicieran convertirse en una gran líder.
No me pasó desapercibido el modo en que aquel tipo chasqueó la lengua. Puede que aquello fuera señal de que no cometería otra vez el mismo error, pero con suerte sería indicativo de todo lo contrario. Miré a Roció y Nicte de soslayo, molesta, no me gustaba nada la actitud que estaban mostrando.
- Nada de “cuanto antes acabemos”, esto tiene que salir bien. Despacito y con buena letra. – susurré a la gaditana justo antes de entrar en el coche. – Me juego mucho en esto. – añadí antes de abrocharme el cinturón.
Y ahora el Fary…
El gusto musical de David era del siglo pasado, pero con que nos llevara hasta la embajada estaba bien para mí. Como si quería ponerme el “Dos gardenias” de Machín. Se puso los guantes y comenzó a responder a mi pregunta, centrándose demasiado en un chismorreo que poco me importaba. Comenzaba a notarme malhumorada, pero como ya le había recordado a Rocío, aquello era demasiado importante para mí; y era obvio que no era así para el resto.
- ¿Los japos son muy suyos para sus cosas? – sonreí con ironía, estaba claro que no sabía con quién estaba hablando. – Y dime, ¿Quiénes son esos Certera, Panzer y Fran? No nos los han presentado aún. – pregunté como si nada, queriendo dar una falsa sensación de que aquello era algo que acabaría ocurriendo. – A lo mejor podemos hablar también con Akano. – apunté mirando a los chicos, momento en que enarqué una ceja, viendo el sonido tan poco halagüeño que hacía aquel cacharro. – Espero que esto no nos deje tirados por el camino, David. - dije en tono de advertencia. - No creo que a García le hiciera demasiada gracia, si sabes a qué me refiero... - añadí, usando el mismo lenguaje empleado por él.
Le devolví la mirada a Xandra sin saber bien que quería decirme con ella.
Me fijo en como se ajusta el cinturón y comienzo a tirar de él para tratar de sujetarme igual que ella y tras un par de intentos consigo finalmente abrocharlo.
Los nombres pronunciados me dicen tan poco como a Xandra, no se quienes son, pero tampoco me preocupa.
Miro un momento por la ventana, puedo entrar escondido. No se que medidas de seguridad tendrá la Embajada, no creo que sea fácil, pero tampoco creo que resulte demasiado complicado.
- ¿Creeis que sea buena idea que nos separemos para entrar en la Embajada?, pregunto volviéndome para mirar a mis dos compañeras. - No se que pueda suceder dentro, pero quizás sea conveniente que permanezca oculto, si las cosas se ponen feas, podríamos contar con cierto factor sorpresa. Es posible, concedo encogiéndome de hombros, - que no me resulte posible entrar sin ser visto, no se la seguridad que tendrán en el edificio. Pero igual vale la pena intentarlo.
Traté de explicarle a la guerrera el funcionamiento pero le surgieron más preguntas, aquello iba a ser complicado. La miro fijamente, a ver como le explico todo esto…, uhmm, digamos qué… estos aparatos no funcionarían ahí, en tu planeta, podrías llevarlos pero hay otra tecnología mucho más sofisticada que hace que funcionen aquí y solo aquí, entrar en algo más técnico es complicado, podría decirse que están vinculados a este mundo.
No sé si estará entendiendo bien, pero de todas maneras paso a responder su segunda pregunta ¿jugar? Bueno, es complicado de explicar. Dentro tienen unos pro… dentro salen unos dibujos que puedes ir tocando y depende de lo que hagas te salen otros dibujos…, niego con la cabeza, no creo que te gusten, a mi no me gustan mucho. Crea holgazanes, la gente juega en lugar de hacer algo más provechoso.
En cuanto a lo de poder verse… es parte de la tecnología, si quieres luego te enseño… quizá podríamos ir a comprar uno, aunque no sé como íbamos a poder conseguirlo sin documentación tuya, quizá la fundación te pueda proporcionar uno, ¿no?, me giro hacia el Maestro al decirlo.
'Sí, ese que tenía un perrito. Sí mujer, que era primo de la carnicera.' Podría haber seguido diciendo gente, que me habría quedado igual. No sé si los demás entenderán algo, pero yo no, así que no digo nada.
- Hm, vale. - Contesto indiferente a Xandra, que quiere hacer las cosas despacito y con buena letra. Debería haber sido más clara; Cuanto antes pierda de vista a Nicte, mejor. Mi compañera parece tenerlo en estima, y eso probablemente me hace parecer una borde a sus ojos debido a mi comportamiento con él, pero no puedo ser de otra forma. Por un lado desconfío y le culpo de cosas que no ha hecho, y por otro se me plantean preguntas para la sombra, cuyas respuestas probablemente no creería, o no por completo. Ellos no entienden con qué me han juntado.
Xandra tampoco conoce a las personas que David menciona, pero poco importa ahora si el estado del coche es tan malo como parece. Espero que al menos valga para llevarnos a nuestro destino, aunque no estoy muy segura de ello.
- Yo me voy a quedar con Xandra, si no hay inconveniente. - Ella es la que tiene claro lo que hay que hacer, así que si no hay cambio de planes pienso pegarme a ella. Si Nicte quiere separarse no voy a ser yo la que ponga pegas. - Pero tú puedes intentarlo si quieres. -
La guerrera asintió ante las explicaciones de Neithan sin terminar de comprender el entramado con la tecnología que allí manejaban. Vinculados a este mundo, ¿usan rituales o algo para usar esos aparatos? En su cara se podía apreciar que no terminaba de estar convencida sobre los teléfonos y su forma de ser usados. Luego, cuando mencionó la palabra holgazanes, arrugó el rostro dejando ver que eso no le hacía gracia. ¡Ella nunca paraba de moverse! Siempre había tenido algo que hacer, y no le hacía falta nada que le hiciera perder su valioso tiempo.
Lo cierto es que a Eclipse ya le había dado el gusanillo de la duda respecto a los teléfonos, y ahora ardía en deseos de tener uno aunque fuera para aburrirse a los 10 minutos porque no llegaría a pillarle el truco.
-Está bien, entonces solo tenéis que enseñarme cómo se usa la tecnología sofisticada para llevarla a mi mundo y que tengamos aparatos para comunicarnos más allá de la magia. Si logramos avanzar y coordinarnos en mi hogar, seguramente podremos conquistar a cualquier enemigo que intente atacarnos.
Comentó, convencida de ello. De hecho podría incluso haber usado esa tecnología para avisar a su padre de que la seguían, y eso habría cambiado las cosas, por lo que no estaría ahí. No valía la pena preocuparse por ese dato, puesto que al final estar en la Tierra le estaba reportando algunas ganancias. Miró al profesor cuando Neithan dijo que la fundación podría entregarle uno.
-Eso es, quiero uno. Si tengo que derrotar a alguien para hacerme con el suyo puedo hacerlo sin problema- sonrió con confianza mientras se echaba el cabello hacia atrás.
Ehmmm, no, no. No será necesario, esbozo una ligera sonrisa al escuchar sus palabras, está aún más perdida de lo que estuve yo en su día.
Creo que te queda mucho por aprender de las costumbres de aquí, ya no se estila eso de retar a nadie para quitarle sus posesiones. Actualmente se usa el comercio, los objetos que a uno le puedan interesar deben ser adquiridos. Para ello se usa lo que se conoce como dinero, el dinero se obtiene normalmente trabajando para alguien, y los objetos se adquieren en comercios, me rasco la cabeza pensativo, la verdad, no creo que nos paguen por estar aquí, bastante tenemos con que nos mantengan, pero si obtuvieras dinero podrías comprar uno si la Fundación no te lo consigue.
Me encojo de hombros, te puedo dejar el mío para que veas como funciona, no lo llevo encima pero lo tengo en mi cuarto si quieres que te lo enseñe. Parecía que esta conversación a tres no iba a ningún sitio, habíamos pasado de entrenar cuerpo y mente a hablar de teléfonos móviles, un tema que no me era de especial interés.