Partida Rol por web

Las condenadas ratas aéreas se ciernen, intentando herirnos- Los cuervos están bastante deliciosos. Saben a codorniz. Son bichos de mal agüero, y odio desplumar animales. Me niego a comer eso si puedo evitarlo.

Lanzo un disparo al que me ha herido con mi bastón, enfadada. Mi bastón brilla, y dos haces le luz golpean a las asquerosas criaturas, saltándome plumas chamuscada a la cara. Hago una mueca, mientras contengo las nauseas.

Daarken volvió a mostrar su desbordante destreza en batalla, llevándose a 3 cuervos por delante a una velocidad increíble, se movió entre ellos con soltura rematándolos de un solo corte a cada uno. 
Jareth logró deshacerse del cuervo que trataba de cegarle con un rápido movimiento.

Entre unos y otros matasteis a la mayoría de los cuervos, los 3 restantes alzaron el vuelo y desaparecieron entre la espesura. Ahora el puente estaba despejado y Daarken se adelantó en el plan sacando la cuerda de su mochila. - ¡Siempre hay que llevar una cuerda! que poco sabeis de la vida. - Se rio por lo bajo, al parecer algo pasó por su recuerdo.

Ató la cuerda a un tronco cercano y el otro extremo a su cintura para tratar de cruzar el puente, en cualquier caso, no le sirvió de nada, en unas cuantas zancadas había cruzado al otro lado sin mucho esfuerzo y una vez al otro lado la ató a otro árbol cercano, dejando la cuerda como una especie de pasamanos donde podríais apoyaros.

Jareth ayudó a tensarla en uno de los extremos, mientras Daarken aguantaba el otro. – Vamos. - apremió. - las mujeres primero. - Esperó a que cruzaran todas y desató la cuerda del tronco para atarla a su cintura. Su espectáculo fue muy diferente del de Daarken, nada más empezar a cruzar resbaló y se cayó de morros, quedándose abrazado al tronco, consiguió incorporarse lo justo para avanzar algo a gatas, pero no le fue mucho mejor. Volvió a resbalar y por un segundo se os encogió el corazón a todos viéndole caer al vacío, menos a Daarken, que se reía a carcajada limpia hasta se le llegó a saltar alguna lagrimilla. Por fortuna la cuerda aguantó y le dejó colgando de la cintura. Ahora sí podía mostrar algo que se le daba bien, la fuerza bruta, acompañándose de un gran aullido comenzó a trepar la cuerda a pulso, apoyando los pies en la pared del propio precipicio. Tardó menos en lograr subir desde abajo que lo que tardó en cruzar el puente. Ya arriba estaba totalmente pálido y no llegó a comentar nada, mientras su compañero le daba pequeños golpes en la espalda sin dejar de reírse. – Contigo no puedo aburrirme.

Con el problema de los cuervos resuelto, o al menos aparentemente, Vivial estuvo en tensión cuando el elfo dicharachero decidió cruzar primero, rompiendo el hielo del miedo que todos tenían a las alturas, sobre todo ella.

Suspiró aliviada al ver que llegaba al otro lado, aunque su tensión recobró fuerza al comprobar que el siguiente era ella. No tenía las mismas esperanzas, atándose la cuerda con tanta fuerza sobre su cintura que hasta le hacía un poco de daño. Lentamente empezó a cruzar, pequeños pasos temerosos que tardarían una eternidad al llegar al otro lado.

No supo si fue una mezcla entre el miedo, la desconfianza o el leve vértigo, pero a medida que avanzaba notaba que caminaba más rápido con tal de llegar al otro lado, pisando tierra firme con un pequeño grito de alegría y abrazando a Daarken, como si hubiera visto toda su corta vida pasar por delante.

Se desabrochó la cuerda para tirar el extremo, tendiéndosela al próximo que cruzara, y esperando que ellos tuvieran la misma suerte.

La elfa resoplaba, irritada. Hacia tiempo que no hablaba, lo cual bien podía ser considerado una bendición por el resto del grupo, pero no era necesario que dijese nada para que sintiesen la rabia que había en ella. No por los cuervos, aunque los arañazos que tenia alrededor de los ojos y en el brazo desde luego no ayudaban, estaba así desde el encontronazo de la noche anterior. Quería acabar con esto, quería venganza. Se anudó la cuerda alrededor de la cintura y comenzó a cruzar, con firmeza y rapidez... lo cual hizo que casi se cayese, cuando parte de la corteza del tronco se desprendió bajo sus pesos. Se tomo unos segundos para mantener el equilibrio, y cuando volvió a caminar lo hizo con mucho más cuidado. 

Uno tras otro fuisteis cruzando, hasta Narelle logró hacerlo aunque al igual que Jareth le llevó una auténtica eternidad. Por fortuna sus compañeros le sostenían la cuerda a ambos lados y gracias a su apoyo salvó su vida en más de una ocasión al perder el equilibrio. Avanzó lentamente, parando unos segundos cada pocos pasos para recaudar energía y valor para dar el siguiente paso. 

Ya al otro lado el bosque os daba una tregua y encontrasteis un camino bien marcado que descendía a un angosto valle, en cuyo extremo más alejado se alzaban las imponentes ruinas de una antigua fortaleza junto a un pequeño lago. Lo único que queda de ella es la planta baja, no quedaba nada de lo debió ser su techo y el suelo estaba cubierto de una alfombra de escombros.

Sin duda eran las ruinas de las que habló Hannan, ¿en su interior estarías las respuestas sobre el misterio de los elfos dalishanos? ¿Se encontraría el mismo Mythallen entre sus muros?

Os acercásteis con sumo cuidado, bien preparados para un ataque inminente, pero no encontrasteis absolutamente nada aparte de los escombros del propio edificio, no parecía que no hubiera pasado nadie por allí en años. ¿Os habríais equivocado de lugar? Hasta que al llegar a la parte trasera encontrasteis una zona donde parecía que alguien había apartado los escombros y dejaba al descubierto una escalera de piedra que baja hasta perderse en la negrura de lo que parecía conducir a unas galerías o al sótano.