Partida Rol por web

El trance termina nuevamente y con él, la imagen de Hera y el Olimpo se disipa de golpe. Pero las palabras de la diosa siguen dentro de nosotros, al igual que su sangre, brindándonos un poder del cual el resto de los mortales carece. Pero este poder no es gratuito, no puede serlo, pues tener este poder nos exige la responsabilidad de saber usarlo para la justicia: Usarlo mal nos volvería villanos y no usarlo para ayudar nos volvería cobardes.

Las ruinas de la torre son otra vez el paisaje que nos rodea y pocas horas de luz quedan. El poder de Ebalo nos sana gran parte de las heridas pero es momento de darnos prisa:

 - "General, recuerdo aquel lobo que nos topamos cuando veníamos y estoy seguro de que estará esperando por nosotros si no nos vamos rápidamente. Estamos demasiado heridos como para otra dura batalla y creo que lo mejor es apurar el paso hacia Midea de inmediato, Señor."

Estoy seguro de mis palabras, estoy seguro que si tardamos, una manada de lobos nos emboscará y, por lo que recuerdo de aquel lobo negro y lo que he visto hasta el momento, sospecho que ni siquiera se trataba de un lobo natural. Tal como Hera dijo, hay otras fuerzas luchando en nuestra contra y ese lobo puede perfectamente ser un agente del Hades enviado en nuestra cacería.

Cuando las nieblas divinas se disiparon, junto al bello canto del espartano, Akintos pudo sentir como su cuerpo y su espíritu se regocijaban de los hechos ocurridos recientemente. La sangre de los dioses palpitaba dentro suyo, provocándole una extraña sensación que no le permitiría estar quieto por mucho tiempo.
Respiró profundamente y tomó su vieja lanza. Se rió por lo bajo, la Diosa Madre les había hecho una oferta de la cual no eran dignos. Tendría que haber preguntado directamente en lugar de sugerir, quizá ese era el camino que debía seguir... pues ya no era el mismo.
Posó sus ojos sobre la oxidada hoja mellada luego de tantos combates. Manchada de sangre no humana.

- Je - se rió a medias - Siento que voy a extrañar esta simple Dori - codeó al Dorio - Tus cantos me recordaron a las sirenas, y las sirenas al mar... necesito un tridente - suspiró como si lo que acababa de decir tuviese algo de lógica.

- "General, recuerdo aquel lobo que nos topamos cuando veníamos y estoy seguro de que estará esperando por nosotros si no nos vamos rápidamente. Estamos demasiado heridos como para otra dura batalla y creo que lo mejor es apurar el paso hacia Midea de inmediato, Señor."

El escudero se encogió de hombros y asintió ante las palabras de su hermano. No era nomal que Ischyros se equivocase, y ahora hablaba con mucha razón, como si todo el tema del llamado divino fuese algo que ya tenía asumido desde hace mucho tiempo.

- Vamos entonces - le respondió al hombre que prácticamente había vuelto de la muerte.

Se acercaba la noche, pero no sería una noche fría. Los dioses velaban por ellos, y la jornada que tenían por delante sería mucho más intensa de lo que jamás hubiesen imaginado.

El ensoñamiento había terminado y Spyridon se sentía más fuerte, mejor, como renovado por dentro. contempló a su alrededor que todos estaban vivos y bien... un éxito total.

Sus dos mejores apoyos, sus ambas manos, le recordaron que aún estaban lejos de la seguridad y que convenía partiur cuanto antes y evitar las manadas de lobos que deambulaban a su alrededor. Sonrió a ambos soldados, les confiaría su vida sin dudarlo un instante.

- Adelante pues, regresemos cuanto antes.

Se sintió especialmente bien al ver a Ebalo. El ateniense había sido capaz de curar a todo el grupo justo después de salir practicamente de la muerte. Había sido una gran adquisición para el grupo.

Las imágenes de Hera y su palacio se dispersan en el aire haciendo que todos vuelvan a la realidad. Han visto a la diosa dos veces y con ésta, han sellado un pacto con los dioses tanto para salvar el mundo terrenal como el Olimpo. Pero ella no sabe si será capaz de llevar a cabo la misión que tienen por delante o si podrá aportar algo de utilidad al grupo.

Tendrá que mejorar... Aprender a defenderse para no tener que depender de los demás. Por suerte, tendrá un poco más de tiempo para conseguirlo. Los aullidos la devuelven a la realidad y se coge al brazo de Atreo. No quiere verse en otra lucha. No podría combatir. Aunque gracias a Ébalo, se siente más recuperada, sus heridas parecen haber sanado... No del todo, pero el cuerpo ya no le duele como antes. Tendrá que darle las gracias cuando tengan un momento.

La visión de la diosa y el lugar majestuosos donde nos encontrábamos iba lentamente desapareciendo hasta que solo en un momento volvíamos a estar ante los restos de la torre en ruinas y rodeados por los arboles del bosque. Es el sonido del aullidos de lobo lo que nos avisa de que aun no estábamos fuera de peligro.

- Debemos tomar como que nos pueden emboscar, lo mejor sería marchar como si esto fuera a pasar. Ahora que ella, Hera la madre de los dioses, no estaba sentía como todos los dolores de las heridas volvían. - Por muy cansados que estemos debemos marchar en formación, aun maltrechos debemos parecer un reto, sino seremos atacados.

Restaño mis heridas aplicando presión para que dejen de sangrar, no podría correr ni combatir al mismo nivel que en otro tiempo. Aun así como Spyridon había dicho teníamos que seguir adelante.

Cuando volvimos casi me echo a reír, nos habíamos entretenido tanto hablando y poniéndonos de acuerdo para hacerle la pregunta más sabia y correcta que la diosa se cansó de esperar. Hay que tener eso en cuenta para la próxima vez. Una vez de nuevo al mundo terrenal el dolor vuelve, se oye lamentos al hacer algún movimiento o gruñido de las féminas, que aguantan estoicamente, pero si tengo el poder de curarlos debo hacerlo.

Me pongo a elevar la plegaria en forma de canto a mi dios. Noto como con cada canto, me vuelve desde algún lugar el poder de enfocar mi voz hacia los heridos e ir sanándolos. Poco a poco noto que cada vez me vuelve desde más lejos. Todavía me responde mi dios, el gran Apolo es consumidor de la bella música así que todavía me da su favor. Pero me siento agotado, no físicamente, algo dentro. Como cuando llevas estudiando una obra mucho tiempo y sabes que no te va a entrar nada más hasta que descanses. No quiero descubrir mi límite, así que no sano por completo a mis compañeros, ni siquiera me curo a mí.

El bosque se torna peligroso a nuestro alrededor, así que nos ponemos en marcha para devolver el orbe al templo. Sigo, creo que como todos, dándole vueltas al encuentro con Hera, intentando que nada se me olvide, atesorar su recuerdo y la belleza de ese mundo.

Después de la celestial experiencia los héroes regresaron al bosque en medio de las ruinas de lo que fuese la torre en la cual combatieron; no tardaron en recordar el incidente de los lobos, por lo que el ateniense rápidamente le solciitó al general ir en la vanguardia

Mí general, si me permite ir al frente, soy de los guerreros que menor daño han recibido y el que más aguanta.

Luego de dirijirse respetuosamente a su general, el gigante dirigió una mirada a su hermano para verificar que él se encontrase bien, definitivamente ésta experiencia había sido algo que no contaban los mercenarios

Spyridon asintió a Talios.

- Yo también he recuperado bastante, gracias sobre todo a Ebalo. Vamos juntos. - Se dirigió a todo el resto del grupo - Vamos avanzando hacia el poblado, lo que mejor estén que vayan cerrando filas, Talios y yo iremos en vanguardia.

La tarde estaba ya asentada cuando el grupo de héroes abandonó aquel claro del bosque para internarse de nuevo en los confusos y viejos caminos que habrían de llevarlos a través del mismo bosque hasta las afueras de la ciudad de Midea.

La diosa había quedado atrás ya, y con ella, toda aquella divinidad que habían presenciado. Pero como podían sentir en su cuerpo algo de aquel poder mas haya de lo humano aun corría por sus venas, lo cual los hacia muy distintos a los hombres que antes fueron. Apenas unos tres días atrás sus vidas transcurrían con suma normalidad en la ya un tanto lejana Miscenas; completamente ajenos no solo al dolor debido a la muerte y sufrimiento de un ser querido, sino que incluso a aquello que para muchos no eran mas que mitos pero que ahora sabían era una completa realidad, y que no solo existía, sino que se estaba moviendo con tal fuerza que el mundo que conocían no tardaría en tambalearse y caer.

Habían partido para demostrar, con la ayuda de los dioses, la inocencia de un hombre que para muchos de ellos tenía un lado muy cercano, y que para la mayoría de ellos había sido inculpado injustamente. Habían partido para salvar una vida, y con suerte encontrar al culpable de la perdida de otra. Pero ahora, cuando su meta se encontraba cerca, las motivaciones y circunstancias parecían cambiar, algo mas grande estaba en juego, algo que lo había llevado a ser mas que simples mortales. Y sin embargo no podían dejar atrás su meta inicial, su objetivo era Asine, y su misión, conseguir a aquella princesa Doria.