En el transcurso de las palabras de Zorba y el silencio que sigue después, una idea empieza a formarse dentro de la cabeza de Ifianasa. Si aquella iba a ser una misión cuyo resultado se dejaba en manos de los dioses, antes de partir debían realizarse ciertos actos, algo que garantizara la protección divina y su beneplácito.
La sacerdotisa rompió el silencio que guardaba hasta entonces.
- Consejero, dejaré el tema de los pertrechos en manos de los más experimentados, pero antes de partir me gustaría pasar por el templo de Hera para pedir su bendición con todos los ritos necesarios. No llevará mucho tiempo- añade, contemplando a los demás- Sé que corre prisa y que nuestra misión es de máxima urgencia.- no dice que esa urgencia es más por la seguridad de Ptolomeo que por los exponsales del rey- Si no hay inconveniente, partiré de inmediato y me reuniré con el resto cuando estimen oportuno partir.
Spyridon asiente a Ifianasa.
- Gracias, Ifianasa. ¿Vas a llevarte la tablilla o prefieres que la protejamos nosotros? Puedo ponerte un guardaespaldas que te proteja, no podemos permitir que resulte dañada. - Spyridon mira a Ebalo, Anatolius y Thalios buscando un voluntario en caso de que la sacerdotisa decida llevarse la tablilla.
-Pueden dejar el carro si así lo desean, no soy yo quien hará esta épica hazaña- exclamó Zorba en respuesta a lo dicho por Ebalo mientras recargado sobre uno de los muros, esperaba impaciente a que se marchasen. Luego vino la pregunta de Theron, para lo cual Zorba simplemente se encogió de hombros, si han de conseguirlo, no se demorarán mucho, si los dioses no están con ustedes, las noticias de su fracaso nos llegarán pronto- respondió el consejero sin decir nada preciso.
Similar fue su respuesta que tubo para Ifianasa ante sus palabras. -El rey ha puesto al general Spyridon al mando de ustedes, es a él a quien debes consultar. Creo que ya todo está dicho por lo que me retiro. Que los dioses estén con ustedes-. Sonrió aquel hombre para luego retirarse con la mayor parte de sus guardias, los otros habrían de escoltarlos hasta la salida.
Akintos: Coges la bolsa con monedas, apúntate 1500 dracmas.
Talios: Quizá sea buena idea pedir dinero prestado.
Todos: No olviden poner en notas las ventajas que habrían de poner en práctica.
Lykaios: Preferentemente, en vez de planitcarmelo solo indícalo. Algo así, Ventajas en uso: Calar a la gente.
Ebalo y todos: No veo tanto retraso con el carro, al fin y al cabo, ustedes irán a pie. O tienes un caballo?
Todos: No olviden indicar claramente quien tiene el jarrón con la tablilla.
Todos: Si lo desean pueden preguntarle algo mas a Zorba antes de que se marche. No obstante den por hecho que ustedes ya han de marcharse, por lo que decidan si irán a las cuarteles de Spyridon donde hay gente fiel a él y estarán relativamente seguros a la par de que podrán hablar sin tapujos, o si bien se dirigirán a otro lugar. Disidan ahora su destino a fin iniciar la siguiente escena (que narrará sus planes, preparativos y despedidas), sean astutos. Si no se pronuncian a tiempo, daré por hecho que siguen a Spyridon.
Lykaios: Te es obvio que Zorba miente cuando dice que el rey quiere que tengan éxito, e incluso sientes que se burla de ustedes.
Historia de Micenas: Sabes que tras la conquista de Asine por parte de los dorios muchos años atrás, se fundo un pequeño reino Dorio en cuanto a la ciudad, el cual con el tiempo, unido a otros reinos dorios se lanzó en una campaña de conquista contra Micenas que estuvo muy cerca de ser exitosa.
conocimiento común historia (Grecia): La relación entre ambos reinos es tensa, existe un antiguo tratado tras las guerras en la invasión Doria sobre las cuales Micenas se convertía en un estado clientelar de Argos que es un reino actualmente Dorio. No sabes mas al respecto.
conocimiento común cultura (Grecia): Ante la alta nobleza no eres nada, solo los generales tienen cierta importancia por lo que hablar con los dorios sería igual que hablar con tu rey. Solo que los Dorios tienen fama de ser violentos. No tienes idea de como reaccionen los dorios ante sus acciones.
La reunión parece haber terminado y Zorba se marcha con una expresión que me produce una mezcla de repugnancia e ira, sensaciones que contengo completamente para no reflejarlas en mi semblante. El maldito gordo quiere que mi padre sea asesinado sin una oportunidad de defenderse y parece que le divierte el que nosotros nos arriesguemos para evitarlo. Creo que realmente desea ver a toda nuestra familia hundida pero de algún modo, siempre encuentra las palabras para hacérnoslo saber sin decirlo, haciendo imposible que nos enfrentemos a ello.
Me acerco al General Spyridon para hablar con él antes de ir al lugar que usaremos para reunirnos. Hay que ver cual será el plan y cuales serán los recursos con los que contaremos para aquello pero antes hay otro tema. Me alegro mucho de que Ifianasa vaya con nosotros y por eso me ofrezco a acompañarla:
- "General Spyridon. Si lo permite, deseo ser quien escolte a la Sacerdotiza para custodiar su seguridad y la tablilla. Luego nos reuniremos con todos ustedes, Señor."
Espero el permiso del General para acompañar a mi vieja amiga a pedir la bendición de Hera. Es importante contar con el favor de los Dioses para esta empresa y ella es nuestro principal nexo con el Olimpo. Su aporte es grande al grupo pero para mí es mucho más importante contar con su compañía, la que siempre he apreciado a lo largo de estos años.
Spyridon asiente a Ischyros, y mira a Ebalo.
- Ebalo, acompáñalos, tengo un mal presentimiento y quiero que esa tablilla esté protegida - a los dos - Ifianasa es la prioridad, pero esa tablilla no se puede perder. Ambos seréis responsables de la protección de la sacerdotisa y la tablilla desde ahora.- A la sacerdotisa - Si puedes quisiera saber el contenido exacto de esa misiva.
Las cosas una a una. Antes de que Zorba salga de la habitacion Spyridon le hace una seña para que le espere.
- Un momento, consejero, quisiera ver un tema en privado con vos.
Antes de hablar con el consejero ultima sus órdenes.
- Akintos, necesito que prepares lo necesario para el viaje. Usa el dinero con prudencia y consúltame lo que hayas pensado hacer. Necesitamos seguridad pero no parecer una tropa de incursión. Anatoluis y Talios han recorrido mundo, te ayudaran y quiero que se encarguen de la seguridad general de la caravana. Proveeros con lo necesario. Quiero que se me informe de todas las decisiones.
Por último antes de salir con Zorba se dirigió en general a todos los hijos de su amigo y al general Theron.
- Se que el corazón os pide quedaros con vuestro padre, pero el peligro inminente ya ha pasado para él. Nuestra misión es primero probar su inocencia y luego desenmascarar al culpable, no podemos hacer todo a la vez. Os pido que ultimeis los temas que tengais pendientes y os dispongais para la marcha. No voy a obligar a nadie, tomad vuestras decisiones sabiamente. En terminar con Zorba estaré en mi tienda en el cuartel.
Tras organizar el tema, sale tras Zorba con el cual habla en privado.
Spyridon se asegura que nadie los oye.
- Zorba, necesito ver a Ptolomeo. Ahora que de momento no va a ser ejecutado necesito hablar con él para que sepa que hay quien aun cree en su versión y que estamos dispuestos a defenderlo. ¿Podrías organizar la visita en las celdas? No será más que un momento.
Desde una esquina de la habitación, Lykaios observa como actúa cada uno, percatándose de las sutiles mentiras del consejero._ Es increíble con que facilidad enmascara sus verdaderas intenciones. Estoy seguro que si mi hermanastro tuviera la oportunidad y la impunidad de estar a solas con el, lo que nos contaría sería muy distinto de lo que aquí ha expuesto. Pero no pasará, Ischyros es un soldado y un hombre de honor. Una lastima...
Cuando el consejero real salió de la habitación, por fin se pronunció.
Tus palabras son acertadas, general Spyridon. Deberíamos consultar lo que dice la tablilla, en caso alguno hemos sido advertidos de no hacerlo, así que no veo porque perder mas tiempo. Y si me lo permitís, me gustaría que a parte de Ifianasa me dejéis leer su contenido.
Después me reuniré con vosotros en los cuarteles, pero antes he de ir con mi esposa y mi hijo. En este aciago y lúgubre día, necesito un momento para/con mi familia, antes de que nos pongamos en marcha.
Cuando el consejero Zorba nombró el carro de nuevo, Dareios se dio cuenta por sus palabras del error de no llevarlo. Se dirigió más a sus familiares que al consejero pues sabía que ese asunto les correspondía a ellos.
-Creo que si debemos llevar el carro con nosotros, como el consejero ha dicho, seremos nosotros los que hagamos el largo viaje y sin duda alguna podemos hacerlo, pero llevamos con nosotros a dos doncellas que creo, no desecharán la comodidad que supone contar con él. Además, nuestras intenciones no parecerán extrañas si no intentamos pasar desapercibidos y seguro que a los dioses les complace que tratemos bien a una de sus sacerdotisas
Todos eran muy experimentados y él apenas un hombre, pero no por ello iba a amedrentarse, aunque cuando el general Spyridon mostró sus planes, decidió no dar su opinión contraria, pues debía tener cuidado y guardar su lugar.
Cierto que Ebalo parece muy capaz, pero no deja de ser un extranjero al que no le atan lealtades en este lugar
El grupo era grande y con personalidades importantes, pero Dareios aún no sabía si eso era bueno o malo.
-Hermano-dijo a Lykaios-Si no le importa al general, me gustaría acompañarte a tu casa antes de ir a los cuarteles. No es momento para que andemos solos por las calles en medio de habladurías ponzoñosas. Si te parece bien
Me acerqué a Spyridon, quién parecía sería, tras toda esa charla y planes, uno de los que tomaría la iniciativa en esta empresa. Le saludé con un gesto informal mientras hacía un ademán con la mano para que mi hermano se acercase.
General Sypridon. Como ya mencioné, mi hermano Talios y yo, Anatolius, somos reputados mercenarios de las tierras atenienses. Estamos interesados en esta empresa no solo porque consideramos que nuestras habilidades puestas al servicio de Su Majestad y este objetivo serán fundamentales en los conflictos que se precien, sino porque creemos que nuestro destino y prueba ante los dioses se encuentra justo delante de nosotros. Con expresión seria, miré a ambos lados un momento y centré de nuevo mi atención en el flamante soldado.
Le pido que nos deje acompañarles. No estamos interesados en recompensa alguna más allá de lo que sea debidamente justo, y nos importa bien poco de momento tales asuntos. No somos problemáticos; no imponemos nada y, como buscadores de nuevos destinos, nuestra única meta es la de ayudar. Denos la oportunidad de cabalgar con el resto de la comitiva y podremos demostrárselo. Cambié el peso de un pie a otro y le contemplé con serenidad. De verdad creía, sin dudarlo, que nuestro objetivo marchaba junto al resto.
*Me quedo junto a mi hermano asientiendo con la cabeza..., en estos momentos siempre confiaba en el para la diplomacia y... la paciencia con esos arrogantes contratistas que se creen mejor guerreros que nosotros..., necesitabamos el dinero y tendria que aguantar cierta cosas... supongo que en la senda de Ares tengo que soportar ciertas cosas para que llegar a mi destino..., asi que espero junto a el la respuesta del general...
-Ptolomeo ya les has escuchado en el juicio- formuló con indiferencia el consejero, y se hubiese marchado de no ser por la insistencia en la mirada de Spyridon. -Ya has escuchado al rey, ese hombre sigue siendo culpable, solo se ha postergado su muerte. Ustedes no han demostrado nada aun ante él ni ante Micenas. Dudo que permita que alguien le visite. Pero si te place, por que no vas tu a sus aposentos ahora donde se encuentra descansando y le insistes en ello- dijo con un cierto tono de sarcasmo obvio, -ahh, solo no olvides que Leander se encuentra ahora con él- concluyó con una sonrisa mientras emprendía su camino a la espera de que no se le molestase mas.
La tablilla pasó a sus manos sin casi darse cuenta. Su única intención había sido buscar desde el comienzo el beneplácito de los dioses, pero ahora se veía en posesión de aquel árticulo indispensable en su misión. Por suerte, los hados habían concedido al general gran sabiduría y no iría sola hasta el templo con tal objeto importante. Que Ischyros se ofreciera a escoltarla fue, en ese día fatídico, un motivo de alegría que ni siquiera la presencia de Ébalo podría ensuciar.
Asintió a los presentes y abandonó la sala rauda para cumplir con la rapidez debida su cometido.