Partida Rol por web

Mientras Haru se reincorporaba de las heridas recibidas, Korin se aseguró de cubrirla de cualquier malhechor. En concreto de una de las réplicas que se dirigía con el puño bien algo hacía a ella, al cual lanzó unos certeros Shurikens que acabaron con él en un instante, devolviendo a la réplica a su estado original.

Por otro lado estaba Kikuro, que dispuesto a acabar con más de una réplica a la vez hizo girar su Naginata en dirección a tres clones. Con un corte horizontal, dejando atrás una estela de luz blanca, atacó al que encabezaba la fila. Parecía un golpe certero que iba a acabar con ellos de un solo tajo, pero en el recorrido se interpuso el kunai que empuñaba la primera réplica, quien bloqueó con éxito la totalidad del golpe.

Ahora que Haru estaba más espabilada y Korin le cubría las espaldas, se dirigió a otro pelotón de réplicas y se escurrió entre ellos, posicionándose en el centro de las tres copias a las que pretendió acabar con un golpe. Inmediatamente después de ese movimiento empezó a girar sobre su propio eje y una cúpula de chakra se formó a su alrededor, golpeando a esas tres réplicas que la rodeaban. Sin embargo, el movimiento de Haru parecía haber sido bastante obvio, pues las tres lograron evitar el golpe separándose de ella.

Karura devolvió el gesto a Nobutaka alzando el pulgar. Estaba casi tan orgullosa de sus habilidades en la cocina como de sus dotes en el ninjutsu. Koichi aún no estaba seguro de si la prueba había finalizado o aún les tenía alguna sorpresa preparada.

— Qué va, ya está. Solo quería ver qué tal os manejabais. Como la réplica no ha utilizado ni una décima parte de su fuerza quería ver como os apañabais para escapar de la cúpula. — A sensei le gustaba vacilar, pero probablemente no os estaba engañando.

Empezó a recoger los restos de los bentos y los volvió a envolver en el pañuelo. — Aseguraos de no llegar tarde mañana, quien lo haga será el mismo que se encargue de reportar las misiones. Dicho esto, nos vemos. — Sonrió e instantes después desapareció de un salto, dejando tras de sí un rastro de tierra y polvo.

Korin, desde su zona segura con fuego, observa la lucha de sus compañeros con las copias. Joder... ¿Pero cuantas quedan? Se acerca corriendo hasta el borde de su barrera pega un salto, empieza a girar sobre si misma y a lanzar todos los shurikens que le quedan. ¡A la mierda!

Después de ver el panorama actual, Korin decide hacer unos de sus mejores movimientos para enfrentar a múltiples objetivos. Lleva una mano a su bolsa y con un salto apenas imperceptible se sitúa en lo alto de la cueva y empieza a girar sobre su propio eje, descargando una lluvia de proyectiles sobre el campo de batalla. Cualquiera que la viera pensaría que había perdido el control, pero de haber sido así no hubiera disparado sus armas con tanta precisión, ya que todos los shurikens que había lanzado fueron certeros e hicieron diana a nueve de las diez réplicas que quedaban.

Cuando finalizó su danza —danza, porque girar como una loca del coño sonaba poco elegante— volvió a aterrizar sobre sus piernas y miró satisfecha a las inexistentes copias, las cuales habían vuelto a su estado original. Sin embargo, aún quedaba una de ellas, la cual no pudo acabar porque se había quedado sin proyectiles.

La copia, sin embargo, no dejó pasar la ocasión y se preparó para un último golpe. Formuló una secuencia de sellas y cuando acabó, una corriente de agua surgió de sus pies y le rodeó, trifurcándose en tres cabeza serpenteantes con colmillos de agua, los cuales no tenían nada que envidiar a los de una serpiente de verdad. Las tres cabezas se alargaron hasta vosotros con no muy buenas intenciones, ¿seríais capaz de evitar ese golpe final?

La última réplica también se disolvió en agua, seguramente había invertido el poco chakra que tenía para esa última técnica.

¿Qué demonios le estaba pasando? No sólo se había dejado golpear por la técnica del sensei, sino que además su táctica había fallado estrepitosamente. ¿Por qué? Con todo el entrenamiento que había realizado desde que fue capaz de sostener un kunai en las manos… Pero lo peor no era eso, no. Lo peor era ver cómo Korin sí que había conseguido acabar con las copias con un único ataque, realizado con una técnica y una precisión asombrosas. Estaba claro que su rival no había estado ociosa y había entrenado tanto o más seriamente que ella. Maldita fuera…

Las mejillas de la Hyuuga se pusieron rojas por la rabia y la vergüenza y apretó los dientes mientras realizaba el hakkeshou kaiten de nuevo para protegerse del ataque de la última copia que quedaba. No pensaba olvidar aquello. Y por supuesto que tampoco pensaba dejar que se repitiera. No podía quedar por debajo de su rival. Eso jamás.

La copia consiguió detener el movimiento de su ataque con un mero golpe. No en vano era un maestro de Grado Superior. Además... parte del plan era invertir la suficiente energía y chakra en el movimiento para convertirse en un objetivo jugoso de cara a las copias, y reunir cuantas más mejor en un punto. No era la táctica más sabia, o saludable siquiera, pero en aquella situación tenía que conformarse con lo que tenían.

-...

Lo que recibió superó las expectativas que había tenido (un jutsu de fuego que abarcase un área) con creces.

"Impresionante"

Cerró los ojos por un segundo para comprobar su estado en cuanto a sus reservas de chakra. Tolerable. Haber descendido del máximo arriesgado en una misión y tiempo le hubiera supuesto un suspenso en las clases de medi-nin. A diferencia de su compañera, en su caso estaba menos avergonzado y más admirado del conveniente uso de aquella técnica: su dominio del shurikenjutsu no era similar, y era una capaz de eliminar grandes masas de enemigos a la vez quizá no de por sí, pero si se envenenaban los shuriken y se desaparecía... era un gran disuasorio. Qué formidable poder.

-¿Tenéis- oh...

Vio como la serpiente de puro elemento de agua se dirigía hacia él.

Con un movimiento fluido, esquivó la corriente saltanddo sobre ella y una media luna trazada con la naginata como un aspa seccionó la "cabeza" del jutsu, cayendo de nuevo al suelo sobre la suela de sus geta, sin que le calase el charco que ahora era la técnica.

-Mis disculpas. Lo que quería decir era si me permiten que examine sus heridas antes de salir. Normalmente preferiría el exterior, pero... -se encogió levemente de hombros- Pudiera ser que no fuese la última prueba. Preferiría no descartar nada, si están dispuesto a conceder crédito a los temores de lo que puede ser sólo un exceso de precaución.

Colocó la naginata en descanso sobre el hombro derecho, manteniéndola cruzada tras su espalda.
 

-¡Si! -mete un grito de alegría cuando ve como caen todas las copias, pero mientras cae al suelo, ve como la última copia hace unos últimos sellos y lanza una serpiente de agua hacia todas direcciones. Korin aun estaba cayendo al suelo, por lo que no puede apoyarse en nada para moverse, y no consigue esquivar la serpiente de agua, comiéndosela de lleno en la cara y tirándola al suelo.

Quizá el último ataque de Korin os había inspirado a todos y cada uno de vosotros a dar lo mejor que teníais. Quizá no queríais dejaros golpear por ese último ataque suicida de la réplica. Quizá habían pasado muchas cosas por vuestras cabezas a lo largo de ese par de segundos que tuvisteis para reaccionar, el caso es que los tres disuadisteis la serpiente de agua con vuestros mejores movimientos.

Kikuro dividió la cabeza de la serpiente en dos con su naginata, evitando la totalidad de la técnica. Haru volvió a realizar esa habilidad que solo se transmitía entre los miembros de la rama principal del clan Hyuuga, rotando sobre sí misma para formar una cúpula de chakra, la cual fue reduciendo el tamaño de la serpiente hasta convertirla en nada. Y finalmente Korin, que simplemente se limitó a rodar hacía un lado. Un movimiento sencillo y eficaz, ya que evadió con éxito la habilidad.

Una vez acabáis con todas las copias, las antorchas vuelven a encenderse automáticamente de nuevo y la roca que bloqueaba la entrada se hundió bajo el suelo, permitiéndoos salir de la cueva. Los primeros en salir fueron los murciélagos que creíais desaparecidos, probablemente asustados por la bola de fuego que casi los achicharra. Luego fuisteis vosotros.

_{[Si Kikuro quiere tratar las heridas antes de salir podéis hacerlo, yo os digo ya lo que encontraréis fuera :D]}

Una vez en el exterior os encontráis a Rai disparando unos conos de confetti en vuestras caras. A su lado se encuentra Kou, quien bailotea y os da la enhorabuena. — ¡Bien hecho, bien hecho! Habéis acabado con todas las réplicas de agua de Rai, no ha sido fácil ¿verdad? — Casi diríais que se estaba cachondeando de vosotros, pero vencer 16 réplicas del nivel de un Jounin no era tarea fácil. Os extrañaba que alguien como él fuera capaz de ejecutar tantas réplicas a la vez, ¿qué tan grandes serían sus reservas de chakra? Algo que también os extrañaba era la indumentaria de Rai, que vestía sobre su chaleco un delantal con volantes rosas.

— Uh-Uhhh... — Se sonrojó y estiró los brazos hacía vosotros. Ahora, en lugar de confettis, tenía una colección de bentos que os ofrecía a los tres. Antes de que pudierais decirle nada desplegó un mantel en el suelo y os ofreció sentaros, dando palmaditas en el sitio. — Fe-Felicida-dades. — Probablemente quería que comierais con él.

Si alguien se animaba a hacerlo, podría ver que en los bentos había preparada comida casera. Algunos granitos de arroz quemados, piezas de fruta mal cortadas... No eran perfectos, pero seguro que le había puesto mucho cariño.

Tal y como se imaginaba, al acabar con las copias la prueba terminaba. Y Sarutobi Korin, maldita fuera su suerte, había sido la que mejor había quedado, dando la impresión de ser mucho mejor que ella. Y cómo le reventaba aquello.

En silencio y bastante de morros, Hyuuga Haru salió de la caverna junto al resto del equipo para encontrarse de frente con el sensei, su murciélago acompañante y un montón de confeti en su cara. Justo lo que necesitaba ¬¬…

Sin embargo, al ver a Rai-sensei con los bentos (y en especial con ese delantal), Haru intentó tranquilizarse. Puede que no hubiera podido demostrar todo lo que podía hacer en combate, ¡pero podía acabarse el bento mucho más rápido que los demás! Aceptó la comida que les ofrecía el Jounin con una reverencia.

 -Muchas gracias Rai-sensei.

Se sentó en el mantel y echó un vistazo a la comida. No era el paradigma de la perfección, pero valdría para calmar el apetito y para obtener una pequeña victoria personal. Sin embargo, no empezó a comer aún. Quería esperar a que sus compañeros se sentaran también para derrotarles en una pequeña batalla justa. Su orgullo necesitaba esa tirita tras el fiasco de la cueva.

Observa como las antorchas se encienden, la roca de la salida se hunde, y los murciélagos salen huyendo. Serán... Vaya bichos asquerosos. Se acerca a Kikuro y se limita a asentir con la cabeza en respuesta a su pregunta sobre curarla. Una vez termina, se pone bien la bandana de la pierna, ya que se le había torcido durante el combate, se pone bien el chaleco, y sale de la cueva tras Haru. Mira a esta de reojo. Se ve que, hacerlo mejor que ella, le ha mosqueado. Bueno, para las veces que me gana ella. Sonríe ligeramente sin que la vea y se encoge de hombros.

Cuando llega fuera ve a Rai con el delantal de volantes rosas. Lo mira con los ojos abiertos de par en par. Estaba enfadada con él. Dejarlos ahí a oscuras e insonorizados con no se cuantas copias había sido horrible, pero, el poder controlar todas esas copias tan tranquilamente, le decía que en realidad era mejor de lo que parecía. Se acerca a él y coge uno de los bentos que le ofrece. Cuando lo mira, ve que no es el bento más apetitoso del mundo, pero solo mirando la cara de alegría de su sensei (y su delantal), se veía el esfuerzo que había hecho, así que le devuelve una sonrisa y le hace una reverencia.

-Muchas gracias Rai-sensei, ha sido una buena practica.

No dice más, y se dirige al mantel para sentarse junto a Haru. Se sienta con las piernas cruzadas, esperando a Rai y Kikuro para empezar a comer.

Asintió a la vez como única respuesta ante su asentimiento y alargó la mano hacia ella, cubierta en su mayoría por algo del mismo tejido que su traje que sólo dejaba libres los dedos. Tras una breve mirada a su cara

-Oh. Esto puede ser feo. Creo que está rota...

alargó la mano posándola sobre ella, haciendo algo de presión con el pulgar sobre la nariz. Ni siquiera llegó a sentir el dolor antes de que la sensación cálida y benefactora del ninjutsu médico empezase a inundarla, restañando todas las heridas y eliminando el cansancio provocado por la fatiga de los músculos, ahora de nuevo en forma como si no hubiera entrado en combate en ningún momento.

-Ah. Esto es; sin duda os sentiréis mejor. Y si me concedéis un segundo...

Cerró los ojos por unos segundos, mientras introducía la mano por uno de los pliegues de la ropa por la zona del pecho: era difícil ver nada con eso, pero aún se distinguía un ligero brillo conforme retiró la mano. Así, estaban los dos en plena forma y aún le quedaba suficiente reserva vital como para permitirse dos o tres rondas (el entrenamiento médico espoleaba esa clase de músculos metafísicos), con lo que salieron libremente a enfrentarse a...

...a...

"...uh?"

Oh.

Bueno, técnicamente podía ser alguna clase de prueba, aunque fuese aguantar la vergüenza. O confiar en que alguien que había tenido en su mano poder matarte te diese una comida cuando estaba en su poder envenenarla y no podías hacer nada. En ese sentido, era una prueba completa de sumisión y de humillación al poder superior, entregando incluso la vida si era necesario. Kikuro no veía nada extraño en ese planteamiento, lo que si alguien supiese qué estaba pensando podría preocuparle un tanto.

-Vuestra generosidad nos avasalla, Rai-sensei -dijo mientras se sentaba sobre sus rodillas, con los puños junto a los costados casi pegados al suelo- Acepto humildemente vuestro generoso don. Y si me lo permitís, me gustaría ofrecer también algo. Había traído almuerzo, pero dado que vamos a compartir comida, sería demasiado para mí.

Sacó una pequeña caja.

-Por favor. Holgad, si tenéis a bien. Lo que es mío es vuestro.

Dentro habían unas bolas de arroz de buena manufactura: bolas de arroz con su rico y amargo umeboshi dentro. Y una guarnición de encurtidos de verduras para acompañar. Eran, había que reconocerlo, unas bolas de arroz muy bien hechas: su madre debía de tener mucho tino. También un termo con té dentro, caliente y aromático.

-Demos gracias por estos alimentos.

Dijo, juntando las manos y cerrando los ojos, inclinando la cabeza, antes de coger los palillos y ponerse a comer. Comía delicada y lentamente, con cuidado... y conseguía que no se le viera la boca entre bocado y bocado, lo que era bastante formidable.

Una vez se sienta Kikuro, Korin está a punto de empezar a comer, cuando ve a este juntar las manos y cerrar los ojos. Suelta el bento, y hace lo mismo, junta las manos y cierra los ojos.

-Itadakimasu~~

Dicho esto, coge de nuevo el bento y empieza a comer. Mira las bolas de arroz y coge una, levantándola con gesto de agradecimiento a Kikuro. Se la lleva a la boca, y no puede evitar soltar una lagrimilla por culpa de la amargura del umeboshi. Mientras sigue comiendo, va observando al sensei y a sus compañeros, en especial a Kikuro. ¿Cómo puede comer tan tranquilamente con eso en la cara?

Al parecer no sólo Rai-sensei había traído algo para comer, sino que Kikuro también había cocinado algo para compartirlo con todos. La verdad era que aquellas bolitas de arroz tenían buena pinta y ella estaba bastante hambrienta.

 -Itadakimasu.

Fue decir aquello y ponerse a comer como si no hubiera un mañana. No sólo por el hambre que tenía, sino porque pensaba acabar con todo lo que pudiera y en el menor tiempo posible. No era bueno para la salud, pero eso no le importaba demasiado ahora mismo. Una victoria, por pequeña que fuese, merecía la pena el esfuerzo. Por eso se concentró en comer, evitando distraerse con cosas como el misterio de cómo su compañero conseguía comer a tal velocidad sin mancharse el velo que le tapaba la cara.

Cuando la mitad de su bento estaba ya en su estómago, Haru empezó a probar la comida de Kikuro.

 -Está todo muy bueno, Rai-sensei, Kikuro-san.

Y ciertamente lo estaba. Al menos lo suficiente como para empezar a mejorar su humor poco a poco.

Al igual que vosotros, Rai sensei también se sentó en el mantel y juntó ambas manos al tiempo que cerraba los ojos. — ¡Uhh-huh! — Dijo a modo de buen provecho. Kou, en su hombro, también fue picando de vez en cuando de la comida que el Jounin le ofrecía.

— ¡AÑOMÑOMÑOMÑOMÑOM! — La forma de masticar del murciélago era un tanto peculiar, y no sabíais distinguir si lo hacía adrede o de forma totalmente involuntaria.

Con vuestros halagos Rai se encogía y movía tímidamente sus rodillas, le encantaba que le felicitaran. Y a Kou también, por eso no tardó en intervenir y hacer pública su colaboración con el desayuno. — ¡Ey, ey, ey, que yo también he ayudado! — Hubo un incómodo silencio en el que mirasteis —o no— confusos la comida, dudando de sí aquello iba a dañaros de alguna forma, luego añadió: — ¡Yo he llevado las bolsas de la compra, ¿sabéis?! — Suspirasteis aliviados al saber que el murciélago no había manipulado la comida.

A mitad del almuerzo, Kou os comentó el plan de cara a vuestra nueva vida como ninjas que trabajarían en grupo. — ¡Pues eso! A partir de mañana... Añomñomñom. — Se llevó algo de arroz a la boca, masticó y siguió. — Empezáremos con las misiones. Las primeras serán de rango bajo, no os deprimáis por ello, pero qué sepáis que son un COÑAZO. — Rai intervino con un gruñido, a lo que Kou tenía algo que responder. — ¿Qué? Son muuuy aburridas, pero no desesperéis, que en poco tiempo empezará lo bueno.

Dicho eso seguisteis comiendo hasta que finalmente vaciasteis todos los Bentos, y tanto Rai como Kou dieron las gracias a Kikuro por traer un poco de comida. — Bueno, pues no hay mucho más que decir. — Anunció el murciélago con la aprobación de vuestro maestro. — Mañana a primera hora de la mañana nos reuniremos frente a la academia para iniciar vuestra primera misión, ¿alguna duda? — En caso de tenerla os responderían encantados y sino os despediríais y os prepararíais para el gran día en el que debutaríais como ninjas de la hoja, aunque lo de hoy ya podía considerarse una buena práctica.

Cuando Kou anunció la tanda de dudas y/o despedidas, Rai intervino con una serie de gestos y señales que solo su compañero pudo entender. — Ah, sí, los resultados. Lo habéis hecho bien, chavales. Tenéis buenas habilidades individuales y aunque aún no sois unos expertos, entre vosotros os habéis ido apoyando y cubriendo. Kikuro, Haru, la habéis cagado en algún momento, pero de forma muy basta, ¿eh? — Echó un poco de sal en la herida, pero en caso de tener ácido sulfúrico os echaba también. — Pero no os preocupéis por ello, joder. Los equipos no son solo para suplir las carencias de unos, sino también para solucionar las cagadas de otros. La valía de un ninja aumenta cuanto menos mete la pata, así tiempo al tiempo, polluelos. — Era un poco frustrante que alguien de su tamaño os dijera aquello, pero de alguna forma trataba de reconfortaros.

Las palabras del murciélago mascota del sensei se le clavaron en lo más hondo del kokoro. Que no las palabras de un maestro Jounin de gran reputación, no. Las palabras del murciélago mascota del ninja con el delantal de volantitos rosa que les había cocinado unos bentos para que se los comieran tras haberse limpiado el confeti de las caras al finalizar la prueba. Y que además rapeaba. Au.

Desde luego que aquello no podía quedarse así. No podía llevar esa mancha en su historial y en su orgullo. Simplemente no podía. Su familia, su clan entero esperaba maravillas de ella. ¡Era para lo que la estaban preparando! ¡Para lo que entrenaba todos los días sin descanso! Y resulta que en la primera prueba había fallado estrepitosamente. ¿Con qué cara iba a mirar ahora a su padre?

Haru paró un momento de engullir mientras procesaba lo que aquello significaba. Había defraudado a su padre. O al menos las expectativas que él había puesto sobre ella. Todas las descargas que las copias de Rai-sensei pudieran lanzarle no le harían ni una parte del daño que le haría ver la decepción en los ojos de su padre.

La heredera del clan Hyuuga terminó de comer y dejó el bento vacío junto con los palillos en el mantel.

 -Gracias por los consejos y las palabras de ánimo. La comida estaba muy buena.

Poco más tenía realmente que decir. El resto de sus pensamientos eran todos sobre el mismo tema una y otra vez y no era algo que fuera a comentar en voz alta. Hablar de esas sensiblerías sólo la haría parecer más débil a ojos del resto del equipo, por lo que la joven kunoichi eligió permanecer callada el resto de la reunión. Y cuando volviera a casa, intensificaría el entrenamiento. Por el bien del clan y de Konoha.

Korin escucha en silencio lo qu eva diciendo Kou. Cuando dice que el participó en hacer la comida, por un momento deja de comer y mira el obento, pero suspira de alivio cuando dice que llevo las bolsas de la compra, y sigue comiendo. Sigue escuchando cuando empieza a hablar de las misiones. Si que había escuchado a sus hermanos mayores decir el coñazo que era hacer las misiones de rango bajo, pero que a veces las preferían a las de alto... Aprieta los palillos. Lo voy a hacer mucho mejor que vosotros... Ya veréis. 

Termina de comer, después que Haru, y deja el bento encima del mantel.

-Estaba todo muy bueno -junta las manos y hace una pequeña reverencia a Rai y Kou. 

Asiente cuando dicen que al día siguiente se verían en la academia. Va a levantarse para despedirse, cuando Kou comenta lo de los resultados. Se queda quieta mirando al murciélago y escuchando las palabras que dice a sus compañeros. Eso quiere decir... ¿Que yo lo he hecho bien? sonríe ligeramente. ¡Genial!

Dicho todo, se levanta, hace una reverencia de nuevo.- Hasta mañana, muchas gracias por el entrenamiento y la comida.

Kikuro no sabía muy bien donde meterse, con el lenguaje tan crudo que tenía el favorito de su sensei; no podía hacer nada, pero simplemente no estaba hecho para escuchar cosas así... así que simplemente trató de poner buena cara y que pareciese que no le afectaba mientras comía.

"Kikuro, Haru, la habéis cagado en algún momento, pero de forma muy basta, ¿eh?"

...

Sintió la boca secarse en aquel momento. Aquello no era lo que hubiera esperado, y le pilló sobre aviso.

No dejaba de ser cierto. Pero. Aun así. En otra vida, hubiera matado a quien hubiera dicho algo así de él, y acaso hubiera sentido una punzada de arrepentimiento, pero no más. La tradción le ampararía y la ley le ampararía. Sin embargo... era su superior de una forma nebulosa y tenía derecho a manifestarse como quisiera, aunque fuera clavando un puñal en su corazón.

-Mis disculpas, Kou-sama. He sido una rémora para el desempeño de la honorable Hyuuga Haru-sama -dijo, dejando entender que el fallo de esta era excusable por ser culpa suya: una floritura diplomática, inconscientemente- Este fallo será subsanado en el futuro.

Una vez terminada la incómoda comida, dejó los cuencos y agradeció con una inclinación, para después recoger su caja y llevársela a casa: tendría que lavarla para volver a preparar el almuerzo a la siguiente mañana. Buscó con la mirada a Haru una vez se separaron: dado que no había aceptado su jutsu curativo anteriormente, esperaba que lo hiciera cuando no hubiese nadie alrededor; ¿quizá no quisiera mostrar debilidad? Admirable, pero, se suponía que eran un equipo.

Un equipo para el que no estaba a la altura. Pero eso era de esperar. Era como eran las cosas, y no le enojaba.