Partida Rol por web

¡Enhorabuena, te has convertido en Genin! O al menos esas eran las palabras que papá acompañaba removiendo los pelos de tu cabeza para felicitarte. Ahora ya eras considerado un ninja e ibas a ganarte la vida sirviendo a tu aldea. Aunque sabías que no era tu tierra natal, de alguna forma tenías que ganarte la vida para pagar esos kunais que papá no regalaba.

En la academia os habían informado de vuestros compañeros de equipo. En tu caso se trataban de Hyuuga Nobutaka y Shintaro Ryuuhei, y estaba claro quien era el mejor de los tres... En cuanto a vuestro profesor no os habían dicho gran cosa más allá de que os reuniríais con él en una paradita de té que había cruzando el puente que llevaba a los campos de entrenamiento. Lo que te sorprendía de todo esto es que no recordabas haber visto nunca ninguna parada por ahí, pero no os habían dicho nada más, así que no tenías más remedio que presentarte ahí.

Al día siguiente, por la mañana, te diriges muy temprano a la zona acordada, aunque tú aún no las tenías todas contigo. Pero, sorprendentemente, cuando llegas a la zona acordada ves una modesta casita de madera con todas las pintas de ser una paradita para tomar el té. Sin mayor remedio te acercas a ella y asomas la cabeza.
 

Algo parecido a esto, pero más pequeñita y bonita.

Ahora ya eras un Genin, un soldado que servía a su aldea. En casa se te había felicitado, pero tampoco había sido la gran cosa. A partir de mañana ibas a ganarte la vida trabajando como ninja.

En la academia os habían informado de vuestros compañeros de equipo. En tu caso se trataban de Uzumaki Koichi y Shintaro Ryuuhei, lo cual tampoco te parecía ni bien ni mal, esperabas poder llevarte bien con todos. En cuanto a vuestro profesor no os habían dicho gran cosa más allá de que os reuniríais con él en una paradita de té que había cruzando el puente que llevaba a los campos de entrenamiento. Lo que te sorprendía de todo esto es que no recordabas haber visto nunca ninguna parada por ahí, pero no os habían dicho nada más, así que no tenías más remedio que presentarte ahí.

Al día siguiente, por la mañana, te diriges muy temprano a la zona acordada, aunque tú aún no las tenías todas contigo. Pero, sorprendentemente, cuando llegas al sitio ves una modesta casita de madera con todas las pintas de ser una paradita para tomar el té. Sin mayor remedio te acercas a ella y asomas la cabeza.
 

Algo parecido a esto, pero más pequeñita y bonita.

Ahora ya eras un Genin, un soldado que servía a su aldea. Eras consciente de que a partir de ahora ibas a dedicar tu vida a las órdenes de los de arriba. Básicamente ibas a ser una herramienta del país. No tenías problema con ello, por algo te habías metido en la academia y por algo os habían entrenado para controlar vuestros sentimientos y ser conscientes de la importancia de la misión.

En la academia os habían informado de vuestros compañeros de equipo. En tu caso se trataban de Uzumaki Koichi y Hyuuga Nobutaka, te eran casi indiferentes, solo esperabas que no fueran un estorbo. En cuanto a vuestro profesor no os habían dicho gran cosa más allá de que os reuniríais con él en una paradita de té que había cruzando el puente que llevaba a los campos de entrenamiento. Lo que te sorprendía de todo esto es que no recordabas haber visto nunca ninguna parada por ahí, pero no os habían dicho nada más, así que no tenías más remedio que presentarte ahí.

Al día siguiente, por la mañana, te diriges muy temprano a la zona acordada, aunque tú aún no las tenías todas contigo. Pero, sorprendentemente, cuando llegas al sitio ves una modesta casita de madera con todas las pintas de ser una paradita para tomar el té. Sin mayor remedio te acercas a ella y asomas la cabeza.
 

Algo parecido a esto, pero más pequeñita y bonita.

¡Enhorabuena, ya sois Genins! Por un lado Kikuro ya había cumplido su objetivo, era el primer ninja de su familia, quienes habían sido samuráis desde tiempos inmemorables. Por el otro, Korin ya había dado el primer paso para convertirse en una Kunoichi de élite, tal y como se esperaba de ella, tal y como lo esperaba su familia.

El caso es que ya eráis ninjas y, como era costumbre en la aldea oculta de la Hoja y la mayoría de aldeas, se os había asignado en un equipo de tres con un tutor Jounin. Vosotros dos eráis compañeros junto a Hyuuga Haru, una chica que era miembro de la rama principal del Clan Hyuuga y además su futura heredera. Era orgullosa y en ocasiones arrogante, pero tenía razones para ello, no por nada era una de las futuras promesas de esta generación, al igual que vosotros.

Sabiendo quienes eran vuestro compañeros solo quedaba reuniros con vuestro tutor al lugar en el que os habían citado. No sabíais quien era, solo que os esperaría mañana a primera hora de la mañana en la cima de la montaña de los Hokages, donde estaban esculpidos los rostros de los cuatro Hokages que había tenido Konoha. Aún no habían salido los primeros rayos de sol, pero vosotros ya habíais salido de casas dispuestos a empezar una nueva vida. Cuando llegáis os encontráis con Haru, pero ni rastro de vuestro tutor.
 

Arriba del todo es donde os habéis reunido :D

La alegría con la que su padre repetía aquello una y otra vez como si fuera la gran cosa casi había conseguido que creyera que había hecho algo más que superar una tonta academia como tantos otros chavales de su edad. Bien mirado claro que había hecho más que muchos de ellos pero aun así seguía siendo una tonta academia.

En realidad sí que se sentía orgulloso. Había trabajado duro para alcanzar los niveles que sus profesores de especialización le exigían y por supuesto había terminado siendo el mejor de su promoción. Eso no lo decía en ninguna parte pero él lo sabía, los profesores también y los dos pringados que terminaran en su equipo (a los que por supuesto no ponía cara) serían los ninjas más afortunados de la clase. Así que cuando su padre le revolvía el pelo henchido de orgullo paternal, un potente rubor color Uzumaki le invadía la cara avergonzado porque también él se sentía así. Vamos, que manejar emociones no se le daba todo lo bien que podría dársele a alguien. Pero eso que no salga de aquí <_<

Aunque lo peor vino después.

Durante una cena en la que parecía que celebraban varios cumpleaños a la vez, papá Uzumaki se puso solemne y en un momento sacó algo que llevaba guardando por seis años y se lo entregó a Koichi. Era un viejo pedazo de tela cuadrado con una placa de metal en medio cuyo símbolo conocía muy bien. Se trataba del remolino de su clan y emblema de su aldea natal. Koichi lo observó, en silencio y recorrió el remolino con la punta del dedo, absorto en él y fijándose en los bordes desgastados cuando lo que sólo había podido sospechar salió de los labios de su padre. Era de tu madre. Ambos terminaron llorando y fundidos en un abrazo paternofilial de esos preciosos como para salir en una peli.

Al día siguiente, con la bandana de los cerdos de la hoja puesta y su posesión más valiosa a buen recaudo consigo, se dirigió al punto de encuentro. Buscaba algo con aspecto de profesor, al Hyuuga menos importante de clase o… vale, a Rintaro no le ponía cara. La parada de té parecía ser el edificio con el que se había encontrado y ahora no estaba seguro de si nunca se había fijado en que estaba ahí o de verdad nunca había estado. En cualquier caso, como ninja de pleno derecho que era ahora, sospechaba absolutamente de todo como si fueran a tenerles a prueba constantemente. Aun así trató de ser educado y anunció su llegada con un buenos días.

¡Por fin! 

Tras tantos años, Korin por fin había podido dormir placidamente. ¡Ya soy Genin! Se levanta de la cama, estira un poco las sabanas para que quede más o menos hecha y hace unos pocos estiramientos. No me pasaré, no se que vamos a hacer hoy y no vaya a ser que este cansada antes de tiempo. Se da una ducha rápida y baja las escaleras dirigiéndose a la cocina. Su madre ya está ahí haciendo cosas en la cocina.

-Pero mamá... ¿Qué haces levantada tan temprano? -se acerca a ella y le da un beso en la mejilla. Esta se gira y le responde con una triste sonrisa. ¿Qué espero? No va a decir nada... Korin se sienta en la mesa mientras su madre le prepara el desayuno.- Pues hoy voy a conocer por fin a mi tutor. Espero que sea tan guay como el que tuviste tu. -Su madre era una antigua Kunoichi, una de las mejores, o al menos eso es lo que siempre había creído Korin. La mira arqueando una ceja.-¡Oh! Pero tranquila, que yo no me enamoraré de él, jaja. -Ríe y le guiña un ojo. El maestro de esta, era muy joven cuando empezó a hacer sus tutorías, y no era tanta la diferencia de edad que se llevaban, por lo que no tardó en florecer el amor.

Una vez termina de comer, Korin se levanta de la mesa, hace una pequeña reverencia y termina de prepararse. Antes de salir pasa por el Butsudan de su casa, el pequeño altar para venerar a los ancestros. Padre, hermanos, ya soy Genin. Y voy a ser una gran ninja y proteger a madre en vuestro nombre. Finalmente, hace una pequeña reverencia. Cuando se gira, ve a su madre que la espera en la puerta. Sin decir nada, como de costumbre, se acerca a Korin y le pone algo en el cuello. Era su colgante de la suerte.- ¡Pero no puedo aceptarlo! -la madre niega con la cabeza, le da la vuelta y la acompaña hasta la puerta de casa.- Pe... Pero... -la empuja hasta fuera, le dice adios con la mano y cierra la puerta. -Me... Me ha echado... -se queda mirando la puerta.- ¡Eres muda, pero no sorda! -grita para que se le escuche a través de la puerta- ¡Voy a ser mejor Kunoichi que tu! ¡Ya lo verás!

Dicho eso, sale corriendo hacia el lugar donde habían quedado. Mientras sube hasta la cima de la montaña con las caras de los Hokages, se para un momento y mira Konoha con los brazos en jarra. Algún día mi cara también estará ahí esculpida y protegerá siempre esta aldea. Ve como el cielo se va aclarando ligeramente, aunque aun no ha salido el sol, ya empieza a hacerse de día. ¡Pero si no corro llegaré tarde!

No tarda mucho en llegar y solo ve a Haru. Le hace una pequeña reverencia con la cabeza sin decir nada y se pone a su lado, con los brazos cruzados, a la espera de que lleguen su compañero y su tutor.

El día de graduación como Genin es aquel que todos esperan como si fuera a hacer que algo cambiase radicalmente en tu vida. Como si hubiese un antes y un después repentino y todo fuese a ser diferente a partir de entonces. Ese era el sentimiento que muchos tendrían dentro ya que aun eran niños. Aunque lo cierto es que ese cambio no ocurrió, o al menos no de forma tan repentina como se presupone.
Al regresar a casa su madre le dio una calurosa bienvenida y un abrazo, orgullosa de que lo hubiese logrado, pero tampoco volvió a sacar el tema. Horas más tarde sería su abuela quien hiciera mención a su graduación como Genin mientras asentía con la cabeza, puede que con orgullo o simplemente como señal de aprobación. Sin embargo, por su boca no salió un “felicidades” ni nada por el estilo.

El resto del día transcurrió con relativa normalidad, no hicieron ningún tipo de comida especial, ni celebración de ningún tipo y en cierta manera lo agradecía. Que normalizaran aquello y no lo convirtiesen en uno de esos momentos incómodos como cuando te cantan cumpleaños feliz y no sabes que hacer ni a donde mirar.

Al día siguiente la mañana llegó más pronto de lo que le hubiera gustado, y aunque no quisiera admitirlo había dormido algo mal con los nervios. Conocía uno de los nombres de sus compañeros de equipo. Bueno, más que conocer...al menos le sonaba (a pesar de que no se había relacionado especialmente con él) y era consciente de su existencia…pero no podía decir lo mismo del otro compañero, y eso le resultaba frustrante.

¿Cómo podías olvidar a alguien y ni tan si quiera recordar su cara o su nombre?

Tras desayunar rápidamente por que tenía el estómago algo cerrado se encaminó al lugar señalado, sorprendiéndose al encontrarlo tal y donde le había dicho.

¿Me estarán fallando mis instintos o algo…? Primero ese chico… ¿Cómo se llamaba? Y ahora la casa de té…
Juraría que esto no estaba aquí antes.

Aunque tampoco podría asegurarlo, y viendo que no encontraba a nadie más por los alrededores llamo a la puerta con educación y asomó su cabeza por la puerta

-¿Con permiso…?- avisó de su llegada en voz algo cortada y con tono de pregunta.

¡Ninja!

Para cuando se despertó, apartando el futón para ir a lavarse la cara en la palangana, ya era un ninja: ninja de grado inferior pero ninja al fin y al cabo. Se lavó la cara, se lavó los dientes, preparó el agua para el baño y entró a la cocina para prepararse el almuerzo, metiendo unas ciruelas encurtidas en las bolas de arroz, y preparando el té con cuidado para el desayuno mientras llevaba a cabo esta tarea. Echaba en falta gente, claro... y quizá más incluso echaba en falta alguna palabra de ánimo que no hubiera sido una carta de "continúa con lo acordado". Era lo que se esperaba, lo que debía de pasar. Aun así...

Sacudió la cabeza y preparó el plato con dos vasos, llevándolos frente al altar. Posó uno sobre él, delante del arma en su reposo, se puso de rodillas y juntó las manos, cerrando los ojos y rezando con devoción.

Namu Amida Butsu
Namu Amida Butsu

Después de eso tomó el té (y el acompañamiento) con un suspiro de satisfacción, y se lanzó más que entró al baño, donde pudo pasar un rato tranquilo a gusto mientras se peinaba el cabello y realizaba los estiramientos para prevenir nudos y otras cosas. Tras salir, se secó y empezó el ritual de la vestimenta: cuando lo tuvo todo listo, cogió un cazo y sacó la naginata a la puerta, bañando su hoja con el agua que había en el cazo de madera. Sacó un puñado de sal, lo arrojó a la puerta y salió con todo puesto hacia donde se encontraría con su unidad.

A ojos de Korin al menos no tardó en llegar mucho después de ella, y la figura era inconfundible: traje de sohei (la bandana reciente entre los pliegues) y la naginata del conjunto en la espalda. Puso una mano por sobre el plexo solar, abierta sobre él, acompañado de una inclinación.

-Ah, Hyuuga-sama. Sarutobi-sama -saludó- Espero que estén teniendo una buena mañana.

Lo de "buena mañana" era relativo, teniendo en cuenta que habían tenido que subir a la cima de la montaña. Incluso lo de "mañana" nada más, dado que todos habían salido de sus hogares con la noche aún presente.

Ve llegar al "samurai". ¿No tiene calor con tanta ropa? Yo no podría moverme con ella... Seguro que me tropezaría entre esos pliegos... Cuando llega hasta ellas, Korin descruza los brazos y le devuelve la reverencia.

-Buenos días, Hiramachi-san.

No dice mucho más. Vuelve a cruzarse de brazos a la espera de que llegue el sensei.

Me levanto algo más temprano de lo habitual (aunque en realidad nunca he visto a un Shintaro que sea de dormir mucho), incapaz de estar tranquilo en la cama por culpa de lo emocionado que supongo que me estoy sintiendo. No sé, la verdad. En realidad es más como cuando mi hermano mayor acepta jugar conmigo y sé que voy a acabar con pesadillas durante una semana o con la cara roja de las hostias que me dará, pero aún quiero jugar.

Después de vestirme y colocar mi equipo adecuadamente, cojo con reverencia la bandana de Konoha de la mesita de noche. Como no tengo muchas ganas de pensar dónde me iría mejor la bandana, decido imitar al 80% que se la pone en la frente. No me gusta complicarme, ni siquiera me paro a mirarme en un espejo a arreglar mi pelo desde que mi madre no está en casa para poner un poco de orden.

Me dirijo al punto del encuentro comiendo algo ligero y mirando mis "apuntes" sobre cosas que no debería ignorar.

Uzumaki Koichi y Hyuuga Nobutaka. Me suena haber escuchado sus nombres alguna vez en clases. Pero poco importa quiénes sean, me conformo con que sus habilidades y aptitudes no sean incompatibles con las mías. Odiaría tener a alguien demasiado ruidoso o a cualquiera de esos torpes que no saben dar ni tres patadas (como yo).

Sensei. Por lo menos puedo suponer que es un hombre. Bah.

Cierro la libreta al llegar al punto de encuentro. Paradita de té. ¿Desde cuándo hay un sitio así aquí? Probablemente sea muy paranoico al creer que estoy dentro de un genjutsu, pero nadie construye un edificio tan rápido. Ni siquiera ninjas cualificados. Creo.

Miro un poco a los lados con desconfianza y entro para echar un vistazo. Fingiendo estar tranquilo pero un poco nervioso y a punto de sacar un kunai.

Koichi es el primero en llegar a la paradita del té. Echas un ojo desconfiado, pero aun así este es el punto de encuentro, así que tampoco hay nada que temer, ¿no? Saludas como harías en cualquier otro sitio y te encuentras con una mujer de pelo oscuro embutida en una armadura antigua compuesta por placas de madera.

La mujer, al verte entrar, entrelaza los dedos de las manos a la altura de su mentón y sonríe. — Hooola. — Parecía simpática. También de esas mujeres que no parecen ser excesivamente viejas, pero que irremediablemente se enfadan si las llamas abuela o solterona. — Venga, no te cortes. Ven, ven, toma asiento. — Estaba sentada en una mesa que ocupaba casi todo el local, pues era bastante pequeño. Sobre ella había una tetera que aún humeaba, y con la misma sonrisa de antes echó un poco en uno de los vasos.

Apunto de tomar tu asiento, aparece otro miembro del equipo. En este caso se trataba de Nobutakam, quien también entraba con duda, seguramente preguntándose cuando demonios habían abierto ese local. La mujer, aún sirviendo la taza de té, se apresura en servir una segunda. — ¡Vaya, otro más! Corre, ven aquí.

Pero antes de que pudieras si quiera moverte del sitio apareció Ryuuhei, quien se detuvo antes de chocar contra ti. — Vaya, que puntuales sois todos. ¡Me han tocado tres chavales, y qué guapetes! — Dijo con especial alegría, lo cual dio mal rollete. — Vamos, sentaros también. Venga, que se enfría el té.

Y una vez todos sentados dio inicio a la ronda de presentaciones. — Yo soy Senju Karura y a partir de ahora seré vuestra tutora. Sentíos libres de llamarme por mi nombre o Sensei. Haremos misiones en grupo, mejoraremos vuestras habilidades ninjas y haremos de esta aldea un lugar mejor. — Rodeó su vaso de cerámica con las manos —a excepción de las tazas y la tetera, todo lo que había en el local estaba hecho de madera— y dio un sorbo. — Bien, ahora os toca a vosotros. Decidme como os llamáis y cuales son vuestros objetivos. ¡Tú primero, el guapo del pelo rojo! — Te señaló y sus ojos brillaron, casi que estaba ella más ilusionada que todos vosotros juntos.

Una vez estáis todos reunidos en la cima de Konoha os miráis durante unos momentos, pensando dónde se encontraba vuestro tutor. Parece no dar señales de vida, pero al cabo de unos segundos sentís un temblor que proviene del suelo. El temblor gana cada vez mayor intensidad y sentís como efectivamente algo se acerca desde debajo hasta la superficie. Cuando el ruido y los temblores parecen estas lo suficientemente cerca de vosotros, veis surgir a una sombra del suelo, dejando tras de sí una pequeña explosión de tierra y rocas. Una vez en el cielo la sombra empieza a tomar la figura de un hombre joven, rubio y con el característico chaleco de los Jounin de Konoha, hasta que finalmente aterriza en el suelo tras una secuencia de piruetas.

Con las piernas flexionadas y sin mediar palabra alguna, lleva la mano a la boca y empieza a marcar un ritmo a base de beatbox, el cual acompaña flexionando las rodillas una y otra vez mientras sacude la mano sobrante, casi que parece más un rapero que un ninja.

Detrás del chico sale un murciélago con una bandana de la aldea en el cuello y con una voz estridente acorde a su carismática cara empieza a cantar:

— ¡EY, EY, EY, SOY KOU!

— ¡Y ÉL RAI!

— ¡SOMOS NINJAS, SOMOS JOUNIN!

— ¡SERVIMOS A LA HOJA!

— ¡SI QUERÉIS RAPEAR...

— TENÉIS QUE ENTRENAR!

— EY, EY, EY, ¿QUÉ TAL?

Acabada la canción, el llamado Rai dejó de marcar el ritmo y posó de forma molona. Kou, el murciélago, le siguió y también tomo una pose muy rapera y genial. Estaba claro que la letra podía mejorar, pero se notaba que le habían echado muchas ganas. Después de unos cinco segundos de pose y de que nadie dijera nada, Kou volvió a tomar la iniciativa.

— ¿Qué pasa chavales? Perdonad a Rai, le daba vergüenza conocer a sus Genins y ha querido presentarse con una canción. — Detrás de Kou se encuentra un Rai sonrojado juntando los dedos indice de ambas manos, ¿no era a caso una monada?

— Venga, ¿a qué esperáis? ¡Ahora os toca a vosotros!

Korin empieza a impacientarse. ¿Donde estará? Debería de haber estado aquí antes que nosotros... Empieza a dar golpecitos con el pie en el suelo, cuando de repente nota el temblor. Descruza los brazos y empieza a mirar al rededor.

-¿Eh? ¿Te... Terremoto?

Mira a sus compañeros, luego al suelo, y luego la sombra que aparece del suelo. Observa las piruetas, como aterriza en el suelo, como empieza a hacer beatbox y como un murciélago sale de detrás suyo y empiezan... a rapear... ¿¿Pero que?? Mira a ambos Jounin con la boca y ojos abiertos. Cuando terminan de rapear y hacen la super pose, se queda callada, mirándolos y parpadeando. No me lo creo... Niega ligeramente con al cabeza como olvidando de lo que acaba de ver y da un paso adelante.

-Korin Sarutobi. -hace una enorme reverencia casi doblandose en 90 grados.- _{y no voy a rapear...} - dice medio susurrando mientras sigue haciendo la reverencia.- ¡Espero aprender mucho de usted, sensei!

Se levanta, y mira a Raiku, luego a Kou, y de nuevo a Raiku.

Por muy echado para adelante que fuera uno, no dejaban de ser unos niños y conocer de nuevas a un ninja de élite que además iba a ser su tutor intimidaba un poco. Es por eso que asintió y entró sin escudriñarla demasiado, limitándose a obedecer. Pero antes de que terminara de sentarse apareció el empollón gafotas por la puerta. No podía decirse que Koichi estuviera entusiasmado con la idea de formar equipo con él pero siempre hubiera podido ser peor. Hubiera podido ser Hamashiro.

Una vez sentado sí que se fijó en ella. Parecía agradable y tenía un pelo precioso, apreciaciones que seguramente venían de que no llevara puesto el uniforme de Konoha aireando el símbolo de su clan. Y al pensar en coger una de las tazas de té llegó el último miembro, al que no pudo evitar escudriñar de forma descarada tras el Hyuuga. ¿Y ese chico? No le sonaba para nada de la academia. A saber de dónde lo habían sacado.

Tras la presentación, Koichi confirmó que esa mujer, Karura, le caía bien. Desde luego tenía buen ojo. Lo malo era tener que ser el primero en presentarse. Él quería ser un gran ninja, que su padre se sintiera orgulloso de él. Pero… ¿era eso todo? ¿Su objetivo?

-Uzumaki Koichi, de la Aldea Oculta del Remolino. Me convertiré en un gran ninja para que los responsables de la destrucción de mi país no puedan volver a dormir tranquilos por las noches.

Al asomarse le da tiempo a ver a una mujer con armadura roja y el pelo también rojo de su compañero de equipo, Uzumaki. No le da tiempo a dar un paso al frente cuando le apremia a entrar y nota a su lado la presencia de alguien más, pero se sorprende al mirar a un lado y tener que bajar ligeramente la mirada para fijarse en él. A parecer debía ser su otro compañero, por lo que entran y toman asiento.
Se detiene unos segundos para mirar alrededor, sorprendido de que absolutamente todo fuese madera, pero la mención a lo guapos que eran le hizo volver a centrar la atención en lo que debía, algo avergonzado por la afirmación.

Tras una breve pero concisa presentación por parte de ella le cedió la palabra a Uzumaki, dejándole algo sorprendido con sus palabras, aunque trató de no dejar que esto se notara en su expresión. No quería juzgar a ninguno de ellos por su primera impresión, así que esperó a que terminase y en riguroso orden de llegada comenzó a presentarse.

¿Pero, qué iba a decir? Tampoco pretendía sonar engreído ni poco ambicioso…

-Mi nombre es Hyuuga Nobutaka – e inclina ligeramente la cabeza hacia todos en señal de respeto, pero sin pasarse, colocándose las gafas en una mejor posición antes de continuar hablando- me esforzaré a partir de ahora por ser útil para la aldea y un buen compañero-

La mejor opción era ser sincero y modesto.

Desde la entrada de la paradita de té, observo lo que parece ser un edificio de madera real. Ningún genjutsu, entonces. Y a pesar de todo, sigo en guardia por no estar del todo convencido. ¿Y la trampa? Alzo un poco la mirada al darme cuenta de que el chico que tengo al lado me está mirando y... ¿qué coño está mirando? No dura ni dos segundos, pero de golpe siento la diferencia entre nuestras alturas y me pongo un poco de mal humor.

Me acerco y me siento al lado del pelirrojo, no me gustan las personas altas y definitivamente no quiero sentarme al lado de alguien con un tono de voz tan emocionado como la sensei, es bastante espeluznante. Por favor, ya tienes una categoría y una edad. Además, odio las presentaciones porque nunca sé qué decir. Tan molesto. Por suerte no soy el primero y puedo escucharles para tomarles como ejemplos... aunque la verdad es que es una pérdida de tiempo (salvo por el hecho de que debo tener cuidado con Uzumaki-san, no es realmente de Konoha). Ya es mi turno y el de las gafas ni siquiera ha dicho nada.

Me gusta su estilo.

— Shintaro Ryuuhei. Haré todo lo que la Aldea me ordene sin importar qué —me siento después de presentarme, vigilando de reojo los movimientos de Uzumaki-san.

Ajeno a los pensamientos que pasaban por la mente de su compañera, Kikuro sonreía de buen humor bajo los hábitos. De buen homor y quizá un poco azorado debido a que Korin le devolvió la misma reverencia. ¿Q-quizá no había enfatizado lo suficiente la suya como para reflejar la diferencia de poder y prestigio entre sus dos familias? ¿Y si se sentía insultada ante semejante descortesía? ¡Debió haberse fijado más!

"Ayayayayayayyyy..."

El momento de incómoda tensión que sólo existía en la cabeza del ninja fue reemplazado por el asombro cuando la tierra alrededor empezó a templar, y las vibraciones podían sentirse cada vez más y más cerca, como un tiburón rondando a su presa en círculos cada vez más estrechos...

-...CUID-!

...

...?

...!!??

Trató de digerir lo que había paso con la mayor filosofía posible, sin enfrentarse a ello, dejando que penetrase en su interior y lo moldease en lugar de enfrentarlo a sus ideas. No funcionó demasiado, la verdad. Ni tampoco disimular su cara de asombro ante todo aquello, aunque al menjos había conseguido no tener algún traspiés humillante como caer de bruces sobre su culo o algo por el estilo. ¡Imagínate!

"Oh... oh cielos... es eso... ¿es técnicamente una orden?"

-Oh... hum...

Se adelantó un paso para responder a la llamada. ¿Qué podía hacer?

Tierra, destino
Susurros de la Hoja
Pincel y trazos

No era el mejor haiku que había compuesto nadie, pero consideró que para habérsele obligado a componerlo en un instante no estaba tan mal... aunque prefería pasar el momento cuando antes. Azorado por la situaación, saludó a su sensei doblando una rodilla sobre la tierra e inclinándose, sin posar su mirada, en la postura de humillación ante un superior.

-M-mis disculpas por mi pobre intento, Rai-sensei, Kou-sama -dijo- Se presenta el ninja inferior Hiramachi Kikuro. Nos honran con su guía y tutelaje, honorables señores jounin.

Aquello era normalmente su punto fuerte, pero incluso así las batallas diplomáticas son siempre un ejercicio de gran riesgo, y cualquier mínima diferencia en el protocolo es severamente castigada. Así es como el mundo es y ha de ser.

Para cuando el sol se asomó por las montañas que rodeaban la aldea de Konohagakure, Hyuuga Haru ya llevaba despierta desde hacía un buen rato. El levantarse antes del amanecer para hacer una ronda de ejercicios era una rutina que le habían impuesto desde que era muy pequeña y que siempre cumplía a rajatabla. Porque un ninja desentrenado era un ninja muerto. Y ahora que por fin tenía el título de Genin, no tenía intención alguna de defraudar a su familia.

Cuando la hora de encontrarse con el que sería el tutor de su grupo de tres, Haru terminó sus ejercicios y fue a prepararse para salir. Se vistió con ropa cómoda y fue a tomarse un desayuno ligero y energético. Antes de salir se encontró con su padre, al cual le dedicó únicamente una educada reverencia como todo lo que tenía que decir. No hacían falta más palabras. Ella conocía su lugar en el clan.

En cuanto salió de casa se dirigió a la cima de la montaña de los hokages, al punto de reunión con el resto del equipo. No le sorprendió haber llegado la primera, así como tampoco le sorprendió ver llegar poco después a Sarutobi Korin. Le devolvió el saludo sin palabras. Se había sorprendido cuando les dijeron que estarían juntas en el mismo equipo. No fue una noticia que la Hyuuga recibiera gratamente al principio, pero no tardó mucho en descubrir las ventajas de aquella situación. Teniendo a su rival más encarnecida en el mismo equipo podría ver de primera mano su progreso y así averiguar el riesgo real que tenía de que Korin llegara a superarla.

Poco después de que llegara su rival, otro muchacho apareció. ¿Quién era…? ¡Ah, el que provenía de una familia de samuráis! O al menos eso era lo que se decía en la academia ninja. Bueno, tenían que poner a alguien de un nivel claramente inferior para equilibrar a las dos de nivel superior. No obstante, respondió a su saludo con una educada inclinación.

 -Buenos días.

Y tras esa escueta presentación, los tres se pusieron a esperar a que llegara su tutor. ¿Dónde demonios estaría? Desde luego, estaba demostrando carecer de un mínimo de educación. Y entonces la tierra empezó a temblar. Era un temblor que venía del suelo bajo sus pies y que a cada minuto se intensificaba. Haru se puso en posición de combate, preparada para lo que estaba a punto de salir. Pero ni todo el entrenamiento ninja del mundo le habría preparado para… Eso. ¿Ese era su maestro? ¿Qué hacía poniéndose a imitar a una caja de ritmos? ¡¿Y qué pintaba en todo esto el murciélago rapero?! La impresión dejó a la Hyuuga totalmente descolocada mientras trataba de asimilar lo que acababa de pasar. Finalmente suspiró y relajó la postura para saludar al que iba a ser su maestro.

 -Hyuuga Haru. Encantada de conocerles, Rai-sensei, Kou-sama.

Porque tratar al murciélago de sensei… Pues como que de momento no. Aún así hizo una educada reverencia a modo de saludo ante Rai y Kou.

 -Es un honor formar parte de su equipo.

La armadura de placas de madera roja, el pelo oscuro, el apellido Senju... Todas estas características os recordaban al primer Hokage, Hashirama Senju. Seguramente Karura pertenecía a una de las ramas principales del clan, heredando muchas de las costumbres que antaño caracterizaban a uno de los clanes fundadores de la hoja. También pasó por vuestra cabeza la posibilidad de que aquella parada hubiera sido creada por ella utilizando el Mokuton no Jutsu, técnicas de elemento madera. Pero sabíais que eso era imposible, ya que esta habilidad era única de Hashirama y no se había transmitido de generación en generación como era costumbre con los Kekkeis Genkai.