La imagen que se presenta ante vosotros no es para nada agradable. Muertos vivientes por doquier infestan la estancia donde su oscuro adalid aguarda sentado el regreso de su señor y creador.
Caballeros, otrora gentes de honor, y ahora cadáveres dentro de oxidadas armaduras avanzan torpemente hacia vosotros, los que llevan las mejores y más relucientes armaduras forman alrededor del trono donde un hombre mucho mayor de lo que cualquier humano es capaz de alcanzar os mira como si os estuviera estudiando firmemente.
- Lunalin Aurunsum, de la Orden Eterna y Terenthius, de un lugar desconocido. ¿Que os trae a estos dominios?
Aún enfrente de un señor oscuro la adrenalina de Lunalin destaca por su ausencia. Inmutable se deleita con la gran cantidad de almas en pena que se encuentran allí reunidas, su cara lejos de demostrar repugnancia se acerca mucho a la sonrisa propia de un niño que contempla un sin fin de juguetes, pero también muestra la reverencia del niño que sabe que ninguno de esos juguetes es suyo, y que no puede tocarlos.
Algo de esos pensamientos debe de hacerle tocado muy hondo por que rápidamente vuelve a cambiar su rostro y se torna contrariado. incluso puede que un poco enojado.
- No sssoy yo quien debe resssponder a tu pregunta señor, puess zzzoy ssolo la niñera de essste elfo VIVO. Que hable Terenthiuzzz que diga él que vine a bussscar aquí.
- Bien pues.- El hombre fornido mira al elfo .- Hablanos de tu terrible historia Terenthius. ¿Que has echo en tu mundo para venir a parar aqui?
Terenthius se estiró intentando hacerse un poco menos insignificante entre tanta grandeza. No le gustaban los muertos vivientes y no podía evitar que el gesto se le torciese ante semejante función a su alrededor.
- Soy de Silvermoon. Un lugar muy lejano de éste mundo. Sólo quiero regresar allí. Las razones por las que estoy aquí no deberían de ser importantes, y supongo que usted podrá hacerse una idea parecida a la realidad sin que yo tenga que decir demasiado. Me dijeron que en Needgarard Inza quizás alguien podría ayudarme. Primero pensé que tan dubitativas palabras significaban que quizás no hubiese un ser tan poderoso, pero claramente esas dudas estaban injustificadas, ante tan semejante demostración de grandeza. - miró a un lado y a otro- Es por eso que estamos aqui.
Mantenía la cabeza alta. Había estado ante gente mucho más poderosa que él muchas veces, y pocas se había intimidado. Sin embargo, había algo en éste personaje que no acababa de gustarle. Sentía que tendría que hacer un pacto con el diablo.
Perdon, estaba de examenes...
El buen hombre estalla en carcajadas al tiempo que todos sus secuaces se van cerrando en círculo sobre los dos elfos.
- ¿Esperas que Inza te ayude? ¿De veras esperas que aquella que no se preocupa por su propio pueblo, lo haga por un elfo extraplanario? Bien, te diré que lo vamos a hacer. Puedes jurar lealtad a Lord Azrael ahora mismo y conservar tu pellejo, o declararte insumiso y en ese caso acabas como ellos .- y levantando su larga mano señala a los tumularios y esqueletos varios que os rodean.
La situación no es demasiado favorable para Terenthius.
Tirada: 1d20(+3)
Motivo: Avistar
Dificultad: 15+
Resultado: 8(+3)=11 (Fracaso)
- ¿Quién es Azrael? - dijo sabiendo claramente que era la persona que estaba delante de él - Si no sé de quién me hablas poco podré decir. Yo no quiero más lios. - Por qué no me dejan tranquilo un poco... - Soy un mago, no un limpiabotas. Lo que pretendo es ganarme mi libertad, no jugar a las muñecas. Y qué más me da acabar así o no. No le temo a la muerte ni siquiera a la no-vida. Pero perderás muchos más de tus hombres antes de ganar uno. Y eso no te conviene. ¿Por qué amenazar y no negociar las cosas? Esta claro que estoy perdido, pero una persona acorralada, es una persona peligrosa.
No le estaba amenazando. Le hablaba y comentaba con objetividad las obviedades que se estaban planteando
- Dime, ¿no hay algo que podamos hacer para llegar a un acuerdo neutral?
- Me gusta este elfo, tiene los huevos bien puestos. Algo muy poco corriente en su débil raza. Lamentablemente mi señor no se arriesga a tratar con gentes que puedan pensar por si mismas, por lo que no permitirá que deambules a tus anchas. Te inclinarás ante Azrael, le jurarás lealtad y serás uno más DE NUESTRA GRAN FAMILIA .- Esto último lo grita lo suficientemente alto como para retumbar por todo el techo del salón, a lo que es contestado con vítores por parte de los fantasmas que hay por encima de vuestras cabezas, cabalgando en espectrales corceles
- ¿Dices no temer a la no-vida? Eso lo veremos muy pronto si no cambias de actitud escoria.
- Vamos... - Terenthius resopló cansado de tener que repetir las cosas - No es mejor y más fiable un trato de negocios en que las dos partes sacan un beneficio mútuo, que jurar lealtad en unas condiciones tan desesperadas como las que tu propones. Lo que me indicas es una buena oferta, podría simplemente servir al tal Azrael, y seguir con mi vida, pero pretendo volver a mi tierra. Vosotros me ayudais, y a cambio yo os ofrezco algo que necesiteis. Un juramento, y lo sabes tu y lo sabe cualquiera con un mínimo de inteligencia, no es más que un apalabramiento en vistas de ser destrozado con alguna traición. Espero que la mia no fuese una de ellas, pero vistas las posibilidades que me das, es mucho mejor para tí salir de aqui con un elfo contento que descontento, por muy débil que sea, ¿no crees?
Vamos, que trato de razonarte las cosas, no trato de amenazar a nadie, son hechos objetivos y dado el poder que ostenta tanto tu señor como tu mismo, entiendo que sereis lo suficientemente inteligentes como para saber que las cosas que afirmo
El buen señor tiene el gesto un poco torcido. Y no entiende muchas de las cosas que el elfo dice.
- Todos estos temas los tratarás con Azrael, yo solo le caliento el sitio, pero no puedo negociar en su nombre, no me lo tiene permitido. No obstante Azrael me ha enseñado a que debo tratar bien a quienes vengan aqui esperando alcanzar un acuerdo con él. - Dirigiendose a sus lacayos.- A los calabozos con ambos, pero llevadlos a los calabozos buenos, son para Azrael no para Inza.
De manera automática los esqueletos desenvainan sus armas y se disponen a que los elfos empiecen a caminar antes de que tengan que usar la fuerza.
Despues de ser encerrados en una celda bastante cómoda y limpia, os dais cuenta de que no han cerrado la puerta, que con bajar el manillar se abre la puerta, pero claro, en esa mazmorra no se queda nadie contra voluntad. El problema reside en que en la puerta de la mazmorra hay apostados 10 guardias esqueléticos apuntando con sus ballestas a la puerta, cómo si esa endeble medida de seguridad representase una garantia de que nadie va a intentar fugarse.