Partida Rol por web

Aun con las palabras de Helena resonando en mi mente volví a mis aposentos, y aunque mis ánimos eran mayores necesitaba hacer algo aunque fuera pasear, no me iba a quedar encerrado como una dama.

Me aseguré de tener bien colocada la espada por si la situación aun se complicaba en lo que quedaba de día y salí al pasillo, quería caminar hacia la entrada y asomarme al jardín.

Debía de hacer viento pero con un poco de suerte sería frío y valdría para refrescarme, de tomos modos me andaría con precaución por el lugar.

 Guillaume encontró el pasillo y los soldados se cuadraban a su paso, Terence había dejado bien claro quién quedaba al mando. El frío no se dejaba extrañar y conforme se acercaba a la puerta, más aún lo sentía. El viento golpeó de lleno su rostro, un recordatorio de lo helado que estaba todo en el reino. La muerte era un tema muy cercano pues aún estaban levantando cuerpos en el jardín.

 Al salir por la puerta, de inmediato se encontró con una Marie consternada que no se había movido para nada de la puerta de Terence mientras Helena estaba allí.

-¿Mi señora, estáis bien?

El médico también se levantó de inmediato y entró en la alcoba para salir momentos después. Sólo entonces Marie volvió a dirigirse a la reina.

-¿Qué deseáis hacer?

 - Darle una despedida digna - le dije mirándola y secando mis lagrimas, la tristeza, la amargura había sido totalmente poseidas por el enfado y la venganza.

 Dude si decirle a Marie que hacer, ella no me lo iba a impedir, pero no le iba a gustar y por su puesto, Guillaume no me iba a dar permiso ... ¿que hacía? - Necesito salir - dije nerviosa - ¿Podeis avisar a alguien para que me acompañe? solo a una persona - dije confusa, dudando que hacer ... esperaba que no pasara nada malo pero dadas las circustancias ... ¿y si pasaban? estaba echa un mar de dudas

 Marie se quedó boquiabierta.

-Pero mi señora, es muy peligroso que vos salgáis con sólo un escolta....

La sirvienta se tronaba los dedos preocupada y pensó que sólo una persona debería acompañar a la reina en ese momento pero no dijo nada.

-Está bien, iré a buscar  a mi esposo pero primero venid conmigo a vuestros aposentos y cambiaros. Necesitaréis abrigo y algunas cosas más pero os ayudaré apenas encuentre a Ferdinand.

Esperó pacientemente, tenía que convencerla de esperar unos minutos al menos.

 Me pareció bien ir a mis aposentos a cambiarme la ropa, fuera hacía frio y no quería ir demasiado engalonada - No quiero mi ropa, necesito algo mas ... normal, algo que pase inadvertido - le dije, quizás ropa de la servidumbre, mienetras menos real pareciera, mejor - Y por su puesto ... no pienso poner en riesgo a vuestro marido - aseguré, aunque pronto me arrepentí de esa frase "riesgo" ponía un poco en evidencia mis planes.

 -Está bien, os buscaré ropa mía pero... Nada de riesgo, si no es con Ferdinand, entonces no vais a ningún lado... Sólo sobre mi cadáver.

Marie la quería de verdad, así que aquello no era un regaño cualquiera. 

-Volveré enseguida.

Helena suspiró, sabía que Marie no iba a permitirselo o peor aún, pondría a Guillaume en aviso ... - Está bien - ya me encargaría después de que su marido no se acercara a un sitio así. Esperé a que la mujer volviera con la ropa intentando buscar las palabras adecuadas para conseguir que el peor hombre de la ciudad se pusiera a mis servicios.

La visión de los cuerpos no era agradable, pero tampoco me perturbaba, había estado en varias batallas y esta no era especialmente grande.

La diferencia era que este se desarrolló en mi tierra y por la reina, por Helena, por mi amada y claro, de rebote me sentía parte implicada, aunque hubiese estado bien a gusto luchando al lado de estos hombres.

Al menos el aire cumplía su cometido, me acerqué a uno de los que se cuadraron – Soldado ¿Sabe si ha llegado ya Franciose Du Garbac?

 El soldado se volvió hacia Guillaume y se encogió de hombros.

-Lo siento, mi lord. Me parece que no será hasta mañana por la mañana... Si recién lo habéis enviado a buscar, tardará por lo menos un día, quizás algunas horas menos pero nada más.

Hizo un gesto y se alejó en busca de otro cuerpo. Tras ver partir a aquel hombre, se acercó a él Marie, la sirvienta de Helena.

 Marie sostenía en ambos manos varios ropajes y la pobre lucía por demás nerviosa.

-Mi lord, la reina... Si sabe que he venido se enojará mucho conmigo pero me temo que quiere hacer una tontería. Ahora mismo me espera con esta ropa, unos minutos después, podríais venir vos... ¿Lo haréis?

La mujer esperó ansiosa la respuesta del lord.

Me quedé un momento pensativo con la respuesta del soldado cuando se acercó Marie.

- ¿Cómo que una tontería? – Fruncí el ceño, ¿Pero esta mujer (Helena) que se propone?, tragué saliva – si, en unos minutos voy para allá –

¿Pero que ocurría que yo no le importaba? Luchaba por tratar de no enojarme.

 Guillaume hizo el mismo camino de vuelta a su alcoba, podía ir por los pasillos centrales hasta la alcoba de Helena o bien usar el mismo pasadizo, ahora el castillo parecía más cálido pero sólo era porque había pasado algunos minutos afuera.

Opte a ir por el pasadizo, si finalmente nos conseguíamos casar, y dudada un poco de ello era por nuestras desdichas encadenadas, ya iría siempre por los pasillos, pero por el momento mejor no levantar sospechas.

No me entretuve en mi cuarto y tras golpear con los nudillos en la puerta de los aposentos de Helena entré a ver que ocurría.