Partida Rol por web

 - Guillaume - dije antes de que se marchara - Os digo esto porque ... quiero ser sincera con vos, quiero que ... sepais que no os miento y no es justo que os diga que os amo sin que sepais toda la verdad - sabía que iba a odiarme, quizás tanto como me odiaba a mi misma - No se si ... las cosas podrían ser distintas, solo se que no lo son - negué con la cabeza

 - 3 años han sido mucho tiempo ... pero entiendo que ... - negué - Es igual, vuestra esposa os espera, gracias por velar por mi salud - susurre sin mirarle, no quería que viera las lagrimas.

 ¿Que esperaba? el tenía esposa, también la dejaría embarazada y tendría sus propios niños a los cuales querría y yo, no sería la madre de esas criaturas ... le amaba, con toda mi alma pero nunca iba a poder despertar por la mañana y despertarle con un dulce beso, nunca iba a poder sentir sus caricias en mi pelo si no podía dormir o su mano apretando la mia si estaba enferma ...

 Tampoco vería nunca sus ojos, orgullosos por haber parido a una personita fruto de nuestro amor ...

 El amor no estaba echo para nosotros, la vida nos había castigado de una forma muy cruel porque nos había dado a probar lo que eran los besos, caricias y dulces miradas del uno por el otro y tan pronto como nos lo había dado, nos las había quitado.

 - Te amo - susurré cuando pensé que no podría escucharme, cubriendo mi cara con mis manos y jadeando por el dolor que aquel sentimiento me hacía sentir

Algo aprendí del otro día y fue a no marcharme corriendo, sus palabras fueron muy dulces y obraron el milagro de apaciguar mi furia injustificada, pero no mi pena.

Apoyé mi espalda en la pared y se fue deslizando poco a poco hasta el luego, quedando sentado sobre la fría piedra, me llevé las manos a la cabeza y cerré los ojos, ahora no podía hablar, el destino jugaba todas sus cartas macabras sobre nosotros.

Allí no había nadie más, pero en estos momentos me daba igual si me veían, me fallaban las fuerzas, al menos conseguí ser justo, no podía cargar sobre quien no tenía culpa.

 Sumida en mi pena, escuche como algo "arañaba" la pared y al girarme vi que el, había caido por ella hasta quedar sentado sobre la fria piedra que bordeaba el castillo. ¿Que hacía? 

 Me moría por acercarme y abrazarle pero ... eso solo haría que me dolera mas tener que separarme de el ... pero si no lo hacía, iba a lamentarme toda mi vida.

 Camine hacia el y me agache a su lado.

 - Siento haceros tanto daño, os juro que nunca fue mi intención - no quería buscar su mirada porque no quería que viera mis ojos lacrimosos, podía sentir su dolor aunque no sabía diferenciar que era por mi culpa, que era odio y que dolor.

 - Parte de mi desearía no haberos sonreido nunca para que nunca hubiera nacido nada entre ambos - apreté su hombro con cariño - pero la otra parte no deja de repetirme que sin vos, nunca habría visto nunca el autentico significado de la vida, aunque ahora todo sea oscuro ... una vez hubo luz y ... prefiero llorar ahora por no tenerte que no haber conocido nunca lo que significaba amar a una persona - acerqué mis labios a su cabeza y le di un pequeño beso

 - Cuidaos mucho mi lord - necesitaba alejarme de el, ya me había acercado y sincerado mucho, si no me iba ahora, le pediría que me abrazara como había echo hacía años ... y eso, no podía permitirmelo porque no solo iba a sufrir yo, también lo haría el y prefería llorar sola, que compartir mi dolor con el.

Ya era incontenible la emoción de mis ojos, pero tenía que sacar fuerzas de flaqueza, suspiré apesadumbrado – lo sé… se que no tenéis intención de hacerme daño – dije apartando por fin las manos de mi cabeza

Me dio un pequeño beso en la cabeza que me dio fuerzas mientras escuchaba sus bonitas palabras.

Cuando dijo aquello que sonaba a despedida me levanté – esperad… yo… - esto contradecía muchas cosas, quizás el sentido común, entre otras – me gustaría veros otro día, sin cenas ni invitados, quizás algo que parezca una reunión de negocios… - mi corazón cabalgaba desbocado en mi pecho

 Me giré cuando me dijo "esperad" no quería que me marchara ... se me encogió el corazón.

 Su petición de vernos otro dia fue ... no sabía como ... no me odiaba ... y era una de las mejores noticias que había escuchado en mi vida. Intenté sonreir, pero apenas fue media sonrisa y tirando a triste.

 Asentí cerrando los ojos para contener las lágrimas y apreté mis labios para que no viera como temblaban.

 - Claro - dije con la voz temblorosa y emocionada - Cuando ... deseeis - ojala que fuera ya, mañana, pasado ...

 Mordí mi labio y tragé saliva - Estaré aquí siempre que vos me necesitéis - y no eran unas palabras dichas en balde. Puede ... que nuestro destino fuera no estar juntos, puede que ... todo estuviera en nuestra contra, pero estaría ahí para cuando me necesitase, como reina, por su puesto ... como Helena, siempre que pudiera.

 Quizás no podía amarle libremente, pero desde luego, me gustaba mas estar bien con el, que estar enfadada o en medio de una discusión, como la del otro día ... ambos habíamos madurado y ahora, es cuando me daba cuenta de ello.

 Me sequé las lagrimas y sonreí de pura felicidad por primera vez desde que le tenía delante.

 Quizás el no lo entendiera, ni yo misma lo hacía. 

 Pero que no me odiara, me hacía la mujer mas feliz de este mundo

En ningún momento tuve claro que fuese a aceptar, por eso la alegría fue mayor, quizás un encuentro de ese estilo era peligroso en todos los sentidos, pero sería el mejor peligro corrido de toda mi vida, mejor que blandir mi espada en la lucha, merecía mucho más la pena.

- Entonces… - pensé – lo mejor será que me mandéis al heraldo para una reunión formal, esta semana el día que mejor os venga, si es posible y os parece bien. – De reunión formal no iba a tener nada… bueno, lo mismo que este momento era para acompañarla por su salud

En mi estomago comencé a sentir un hormigueo, iba a reunirme con Helena… no tenía ni idea de que podía salir de allí, al menos esperaba que no fuese como el otro día, pero de nuevo apareció el contrapunto, recordé su embarazo, esto tenía una gran influencia sobre mi.

 Asentí nuevamente, con mucha mas energía - Os haré llegar noticias cuanto antes - le dije mirándole a los ojos. 

 No sabía si el podía notarlo pero hacía rato que me había quitado un gran peso de encima y sobre todo, hacía rato que volvía a sonreir.

 Quizás de esa reunión ... solo quedaran claras las cosas, el estaba casado ... yo ... también, era imposible se mirase por donde se mirase, pero ... en el mejor de los casos, quizás pudieramos tener algo parecido a una amistad ... echaba de menos sus besos y sus abrazos, si ... pero lo que mas echaba de menos eran los pasos de antaño, con el, hablando sobre el tiempo, la cosecha, las fases de la luna, las estrellas ...

 Guillaume había sido un compañero espectacular.

 Dejando de lado la parte sentimental ... el me había ayudado a comprender muchas cosas de la vida, había sido mi mejor amigo y aunque quizás nunca mas pudieramos besarnos y abrazarnos ... quizás ... si pudiera volver a hablar con el, aprender sobre trivialidades contar con su apoyo sincero, sin sentirme de la realeza ... solamente, sintiendome yo, Helena.

 Me hacía feliz la idea, tan solo, la de tenerle cerca.

Me aseguré que no quede nada de humedad en mis ojos y me serené, el punto en el que dejábamos la conversación facilitaba las cosas pues no estaba ni muy contento ni muy triste.

Una ligera esperanza en el horizonte, algo a lo que acogerse ¿Quién sabe? No me atrevía a pensar que las cosas no podían ir a peor pues no quería apostar contra mi suerte y el destino, pero, lo que tenga que ser será.

- Las esperaré – le confirmé

– Si os parece bien y la salud os lo permite será mejor que volvamos a la mesa, mejor no preocupemos a nadie…

Hice un ademán a Helena para que ella pasara delante, yo la seguiría para sentarme en mi sitio y hacer como si nada

 Sonreí y asentí - Si, creo que tomar el aire efectivamente me hizo sentir mejor - aquella complicidad, cuanto la había extrañado - Gracias por velar por mi seguridad mi Lord - con una pequeña reverencia volví dentro del salón, con una radiante sonrisa en mis labios y la cabeza bien alta.

 Hoy me sentía plena en muchos sentidos. Volví a la mesa y me senté, esperando ver si algún noble quería tratar algo en particular o había algo que llamara mi atención sobre el resto de las cosas.

- No hay de qué, ha sido un placer… - respondí cortés.

Seguí a la reina como mandan las normas para ir a ocupar mi lugar, volvió a mi un poco de pesar, pero tenía que tratar de pensar en las cosas buenas, ser optimista… no, definitivamente no podía.

Miré la copa de vino, se me habían ido ya las ganas de beber, eso era bueno, de haber bebido mucho y no haber tocado ciertos puntos esta noche estaba abocada al desastre.

 Zafira observó directamente a Guillaume cuando entró con Helena, él sabía hacer reír a las mujeres y eso no era algo que ella no supiera pero no le gustaba en absoluto. Había olvidado el deseo de hablar con Said porque sabía que no podría hacerlo, además, no debía, su esposo era otro hombre y eso no iba a cambiar por nada en el mundo. Nadie más pareció molesto por la larga ausencia de ambos. Terence no apareció durante toda la velada pero en realidad tampoco hizo falta. 

Luego de unos instantes, Zafira dijo no sentirse muy bien, quería volver a casa y se lo comentó a Guillaume al oído. Estaba cansada. Los invitados ya habían tratado casi de todo con la reina, habría que volver a sembrar ni bien llegase la primavera y volver a ponerse de acuerdo para el riego de las parcelas pero parecía todo marchar. Así que era hora de volver a casa, casi para todos pero Zafira insistía en ser los primeros, aún con los ojos del moro sobre sus hombros.

Terence seguía recargado de aquel rincón donde había escuchado todo el amor que esos dos se profesaban. Le dolía pero no sentía rabia porque si algo era verdad: él amaba a Helena y quería que ella fuese feliz, aunque no fuera con él. Por suerte ninguno de los dos había reparado en él, por suerte, él podía retirarse aún con un poco de dignidad.

 Empecé a despedirme de la gente cuando todo terminó. Me acerque a Guillaume y Zafira - Un placer haberos tenido en mi hogar, regresad cuando lo deseeis, mi casa es vuestra casa - les dije amablemente. 

 Miré a Guillaume con ilusión y tras eso, quise retirarme a mis aposentos aunque sabía que aún no debía pues había gente allí.

Al entrar miré a Zafira que me estaba mirando, que complicado resultaba todo…

Tras un rato tratando diversos temas me comentó de marcharnos a casa a lo que accedí y procedimos a despedirnos de la reina – El placer ha sido nuestro, gracias por su amabilidad

Sin saber como sentirme, estaba muy confuso, bueno, menos confuso pero tenía muchas cosas en las que pensar, quizás demasiadas.

Me despedí de los demás invitados y del brazo acompañé a mi esposa hasta el carruaje para volver.

Todo el mundo se marchó, la noche era pesada y fría y por fin ella volvió a sus aposentos, tras la puerta, en silencio sepulcral, esperaba Terence. 

Volvieron en silencio hasta el castillo du Balzac, el frío era cada vez más fuerte.