Partida Rol por web

Me sorprendió con aquel beso, poniendo freno así a mis palabras y a mis pensamientos, así me tenía rendido a sus pies o al menos me suavizaba el humor.

- Pero… - no dejaba hablar así, pero tampoco me urgía, bueno, me acabaría haciendo de noche de nuevo y eso tampoco podía ser.

Respondí a su increíble beso, apreté su cuerpo al mío mientras trataba de seguir con mi lengua su ritmo, me entristeció sentir sus lágrimas que una vez más me hacían sentir mal, tras unos largos minutos de beso sin fin por fin le pude decir – Haced pasar a Said si es necesario un testigo – bajé la mirada

 Zafira lo miró unos segundos, sabía que tenían que hacerlo.

-Unos segundos más, Guillaume... Sólo unos segundos...

Volvió a besarlo, olvidándose de quiénes eran y de qué quizás pronto serían dos partes antagónicas de una misma guerra, porque no quería pensar en ello.

Le concedí ese deseo consciente ya de que teniendo algo no muy agradable pendiente, cuanto antes mejor, respondí una vez más a su beso, el último beso.

Finalmente me separé y tragué saliva – Bueno, las cosas desagradables cuanto antes mejor – suspiré y no es que ella sintiera menos, seguramente le afectaba mucho más, pero era lo que yo sentía.

- No demoremos más lo inevitable Zafira…

Zafira asintió y se puso en pie, no sabía muy bien qué clase de fuerza la hacía mantenerse en aquella decisión, quizás la fuerza que le daba saber que él no la amaba y que nunca iba a amarla como a Helena porque obviamente podría quedarse con él a la fuerza pero así no.

-Está bien...

Abrió la puerta y salió, volviendo algunos segundos después.

-Said volverá en algunos minutos...

Lo miró a los ojos con profunda tristeza. 

Se me quedó la mirada baja, me costaba mirarla al rostro por tener que hacerle esto, sabía que podría vivir con ella que incluso quizás podría ser feliz y más después de lo que había pasado en los últimos días.

Pero la suerte estaba echada, había que decidirse, no podía estar de forma indefinida entre dos mujeres y el camino fácil en estos momentos pero sin saber si era el mejor era Helena.

- Bien, esperaré… - el nudo que atenazaba mi garganta se desplazaba ahora hacia mi estómago

 Pasaron los minutos, ella notaba la tensión en el momento y luego de algunos intentos por retomar la conversación, finalmente se dio por vencida. Se cubrió el cabello con el velo y se sentó en la esquina de la cama, sentía mucho frío. Luego Said llamó a la puerta y ella le ordenó entrar.

 -Zafira... 

Hizo un gesto y la miró, cada vez parecía más desválida, ni siquiera estaba seguro de que pudiera hacer el viaje pero no se acercó a ella, miró a Guillaume con profundo odio pero no dijo nada.

-Ya es hora, amaneció hace rato y nosotros tenemos que partir ya... El carruaje está listo.

 Zafira levantó la cabeza al escuchar a Said y se volvió a Guillaume.

-Hacedlo ahora, sidi. Decid que me maldices tres veces y todo habrá terminado.

Bajó la vista para que él pudiera hacerlo tranquilo, sin nada que se interpusiera entre la maldición a su matrimonio y a él.

El nudo en mi garganta se acrecentó, me sentía frío y sólo en este momento, pero no podía ser de otra forma era muy amargo, estaba vez cuando entró Said ignoré su mirada, le entendía un poco mejor ahora y no le podía culpar por ello, sabía que amaba a la que en pocos segundos dejaría de ser mi esposa.

- Tan solo una última cosa – dije en voz alta para acercarme a Zafira que se había sentado en la cama y me arrodillé delante de ella para susurrarle de forma que solo me escuchara ella

– Pase lo que pase recordad que una vez os amé y que siempre tendré un lugar en mi corazón para vos, no pretendo que me podáis perdonar pues no merezco vuestro perdón, jamás olvidaré el daño que os he causado, pero por favor, tratad de ser feliz, de conseguir esa felicidad que no fui capaz de daros, lo siento, lo siento mucho

Me levanté no podía seguir, se me enseñó que los hombres no lloraban así que respiré hondo y me aparté un poco para mirarla con profunda pena – Zafira yo te maldigo, zafira yo te maldigo, zafira yo te maldigo… - cerré los ojos, ya estaba hecho, maldito sea este día también

 Cuando se acercó lo miró a los ojos, había en ella una bondad natural además del cariño que sentía por él que le impedían sentir algún rencor en ese momento. Así que asintió tras aquello pero aunque quiso, no pudo decir nada, sólo asentir porque estaba como congelada ante la decisión que ambos habían tomado. Cuando finalmente la maldijo, cada palabra era como un puñal que se clavaba bien hondo en ella y que nunca olvidaría. Los ojos se le llenaron de lágrimas, asintió y se levantó lentamente.

-Salam Aleykum, sidi Guillaume.

Sin dar tiempo a más y con las lágrimas saliendo en torrente, se acercó a Said y ambos caminaron hacia la salida de la casa dejando solo a un apesadumbrado Guillaume. Ella sólo giró justo antes de cerrar la puerta de la casa para sonreírle con su cara llena de lágrimas y luego se fue, ayudada por Said a subir al carruaje. Todo había terminado para ambos.

Había sido tan duro como había imaginado – Adiós Zafira – apenas pude decir, no sabía si volvería a ver a aquella mujer que tanto me había dado.

Apenas se fue noté como las paredes me oprimían, no podía quedarme en un lugar que ni siquiera era mi casa, si me quedaba lloraría mis desgracias y eso no estaba en mis planes, no aún, salí a buscar mi caballo, el frío azotándome la cara sería lo mejor que me podía pasar, marcharía más rápido de lo debido, seguro, pero era lo que tenía haber pasado por algo así.

 El silencio y la tormenta acompañaron a Guillaume de vuelta a casa, no había sido un camino fácil pero pronto podría refugiarse de nuevo en los brazos de Helena y olvidar lo que había sucedido o quizás contarle todo.